PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE
domingo, 28 de febrero de 2010
UN NIÑO....VA A NACER
Me vas a enviar mañana a la tierra;
Pero Como viviré tan pequeño e indefenso como soy?
Entre muchos Ángeles escogí uno para ti,
Que te esta esperando:
El te cuidara.
Pero dime: aquí en el cielo,
No hago más que cantar y sonreír,
Eso basta para ser feliz.
Tu Ángel te cantara,
Te sonreirá todos los días
Y tú sentirás su amor y serás feliz.
Y Como entender cuando
La gente me hable?
Si no conozco el extraño
Idioma que hablan los hombres?
Tu Ángel te dirá las palabras
Más dulces y más tiernas
Que puedas escuchar,
Y con mucha paciencia y cariño
Te enseñara a hablar.
Y, Que hará cuando
Quiera hablar contigo?
Tu Ángel te juntara las manitas
Y te enseñara a orar.
He oído que la tierra hay hombres
Malos ¿Quien me defenderá?
Tu Ángel te defenderá
Aun a costa de su vida.
Pero estaré siempre triste
Porque no te veré más señor.
Tu Ángel te hablara de Mí
Y te enseñara el camino
Para que regreses a mi presencia,
Aunque Yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante, una gran paz reinaba
En el cielo pero ya se oían voces
Terrestre, y el niño presuroso,
Repetía suavemente:
Dios Mío,
Si ya me voy dime su nombre.
¿Como se llama mi Ángel?
Su nombre no importa,
Tu le llamaras "Mamá"
viernes, 26 de febrero de 2010
RECUPERANDO LOS SENTIMIENTOS
Personal o profesionalmente no hay recetas para no sentir dolor, no hay magia que aparte la tristeza Porque es una expresión fundamental del ser humano al igual que lo es la alegría, la compasión, el amor, Y PORQUE NO el odio, la ira .. .
Expresiones Fundamentales que nos enriquecen por la amplitud de respuesta que podemos tener para conforma una idea cada vez más precisa de cómo somos, como sentimos y como actuamos en nuestro día a día.
Pero no lo queremos vivir así, sólo queremos el lado bueno de la vida, sólo el placer, la felicidad. Y mantenemos esta actitud con las personas que queremos, Intentando Evitar lo desagradable, y eso hace que queramos enfrentarnos con nuestros fantasmas, con la sombra que llamaba, C.G.Joung.
Discutimos sobre temas intrascendentes y nos dejamos desbordar por Acontecimientos Que No Tienen Importancia y a Través De Estos falsos sustitutos impedimos que aflore todo aquello a lo Cual Tenemos que enfrentarnos de verdad.
Preferimos dejar a ser dejados de verdad. Evitamos el Rechazo rechazando y no nos jugamos la piel, por muy Importante Que sea lo que Esté en juego Porque no soportaríamos perder.
Protegemos A NUESTROS hijos de Cualquier Cosa que les Pueda doler, incordiar, sentar mal, Porque creemos que eso es amor. Se ha puesto de moda no traumatizar y no traumatizamos, que está bien, pero tampoco Educamos, maleducamos. ¿Qué hace entonces ese ser que sólo está acostumbrado a encontrar Puertas Abiertas Cuando se encuentra un no en su camino y puertas cerradas por la propia vida que está más allá del control de todo padre?
Porque estamos aquí queremos Solucionar el dolor. El nuestro y el de los demás.
Buscamos la receta perfecta para salvar A NUESTROS seres queridos del dolor y seguir malcriando.
No hay pastilla mágica, no existe vacuna. El dolor es bueno y sólo si aceptamos esto PODREMOS transformarnos Consecuentemente nosotros mismos.
Tenemos que hacernos amigos del dolor y la tristeza para no temerlos ni querer evitarlos.
Tenemos que abrirnos A sus duros golpes para Comprender que no son duros y que no Pueden tumbarnos. Es lo único importante, lo único que nos Exige nuestro impulso evolutivo ... Nada si estamos preparados puede haber que nos tumbe Y en realidad Nada Puede hacerlo.
Cuando comprendemos que somos indestructibles, entonces cambia toda nuestra vida. Los miedos y DESAPARECEN CON SU Desaparición se van todas las cadenas.
miércoles, 24 de febrero de 2010
VIDA INTERIOR....EL CAMINO DEL CORAZÓN
lunes, 22 de febrero de 2010
LA MUERTE: UNA PUERTA A OTRA VIDA
La gran asignatura pendiente es dejar de ver la muerte como el final y reconocerla como lo que es, un principio. Y lo tenemos que hacer no sólo para dejar de sentir dolor, sino para empezar a vivir.
La gran explosión de vida virtual que nos está alejando de lo auténtico, que supuso el final del siglo pasado y que está siendo este siglo, tiene que dar lugar a un nacimiento a la vida real. La vida real no es nada más que la vida interior. Esa que no se contenta con sólo la superficie, y desde donde podemos empezar a acercarnos a la muerte.
Es imposible conocer, comprender e integrar la muerte, desde nuestro cuerpo físico, ya que muerte significa su aniquilación. Tampoco podemos vivir si la tenemos miedo, porque en cada momento de nuestra vida, estamos muriendo:
La semilla tiene que morir, para que nazca la flor de ahora. Y esto, esta aceptación de muerte, para dar paso a nueva vida, lo tenemos que hacer cada uno de nosotros, como partes integrantes de la gran totalidad, de ese holograma-realidad que ya forma parte del inconsciente colectivo.
Ese nuevo paradigma, se tiene que llevar, no sólo al consciente, sino a la praxis de cada minuto, cada segundo de nuestro saber hacer. Tenemos que, por así decirlo, liberar a la humanidad a través de nuestra propia muerte-nacimiento.
Tenemos que deshacernos del Gran Miedo para encontrar el medio (mismas letras, distinto emplazamiento), la herramienta que nos llevará hacia la grandeza de nuestra herencia, y que sólo se puede recibir muriendo serenos, muriendo en paz, es decir morir conscientes de lo que nos pasa y donde iremos despues.
Como hemos oído una y otra vez, aunque nos resistimos hacer nuestro, somos parte del cosmos y la Creación. Y aunque esto suene altamente poético no se queda allí, estamos compuestos de las mismas partículas que forman esa maravillosa Creación. Somos indestructibles porque somos energía y aunque nuestros cuerpos nos digan todo lo contrario, no somos trozos de una fragmentación colectiva, existiendo separados y muriendo como creemos a veces, solos.
No somos esa ilusión o engaño... Esa trampa que nos tiene encadenados al miedo, es eso – pura ficcción, una mentira o creencia caduca, que nos hace aún más presos de nuestro cuerpo.
Tememos el proceso de la muerte y morimos aparentemente, solos. Pero, cada vez que alguno de nosotros suelta el miedo y se desapega de la tragedia, todos nos liberamos un poco más de la generalizada alucinación, de que somos mortales.
Empezamos a conquistar nuestra inmortalidad a través de la transformación del Gran Miedo, pero aún la mayoría lo estamos acelerando inconscientemente, a través de cualquiera de las múltiples enfermedades modernas, muchas de las cuales se propagan y dan la vuelta al mundo, más rápidamente que la posibilidad de aislarlas.
Por otra parte, nuestros cuerpos están ganando longevidad parcial, como respuesta suprema a la mortalidad. Nos negamos a morir en el aquí y ahora, a nuestra juventud caduca, y repelemos la vejez como si se tratara del fracaso mayor, alejando así nuestra propia sabiduría y desperdiciando uno de los caminos iniciáticos más naturales.
El miedo es y ha sido siempre la puerta que proporciona más oportunidades, más recursos y más territorio de superación, porque puede ser transformado en medio, en instrumento útil, en puente que lleva más allá, de donde se había llegado antes.
¿Cómo entonces encontrar el sentido de la muerte?
La muerte es el gran medio y está en el corazón de lo inmediato. Y cada vez que nos negamos a morir, cada vez que nos aferramos a no perder el sol que se pone, a no perder ese momento de risa espontánea, a no perder el disfrute pasajero de una gota de vida, escurriéndose para no crear un charco estancado, nos atiborramos, nos petrificamos y dejamos de marchar hacia ese potencial de perfección que somos. La perfección no es estanca, la perfección se reconoce y sigue su desarrollo: a más reconocimiento, más consciencia.
¿Os debéis de estar preguntando, tiene esto que ver con duelo? Todo. Vivimos el duelo de 1000 maneras, aún rodeados de nuestros seres queridos, porque no queremos aceptar la muerte. Si reconocemos este hecho inevitable, el único seguro que tenemos, si lo aceptamos amándolo, transformaremos el definitivo apagón en claridad infinita.
Entonces transformaremos esta carrera a contrarreloj, en un paseo por el ritmo de la propia vitalidad que recorre los millones de átomos que somos, formando universos interminables que nacen y mueren, y renacen en una sucesión de manifestaciones vitales, de esa sinfonía universal sin fin.
Y no me refiero sólo a la grandeza del cosmos, sino a la magnitud de los mundos internos, con todas sus constelaciones renovándose constantemente, para mantenernos en el camino de nuestro propio proyecto cósmico.
La auténtica vida no es esta, es toda vida, la verdadera manifestación no soy yo, somos todos.
No morimos solos, en ese gran acto de vida, jamás estamos aislados, pero estamos haciendo todo lo posible para vivir solos.
Y así cuando esa persona que queríamos y queremos tanto, quizá ahora más que nunca, nos deja, esa soledad, ese vacío que ya se instaló en nuestro corazón el día que temimos doler y empezamos a huir de la muerte, se hace realidad.
Si la vejez es un camino iniciático natural, y para mí lo es, con todas las pruebas a la altura de la hazaña mayor, el duelo también, aunque mayoritariamente se considere falsamente antinatural.
Sea lo que sea, es una iniciación con todos los elementos necesarios para que podamos dar ese salto cuántico, consciente o despistadamente, y que es el resultado real de haber vivido todas las pruebas “humanas” e “inhumanas” que supone el periodo después de la pérdida de lo que más se quiere.
Cuando consideramos, que nuestra evolución no tiene que pasar por una larga lista de territorios prohibidos, en los cuales se encuentran nuestra muerte y la de nuestros seres queridos, damos la espalda a la misma vida. Y cuando sucede lo temido, nos coge totalmente desprevenidos y sin saber qué hacer ni cómo reaccionar y menos aún, actuar.
La muerte de lo que más queremos, nos golpea con la realidad de un final contundente y doloroso y precipita nuestra muerte. Todo lo que éramos deja de ser y todo lo que íbamos a ser desaparece.
De pronto nos enfrentamos, no sólo a una sino dos muertes. La de la persona que se ha ido y la nuestra propia, al perder todo lo que éramos e íbamos a ser. Y esta última, la nuestra, con todo lo que significa, será la más difícil de superar, porque jamás habíamos vivido, esas otras muertes constantes y continuadas que han sido y que son nuestra vida aquí.
El camino del duelo es un verdadero camino de héroes, ya que la proeza de rescatarnos de la desaparición de todo lo que importaba, de todas las posibilidades que significaba esa persona en nuestra vida, sólo está a la altura del más valiente.
El vacío que queda, se va a vivir mayoritariamente, sólo desde los cuerpos físico, emocional y mental ya que la fuerza o valor del cuerpo espiritual, desaparecerá proporcionalmente a nuestra superficialidad trascendental.
Muy pocas creencias van a sobrevivir a semejante acontecimiento. Sólo aquellas, cuya magnitud sobrepasa el hecho en sí de la pérdida. Pero incluso en estos casos, raros pero reales, el vacío físico vivido como un auténtico síndrome de abstinencia, va a llevar a un desmonte inicial, hasta que pueda ser transformado.
Las etapas se suceden y desde el estado de shock inicial, que nos planta en medio de un enorme desierto alienante, hasta el gran momento de renacimiento, al que se llega cuando hemos podido estrechar los límites de la arena abrasante, a través de la expresión del dolor, de llorar, gritar, desesperar y transformar las mil y una culpabilidades, nos damos cuenta del papel que el amor ha representado en todo nuestro recorrido por el sufrimiento: amor a ese ser que de repente vuelve a estar con nosotros y que jamás podremos perder ya; amor a nuestros seres queridos, que nos han esperado más allá del espacio que habíamos interpuesto entre ellos y nosotros; y amor a la vida, que no nos deja de llamar desde la propia dinámica vital de nuestro futuro.
La clave es definitivamente amor y si hay algo que queda muy claro, además de la necesidad de reconciliarnos con la muerte, es que el camino de duelo, es un camino de amor y sus viajantes expertos.
Amor que en un principio, parece habernos sido arrancado, pero una vez superado el sufrimiento del vacío y la pérdida, cuando la ausencia física se convierte en presencia profunda, ese amor nos es devuelto con creces. Y sólo entonces tenemos la gran certeza de que ya nunca más, perderemos a nuestro ser querido.
Vivimos por amor, existimos por amor, porque en realidad somos amor. Hemos podido conocer su grandeza y nos hemos enterado, de que sólo amando tenemos un alcance infinito. También, hemos experimentado cómo el amor une y nos acerca a nuestros seres queridos que ya no están aquí, de una forma aún más profunda que si estuvieran.
Y hemos podido comprobar cómo el amor eleva, abriendo espacios interiores y dejando que se dé la magia del encuentro. No sólo con ese ser que ya no está aquí, sino con todos los seres cercanos que aún nos acompañan, en este viaje de vida y muerte.
Cuando perdemos físicamente, nos damos cuenta que en realidad somos mucho más de lo que podemos percibir con los cinco sentidos. Esto lo intuimos todos desde nuestra más sagrada verdad. Somos energía y somos indestructibles y aunque nuestro cuerpo físico no lo sea, lo más importante nuestro sigue, no sólo existiendo, sino creciendo, evolucionando, amando y tendiendo puentes donde aparentemente existe vacío.
El Amor, son los puentes infinitos que creamos desde nuestra esencia, hacia nuestros seres queridos, aquí y más allá de la captación física. Menos mal, ya que esto indica que estamos más unidos, que las simples distancias o cambios de dimensión. Y este hecho es una de las grandes verdades que nos nutren.
Demos pues su debido lugar en el duelo al amor, que junto con la muerte, es el gran impulsor de nueva vida y renacimiento.
Reconozcamos con nuestra mente, lo que nuestro corazón ha sentido y vivido siempre, porque sólo así podremos abrir de par en par, el camino universal de la superación y Vida con mayúsculas.
Sólo así podremos reconocernos en el latido de vida que existe en el corazón de la Muerte.
jueves, 18 de febrero de 2010
POR UNA EDUCACIÓN MEJOR
Autora del artículo: Juana Teresa González (Profesora)
Los diferentes partidos políticos aspirantes a gobernar han puesto a la Educación en el punto de mira de sus campañas electorales. Integración, defensa de la Escuela Pública – algo que es un deber de todo Gobierno y derecho indiscutible de todo ciudadano -, pero sin dotar de los recursos humanos y económicos una vez ganadas las Elecciones.
Recuerdo con verdadera zozobra, sesiones de Evaluación en las que había que promocionar a alumnos con tres, cuatro… hasta seis materias suspendidas. Simplemente porque ya no podían repetir. Y llegar luego a casa y ver en la televisión cómo se daba la noticia de la disminución del fracaso escolar porque, claro, los datos se basaban en los alumnos que pasaban de curso. Sin exámenes en Septiembre porque, como la Enseñanza Obligatoria se había dilatado hasta los dieciséis, aún les quedaba tiempo para aprender lo no conseguido.
¿El resultado? Pues que cada vez se lee peor, se entiende menos lo que se lee y se expresan las ideas con mayor dificultad. ¿Acaso nos podía ocurrir algo mejor? Se está recogiendo, sencillamente, lo sembrado.
Resumiendo: Un Sistema Educativo nefasto, que nos está llevando a la ruina cultural de este país. Y muy difícil de enmendar y de reconducir. Si no, tiempo al tiempo.
El alumno
El alumnado de nuestra Escuela ha cambiado. ¿En qué?
La Familia
Como se deduce de lo dicho anteriormente, el marco familiar que se ha ido dibujando en los últimos años es totalmente diferente.
. Los padres son solamente víctimas del panorama educativo. Me niego a echar la culpa a la familia. La familia vive sometida a unas presiones sociales, afectivas y económicas, que la situación ha dejado a los pilares familiares tocados de un ala, y en ocasiones, heridos de muerte.
. De igual manera, la familia ha caído en la trampa de dar a los hijos cosas materiales sin establecer los límites de la razón. Hemos creado a unos seres que no agradecen nada, y que todo lo quieren ahora, por encima de cualquier otra razón.
Si se reflexionara seriamente en lo que se le da dado a los hijos sin necesidad, se caería en la cuenta de que hemos perdido una oportunidad de oro, no habiendo cultivado en nuestros hijos el sentido del ahorro, la austeridad, el valor de lo humilde y la grandeza de lo simple. Valores que, por otra parte, ya formaban parte de nuestro equipaje personal.
. Todos estos factores han derivado en una relajación de la autoridad como padres, en la que todas las partes han salido perdiendo. Relajación de autoridad que ha traído como consecuencia la creciente agresividad en el niño, y que, a medida que este crece, no se sabe muy bien quién manda.
La Escuela
No es arbitrario dejarla para el final. Porque la Escuela, en medio de esta maraña, ha caído en un profundo desencanto. El docente :
. No se siente amparado por las Instituciones.
. Atacado por las familias
. No aceptado por los alumnos, que se muestran impasibles ante el estudio.
. Con la sensación de estar sembrando el desierto.
. Carente de autoridad
. Impotente ante la problemática del Aula, sobre todo ante alumnos que con 16 años van a la Escuela obligados, y que rompen constantemente la dinámica de aprendizaje.
¿QUÉ HACER?
Intencionadamente, vamos a invertir el orden de intervención.
La Escuela
. Tiene la responsabilidad de servir de catalizador.
. A la Escuela le toca agrupar fuerzas, conciliar sentimientos, interiorizar inquietudes.
. Debe asumir la tarea de cuidar a sus alumnos como nunca, defenderlos frente a un Sistema Educativo que les agobia o que corre el peligro de dejarles fuera de combate. De recibirles cada día con la cara amable de la acogida.
. Seleccionar contenidos que lancen a los alumnos a futuros aprendizajes con garantías de éxito. Los Maestros debemos convencernos de que, a fin de cuentas, nosotros y nuestros alumnos, somos un poder. Y que la Escuela es una prueba de entrenamiento para el mundo.
. Es impensable mantener a la Escuela sentada en el inmovilismo, en medio de un entorno cambiante. Si el perfil del alumno ha cambiado, si se ha modificado el entorno familiar.. Es evidente que lo que nos servía hasta ahora, puede dejar de ser efectivo.
. Transmitir en el aula un estilo de vida. Enseñar desde el corazón, desde los afectos. Que no tiemble la mano al exigir una disciplina, un hábito de trabajo, un compendio de buenos modos.
. Recordemos siempre que a un buen Maestro nunca se le olvida, y que a un mal maestro nunca se le perdona.
La familia
. Una autoridad bien entendida le da seguridad al niño.
. Si los hijos no son autónomos para recoger su cuarto, ¿lo son para administrar una paga? ( es una pregunta)
. Clarifiquemos los errores: no es lo mismo dejar los zapatos en el salón, que suspender tres materias. Las consecuencias no pueden ser las mismas, pues el delito es bien diferente.
. Nunca se impongan “castigos” largos. Los hijos son muy manipuladores. En pocos días conseguirán que se les quite el castigo, con lo cual dejarán a sus padres en el ridículo de no cumplir lo prometido.
. Que los hijos tengan muy claro que se puede dar todo el cariño, toda la atención, todo el apoyo. Pero nunca todas las cosas materiales. Simplemente, porque no se es más feliz por tener mucho.
. No gratificar con “cosas” el trabajo bien realizado. Enseñar a los hijos al valor de la felicitación, del apoyo, del beso, del abrazo y de la caricia.
. Considerar a la Escuela como aliada. Nunca como una parte enfrentada. Saber que el Maestro es la persona en la que se deposita lo más valioso: la Educación de un hijo.
Las Instituciones
. Tener muy claro que la Educación de un país es algo muy serio. Que está por encima de programas electorales y electoralistas.
EDUCAR: No para que todos sean dirigentes, pero sí para que ninguno sea esclavo. No para que todos sean sabios, pero sí para que ninguno sea ignorante.
Autora del artículo: Juana Teresa González (Profesora)
miércoles, 17 de febrero de 2010
ADIÓS AL ADIÓS (ARTICULO SOBRE TRABAJO DE GRUPO)
Se han predicado sermones, se han escrito libros y poesías acerca de la despedida. Se han pintado cuadros; lágrimas captadas en bronce y brazos que han quedado vacíos en un gesto de adiós.
Incluso si no hemos visto a la persona fallecida durante años, parece especialmente importante acercarse en el momento de la muerte para poder decir adiós. Los empresarios fúnebres, los profesionales de la salud mental y la mayoría de la gente cree que es necesario decir adiós con el fin de comenzar el proceso de curación.
Tuve la oportunidad de decir adiós pero no la tomé. En los últimos momentos de la vida de mi hijo, y años más tarde, en los de mis padres, no pude decir adiós.
Casi nadie cree que debería haber una razón para decir adiós hoy. La mayoría de los días son simplemente comunes y parece no haber ninguna razón especial para decir adiós.
¿Adiós? Yo preferiría vivir mi vida de manera que mis últimas palabras fueran “te quiero”. Nunca podemos saber cuando un día común se transformará en un día que quede marcado en la historia de la familia como un día no tan común. Pero por lo menos podemos vivir nuestras vidas para que entonces podemos dejarla con pocos remordimientos.
Entregue globos en el cementerio y libérelos cuando termine la ceremonia. Es una forma maravillosa de suavizar esos momentos difíciles cuando la ceremonia ha terminado y se supone que la familia debe marcharse, pero de alguna manera es incapaz de hacerlo.
lunes, 15 de febrero de 2010
UN RIGUROSO ESTUDIO CIENTÍFICO SOBRE REGRESIÓN A VIDAS PASADAS Y COMO ELEGIMOS NACER
La Dra. Helen Wambach, doctora en Psicología y experta en hipnosis regresiva, fue la primera y más importante, investigadora científica sobre regresión a vidas pasadas y reencarnación.
Fue la autora de “Reviviendo Vidas Pasadas” y “La vida antes que la vida”. La actualización del libro “Reviviendo vidas pasadas” titulado “La Evidencia bajo hipnosis” fue publicado en 1984.
Los sujetos hicieron regresiones a posibles vidas anteriores, a la muerte en esas vidas, a los momentos previos a encarnar en esta vida, a cuando se encontraban en el vientre de su madre y al nacimiento.
Se les realizaron preguntas sobre si elegían o no nacer, si elegían a sus padres, en qué momento sentían que su conciencia se unía al feto, si tenían una misión en la vida, si percibían sus sentimientos en estas etapas y los de sus padres.
Veamos aquí un resumen de algunas de las conclusiones y datos de su estudio:
Cuántos de los sujetos lograron realizar las regresiones?
Si bien el 90% de los sujetos pudo encontrar respuestas relacionadas a las preguntas sobre vidas anteriores, solo el 50% lo logró cuando se les preguntó acerca de su nacimiento.
Helen Wambach se pregunta el motivo de esta diferencia, ya que si fantaseaban en lo de sus vidas anteriores, también podían fantasear en lo de su nacimiento. Al menos, tenían la seguridad de haber nacido ya que aquí estaban ahora.
Nacer y Morir: Que nos causa mayor disgusto o placer?
El 90% de los sujetos relató que la muerte en sus vidas anteriores fue placentera. Sin embargo, ninguno de ellos había perdido las ganas de vivir. Por esto, Wambach tenía las expectativas de que el retornar a la vida en otro cuerpo sería un proceso básicamente agradable.
Estaba equivocada.
Solo el 28% de los sujetos se sintió entusiasmado de volver a vivir.
Elegimos nacer o no?
El 81 % de los sujetos dijo que eligió nacer. La conclusión general a la que llegaban era que de alguna manera elegían libremente el realizar una tarea a la que les costaba enfrentarse, que unos lo hacían por elección propia y otros lo hacían a la fuerza. La mayoría manifestó haber consultado con diversos consejeros.
Por ejemplo:
‘Sí, elegí nacer. Había un grupo hablando de ello, pero a mí me correspondía decidir. Mis sentimientos ante la perspectiva de vivir esta próxima vida eran de que es como tener que ir a trabajar, preparase para el viaje y empacar las energías.’
Un pequeño subgrupo (un 3% de los que eligieron nacer) habían obrado al parecer en contra de los consejos de sus maestros y guías:
‘Sí, está claro que elegí nacer. Algunos seres trataban de advertirme, pero no escuché. Estaba impaciente por concluir algo que había empezado.’
El 19% de todos los sujetos se resistieron a la experiencia del nacimiento, hasta el punto de que dijeron que ni eligieron nacer, ni siquiera tuvieron la impresión de que se les diera la opción de hacerlo:
‘No. Parecía como si yo no eligiese nacer, sino que otros me obligasen a ello. Creo que había alguien más arriba, u otros, insistiendo. Yo no lo deseaba en absoluto’
Ambos grupos, los que eligieron nacer y los que no, afirmaron que otros les ayudaron en el proceso de elección de otra vida. De esos consejeros de la época previa al nacimiento, el 59% de los sujetos mencionó a más de uno.
Es interesante destacar que el 10% de los sujetos habló de personas de su vida actual que les aconsejaron antes del nacimiento. Para algunos era su madre o su padre, para otros eran parientes muertos antes de su nacimiento, algunos veían a gente que conocerían más tarde en la próxima vida. Curiosamente, no se hacían distinciones entre personas vivas en el momento que se decidía el nacimiento y personas muertas y que aún no habían nacido.
En el mundo entre vidas, nuestro sistema de tiempo cronológico y el hecho de que alguien esté o no físicamente vivo parece de escasa importancia.
Curiosamente, solo el 0,1 % de los sujetos se refirió a Dios o a otra forma de divinidad como fuerza que les había llevado al nacimiento.
Esto Wambach lo considera excepcional en una cultura en la que tenemos una imagen jerárquica de una figura divina que controla nuestro destino después de la muerte, y posiblemente antes del nacimiento.
Por el contrario, la mayoría de los consejeros eran amigos, u otros de su grupo. Incluso aquellos que describieron a guías espirituales indicaron que no eran necesariamente figuras superiores, sino más bien colegas que no vivían en cuerpos antes de que nacieran los sujetos.
La elección del siglo XX:
Cuando se les preguntó a los sujetos si eligieron el siglo veinte para vivir por alguna razón en especial, Wambach sentía curiosidad por saber si este período se consideraría fructífero para experimentar la vida física, o si lo verían como algo negativo.
El hecho de que numerosos sujetos desearan permanecer en el espacio entre vidas y accedieran de mala gana a nacer, le hacía pensar que esto se debía a que quizás fuera un período especialmente difícil.
La respuesta a esta pregunta le sorprendió. Numerosos sujetos, el 41 %, no obtuvo impresiones en respuesta a esta pregunta o se limitó a responder ‘No’.
Entre los restantes sujetos que respondieron afirmativamente a la pregunta, la mayoría de ellos, un 51%, eligió este período a causa de su gran potencial para el desarrollo espiritual, otro 30% dijeron haberlo elegido primordialmente por razones personales (generalmente era porque otras personas importantes que habían conocido en vidas anteriores estarían vivas en ese momento), otros sujetos tenían motivos más personales, varios sintieron que tenían algo especial para enseñar y por eso eligieron esta época para vivir.
La previsión de Wambach, de que los sujetos describirían la segunda mitad del siglo veinte como un período de vida difícil no se vio corroborada por los datos. Solo el 4% de los que respondieron a la pregunta describieron ese período como particularmente difícil, y esos sujetos parecían subrayar el aspecto positivo de poder aprender mucho, al tiempo que hablaban de las dificultades.
Nos conocemos de otras vidas?
Se establecieron una serie de preguntas para ver como respondían los sujetos a la posibilidad de que las personas que aparecían en su vida de ahora les resultaran conocidas de vidas pasadas.
Nada menos que el 87 % dijeron haber conocido a padres, amantes, parientes y amigos de vidas anteriores. Del 13 % que no dio respuesta, la gran mayoría eran sujetos que se resistieron a todo el proceso de la experiencia del nacimiento.
Entre el 87 % que contestó que ‘Sí’ a la pregunta, hubo una sorprendente variedad en las relaciones aludidas.
Padres y madres de esta vida habían sido amantes en el pasado, madres, padres, hermanos, hermanas, amigos e hijos. No hubo en absoluto consistencia en la forma en que la gente de esta vida se había relacionado en otras.
La hipótesis freudiana de las hijas que desearían que sus padres fueran sus amantes no resultó evidente en los datos recogidos, ni tampoco los hijos veían a sus madres como amantes en otras vidas con mayor frecuencia que como cualquier otra clase de pariente.
Curiosamente, fue menos del 3 % el que habló de las mismas relaciones con sus esposos o amantes en vidas anteriores.
Resulta interesante destacar que las relaciones no se limitan a vidas anteriores, sino que pueden ser del estado entrevidas.
Aquello le sorprendió a los sujetos al igual que a Wambach. La conclusión que ella sacó es la siguiente: ‘Todos contaron la misma historia. Volvemos con las mismas almas, pero en distintas circunstancias.
Vivimos nuevamente no sólo con aquellos a los que amamos, sino también con aquellos a los que odiamos o tememos. Sólo cuando únicamente sentimos compasión y afecto nos libramos de vivir una y otra vez con los mismos espíritus, que también se ven obligados a vivir con nosotros...’
Cuándo entra un alma en el feto? Lo hace en el momento de la concepción, o lo hace más adelante?
La respuesta de los sujetos a esta pregunta nos brinda una interesante versión. De los 750 sujetos, algunos eran católicos practicantes, muchos eran cristianos, y otros también creían que el aborto era una forma de asesinato.
Sin embargo los 750 fueron unánimes en un punto capital: Sentían que el feto no formaba parte realmente de su conciencia. Ellos existían, plenamente conscientes, como entidad independiente del feto.
Efectivamente, muchos dijeron que el cuerpo fetal era algo que los encerraba y aprisionaba, y que preferían la libertad de la existencia extracorpórea. Numerosos fueron los que se prestaron de mala gana a unir su conciencia con la conciencia celular del niño recién nacido.
Cuando se analizaron los 750 casos, el 89 % que respondieron dijo que no pasó a formar parte del feto o a relacionarse con él hasta que no se cumplieron seis meses de gestación. Incluso entonces, muchos sujetos dijeron encontrarse ‘dentro y fuera’ del cuerpo fetal.
Se veían a sí mismos como una conciencia adulta relacionándose con el feto como una forma de vida menos desarrollada. Casi todos dijeron haberse dado cuenta, presumiblemente de forma telepática, de las emociones y del sentir de sus madres antes y durante el nacimiento.
Veamos algunos testimonios de este grupo del 89% que incluye los que no se unieron al feto hasta justo antes o durante el proceso de parto -33%-, los que no se sentían en absoluto unidos al feto sino afuera -20%-, los que dijeron haber estado dentro y fuera del feto durante el período anterior al nacimiento -19%-, los que dijeron que no entraron realmente en el feto ni siquiera después del nacimiento (sino que podían abandonar la conciencia fetal cuando lo deseaban incluso después de nacer) -5%-, y los que dijeron estar en el feto después de transcurridos unos seis meses de gestación -12%- :
‘Cuando preguntó por mi unión con el feto, yo estaba fuera esperando a que estuviera preparado para nacer, para poder entrar. Cuando preguntó acerca de los sentimientos de mi madre, me di cuenta de que se encontraba nerviosa y no muy feliz ante el nacimiento’ (caso A-525)
‘No estaba completamente unido al feto, y podía ser y moverme, como antes de entrar en él. No vine hasta que no estuve a punto de nacer. Me daba cuenta de la emoción de mi madre. Estaba asustada, y también tuve conciencia del médico y de las enfermeras, y de la sala de partos’ (caso A-426)
‘Vine al principio por un tiempo, cuando se estaba desarrollando el feto, pero me salí cuando vi que me estrujaba mucho, y no volví hasta el momento antes de nacer. Cuando preguntó sobre las emociones de mi madre justo antes y durante el nacimiento, sentí que no se dio cuenta de cuándo nací porque la habían dormido. Percibí sentimientos de tristeza y de miedo que venían de ella. Le daba miedo estar sola ante mi llegada’ (caso A-313)
‘Es curioso, cuando preguntó usted lo de la unión con el feto: me pareció estar unido a él cuando estaba dentro del útero, pero como no me encontraba físicamente dentro de él, me parecía estar dentro y fuera. Todo era muy luminoso y percibía todas las sensaciones físicas. Cuando hizo la pregunta sobre los sentimientos de mi madre, sentí calor y cariño y ella se sentía a salvo y segura.’ (Caso A-17)
‘Estuve en el feto un tiempo antes del nacimiento. Me sentía amparado y seguro. No tenía prisa por nacer. Cuando preguntó usted por las emociones de mi madre, me di cuenta de que nos preparábamos para enfrentarnos el uno al otro.’ (Caso A-400)
‘Estaba más que nada fuera del feto. También pasé mucho tiempo fuera durante el primer año de vida. Me di cuenta de que mi madre se hallaba tensa y nerviosa antes y durante el parto.’ (Caso A-410)
‘No me uní al feto hasta que oí unas voces (creo que eran los guías que me ayudaron a elegir nacer) advirtiéndome que el nacimiento sería prematuro y que tenía que ‘darme prisa y meterme allí’ a los siete meses. Cuando preguntó por las emociones de mi madre, sentí que estaba muy asustada’ (caso A-98)
‘Me parece que uní al feto a eso de los seis meses. Antes de eso era más bien como un animalito o como una planta. Los sentimientos de mi madre parecían ser de contento’ (caso B-81)
‘Creo que me uní al feto alrededor de los siete meses, pero no era una unión muy fuerte. Me di cuenta de que mi madre estaba enfadada con mi padre.’ (Caso A-287)
‘Tuve la seguridad de que no entré en el feto hasta el último minuto. Estaba demasiado contento y demasiado ocupado en otra parte. No me interesaba en absoluto pasar el tiempo en el feto. Cuando preguntó por las emociones de mi madre, me di cuenta de que se sentía ligeramente resignada y en cierto modo feliz y orgullosa. Era más bien algo que debía hacer y no que quería hacer. No le importaba estar encinta, le parecía bien.’ (Caso A-40)
‘Cuando preguntó por la unión con el feto, me pareció estar entrando y saliendo, avanzando y retrocediendo alternativamente.
Veía al feto con compasión y con ganas de estar dentro de él. Cuando preguntó por los sentimientos de mi madre, tuve una impresión de adoración, y me di cuenta de que éramos viejos amigos (es extraño, porque ahora no lo parece).” (Caso B-14)
‘Me limitaba a observar el feto desde cierta distancia y no me uní a él. Traté de no darme cuenta de las emociones de mi madre y no noté nada.’ (Caso A-293)
‘Estaba dentro y fuera del feto, y parecía como si hubiera dos mundos diferentes, el de dentro y el de fuera. La unión no es total. Me daba muy bien cuenta de las emociones de mi madre, sobre todo antes del nacimiento.’ (Caso A-102)
‘Me uní al feto justo antes del nacimiento y luego salí de él durante el parto, pero volví a unirme a él en cuanto tomé aire por primera vez. Me di cuenta de que mi madre lloraba sin parar y de que en realidad no me deseaba.’ (Caso A-486)
‘No estaba dentro del feto, pero me sentía muy próximo a mi madre. Me di cuenta de que me quería y de que deseaba mi nacimiento.’ (Caso A-404)
‘Me pareció que me encontraba fuera del feto hasta los seis u ocho meses. Mi madre no me deseaba, y ambos estábamos muy furiosos. Creo que me di cuenta de eso antes de nacer.’ (Caso A-412)
‘Cuando preguntó por la unión con el feto, me di cuenta de que por poco me escapo. Dejé de respirar, pero me resucitaron y entonces me uní al cuerpo. Cuando preguntó si tenía conciencia de las emociones de mi madre, tuve la clara impresión de que sentía que yo le pertenecía.’ (Caso A-167)
‘En lugar de estar en el feto, me quedé ante mi madre rondando su matriz, pero no dentro de su cuerpo. Me daba cuenta de que estaba feliz y nerviosa’. (Caso A-372)
Sólo el 11 % de los 750 sujetos dijo darse cuenta de que habían estado dentro del feto entre la concepción y el sexto mes de embarazo. Esto es interesante porque todos sabían que el feto empieza a dar patadas hacia el cuarto mes de embarazo. Pese a ese conocimiento objetivo, sólo el 11 % se vio dentro del feto cuando surgieron esas ‘señales de vida’.
‘Me parece que me uní en el momento de la concepción, aunque sabía que iban a ser nueve meses de aburrimiento y yo estaba deseando nacer. Me daba cuenta de la ansiedad de mi madre, de su nerviosismo, y de su miedo.’ (Caso A-374)
‘Creo que el feto tenía como tres o cuatro meses cuando tuve conciencia de él. En esa época los latidos del corazón del feto empiezan a notarse. Me daba cuenta perfectamente de los sentimientos de mi madre.’ (Caso A-576)
Helen Wambach comenta: ‘Una impresión se desprende de estos 750 casos, y es que el nacimiento - y también el vivir otra vida- se considera un deber y no un placer. Aparentemente, el alma puede elegir el feto en que ha de entrar... Mis datos indican asimismo que las almas pueden elegir abandonar el feto o el cuerpo del niño y volver al estado de entrevidas...’
El Nacimiento:
Es de destacar en los informes el grado de tristeza que se experimenta al venir al mundo. Aún cuando el nacimiento real no fue físicamente traumático para muchos, prevalecía en la experiencia un sentimiento de pesar. Los sentimientos de tristeza parecían coincidir con la salida del útero.
Bibliografía: Casos reales de sorprendentes viajes a la ‘Vida antes de la Vida’, de Helen Wambach, doctora en psicología.
Los artículos sobre los trabajos de Helen Wambach han sido publicados en Human Behavior, Time, Fui, Village Voice, Psychic Magazine y otros.
sábado, 13 de febrero de 2010
¿POR QUÉ A MÍ?
viernes, 12 de febrero de 2010
VOLVER A NACER
R: Sí, ha llegado.
P: ¿Qué es lo más importante para ti de volver a la Tierra?
R: La oportunidad de vivir en el siglo XX. Es un momento de cambios muy interesantes.
P: ¿Y has visto esta vida, o por lo menos partes de ella con antelación?
R: Sí... ya he pasado por eso... (Parece distraída)
P: ¿Hay algo que quieras decirme sobre tu próxima reencarnación?
R: Estoy hablando por última vez con Pomar (su guía) sobre las alternativas de este proyecto (vida).
P: ¿Puede considerarse ésta una entrevista final con Pomar?
R: Sí, supongo que sí.
P: ¿Te ayudaría si hablaras conmigo sobre los planes que tienes para esta vida?
R: (Con un hilo de voz corto y seco) Creo… que lo tengo claro...
P: ¿Cómo fue tu clase de reconocimiento? ¿Supongo que habrás completado esa fase de preparación?
R: (Todavía distraída) Sí... Ya me he reunido con el resto (de los participantes) para mi proyecto.
P: ¿Tienes claras en tu mente las señales de reconocimiento para encontrar al resto de las almas en el momento adecuado?
R: (Con una risa nerviosa) ¡Ah.... los signos!... Mis acuerdos con la gente...Sí, todo eso está hecho.
P: Dime lo que sientes en este momento sin analizar o censurar tus sensaciones de ningún modo.
R: Estoy... concentrándome... para el salto hacia la nueva vida… siento aprensión...pero a la vez estoy ilusionada...
P: ¿Estás quizás algo asustada o insegura sobre el hecho de volver a la Tierra?
R: (Pausa y después con más alegría) Estoy algo... preocupada... por lo que me espera... Dejar mi casa aquí... Pero estoy contenta por la oportunidad que supone...
P: ¿Entonces son sentimientos mezclados y opuestos?
R: La mayoría de nosotros los tenemos cuando se acerca la hora. Yo he tenido ganas de pensármelo mejor a veces, pero... Pomar sabe cuando estoy simplemente queriendo perder tiempo. Ya sabes que aquí no puedes esconder nada.
R: De acuerdo. Vamos a imaginarnos que ha llegado el momento. Cuando yo cuente tres, tu decisión de volver es firme y estás a punto de abandonar el mundo espiritual.
¡Uno, dos, tres! Describe lo que está ocurriendo.
R: Me despido de todos. Esto puede resultar… difícil. (Echa la cabeza hacia atrás con decisión) De todas formas todos me desean buena suerte y me alejo de ellos... Floto sola. No hay mucha prisa. Pomar me permite pensar un poco. Cuando esté preparada vendrá a acompañarme... a animarme... a ofrecerme seguridad... y él sabe cuando estoy preparada.
P: Veo que ahora estás más animada con la idea de la reencarnación.
R: Sí, es un momento de inspiración y esperanza... un cuerpo nuevo… la vida...
Comentario del guía esìritual de la paciente:
Preparo a mi sujeto para abandonar el mundo espiritual por última vez antes de la vida actual. Tengo tanto cuidado en este momento como cuando les traigo aquí por primera vez en un proceso normal de regresión.
Empiezo reforzando el escudo protector de energía que tiene a su alrededor e intento mantener su alma en equilibrio con el cuerpo del niño que va a adquirir por medio de las técnicas de acondicionamiento adecuadas.
P: Muy bien. Pomar y tú estáis juntos esperando tu salida. Quiero que mires en el fondo de tu mente y me expliques qué haces como si estuviéramos en cámara lenta.
¡Empieza!
R: (Pausa) Empezamos... a movernos... a gran velocidad. Después yo... me doy cuenta de que Pomar... se separa... y me quedo sola.
P: Dime qué ves y qué sientes.
R: Yo...
P: ¡Céntrate en esto! Estás sola y te mueves muy rápido. ¿Y después qué ocurre?
R: (Con voz muy lejana) Atravieso... almohadas de blancura... Me alejo...
P: ¡Céntrate en mí! Sigue avanzando y describiéndome lo que ocurre.
R: Estoy... atravesando trozos de tela sedosa... suave... Voy en una banda… un camino… cada vez más deprisa...
P: ¡Continúa! ¡No dejes de hablarme!
R: Todo está borroso... Estoy resbalando hacia abajo... hacia un tubo largo y oscuro...
Es estrecho... oscuridad… y ahora... ¡calor!
P: ¿Dónde estás?
R: (Pausa) Estoy en el vientre de mi madre.
P: ¿Quién eres?
R: (Con una risita) ¡Soy un bebé!
La sensación de estrechez que describen mis clientes no es la vagina de la madre. Es algo similar al túnel de salida que las almas atraviesan para regresar al mundo espiritual después de la muerte y puede que sea incluso la misma ruta. El lector se preguntará porqué tengo especial cuidado con el momento del nacimiento cuando mis clientes entran y salen varias veces de sus vidas en cada sesión.
LA CULPA Y LA COMPASIÓN
"Si empezamos a vivir con compasión descubriremos que en realidad no hay manera de que las cosas estén completamente acertadas o equivocadas, porque son mucho más juguetonas y resbaladizas que eso. Todo es ambiguo; todo está cambiando continuamente, y en una situación dada siempre hay tantas opiniones como personas."
"Cómo vamos a cambiar las cosas?
Poner atención no solo en lo que percibimos como 'confortable' sino también en cómo se siente aquello que nos resulta doloroso... Con solo que aspiremos a permanecer despiertos y abiertos a lo que estamos sintiendo, a reconocerlo y admitirlo tanto como podamos en cada momento, entonces algo comienza a cambiar."
"Descubriremos entonces que, a medida que desarrollamos un sentido de celebración de aquellos aspectos nuestros que anteriormente hallábamos tan imposibles de aceptar, algo cambia adentro de nosotros. Nuestras antiguas pautas habituales comenzarán a suavizarse y empezaremos a ver los rostros y a escuchar las palabras de las personas que nos hablan."
"Según aprendamos a tener más compasión por nosotros mismos, el círculo de compasión por los demás se amplía."
También Elisabeth Kübler Ross habla de estos temas...
"La culpa y la responsabilidad pueden usarse, como cualquier otra cosa, para distraernos del dolor de la pérdida. Es mucho más fácil quedarse en el "por qué" y en él "y si" que enfrentarse al hecho de que nuestro ser querido se ha ido para siempre de esta vida...
"Perdónate a ti mismo. No es cierto que si hubieras podido elegir mejor, lo habrías hecho?
jueves, 11 de febrero de 2010
CINCO MITOS SOBRE LA MUERTE
Está establecido que el dolor corresponde a los pensamientos internos y a los sentimientos que experimentamos cuando muere una persona amada. El duelo, por otro lado, es sacar nuestras experiencias íntimas de dolor y poder expresarlas exteriormente.
En realidad, mucha gente en nuestra cultura sufre, pero no realiza un duelo. En lugar de ser alentados a expresar su dolor externamente, a menudo reciben mensajes tales como "sigue adelante", "trata de mantenerte ocupado". Así que tratan de terminar con su sufrimiento en soledad, en vez de hacerlo externamente en compañía de sus seres queridos.
El concepto de "período" fue popularizado en 1969 con la publicación de Elizabeth Kubler-Ross, Sobre la muerte y los muertos. Kubler-Ross nunca pretendió que la gente interpretara literalmente sus 5 períodos de agonía. Sin embargo mucha gente hizo justamente eso, no solamente con el proceso de la agonía, sino también con el proceso de pérdida, dolor y duelo.
Una consecuencia de esto es que la gente que rodea a la persona que está de duelo cree que él o ella deberían estar en el “estado 2” o en el “estado 4”, por ahora. Pero nada puede estar más lejos de la verdad que esto.
Cada persona realiza su duelo de una forma única. No es no predecible no ordenada. Ni pueden sus diferentes dimensiones ser categorizadas. Solamente nos encontramos en problemas cuando tratamos de ordenar como deberían ser las experiencias de duelo y dolor de los demás – o cuando tratamos de acomodar nuestro propio dolor dentro de pequeños compartimientos.
Aquella gente que continúa expresando su dolor en una forma abierta-haciendo su duelo-a menudo es considerada como “débil”, “loca” o “digna de lástima”. El mensaje más común es “tienes que salir y seguir adelante con tu vida”. Resistirse a las lágrimas, sufrir en silencio, y “ser fuerte” son tenidos en cuenta como comportamientos admirables. Mucha gente que sufre ha internalizado el mensaje de la sociedad que dice que el duelo debería hacerse de una manera silenciosa, rápida y eficiente.
Tal mensaje aprueba la represión de los pensamientos y sentimientos de la persona que está sufriendo. El problema es que el tratar de enmascarar el dolor o tratar de alejarnos de él da como resultado ansiedad y confusión. Con un pequeño, si hay alguno, reconocimiento social del dolor normal del duelo, la gente comienza a pensar que sus pensamientos y sentimientos son anormales. ‘Pienso que me estoy volviendo loco’, me dicen ellos a menudo.
Ellos no están locos, simplemente están sufriendo. Y con el objeto de recuperarse deben ir hacia delante con su dolor continuando con su duelo, y no tratar de alejarse por medio de la represión y la negación.
Más que por un deseo de proteger a la persona doliente, los amigos y la familia pueden tratar de detener las lágrimas. Comentarios tales como ‘Las lágrimas no lo van a traer de vuelta’ y ‘A él no le gustaría que llores’ se oponen a la expresión de las lágrimas.
Llorar es una forma natural de descargar la tensión interna del cuerpo, y le permite a la persona que está de duelo comunicar su necesidad de ser reconfortado. El llanto hace que la gente se sienta mejor, emocional y físicamente.
Las lágrimas no son una señal de debilidad. En realidad, son una indicación de la buena voluntad de la persona doliente para hacer el ‘trabajo del duelo’.
Mito Nº 5: El objetivo es ‘vencer’ tu dolor.
Todos hemos escuchado a la gente preguntar, “¿Todavía te encuentras en esta situación?”. ¡Pensar que como seres humanos podemos olvidarnos del dolor es ridículo! Nunca nos olvidamos de nuestro dolor pero si podemos llegar a reconciliarnos con él.
No lo resolvemos ni nos recuperamos totalmente de nuestro dolor. Estos términos sugieren un completo retorno a la “ normalidad” pero en mi experiencia personal tanto como en la profesional, nuestras vidas han cambiado para siempre por la experiencia del dolor. Para la persona doliente asumir que la vida va a ser igual que antes de la muerte es irreal y potencialmente perjudicial. Aquellas personas que piensan que el objetivo es “reducir” el dolor, lo pueden convertir en algo destructivo para el proceso de curación.
Las personas que están de duelo, de todas maneras, aprenden a reconciliarse con el dolor. Aprendemos a integrarnos a una nueva realidad que nos lleva hacia delante, continuando con nuestra vida, pero sin la presencia física de la persona fallecida. Con la reconciliación llega un renovado flujo de energía y confianza, habilidad para reconocer completamente la realidad de la muerte, y la capacidad de volver a reincorporarse a las actividades normales de las personas vivas. También llegamos a darnos cuenta que el dolor y el sufrimiento son una parte difícil aunque necesarios de la vida y de los seres vivientes.
A medida que la experiencia de la reconciliación se va descubriendo, también nos damos cuenta de que la vida va a ser diferente sin la presencia de la persona fallecida. Al comienzo nos damos cuenta de esto con nuestra cabeza, y más tarde empezamos a reconocerlo con nuestro corazón. También nos damos cuenta que la reconciliación es un proceso, no un resultado.
La sensación de pérdida no desaparece completamente, pero si se suaviza, y la angustia intensa causada por el dolor se hace menos frecuente. Entonces emerge la esperanza de una vida continua, mientras somos capaces de hacer un compromiso con el futuro, dándonos cuenta de que la persona fallecida nunca será olvidada, y sabiendo que nuestra propia vida puede y debe, seguir hacia adelante. "
miércoles, 10 de febrero de 2010
CUENTOS PARA SENTIR
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato.
Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?"
-"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?"
El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua. "¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable?
Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido? ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
Y tú, ¿cual de los tres eres?
BUSCAR LA FELICIDAD
Nos enfrentamos al opinionismo de todos sobre todo, sin una reflexión analítica, argumentada de los hechos y sus motivaciones.
Pero más grave y mucho más profundo que todo eso, es la angustia, la incertidumbre que nos sacude por estos días, con la fuerza de algo incontenible y abrumador que nos deja impotentes para la lucha.
Hoy, más que nunca, puede parecer un anhelo algo lejano querer alcanzar la felicidad, un deseo desajustado para estos tiempos que corren.
A pesar de ello, y tal vez por ello, todos buscamos la felicidad porque es un derecho y un deber que hace a la esencia espiritual del ser humano.
Marcos Aguinis expresa en cuanto a que todos tenemos ese derecho que "no todos lo ejercen, sino que hay sabotajes y prohibiciones, tanto externos como internos. Las prohibiciones externas derivan de las condiciones que vivimos: persecución, miseria; pero hay otras prohibiciones cuyo origen es interno y nos impiden ser felices aunque tengamos esa posibilidad".
Las circunstancias externas que nos dificultan alcanzar ese estado de serenidad y alegría, son por todos conocidas: en un país en ebullición económica y social como el nuestro, donde los jubilados reclaman atención, los jóvenes y adultos trabajo, seguridad, justicia y tantas otras cosas que hacen a la dignidad de la persona, la felicidad parece ser una meta lejana.
Sin embargo, procurar que la desesperanza y el pesimismo no nos invadan, debería ser nuestro objetivo en estos días: apoyándonos en la familia, en los afectos, en las fuerzas espirituales que cada uno tenemos, fuerzas cimentadas en la perseverancia en el obrar y en el pensar acorde al bien que se comprende.
Todos buscamos la felicidad, pero nunca es un regalo. Hay que conquistarla y trabajarla con ilusión. Debemos encontrar un proyecto de vida que nos llene lo suficiente como para que motive nuestra trayectoria y justifique la lucha.
Un modelo realista y posible a cada uno. Plantearse grandes objetivos de vida que no concuerdan con la personalidad, las fuerzas y las posibilidades de cada uno, sólo puede ocasionar frustración y angustia.
La felicidad se asocia entonces con la fidelidad, es decir lealtad a los principios morales, perseverancia en los ideales nobles, tenacidad en mantener los criterios de conducta a pesar de los oleajes y vaivenes de tantas circunstancias que se nos presentan. "La felicidad no se da en el superhombre sino en el hombre verdadero".
Intentemos pensar la felicidad como un camino, una trayectoria y no como un logro inmediato, una conquista material que implique "tener más", sino "ser más", en cuanto a sujeto moral que educa su conciencia y se proyecta a los demás con el vigor de una fuerza superior orientada en los valores trascendentes de la vida.
Entonces la felicidad se podrá asociar a la paz interior, a la serenidad del alma que sabe que obra y piensa en consecuencia a lo que cree que está bien.
Manifiesta Jorge Bucay: "La felicidad de un buscador es recorrer el camino, es animarse a descubrir la vida cada día, es animarse a vivirla, a tocarla, y también es animarse a padecer lo que haya que padecer (...). La felicidad no es una canción, sino saber que soy capaz de cantar".
Quizás, podamos comprender que la felicidad del alma está dada en la paz de la conciencia que sabe que transita el camino correcto, en la serenidad de los pensamientos, en la satisfacción por las cosas sencillas de la vida y en el sentimiento íntimo de gratitud.
Gratitud por todo lo que se tiene en afectos, en conocimiento, en posibilidades de crecimiento espiritual. El ser agradecido ante la vida, a pesar de todo lo que ésta presente, se educa espiritualmente y transmite en su entorno este sentimiento tan noble que lo dignifica.
Buscar la felicidad entonces, implica volver la mirada sobre nosotros mismos para analizar cómo pensamos, cómo sentimos, qué podemos hacer por los otros y en esa reflexión serena de la existencia, encontrar la paz y la alegría por permitirnos revalorizar las cosas importantes de la vida.
"Muy frecuentemente nos olvidamos de que la felicidad no llega como resultado de obtener algo que no tenemos, sino al reconocer y apreciar lo que ya tenemos". (Frederick Koenig).