NO SE ENCUENTRA EN NINGUNA BIBLIOTECA, DICCIONARIO, VOCABULARIO O LIBRO ALGUNO, LAS PALABRAS EXACTAS PARA DESCRIBIR EL DOLOR QUE NOS INVADE CUANDO PERDEMOS A UN SER AMADO.
LA MUERTE DE ALGUIEN QUERIDO que es parte vital en nuestro diario vivir, que es el motivo principal en nuestra vida, detiene la historia y empieza una nueva etapa sin ese alguien.
Entramos en un periodo indescriptible de DOLOR Y TRISTEZA, caminando por veredas y caminos que no hemos elegido, caminos que ninguno nos explicó y que han sido vedados de nuestra mente, “esto no puede pasarme a mí”, “¿Por qué a mí?”, “es una pesadilla”, “esto no puede ser cierto”.
Nos encontramos de pronto enfrentando etapas largas y dolorosas de aceptación, adaptación, impotencia, cólera que debemos, que tenemos que pasar para algún día poder aliviar el corazón, un proceso largo que incluso, podría durar toda la vida.
LA MADRE QUE PERDIÓ UN HIJO, lo busca en la sonrisa de todo niño que ve en cualquier parte. Lo busca en los rayos de sol que no la entibian, lanza besos hacia el cielo, con la esperanza que uno de ellos le llegue al hijo amado que le fue arrebatado inmisericorde mente por los misterios que la muerte resbala.
QUIEN PERDIÓ A UN HERMANO/A lo busca en las historias de la niñez que quedaron suspendidas en el cometa de papel que nunca más se levantará con el viento, pero le envía mensajes en un hilo de esperanza porque sabe que algún día se encontrarán de nuevo en el fulgor de aquella estrella.
ES DURO LEVANTARSE CADA DÍA Y ENFRENTARLO SIN EL ESPOSO, el novio, o el ser querido. ¿Por qué si hasta ayer eran felices? Se encuentra de repente sin la sombra del esposo/a enfrentando la vida sola con sus hijos que nunca conocerán ese rostro tan amado que significaba todo en la vida.
EL HIJO/A SE QUEDA SOLO/A, desgarradoramente sola/o, tratando de encontrar sentido a la vida, ya no estará la guía del padre o de la madre o de ninguno de los dos, porque se han escapado en brazos de una nueva dimensión donde ni el llanto ni el sufrimiento del hijo/a pueden alcanzarlos.
Nos quedamos así, cargando con una dolorosa cruz, cuyas cuatro esquinas apuntan hacia los cuatro puntos cardinales buscando a aquellos a quien tanto hemos amado y que ya no están.
Sin embargo y a pesar de todo,
EL PROCESO DE DUELO SIGUE, un largo y doloroso proceso que no se detiene, a pesar de tantos y tantos estudios al respecto, no existe garantía alguna que nos asegure un tiempo específico para el proceso de recuperación, pero sabremos que ha llegado cuando seamos capaces de imponernos nuevos proyectos vitales y podamos normalizar una convivencia con familiares, amigos y compañeros, en ese momento sabremos que hemos alcanzado la aceptación de que la persona querida ha muerto y no volverá.
ACEPTAR NO ES OLVIDAR, es encontrar el sentido a todo lo vivido, es traer a nuestra memoria las vivencias del pasado con el ser querido sin sentir ese dolor que no se puede controlar, recordarlo con ternura, perdonarnos y perdonar lo negativo que alguna vez pudo empañar una relación.
Nos llega el momento de superarnos, de guardar dolor y lágrimas en un rincón de nuestra mente y corazón, para sacarlas en fechas importantes, aniversarios, cumpleaños y cualquier acontecimiento importante.
Los recuerdos serán hermosos, tanto que probablemente nos harán llorar, pero será sin la ansiedad y dolor inicial y seguiremos adelante con nuestra vida hasta el feliz acontecimiento de encontrarnos de nuevo.
ES UNA COLABORACIÓN DE A.M.D.P. GRACIAS POR COMPARTIR.