PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE
¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

viernes, 5 de febrero de 2010

¿HAY ALGO PEOR QUE PERDER UN HIJO?

"Cuando nos reunimos con padres que por primera vez nos vienen a consultar, les preguntamos si creen que hay alguna cosa peor que perder un hijo, pero no nos referimos a perder más hijos.
Nosotros les decimos que sí, que hay algo peor que perder un hijo y es perderlo y morirse con él.
Eso es peor porque el mensaje que una persona que toma ese camino de morirse afectivamente por el resto de su vida, es que ese hijo vino al mundo para, finalmente, arruinarle la vida.

A ese hijo lo hemos transformado con nuestra actitud en nuestro verdugo y ese es un mensaje que, hasta ahora, en los años que llevamos de trabajo en Renacer no hemos encontrado a ningún padre que quiera darlo.
Eso es lo que refleja ese mensaje.
Para muchos padres la muerte de un hijo es el camino que conduce a su destrucción."

“¿Debemos utilizar el tiempo para elaborar emociones y sentimientos y quedarnos en la persona psicológica, o debemos prestar más atención a la indescriptible capacidad del hombre para oponerse y enfrentarse a esos sentimientos y emociones y acceder así a la persona espiritual?
¿Perdemos un hijo y nos vamos a conformar con que nos consuelen para que se nos vaya ese dolor o vamos a empezar a recorrer el verdadero camino de humanización?
Podemos poner en actividad las potencias dormidas.”
“Podemos rescatar el recuerdo de nuestros hijos con amor y no con dolor. ¡Qué hermoso poder recordar a nuestros hijos con amor y no con dolor!”

"Renacer, es el ámbito, el lugar, las personas, el mensaje que cobija, protege, que ama, que acuna a los padres y les hace recordar esa melodía única e irrepetible que sólo cada uno de nuestros corazones puede entonar, con la que hemos nacido, la que Dios o la vida puso en nosotros al nacer y "Renacer" hace que despertemos de ese dolor, despertemos de esa angustia, despertemos de los rencores, despertemos de las emociones que nos hacen daño, para escuchar, nuevamente, la melodía de nuestro corazón, única e irrepetible, donde residen nuestros valores, los valores espirituales, aquellos que son los verdaderos, los fundamentos de nosotros como seres humanos, y que cuando nos toca vivir esta conmoción existencial de perder uno o más hijos, o al único hijo, la vida ahora nos desafía, entonces, nos olvidamos un poco de esa nuestra melodía, pero está allí, tenemos que saber y aprender a despertarla y a escucharla nuevamente.”

“A Renacer no vamos a compartir el dolor, vamos a compartir el amor.
Nadie te pide que compartas tu dolor, es tu amor el que tienes que compartir.
El dolor lo compartimos con el vecino, con el tío, con todo el que viene y me dice: ¿cómo pasó?, ¿cómo fue?, Renacer debe ser un oasis de paz, yo tengo que encontrar paz en Renacer, tengo que encontrar el abrazo fraterno y tengo que encontrar el amor compartido y a partir de ese amor crecer.”
"No es posible vivir la vida como si nuestros hijos fueran los artífices para arruinar nuestras vidas."
"Su partida es una condición permanente, pero no puede ser permanente nuestro sufrir; debemos decirle sí a la vida."
“El amor que uno tiene por un hijo no se termina con su muerte, siempre podemos ir al grupo a dar el amor que sentimos por nuestro hijo y así el amor que sentimos por el hijo dárselo a otro papá que lo necesite.”
“Nosotros siempre decimos que Renacer es un oasis, no es el lugar a donde yo voy a descargar todas mis broncas, todas mis tristezas, porque eso realmente lo puedo hacer en muchos otros lugares o a solas, en el baño en mi casa.”
"¿Quién cree, en última instancia, que por elaborar sentimientos de tristeza, elaborar sentimientos de culpa, o elaborar sentimientos de auto-rreproche, de vergüenza, de timidez, odio o cualquiera de esos sentimientos, podríamos llegar nosotros a encontrar sentido a lo que nos ha pasado?
Eso no es posible y esa metodología conduce al fracaso.”
“Tenemos que saber que no podemos ser juguetes de nuestros sentimientos, que no podemos simplemente decir: bueno, yo voy a llorar porque lo siento, porque estoy mal. ¡No! tenemos que decir: ¿a quien ayudo o a quien perjudico con esto que yo hago ahora?
El pensar en nosotros nos hace dar vueltas sobre nosotros mismos y no vemos el mundo que nos rodea.”
“¿Lloraremos? sí, tenemos derecho a llorar; pero tenemos que saber que el llanto, que la tristeza, que el enojo, que la ira, que la bronca, son el homenaje que estoy haciéndole a mi hijo.”
“Buscar las respuestas en la elaboración de nuestras emociones y nuestros sentimientos es un enfoque reduccionista y como tal, destinado al fracaso. El hombre no es libre de sus emociones, sino, precisamente, libre para enfrentarse a ellas.”
Dice Víctor Frankl: “Si se quiere definir al hombre, habría que definirlo como el ser que hasta puede liberarse de aquello que lo determina.”

“Nosotros no estamos capacitados para resolver problemas sicológicos de nadie, somos padres que hemos perdido hijos, pero sí estamos capacitados para darles herramientas y para mostrarles a los papás el camino que pueden seguir para salir adelante."
“Nosotros trabajamos, desde el primer día, con el convencimiento de que el sufrimiento no es una enfermedad, por lo tanto, no podíamos pensar en hacer una sicoterapia de grupo, por otro lado, si así lo hubiésemos hecho, desde el principio, hoy no estaríamos acá.
Hablamos no de compartir dolor, sino de trabajar juntos para encontrar sentido al sufrimiento que nos toca vivir.”
"Los grupos donde se habla de lo que nos pasó, refleja el concepto de que el hombre es aquello que recibe de la vida, aunque nosotros no nos demos cuenta, reflejan ese concepto que el hombre es aquello que recibe; pero el hombre no es lo que recibe de la vida, el hombre es lo que le devuelve a la vida, el hombre es lo que él da a la vida, no lo que recibe.
Si el hombre no es lo que recibe de la vida, sino que el hombre es lo que le devuelve a la vida, y si yo habiendo recibido una tragedia, soy capaz de devolver un triunfo, es porque soy hombre.
Los grupos donde se habla de lo que nos pasó, nos dicen de una manera u otra que nosotros somos lo que recibimos de la vida, y no queremos que el concepto, de que soy lo que recibo, ni si quiera se cruce por la mente.”
“Revivir la realidad dolorosa en todos sus detalles no ha probado ser beneficioso para la recuperación integral del padre, esto invariablemente conduce a una etapa de la cual es muy difícil salir.”

“Aquellos grupos que están orientados a lo que podemos llamar grupos testimoniales, en los que predomina la catarsis, uno de los problemas que estos grupos confrontan es la disolución luego que todos los testimonios se conocen tan bien que no queda ya nada por decir.”
“Cuando muere un hijo, lo que importa es lo que hacemos de allí en adelante, lo que importa es cómo vivimos nuestra vida a partir de lo que nos pasó.”
“La facultad más humana del hombre es la de transformar una tragedia personal en triunfo.”
“No pretendemos un hombre desprovisto de emociones y sentimientos sino un hombre que partiendo de tanto sufrimiento, pueda darse cuenta que es libre, precisamente libre, para enfrentarse y oponerse a esos mismos sentimientos y emociones para los que la pérdida de un hijo es una condición insuperable; un hombre que pueda levantarse sobre su propio dolor y ver, más allá de sí mismo, a otro ser humano que sufre y necesita de él, como, dice Víctor Frankl ”El hombre que se levanta por encima de su dolor para ayudar a un hermano que sufre, trasciende como ser humano.”
“Entonces la muerte de nuestros hijos no habrá sido estéril, porque es a través de su partida que el verdadero sentido de la vida se comprende; como un tiempo precioso y finito que debemos vivir al máximo, pero de otra manera, ya que el camino trazado hasta ahora no sirve para esa nueva realidad.
Debemos recomenzar, es como renacer de las cenizas. Debemos captar el mensaje de infinito amor que nuestros hijos al partir nos dejaron y que los hijos que quedan nos recuerdan cada día: dar amor, sólo amor.
Son nuestros hijos los maestros del verdadero y desinteresado amor y este sentimiento no tiene reclamos ni expectativas, ni siquiera necesita de una presencia física.
Y cuando hayamos encontrado la paz y la aceptación, habremos de trasmitirla a los demás, a los que la necesitan, a los que sufren, a los que aún viven en la oscuridad de la desesperanza y la rebeldía.”
“Renacer es como un semillero de una humanidad más generosa y más compasiva.
Apuntando bien alto, ¿por qué no? ninguno de nosotros tiene un límite para crecer como ser humano; el límite se lo pone cada uno.”

“Es en la dimensión espiritual donde se generan los fenómenos más humanos del hombre: el amor, la libertad y la responsabilidad y son los fenómenos que nos permiten darnos cuenta de un hecho capital para enfrentar nuestro destino: “una cosa es lo que nos ha pasado y otra cosa, y muy distinta, es lo que cada uno de nosotros decide hacer con aquello que nos ha sucedido”.
“A lo largo de este trabajo con grupos de ayuda mutua hemos tratado de trasmitir la idea de algo común a todos los grupos de ayuda mutua: que deben ayudar a sus integrantes, no a trabajar con los hechos del pasado que no pueden ser cambiados, sino a abrirse a ese mundo en el que esperan posibilidades aún latentes en sus vidas, que deben ayudarlos a elegir correctamente entre todas las posibilidades, que deben encontrar las opciones con sentido, que deben emprender el camino, el único camino con sentido que esta conmoción existencial les plantea: el camino final de humanización.
Frente a esta opción nos encontramos con otras frecuentemente usadas en muchos grupos de ayuda mutua; algunos trabajan arduamente hacia el autoconocimiento de lo que está mal en sus integrantes y en la elaboración de emociones.
Uno de los graves problemas de esta orientación hacia la auto-obsevación es que lleva, con frecuencia, a cuadros en los que se da vueltas continuamente en círculos sin salida, sobre los problemas que aquejan a los miembros, llevando a estados de lamento continuo.”
“La propuesta de Renacer, como grupo de ayuda mutua, va mucho más allá de un mero consolar a los que sufren, va transformándose en un imperativo ético.
En otras palabras, es el camino que lleva al hombre a su ser, el camino que lo lleva a alcanzar su humanidad.
Y no puede ser otro que éste, el camino que nuestros hijos, los que partieron y los que aún están, la vida y nosotros mismos merecemos.”


“Nosotros, simplemente, mostramos.


Mostramos el camino que nosotros hemos transitado y en el que nosotros creemos y después queda para cada uno tomarlo o no.”



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