PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

miércoles, 30 de junio de 2010

LA SOLEDAD DAÑA LA SALUD


Facebook y Twitter tendrían el mismo efecto, al fomentar relaciones superficiales que aumentan el aislamiento
La soledad daña la salud humana porque propicia los malos hábitos de salud, un consumo mayor de medicamentos y un nivel más alto de estrés.

Además, los efectos nocivos de la soledad pueden verse incrementados por las redes sociales de Internet, como Facebook, que favorecen las relaciones superficiales y, en consecuencia, los sentimientos de aislamiento y de soledad.

Éstas son las conclusiones obtenidas en investigaciones realizadas por científicos estadounidenses, que señalan asimismo que la soledad se cura, únicamente, con relaciones personales estrechas y de calidad.

Awaiting the Garden of Eden. Morguefile. Un equipo de psicólogos de la Universidad de Arizona (UA) ha estudiado recientemente el fenómeno de la soledad y los efectos de ésta en la salud individual, con interesantes resultados.
En un comunicado emitido por la UA, los científicos señalan, por un lado, que la soledad es dañina para la salud porque potencia los hábitos nocivos de salud y el estrés.

Por otro lado, los científicos afirman que las redes sociales en Internet (como Facebook o Twitter) no sirven para paliar la soledad sino que, de hecho, pueden aumentar los sentimientos de asilamiento o separación, al propiciar las relaciones superficiales.

Según Stacey Passalacqua, una de las autoras de la investigación, se sabía que las redes sociales de Internet estaban relacionadas con una menor calidad de la salud de los individuos, pero hasta ahora no se había comprendido el mecanismo subyacente a dicha asociación. Este mecanismo podría estar relacionado con la soledad que estas redes provocan.

Passalacqua y Chris Segrin, que es el director de estas investigaciones y también del departamento de comunicación de la UA, analizaron las percepciones subjetivas sobre nivel de estrés y apoyo social de diversos individuos, lo que permitió comprender de qué manera la soledad y la salud se relacionan, y también vincular ambos factores a redes sociales como Facebook.

Para su análisis, los investigadores realizaron una encuesta a un total de 265 adultos de entre 19 y 85 años sobre el apoyo social con que contaban, su soledad, su nivel de estrés, sus hábitos de salud y su salud general.

Según publican los investigadores en un artículo aparecido en la revista Health Communication, los resultados obtenidos de este cuestionario demostraron que la soledad estaba mucho más relacionada con el número de relaciones estrechas con otras personas que con el número de contactos mantenidos en las redes sociales.

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Frecuentar estas redes puede no resultar negativo para la salud, explican los científicos, siempre que el usuario mantenga relaciones más cercanas con otras personas sin que medie entre ellos la distancia.
Asimismo, el estudio demostró que los individuos más solitarios se cuidan menos, duermen peor y tienden más a consumir medicamentos. Además, son menos capaces de lidiar con los elementos estresantes de la vida cotidiana (es decir, se estresan más).
Todos estos hábitos establecen una relación entre la soledad y una salud pobre. Por ejemplo, explican los científicos, el estrés crónico es muy dañino para el organismo y tiene un efecto fisiológico constatado.
Por el contrario, las respuestas de los participantes demostraron que aquellas personas con un apoyo social mayor presentaban un estado de salud mejor.
La soledad es en parte subjetiva

Otro dato curioso arrojado por la encuesta fue el siguiente: la soledad sería, al menos en parte, una cuestión “subjetiva”, que depende de la percepción de cada individuo.
Según explica Segrin en el comunicado de la UA, se podría definir la soledad como la diferencia entre el nivel de contacto social que deseamos y el que realmente alcanzamos.
Por eso, resulta difícil establecer lo que es una persona “solitaria”, porque de hecho este perfil depende en gran parte de lo que cada individuo considera como “estar solo”. Así, no es de extrañar que personas que disfrutan de muchas relaciones sociales se sientan solas.
Sin embargo, sí existe un factor decisivo que determina la soledad real: la calidad de las relaciones personales, y no su cantidad.
La ausencia de familiares y amigos cercanos es, por eso, un hecho grave que puede afectar a la salud y que no puede ser contrarrestado por las relaciones que se establezcan a través de la Red ni por cualquier otro tipo de relaciones superficiales, advierten los investigadores.

Otros problemas de salud
Los resultados obtenidos en los trabajos de Segrin y Passalacqua explicarían porqué los individuos solitarios suelen presentar niveles de salud más bajos que las personas acompañadas.
Otras razones para este hecho han sido establecidas por investigaciones previas. Así, por ejemplo, un estudio realizado en 2007 por científicos norteamericanos reveló que la soledad crónica puede afectar a la expresión de los genes en los glóbulos de la sangre y, por tanto, condicionar la respuesta correcta del sistema inmunológico.

En otro estudio anterior, también realizado por investigadores estadounidenses, se había demostrado además que vivir en soledad aumenta el riesgo de padecer enfermedades coronarias tanto entre personas mayores como entre jóvenes, al igual que hace crecer el nivel de estrés y la tensión arterial.

Lo cierto es que el ser humano es un ser social y necesita de los demás para su desarrollo y evolución correcta, de los demás aprende y a los demás aporta su conocimiento, siendo a través de la relación social como desarrolla sus valores morales y conforma su escala de valores fundamental para su filosofía de vida.

En definitiva necesitamos a los demás y los demás nos necesitan a nosotros.

lunes, 28 de junio de 2010

SABER ELEGIR...UNA REFLEXIÓN PERSONAL SOBRE LOS RECUERDOS


Hace algunos años y de manera destacada, los periódicos y la televisión estadounidenses, anunciaban el resultado de una votación que fue auspiciada por la Oficina de correos y en la que participaron más de un millón de personas. Entre la gente que votó hubo una emoción, pasión y un involucramiento personal pocas veces visto.

Cuando el director general de correos fue a la ciudad de Memphis y anunció los resultados de la elección, había una enorme tensión en el recinto. Dio a conocer que la mayoría se había manifestado a favor del retrato de Elvis Presley cuando era joven. Venció al retrato de Elvis Presley durante su ocaso; por consiguiente, aquélla sería la imagen que aparecería en la estampilla de correos emitida en honor a su memoria.

Menciono esta nota periodística porque me hizo razonar lo siguiente: cada vez que tú decides evocar a tu ser querido haces este tipo de elección. En efecto, evocamos imágenes de nuestros padres, hijos, hijas, maridos o esposas, hermanos, amigos, de toda la gente con la cual nos hemos relacionado y ha partido. Y cada vez que lo hacemos, debemos elegir cómo habremos de recordarlos. ¿Los recordaremos jóvenes o en su vejez? ¿Cómo eran en su mejor momento o cómo eran cerca del fin de sus vidas? Cada vez que evocamos, instintivamente decidimos cuál recuerdo, cuál imagen o retrato de nuestros seres queridos habremos de evocar.

Y yo pienso: ¿debería recordar a mi padre como era al final, cuando su mente perdía agilidad y sus manos temblaban? ¿O debería recordarlo como solía ser durante mi infancia, adolescencia o en los momentos centrales de mi vida?

¿Debería recordar a mi madre cuando se sentaba en la mesa, festiva, feliz de tener a su familia reunida? ¿O cuando sus ojos destellaban orgullo al tener a su nieta en brazos? ¿O debería recordarla como era al final, cuando luchaba contra un cáncer que finalmente la derrotó?

Les confieso que en los primeros años posteriores al fallecimiento de mis padres sólo podía recordarlos como habían sido durante el tiempo difícil. Pero ahora que han pasado algunos años puedo evocarlos como eran en sus mejores tiempos. Y cada vez que lo pienso, me toca elegir de qué manera los recordaré.

Y de acuerdo a como decidamos recordarlos nos afectará. Ya sea que escojamos recordarlos cuando eran felices o tristes, enojados o satisfechos, la elección determinará, al menos en parte, qué tan felices o tristes o enojados o satisfechos estaremos nosotros. Así, pensemos por unos minutos sobre cómo deberíamos recordarlos.

¿Cuáles son nuestras alternativas? Podemos recordarlos en sus mejores momentos. O si queremos, podemos incluso magnificar, glorificar y exagerar sus virtudes. Muchas personas hacen eso. Exageran y enaltecen las cualidades de sus seres queridos que ya no se encuentran entre nosotros.
¿Cómo recordarlos?

Acerca de este tema hay un pasaje en el Talmud que me perturba: “Si nuestros antepasados eran como ángeles, entonces somos seres humanos; si nuestros antepasados eran solamente seres humanos, entonces nosotros somos como burros”. Me trastorna porque es una expresión de la tentación de glorificar y magnificar e idealizar a los que se han ido, y hacer esto puede ser negativo.

Tenemos una segunda opción. Podemos recordarlos, si así lo queremos, en sus peores momentos. Podemos preservar nuestras heridas y quejarnos todo el tiempo. Esta idea es tentadora. Culparlos de todos nuestros problemas, de todos nuestros defectos y todos nuestros pesares. Pero sería inclinarnos hacia el otro extremo.

Mi sugerencia es que votemos, no por un retrato específico de aquellos a quienes recordamos, sino por un collage de retratos. Sugiero que los recordemos cómo eran, y como intentaban ser. Que los recordemos, no con una lupa que enfoque cada falla y defecto, sino con un tipo de cámara que sea gentil con ellos y que vea sus fallas con cierta perspectiva.

¿Saben cuál es la más antigua maldición materna? Recuerdo a mi mamá repitiéndomela con frecuencia “Que Dios te dé un hijo como tú”. Y Dios la escuchó. Pero el otro lado de la moneda es que nuestros padres quizás tuvieron padres que fueron como ellos. Y si cometieron errores al criarnos, tal vez fue debido a la forma en que ellos fueron criados o por las experiencias que la vida les hizo enfrentar y que muchas veces, en nuestra inmadurez, no supimos comprender.

Si los recordamos con sabiduría, con capacidad de perdonar y pedir perdón, con imágenes que puedan despertar una sonrisa o provocar una lágrima de nostalgia, si los recordamos comprometidos en completar sus sueños truncados, agradecidos de que tocaron nuestra vida y compartieron una parte de nuestro viaje por ella, entonces su memoria será una bendición para nosotros y todos los que vendrán después de nosotros.

La elección que se llevó a cabo para determinar cuál imagen de Elvis estará en la estampilla pronto será olvidada. Pero la elección que hagamos sobre cómo recordaremos a aquellos que amamos y que se han ido, tendrá relevancia en nuestras vidas por un largo tiempo. Por eso debemos elegir sabiamente. Con sensibilidad.

En las relaciones padres-hijos todos aprenden de todos y todos cometen errores, pero todo ello cuando en esa relación hay amor autentico se transforma en una relación de crecimiento y evolución para todos.

sábado, 26 de junio de 2010

VIDA DESPUÉS DE UNA PÉRDIDA


La vida es una sucesión de pérdidas
Vivir es enfrentarse a la pérdida. Es una parte inevitable de la experiencia humana. Nadie está exento de esa realidad.

Vivimos en un mundo mortal, frágil e imperfecto en el que lo justo no siempre sucede.

Cada matrimonio sólo puede terminar de dos maneras: o en muerte o en divorcio.
- La vida es una condición terminal.
- Toda carrera profesional tiene un final.
- Toda relación es temporal.

El proceso de envejecimiento es inevitable y también lo son el incremento de pérdidas que se va produciendo con la edad. Si vivimos mucho, perderemos inevitablemente amigos, familia, seres queridos, el trabajo, la salud o la propia independencia. Todas esas pérdidas llevarán aparejado dolor, la respuesta normal y adecuada a la pérdida.
Para afrontar este mundo imperfecto donde la pérdida debe ser esperada, debemos aprender cómo trabajar saludablemente ese dolor. Cualquier dolor, incluso los más agudos, debe ser sobrellevado, incluso nos debe empujar a vivir la vida de forma más consciente.
Convivir con la pena
Ya que el dolor es la respuesta normal y apropiada a la pérdida, es un mecanismo interno que funciona bien. Aunque nos parezca que la pena es una mala experiencia. Todos necesitamos saber que experimentar una pérdida importante y el dolor que lleva consigo es la prueba más concreta de que somos seres humanos normales, reales y vivos.
La pena es una forma de recobrarnos de una gran pérdida, es una emoción noble, es el último regalo de amor que hacemos a los que nos han tenido que dejar.

El dolor se produce por la pérdida, pero también porque estamos cambiando. Si sólo vemos la parte negativa de la pena, no afrontaremos su lado positivo: que nos transforma. Pero eso sólo sucede si aprendemos a sobreponernos a ella.

Sin embargo, la tendencia común es intentar evitarla:
- Intentar “curarnos” cuanto antes.
- Y si eso no funciona…
- esperar a ver si se pasa sola.

Pero no. El dolor tiene un proceso. Y conocerlo bien nos ayudará a trabajar nuestras pérdidas y a no añadir más a nuestra propia pena.
Hay que estar prevenidos contra malentendidos sobre el dolor tales como:
- tener expectativas no razonables sobre nosotros mismos
- mantener nuestros pensamientos y sentimientos en secreto, en lugar de hablar sobre ellos con gente que nos puede ayudar
- presuponer que la fe religiosa puede evitar el impacto de nuestro dolor
- creer que tú eres el único que ha sufrido tanta pena
- pensar que siempre nos vamos a sentir como en las primeras semanas

Y hay que seguir cuatro fases para recuperarnos:
1. Shock y estupefacción
2. Negación y añoranza extrema

3. Consciencia y dolor
4. Adaptación y renovación


La intensidad de la fase de shock puede cegarnos ante el hecho de que nada volverá a ser como antes.

Durante las primeras semanas y meses después de una muerte, un divorcio u otra pérdida importante en nuestras vidas necesitamos que se nos recuerde muchas veces que no vamos a sentirnos siempre tan mal. Porque la sensación es que el dolor no cederá nunca; parece que la tristeza y el vacío durarán eternamente; que nunca más volveremos a sonreír.

Todos esos pensamientos y sentimientos son comunes, pero la realidad es que el dolor irá disminuyendo, la tristeza desapareciendo y hasta volverá la risa.

La fase de negación y de añoranza, tan extrema que puede parecerse a un síndrome de abstinencia, es justo cuando más necesaria es la ayuda de otros, y a la vez cuando menos se pide.

Aquí hay un ejemplo de carta para que los amigos y familiares puedan entender nuestra situación:

Querido …. (Familia, amigos, jefe, empleados, etc…)
He sufrido una pérdida terrible y me siento anonadado. Me va a llevar tiempo, quizá años, recuperarme de esta pena tan tremenda.

Es posible que durante un tiempo llore mucho, pero mis lágrimas no serán síntoma de debilidad o de falta de esperanza, o de fe. Son símbolo de la profundidad de mi pérdida, pero también signos de que me estoy recuperando.

Puede que me vuelva irritable sin razones aparentes. Mis emociones están muy sensibilizadas por el estrés de la pérdida. Por favor, perdona si a veces me muestro un tanto irracional.

Necesito tu comprensión y tú presencia más que nunca. Si no sabes qué decir, simplemente dame un abrazo o hazme una señal que me permita saber que te preocupas por mí. No esperes que te llame. Estaré tan cansado, tan exhausto, que ni se me ocurrirá pedir la ayuda que necesito. No me permitas echarte de mi vida. Te voy a necesitar más que nuca durante estos meses, durante este primer año. Puedes rezar por mí, especialmente si te hace sentirte mejor a ti, pero no me obligues a sentir lo mismo. Ni tú fe ni la mía me van a evitar todo el proceso de duelo.

Si has sufrido alguna experiencia de pérdida similar, por favor compártela conmigo, no me vas a hacer sentir peor.

Esta pérdida es lo peor que me ha pasado nunca, pero la sobrellevaré y viviré de nuevo. No siempre me voy a sentir siempre así. Volveré a reír.

Gracias por preocuparte de mí. Tu desvelo es un gran regalo para mí.

Con mucho cariño, un abrazo:

Tu nombre

Después del periodo de negación y añoranza extrema, entraremos en la tercera fase: conocimiento y dolor. Ese dolor se intensifica tanto que cada día parece una experiencia nueva y más dura que el día anterior. Pero finalmente vamos aceptando las circunstancias, con todo el dolor que las acompaña, y llegamos a la fase de adaptación de renovación.

Durante esta fase podemos llegar a obsesionarnos con los porqués sin contestación. Es una preocupación insana, ya que esas preguntas nunca tienen contestaciones sencillas ni que nos satisfagan. Es lo peor de preguntarse por qué: que no hay respuestas suficientes. Son preguntas que reflejan un grito desesperado por encontrar sentido y propósito a la pérdida.

Es siempre muy injusta y estamos seguros de que todo debió suceder por alguna razón.

Por ello, la recuperación depende, entre otras cosas, de que seamos capaces de dejar a un lado los porqués y volvamos los ojos hacia los cómos y los qués. ¿Cómo voy a seguir con mi vida después de lo que ha sucedido? o ¿Qué puedo hacer para recobrar el sentido de la alegría y una finalidad a mi vida?
Liberarse de los porqués nos pone en el camino de la recuperación, no más tiempo como víctimas, sino ya como supervivientes. Las víctimas son pasivas, se sientes inerme y permiten que las circunstancias dicten sus sentimientos.

Los supervivientes son asertivos, toman el mando y comprenden que aunque no pueden controlar las circunstancias, sí pueden controlar sus actitudes hacia esas circunstancias. Como supervivientes comprendemos que no podemos cambiarlas, que sólo somos capaces de cambiar nuestras respuestas a lo que ocurre.

Atravesar esas cuatro etapas tras una pérdida importante nos llevará años.
El primero será de una mera supervivencia; el segundo, el año de la soledad, cuando el shock y el dolor se transforman en sensaciones de vacío y ausencia. En el tercero empezará la vida a tomar un sentido de cierta normalidad. Es punto principal del reconocimiento de este largo y lento proceso es demostrarnos que no podemos darnos prisa en recuperarnos. Sobrellevar una pérdida grande lleva aparejado un tiempo adecuado a su importancia.

El rol de la religión
Algunas personas presuponen que el proceso de duelo puede acelerarse o evitarse completamente con la devoción religiosa. No es el caso. De hecho, esa perspectiva refleja una visión poco sana de la religión, un concepto de religión para pedir deseos, una religión que da respuestas breves y simplistas a preguntas complejas y muy profundas, que utiliza algún tipo de magia para solucionar el dolor y la pérdida.

Estas son las tres cosas que no puede hacer la religión:
- La fe religiosa no puede garantizarnos la inmunidad frente al dolor
- La fe religiosa no puede devolvernos a los seres queridos que fallecen, ni revivir las relaciones que mueren
- La fe religiosa no puede proporcionarnos un atajo para escamotearnos el dolor de la pérdida

La religión nos ofrece un consuelo, sin embargo, y no importa lo enorme que sea nuestra pérdida y el dolor consiguiente: que nunca estaremos solos, que Dios estará siempre a nuestro lado.

Parece tener más sentido y está mucho más en armonía con los principios básicos de la herencia judeo-cristiana decir que estamos en un mundo mortal, imperfecto, frágil y lleno de defectos. Que la vida no es justa. La tragedia y las pérdidas significativas son simplemente una parte de esa vida, como la victoria, o la alegría. Como seres humanos, estamos sujetos a esas realidades. Y también nuestros seres queridos. La única promesa de Dios no es librarnos de ellas, sino no dejarnos desamparados en ninguna circunstancia.

Saber que nuestra fe religiosa no nos traerá a los seres queridos de vuelta no es una negación de la vida después de la muerte. No tengo la más mínima duda de que mis amigos y familiares están muy bien, en un paraíso eterno.

Pero aunque saberlo me da una sensación de tranquilidad respecto a ellos, no disminuye la tristeza, ni la soledad de haberlos perdido. Cualesquiera que sean ahora sus situaciones, esto es evidente: no los volveré a ver nunca más en esta vida. Esa parte de mi historia, la que compartí con ellos, ha terminado.

CONCLUSION
La pena es normal y una respuesta necesaria para recuperarse de una pérdida importante. No sucede sin razón, es la forma que tiene nuestra emotividad de adaptarse, de incluir la pérdida en nuestras vidas. Y puede ser un incentivo para progresar, para crecer interiormente.

En el dolor de ausencia descubriremos sorpresas llenas de serenidad y hasta de ánimo, a la vez que tristeza y penas. Pero también podemos hacer que sea una forma de valorar nuestro carácter.

No importa lo dura y trágica que sea la pérdida, podemos salir de ella, si luchamos, más fuertes y más compasivos.

Hay vida después de la pérdida, pero no se consigue escapando del proceso de duelo. Hay que experimentarlo, es un componente necesario para la recuperación.

viernes, 25 de junio de 2010

LAS CÉLULAS DEL CUERPO: UN MODELO DE VIDA ESPIRITUAL PERFECTO


Propósito superior: Cada célula del cuerpo acuerda trabajar por el bien del todo; el bienestar individual es secundario. Si es preciso, morirá para proteger al cuerpo (lo que ocurre con frecuencia). El egoísmo resulta inconcebible, incluso cuando la supervivencia de las células está en juego.

Comunión: Cada célula permanece en contacto con todas las demás. Hay células mensajeras que corren en todas direcciones para notificar a los puestos avanzados más lejanos cualquier intención o deseo, por pequeño que sea. Retirarse o negarse a comunicar resulta inconcebible.

Conciencia: Las células se adaptan a cada momento. Son flexibles para responder a cada situación. Mantener hábitos rígidos resulta inconcebible.
Aceptación: Las células reconocen que cada una es igualmente importante. Todas las funciones del cuerpo son interdependientes. Realizarlas de manera aislada resulta inconcebible.

Creatividad: Aunque cada célula cumple funciones específicas (las células hepáticas, por ejemplo, realizan 50 tareas distintas), éstas se combinan de manera creativa.
Una persona puede digerir alimentos que nunca había comido, concebir pensamientos nuevos o bailar de un modo nunca visto. Aferrarse a conductas anquilosadas resulta inconcebible.

Estar: Las células obedecen al ciclo universal de reposo y actividad. Aunque este ciclo se manifiesta de distintas formas (niveles hormonales fluctuantes, presión sanguínea, ritmos digestivos), su expresión más obvia es el sueño.
Sigue siendo un misterio por qué necesitamos dormir, pero si no lo hacemos sufrimos disfunciones graves. El futuro del cuerpo se incuba en el silencio de la inactividad. La actividad obsesiva o la agresividad resultan inconcebibles.

Eficiencia: Las células operan con la menor cantidad posible de energía. En general, sólo almacenan tres segundos de alimento y oxígeno dentro de la pared celular. Confían totalmente en que se les proveerá. El consumo excesivo de alimento, aire o agua resulta inconcebible.

Conexión: Debido a su herencia genética común, las células saben que, en esencia, son iguales. El hecho de que las células hepáticas sean diferentes de las cardiacas, y las musculares de las cerebrales, no contradice su identidad colectiva, que es inalterable.

Dar: La actividad principal de las células es dar, lo que mantiene la integridad del resto. El compromiso total con la concesión produce automáticamente la recepción, la otra mitad de un ciclo natural. El acopio resulta inconcebible.
Inmortalidad: Las células se reproducen para transmitir a su descendencia, sin restricciones, su conocimiento, experiencia y talentos. Es una clase de inmortalidad práctica: someterse a la muerte en el plano físico, pero vencerla en el no físico. La brecha generacional resulta inconcebible.

Es lo que mis células han convenido. ¿No es un pacto plenamente espiritual? La primera cualidad -seguir un propósito superior- corresponde a los atributos espirituales de renunciación o desprendimiento; dar es devolver a Dios lo que es de Dios; la inmortalidad coincide con la creencia en la vida después de la muerte.
Sin embargo, al cuerpo no le conciernen los apelativos adoptados por la mente.

Para él, estas cualidades son simplemente la manera en que funciona la vida, el resultado de la expresión biológica de la inteligencia cósmica a lo largo de billones de años.

El misterio de la vida manifestó su potencial pleno con gran paciencia y cuidado: aun hoy, el acuerdo que mantiene unido mi cuerpo parece un secreto porque, a juzgar por las apariencias, no existe.

Más de 250 clases de células realizan sus actividades diarias (las 50 funciones que cumplen las células hepáticas son exclusivas de ellas y no se superponen a las de las células musculares, renales, cardiacas o cerebrales) y sería catastrófico que tan sólo una de ellas se malograra. El misterio de la vida ha encontrado el modo de expresarse perfectamente por mi conducto.

Relee la lista de cualidades y presta atención a lo señalado como “inconcebible”: egoísmo, incomunicación, aislamiento, consumo excesivo, actividad obsesiva y agresividad.

Si nuestras células no se comportan de este modo, ¿por qué lo hacemos nosotros? ¿Por qué si la avaricia provoca la destrucción de las células (la avaricia es el principal pecado de las células cancerígenas), la consideramos buena para nosotros?

¿Por qué nuestro consumo desemboca en una epidemia de obesidad mientras nuestras células reducen el suyo al mínimo? La conducta que aniquilaría a nuestros cuerpos en un día es la que los seres humanos hemos adoptado.

Hemos traicionado la sabiduría de nuestro cuerpo y, peor aún, ignorado el modelo de una vida espiritual perfecta.

Deepak Chopra - El Libro de los Secretos

miércoles, 23 de junio de 2010

CUANDO LOS QUE AMAMOS SE VAN........

A la muerte se le teme, porque no se la comprende, se la ve como un fin, una pérdida irreparable, en vez de verla como UNA CONTINUIDAD, UN TRANSITO ENTRE LOS DOS MUNDOS DONDE SE MUEVE EL ESPÍRITU, EL MUNDO DE LA MATERIA Y EL MUNDO ESPIRITUAL.


La muerte es para el ser humano, lo que la crisálida es para la mariposa, una metamorfosis que le permite extender sus alas y remontar su vuelo por sobre un jardín rodeado de flores. “La metamorfosis de la muerte constituye el único procedimiento posible a través del cual, el ser humano, puede escapar a las cadenas del tiempo y a las ataduras de la creación material, pudiendo así marchar al ritmo espiritual en la evolución progresiva de la eternidad”


La pérdida de un ser querido crea en nosotros la necesidad de hablar de la muerte, creo que es bueno el hacerlo, porque nuestra reacción habitual es no hablar de ella, tal vez como una forma inconsciente de alejarla de nosotros y especialmente de nuestros seres amados. Es más fácil encarar la propia muerte, que la de los que amamos, por temor al sufrimiento de la ausencia.


Los seres amados que se los ha llevado la muerte, en realidad no se los lleva, nos los toma prestados temporalmente hasta que nos reunamos de nuevo con ellos, han merecido terminar su misión en la tierra y poder continuarla en los mundos de estancia, que son esas muchas moradas de las cuales está compuesto el Mundo Espiritual y que en función de nuestro grado de evolución al morir vamos.


Por eso, las personas que fallecen, no mueren, renacen a una vida diferente porque ya no necesitan la envoltura humana, pero su alma inmortal continúa su camino ascendente y evolutivo.“Cuando el hombre muere, el espíritu comienza a alzar su largo vuelo en el gran viaje de regreso al hogar”.


Esta certeza en la vida eterna, debería ser el gran consuelo ante la pérdida de un ser querido, pero no debemos olvidar que somos humanos, y que como tales, es completamente lógico el sentir también un gran dolor, cuando un ser querido se aleja de este mundo material.

Nuestras lágrimas no deben avergonzarnos las lágrimas, son una expresión del dolor humano y que si ellas son serenas, limpian el alma y nos llenan de consuelo. Entonces, el dolor se convierte en camino de encuentro con esa otra realidad que tarde o temprano también nosotros formaremos parte de ella “EL MUNDO ESPIRITUAL” nuestro verdadero mundo, el cual podemos no comprender, pero sí aceptar. Este dolor aceptado, asumido e integrado a nuestra vida se vuelve suave, pacífico llevadero y luminoso….

El duelo, el llorar, no es incompatible con la alegría o la felicidad en el sentido de ser conscientes de que aunque esa pérdida nos duela, nuestro ser querido sigue estando cerca de nosotros. Podemos estar muy afligidos por la pérdida de un ser querido y al mismo tiempo, conservar una actitud de serenidad y paz interna, porque en el fondo de nuestro corazón, sabemos que llegara un momento en el que volvamos a estar juntos.


Así como las perlas valiosas, son el templo que el dolor edifica alrededor de un grano de arena, así también nuestras lágrimas, pueden transformarse en algo bello, cuando somos capaces de entender los procesos de la muerte.


Para que esto suceda, es indispensable que nuestras lágrimas sean producto de nuestro dolor y no de nuestra rabia o impotencia, porque las lágrimas amargas, son destructivas para nosotros y para los que nos rodean. Es fácil decirlo, pero para quien vive una pérdida, tiene que ser muchísimo más duro, sobre todo, cuando la vida de ese ser querido era un niño.


Si permitimos que el dolor y la amargura permanezcan en nuestro interior, no podremos continuar nuestra vida en armonía, porque el rencor es un lastre que anula cualquier grado de comprensión de lo que estamos pasando. Es permanecer encadenados al dolor que nos ha producido esa pérdida hecho, la única liberación posible es la aceptación a través de la comprensión.

Por eso, el dolor, el luto, como todo en la vida, tiene un comienzo y también debemos preocuparnos de que tenga un final, porque no es posible alimentar el sufrimiento con nuestras lágrimas inconsolables de por vida, la noche por oscura que sea, tiene un amanecer.


Nuestra pena también debe tener un amanecer lleno de esperanza, al saber que nuestros seres amados, se han ido, pero no han muerto, porque el sentido de la muerte, ya no es el final de todo, sino la oportunidad de renacer en los diferentes mundos del espíritu. “La mente entregada al espíritu, está destinada a hacerse cada vez más espiritual y finalmente lograr la unidad con el espíritu, alcanzando así la supervivencia y la eternidad de existencia de la esencia”


Por eso, nuestro recuerdo de los seres queridos, tiene que ser similar a los sentimientos que tenemos cuando ellos se van de viaje, no están materialmente con nosotros, pero sabemos que están disfrutando en otro lugar físico. Lo mismo ocurre con los difuntos, no están materialmente junto a nosotros, pero están “vivos” en otra dimensión y sólo nos llevan la delantera, pues a esas mansiones todos deberemos llegar, porque “esta vida es un puente, podéis pasar por él, pero no podéis pensar en construir sobre él ”


Cuando el tiempo pasa y nuestras heridas no cicatrizan, y el recuerdo del ser querido se hace doloroso, debemos pensar que tal vez debamos cerrar algún círculo inconcluso.


Tal vez nos agobie algo que hicimos o dejamos de hacer o de decir… en esos casos es bueno escribir todo lo que sentimos, como si estuviésemos hablando con la persona ausente, pedirle perdón si es necesario, disculparnos… dejar fluir nuestros más íntimos y secretos sentimientos… Y desde nuestro corazón mandarle siempre un pensamiento de amor, sabiendo que le llegara y lo reconocerá.

Cuando la muerte de los seres queridos, se ve bajo este prisma, la ausencia del ser amado es completamente diferente, se toma con la esperanza y la serenidad que da el conocimiento de los procesos de la muerte y las leyes espirituales.

Ojalá estas líneas basadas en las enseñanzas de las Leyes Universales y el Conocimiento Espiritual, mitiguen el dolor y acorten el duelo, y sirvan a todos, para familiarizarnos con lo que tarde o temprano a todos nos ha de llegar….

lunes, 21 de junio de 2010

RECUERDOS (UNA PARTE DE NUESTRA VIDA)

Todos tenemos recuerdos y memorias de nuestro padre o nuestra madre, de nuestro esposo o esposa, hijo o hija, hermana, hermano o amigo muy queridos.


Un álbum de fotografías que abrimos con el corazón y un libro de recuerdos personales que en este instante, íntimamente, comenzamos a hojear silenciosamente.

¿Qué imágenes vienen cuando los evocamos? ¿Cuál era su fuente de alegría? ¿Cuál fue su mayor pasión? ¿Qué era lo que más le preocupaba? ¿Cuáles eran sus frases más célebres? ¿Qué es lo que más recordamos de él o de ella? ¿Cuál era su música preferida? ¿Su comida predilecta? ¿Qué es lo que más extrañamos de ellos?


¿Qué es lo que resalta al evocar la vida de nuestras madres, nuestros padres, de nuestros seres queridos? ¿Su amor, su ternura, su afecto? ¿Su lucha y sacrificios? ¿Su sonrisa, sus palabras de consuelo? ¿Sus melodías, sus historias? ¿Su humor o su carácter enojón? ¿Su integridad? ¿Sus caricias y sus abrazos?


Me aventuraría a sugerir que somos, en gran parte, producto de nuestros recuerdos. Somos el resultado acumulado de todas las cosas que nos sucedieron a lo largo del camino. Somos quienes somos por la gente y las experiencias que logramos recordar.


A pesar del dolor que nos produce el recordar, lo hacemos porque son estos recuerdos los que dan sentido a nuestra vida. Porque si no los tuviéramos atesorados, seríamos como aquellos que sufren demencia: no sabríamos quiénes somos.


Necesitamos de los recuerdos para definirnos, para saber cuál es nuestra historia personal, cuáles son nuestros valores y nuestras raíces. Nuestros recuerdos nos dan forma. Nos definen.


Recuerdo haber leído un artículo sobre un asistente social que trabajaba con un grupo de personas entre los 70 y 80 años, todos ellos sobrevivientes del Holocausto. Se suponía que el objetivo del grupo era poder mantenerlos informados con diversas actividades, pero cada vez que se reunían, sólo querían hablar de sus experiencias durante la guerra. Finalmente, el profesional, un tanto molesto, les dijo:
—Esas debieron ser experiencias muy malas. ¿Por qué siguen inmersos en ellas?
—Tienes razón —respondió uno de ellos: Esos años en los campos fueron el mayor dolor que jamás sentí. Pero también son la cosa más importante que me sucedió. Si elimino esos recuerdos, si me escondo de ellos porque son muy dolorosos, no sería más yo. Sería otra persona.


Sospecho que muchos de nosotros podemos entender este razonamiento. Hemos sido formados por momentos dolorosos en nuestras vidas: las pérdidas, rechazos, fallos, las relaciones que no funcionaron. Pero también hemos sido formados por momentos felices, significativos, algún éxito o logros, la presencia del amor.


Recordaremos personas que nos acompañaron durante un tiempo caminando juntos por la vida, recordaremos personas que se fueron de nuestro lado demasiado pronto, mientras los queríamos y necesitábamos.


Descubriremos palabras de aprecio, palabras de disculpa y reconciliación, que nunca fueron dichas porque alguien desencarno antes de manifestarlas o antes de que estuviéramos listos para pronunciarlas. Porque vivimos posponiendo. Mañana las diré. Y ese mañana nunca llegó. La mayor parte del tiempo esas cosas nos hacen sentir mal. Nos hacen sentir desamparados.


¿Hubo algo más que pudiéramos haber hecho? Ahora es demasiado tarde: lo pospuesto es nuestra carga en el camino de la vida. Pero a pesar del dolor que nos


provoca, necesitamos aferramos a esos sentimientos.


No podemos borrarlos de nuestro banco de memoria porque son una parte muy importante de lo que somos. Si suprimimos los recuerdos porque no nos gusta pensar en ellos, corremos el riesgo de dejar de ser nosotros y pretender ser alguien más, alguien a quien jamás le sucedieron esas cosas.


Y nuestro libro de recuerdos se convertiría en páginas en blanco. ¿Puedes imaginarte vivir y no tener qué recordar?
No, yo no quiero olvidar mis pérdidas, las personas y lugares amputados de mi vida, aún cuando algunas de las pérdidas sigan doliéndome, porque son una parte muy importante de mí. Si las olvidara, sería un ser humano incompleto.


Y por otra parte, ¿con qué tipo de recuerdos estaremos presentes en quienes nos rodean? ¿Cómo nos evocarán? ¿Será con reminiscencias de amor? ¿Crecerán ellos con memorias semejantes a las que muchos de nosotros crecimos, de padres revisando nuestra tarea, queriendo saber qué libros estábamos leyendo, quiénes eran nuestros amigos?


Y si los recuerdos son los objetos de mayor valor que poseemos ¿por qué no nos preocupamos más por dejarles una gran herencia de bellos recuerdos y no sólo bienes materiales?


¿Por qué seremos recordados? ¿Se acordarán de que siempre estuvimos para ellos o de que estuvimos muy ocupados?
Lo mejor y lo más hermoso de la vida no puede ser visto ni tocado, sólo puede ser sentido en el corazón.


Que nuestro recuerdo y nuestras acciones posean esa calidad de corazón mientras recordamos a aquellos que nos han inspirado.


Así que desde este mismo momento pongámonos manos a la obra y llenemos de bellos recuerdos a todos aquellos que nos rodean y amamos, dejándolos grabados en sus corazones.

domingo, 20 de junio de 2010

APARACIONES Y OTRAS POSIBLES COMUNICACIONES DESPUES DE LA MUERTE FÍSICA

Los seres queridos que han fallecido: Pueden comunicarse con nosotros?
Este es un tema del que habitualmente no se habla en forma abierta, quizás por un preconcepto de que si uno por ejemplo escucha voces, es un signo de trastorno psíquico, o si ve algo fuera de lo común, se considera que está alucinando.
Sin embargo, entre la gente que ha sufrido pérdidas, este tipo de experiencias son mucho más comunes de lo que uno puede creer.

Ahora nos podemos preguntar si estas experiencias son producto de un deseo, de una imaginación de la persona que está sufriendo, de un estado alterado de stress y de debilidad o congoja...o si simplemente son comunicaciones reales de seres que han partido. No es fácil dilucidarlo.

Una cosa interesante que apuntaría a la realidad de estos hechos, es que la persona fallecida no siempre se comunica con el familiar más allegado (que en teoría sería el que estaría más propenso a sufrir alucinaciones debido al stress y a la necesidad de contacto). También es llamativo que estas ‘comunicaciones’ suceden generalmente como eventos únicos (no se repiten a diario, no suceden cada vez que la persona está debilitada, o estresada, o muy sensible).

A lo que vamos, suponiendo que la persona que ha quedado viva está en un estado tal de ansiedad y stress que provocaría una alucinación, lo que uno esperaría encontrar es que en cada pico de stress o agudo dolor, la experiencia de la visión se repitiera. Y en la mayoría de los casos esto no sucede. Por el contrario, muchas de estas experiencias han tenido lugar meses o años después de la partida del ser querido. (O sea que no coincidiría con el momento de mayor shock emocional que sigue a la muerte )

Cuánta gente ha tenido estas experiencias?

Bill y Judy Guggenheim, en su proyecto de investigación sobre ‘Comunicaciones después de la muerte’ (ADC Project - After Death Comunnication, en USA) han llegado a la siguiente conclusión: “Basado en nuestra investigación, estimamos en una forma conservadora, que al menos 50 millones de americanos, o el 20% de la población de Estados Unidos, ha tenido una o más experiencias de comunicación después de la muerte. Los porcentajes se elevan dramáticamente entre los padres que han perdido un hijo, los viudos, los niños que han perdido a sus padres y todos los demás que hayan sufrido la pérdida de un ser amado.”

Estos autores opinan que las Comunicaciones ADC también son muy comunes en otras partes del mundo, donde son socialmente aceptadas como comunicaciones reales de seres queridos fallecidos. La gente que ha vivido estas experiencias son capaces de compartirlo en una forma libre y alegre con los demás, y todos se benefician de discutir estos eventos abiertamente.
“Creemos que las comunicaciones ADC merecen el mismo grado de aceptación pública y de apertura de conciencia en nuestra propia cultura”, agregan Bill y Judy Guggenheim.

En nuestro entorno, si preguntamos en forma confidencial y directa, es llamativo el alto número de estas experiencias que han sido vividas en relación a la pérdida de un ser querido. Si bien son experiencias que por lo tanto podríamos considerar habituales, encontramos que es grande la resistencia a hablar de ello.

Distintos tipos de posibles ‘Comunicaciones después de la muerte’ (ADC) que más usualmente han sido reportados:
(Pueden presentarse de una sola forma o combinadas entre ellas)

A.- Sentir la presencia (de la persona fallecida). Es una sensación distintiva, casi física, de que él o ella están presentes. La mayoría de la gente que ha experimentado esto, dice reconocer a la persona y también identifica las emociones y su estado de ánimo general. Algunos pueden recibir mensajes no verbales en esta forma. Aún cuando este tipo de comunicación es la menos tangible y concreta de todas, cada experiencia tiene un comienzo y un final muy definido. Los que lo experimentan son claramente conscientes de cuando ‘llegan y cuando se van’ sus seres queridos fallecidos.

B.- Comunicaciones Auditivas (recibir un mensaje verbal, escuchar la voz de una persona fallecida) Algunas personas reportan haber escuchado una voz audible que provenía de una fuente externa a su propia persona.
Escuchan la voz en sus oídos, en la misma forma que escucharían a cualquier otra persona hablando con ellos. Pero la mayoría de las personas dicen haber escuchado la voz internamente, adentro de su cabeza o mente, y están igualmente convencidos de que la fuente de origen de esta voz era externa a ellos.
A esto se lo encuadra también dentro de las comunicaciones telepáticas. En ambos casos, tanto si oyen la voz en forma externa o interna, lo que más destacan es que la voz es claramente familiar, y su forma de hablar también. Estos mensajes en general son muy cortos, de unas pocas palabras, casi como un telegrama. (Por ejemplo: “Todo va a estar bien”) También hay casos donde se han escuchado palabras de advertencia ante un peligro inminente.

C.- Comunicaciones Táctiles (sentir el contacto físico con una persona fallecida) Estas experiencias generalmente consisten en un leve toque, una suave caricia, o beso, un brazo que nos rodea los hombros, una mano que nos toca el pelo. Si bien las experiencias táctiles pueden aparecer aisladas de otras, lo más frecuente es que se presenten en combinación con experiencias auditivas o de sentir la presencia del ser querido.

D.- Comunicaciones Olfativas (oler una fragancia específica que puede ser asociada a un amigo o familiar fallecido) Pueden ser aroma a perfume, colonia, flores, alguna comida en especial, bebida, tabaco, etc. Durante una experiencia de este tipo, la gente reporta haber sentido un olor que está claramente fuera de contexto con su entorno. El cuarto o el área donde están se impregna súbitamente con un aroma particular que no tiene una fuente física identificable. Dentro de estas experiencias, es habitual encontrar que dos o más personas las experimenten a la vez.

E.- Comunicaciones Visuales (Ver a la persona fallecida) Dentro de este tipo de experiencia, se puede hablar de Apariciones parciales y Apariciones completas. En la primera, la persona es capaz de ver solo una parte del cuerpo de la persona fallecida, o si lo ve entera, no la ve del todo sólida. Dentro de esta clase de formas de percibirlo, se encuentra el ver al ser querido como una luz brillante, como una cara dentro de una luz brillante, solo la parte superior del cuerpo o como un cuerpo casi transparente, como una niebla.
Las apariciones parciales o completas pueden incluir cualquiera de los tipos anteriores de contacto (sentir la presencia, escuchar una voz, sentir un contacto físico u oler una fragancia). En la descripción que se hace cuando ven luces, es habitual escuchar que la luz es ‘muy brillante, pero no lastima los ojos’.
Muchas veces se ve la persona más joven, en perfecto estado de salud, o sin algún problema físico que le hubiera aquejado durante su vida. (Por ejemplo, una persona que no podía caminar, se la ve caminando, con sus piernas bien. O una persona con un gran deterioro físico por causa de una enfermedad, se la ve saludable.) Si bien se suele pensar que suceden solo en circunstancias especiales, estas experiencias suelen pasar en cualquier lado, de día o de noche, indistintamente, adentro o afuera, hasta cuando estamos rodeados de otras personas, o manejando un auto, o solos.
Aún cuando la experiencia sucede en la oscuridad, la persona fallecida se puede ver con todo detalle. En algunos casos, una luz brillante se ve atrás de ellos, en otros, ellos mismos son la fuente de luz que se extiende más allá de su cuerpo e ilumina la habitación. Los que han visto este tipo de luces, las describen como una luz blanca y clara, aunque a veces también como con tonos dorados, amarillos o con toques azules (similares a las descripciones que realizan aquellos que dicen ver el aura humana). En los casos de apariciones ‘completas’, el cuerpo de la persona fallecida se ve exactamente como si estuviera ahí, sólido y real.
Muchos dicen percibir una gran serenidad espiritual, mucho amor o una gran paz, que se irradia del ser querido.

F.- Comunicación en forma de Visiones (se ve a la persona fallecida como en una foto, en dos dimensiones, o como un holograma en tres dimensiones, como una imagen flotante) Pueden ser vistas en forma externa o como una visión interna. Las visiones externas se experimentan con los ojos abiertos, y pueden ser comparadas a la visión de una diapositiva o de un video proyectado enfrente nuestro, suspendido en el aire. Las visiones internas son vistas en la mente, con los ojos abiertos o cerrados.
Estas visiones están generalmente compuestas por colores muy vívidos y brillantes, que irradian su propia luz, similar a lo que podríamos percibir si viéramos una imagen en un vidrio coloreado (como un vitraux) iluminado desde atrás. Las descripciones de este tipo de visiones coinciden en que es como mirar por un agujero hacia otra dimensión y sentir de una forma intuitiva que hay un mundo espiritual más allá de este.
Estas visiones pueden incluir mensajes telepáticos. Estas comunicaciones son más frecuentemente reportadas durante las visiones internas que son experimentadas durante una profunda relajación, meditación u oración.

G.- Comunicaciones en estado de Ensueño (que suceden en el momento en que uno se está durmiendo o justo cuando se está despertando) Este estado de ensueño (Alfa) se alcanza espontáneamente al dormirse y al despertarse. También puede ser inducido por prácticas de meditación, hipnosis, o profunda oración. Es importante destacar que las experiencias de comunicación tienen esencialmente las mismas características ya sea que se experimenten en estado despierto, de ensoñación o dormido.

H.- Comunicaciones en Sueños (hacer contacto mientras que están profundamente dormidos) Si bien se las llama ‘sueños’ es común escuchar el siguiente comentario de boca de quienes lo han experimentado: “Fue un sueño. Pero no era un sueño normal, era muy real.” Para diferenciar esta experiencia de un sueño común, podemos decir que los sueños son en general bastante fragmentados, llenos de simbolismos y situaciones fantásticas, e incompletos en muchos sentidos. Si bien algunos de ellos tienen una gran intensidad emocional, también típicamente presentan una cierta cualidad de irrealidad y son habitualmente olvidados con facilidad. Por contraste, las comunicaciones en sueños se sienten como un contacto ‘cara a cara’ con la persona fallecida.
Son mucho más ordenados, coloridos, vívidos y recordables que la mayoría de los sueños. Es bastante común que las comunicaciones en sueños involucren un número de personas que están físicamente vivas y también a la persona fallecida. Interesantemente, en casi todos los casos, el que experimenta la comunicación (el que está soñando) es el único que en el sueño es capaz de percibir y comunicarse con la persona fallecida, mientras los otros se mantienen completamente afuera de la experiencia.
Otro rasgo que se ha encontrado en este tipo de sueños, es la sensación de una barrera que separa a la persona que sueña de la persona fallecida. (Por ejemplo, estar del otro lado de un río, de una puerta, algo por donde no está permitido cruzar. Esta separación también coincide con algunas descripciones que realizan aquellos que han tenido experiencias de casi-muerte y han vuelto a la vida.)

I.- Comunicaciones durante una Experiencia Fuera del Cuerpo (OBE) (Sentir la sensación de salirse fuera de su cuerpo físico, y en ese momento encontrarse, sentir que se produce la comunicación con la persona fallecida) Estas experiencias son menos comunes que las anteriores. Las experiencias fuera del cuerpo pueden producirse mientras que se está despierto, en estado de ensoñación o dormido.
La comunicación se realiza al igual que en los otros tipos de comunicaciones, solo que el encuentro se produce en un estado de consciencia distinto. (Por ejemplo: Estar en su cuarto despierto, sentirse que se sale del cuerpo, ve su cuerpo desde arriba, va hacia otra habitación, ahí se encuentra con la persona fallecida, la ve o la siente, o la escucha, vuelve a su cuerpo).
En algunos casos, la experiencia se asemeja mucho en sus características a una ‘Experiencia cercana a la muerte’ o NDE, pero con la diferencia de no estar en peligro de muerte. (Por ejemplo, soñar con un túnel, una luz al fondo, encontrarse con su ser querido y otros familiares fallecidos, escuchar su voz diciéndole ‘Vuelve. Todavía no es el momento para ti, tienes aún mucho que hacer’, y luego sentir que la luz se va, y uno estar despierto en su cama).

J.- Comunicaciones por medio de Teléfonos (recibir una llamada telefónica, y oír la voz de la persona fallecida en el teléfono) Este tipo de comunicación se puede dar en sueños y también sucede cuando están despiertos. El teléfono realmente suena, al atender se escucha la voz de la persona fallecida, se puede en ocasiones mantener una conversación. La voz se puede escuchar en forma fuerte y clara o también como si estuviera muy lejos.
Luego de finalizada la comunicación, no se escucha que la otra persona corte, sino que se escucha silencio en la línea, como si hubieran cortado el cable. Otras personas describen haber recibido comunicaciones en sus contestadores telefónicos, grabadores de audio, radios, televisores o computadoras. (Según Bill Guggenheim, como los teléfonos son simples aparatos eléctricos, algunos de nuestros seres queridos fallecidos pueden aparentemente manipular la energía eléctrica para lograr este tipo de comunicación.)

K.- Comunicaciones a través de fenómenos físicos (luces que se prenden y apagan, radios y otros elementos eléctricos que se encienden, objetos mecánicos que se activan, fotos y otros objetos que se mueven o encuentran cambiados de lugar, retratos que irradian luz, algo que sale ‘volando’ de su lugar y aterriza al lado nuestro)

L.- Comunicaciones simbólicas (por medio de signos que son interpretados por la persona como un mensaje del familiar o amigo fallecido). Generalmente son signos que tienen significado personal para la persona doliente, por ejemplo mariposas o pájaros que se comportan de una manera particular, que se acercan a la persona, o se quedan quietos y no se asustan, mostrando un comportamiento no habitual. En general son experiencias subjetivas, que solo pueden ser evaluadas por la intuición del que las experimenta.

Un argumento importante para validar las comunicaciones como tales (y no como meras proyecciones del inconsciente , fantasías, alucinaciones o memorias causadas por la pena) son los casos en que las personas fallecidas se han comunicado con sus seres queridos, antes de que estos se enteraran que habían muerto. En el caso de una muerte súbita e inesperada, la persona que queda viva, y que no sabe del fallecimiento de su ser querido, no tendría motivo alguno para estar alucinando por una pena que aún no siente.

Los casos más comúnmente contados consisten en la visita de la persona que acaba de fallecer a un familiar o amigo que al desconocer que este ha fallecido, se sorprende mucho de verlo y no entiende qué es lo que está sucediendo. Muchas veces coincide el horario de la visita con el momento de su muerte, independientemente de la distancia física y el lugar adonde se encuentre el familiar que tiene esta experiencia.

Si han tenido alguna de estas experiencias siéntalas como algo normal y de las gracias por haber sido afortunado al saber que la muerte simplemente no existe…………….TAN SOLO ES UNA DESPEDIDA TEMPORAL DE NUESTROS SERES QUERIDOS.

sábado, 19 de junio de 2010

EL AMOR, EL REMEDIO PARA TODOS LOS MALES


Cuando, las horas de desaliento te invadan el alma, y las lágrimas afloren en tus ojos, Búscame: YO SOY AQUEL que sabe consolarte y pronto se detienen tus lágrimas.

Cuando desaparezca tu ánimo para luchar en las dificultades de la vida, o sientas que estas pronto a desfallecer, Llámame: YO SOY LA FUERZA capaz de remover las piedras de tu camino y sobreponerte a las adversidades del mundo.

Cuando, sin clemencia te encontraras, de suerte que no encontraras donde reclinar tu cabeza, Corre junto a mi: YO SOY EL REFUGIO, en cuyo seno encontrarás guarida para tu cuerpo, y tranquilidad para tu espíritu.

Cuando te falte la calma, en momentos de gran aflicción, y te consideres incapaz de conservar la serenidad de espíritu, Invócame: YO SOY LA PACIENCIA que te ayudará a vencer las dificultades más dolorosas y triunfar en las situaciones más difíciles.

Cuando te debatas en los misterios de la vida y tengas el alma golpeada por los obstáculos del camino,

Grita por mi: YO SOY EL BÁLSAMO que cicatrizará tus heridas y aliviara tus padecimientos.

Cuando el mundo sólo te haga falsas promesas y creas que ya nadie puede inspirarte confianza, Ven a mi: YO SOY LA SINCERIDAD, que sabe corresponder a la franqueza de tus actitudes y a la nobleza de tus ideas.

Cuando la tristeza o la melancolía intenten albergarse en tu corazón Clama por mi: YO SOY LA ALEGRÍA que te infunde un aliento nuevo y te hará conocer los encantos de tu mundo interior.

Cuando, uno a uno, se destruyan tus ideales más bellos y te sientas desesperado, Apela a mi: YO SOY LA ESPERANZA que te robustece la Fe.

Cuando la impiedad te revele las faltas y la dureza del corazón humano, Aclámame: YO SOY EL PERDÓN, que te levanta el ánimo y promueve la rehabilitación de tu alma.

Cuando dudes de todo, hasta de tus propias convicciones, y el escepticismo te aborde el alma,

Recurre a mi: YO SOY LA FE que te inunda de luz y de entendimiento para que alcances la FELICIDAD.

Cuando ya nadie te tienda una mano tierna y sincera y te desilusiones de los sentimientos de tus semejantes, Aproxímate a mi: YO SOY LA RENUNCIA que te enseñará a entender la ingratitud de los hombres y la incomprensión del mundo.

Y cuando al fin, quieras saber quién soy, pregúntale al río que murmura, al pájaro que canta, a las estrellas que titilan. YO SOY LA DINÁMICA DE LA VIDA, Y LA ARMONÍA DE LA NATURALEZA.

ME LLAMO AMOR. SOY EL REMEDIO PARA TODOS LOS MALES QUE ATORMENTEN TU ESPÍRITU.

jueves, 17 de junio de 2010

"CUANDO TODO SE DERRUMBA" LA CULPA Y LA COMPASIÓN

Renacerás a la Vida

Leyendo el libro "Cuando todo se derrumba" encontré, algunos párrafos sobre la culpa y la compasión... El tema de la culpa no es un tema menor... Todos en mayor o menor medida lo sentimos en algún momento de nuestras vidas... Que hicimos o dejamos de hacer... los sentimientos que albergamos hacia los demás y hacia nosotros mismos... Les hago en este artículo un resumen de las partes que me parecieron interesantes...

"Cuando dejamos de culparnos el tiempo suficiente como para concedernos un espacio abierto en el que sentir nuestra delicadeza, es como si nos inclinásemos a tocar la gran herida que está justo debajo de la armadura que desarrollamos debido a la culpa."

"La palabra "Compasión" no significa gran cosa hasta que empezamos a cultivar nuestra capacidad innata de estar ahí en compañía del dolor, con el corazón abierto y la voluntad de no tratar de ponernos inmediatamente un suelo bajo los pies.
Por ejemplo, si sentimos rabia, habitualmente asumimos que sólo tenemos dos formas de relacionarnos con ella: Una es culpar a terceros, cargándoselo a otros, dirigir la culpa hacia todos los demás... La otra alternativa es culparnos a nosotros mismos por la rabia que sentimos."

"Cuando nos sentimos incómodos porque estamos en un lugar o situación en la que no queremos estar, una de las principales salidas que tomamos es culpar a alguien o algo...
Generalmente erigimos una barrera llamada culpa que nos impide comunicar de manera genuina con los demás, y la fortificamos con nuestras ideas sobre quién tiene razón y quién no.
Culpar a los demás es una herramienta muy común, antiquísima y muy perfeccionada con la que, en forma inconsciente, tratamos de sentirnos mejor.
Culpar es una forma de proteger nuestros corazones, de proteger lo suave, lo abierto y lo tierno que hay dentro de nosotros. En lugar de adueñarnos de nuestro propio dolor, lo que hacemos es tratar de buscar la seguridad..."

"Culpar es una manera de solidificarnos, de agarrarnos a algo."

"Si empezamos a vivir con compasión descubriremos que en realidad no hay manera de que las cosas estén completamente acertadas o equivocadas, porque son mucho más juguetonas y resbaladizas que eso. Todo es ambiguo; todo está cambiando continuamente, y en una situación dada siempre hay tantas opiniones como personas."

"Tratar de encontrar la razón y la equivocación absolutas es un especie de truco que nos hacemos a nosotros mismos para poder sentirnos seguros y cómodos."

"Cómo vamos a cambiar las cosas?

La manera de empezar es estando dispuesto a mantener una relación compasiva con las partes de nosotros mismos, nuestras actitudes, acciones, sentimientos... que no consideramos dignas de vivir en este mundo...
Poner atención no solo en lo que percibimos como 'confortable' sino también en cómo se siente aquello que nos resulta doloroso... Con solo que aspiremos a permanecer despiertos y abiertos a lo que estamos sintiendo, a reconocerlo y admitirlo tanto como podamos en cada momento, entonces algo comienza a cambiar."

"Descubriremos entonces que, a medida que desarrollamos un sentido de celebración de aquellos aspectos nuestros que anteriormente hallábamos tan imposibles de aceptar, algo cambia adentro de nosotros. Nuestras antiguas pautas habituales comenzarán a suavizarse y empezaremos a ver los rostros y a escuchar las palabras de las personas que nos hablan."

"Según aprendamos a tener más compasión por nosotros mismos, el círculo de compasión por los demás se amplía."

También Kubler Ross habla de estos temas...
"La culpa y la responsabilidad pueden usarse, como cualquier otra cosa, para distraernos del dolor de la pérdida. Es mucho más fácil quedarse en el "por qué" y en él "y si" que enfrentarse al hecho de que nuestro ser querido se ha ido para siempre de esta vida...
Esfuérzate al máximo en hacer las paces con todas las lamentaciones que puedas. Pensar que puede hacerse todo en la vida es algo irreal. También es irreal pretender ser perfecto y no lamentarse de nada. "

"Perdónate a ti mismo. No es cierto que si hubieras podido elegir mejor, lo habrías hecho?
Lo hiciste lo mejor que pudiste en ese momento de la vida."

martes, 15 de junio de 2010

LO COTIDIANO Y LO TRASCENDENTE


Muchas veces nos preguntamos de qué manera modificar el curso de nuestras vidas para alcanzar estados interiores de mayor optimismo y serenidad. Sentimos una necesidad interior de hacer algo por nosotros que nos permita sentir de otra manera, vibrar, emocionarnos, reencontrarnos.

Muchas veces el camino es darnos un gusto, satisfacer nuestro "yo" con alegrías efímeras como comprarnos algo, practicar un deporte o hacer un viaje. Algunas de esas veces podemos hacerlo y también comprobamos que si bien realizamos nuestro deseo y este nos da satisfacción, rápidamente llega una nueva sensación de inestabilidad que nos deja al principio del camino.

Nadie puede negar que necesitamos de estímulos y que en una medida estos nos disponen a sentirnos mejor, pero también es cierto que su duración es corta en el tiempo y que en general son insuficientes para brindarnos lo que de ellos esperamos.

En lo cotidiano, en nuestros hogares, en nuestro trabajo, es donde encontraremos magníficas oportunidades de hacer algo distinto por nosotros mismos y ese hacer por nosotros se debe transformar en hacer por los demás. Un nuevo modo de entender nuestras apetencias, nuestros gustos y de cómo satisfacerlos necesita crecer en nuestro interior a partir de la convicción de que el dar a los demás es la fuente de mayor alegría y felicidad para nuestro espíritu.

Busquemos en nuestro medio inmediato las necesidades de nuestros seres queridos y realicemos acciones concretas que ayuden a mejorar sus situaciones. Podemos responsabilizarnos en el hogar de una tarea que normalmente cumple otro familiar, estar atento en todo momento a aliviar el trabajo de los demás, no esperar a que se nos pida algo para realizarlo sino anticiparnos para gratificar al otro -madre, padre, hijo o hermano-, demostrando en nuestra acción solidaria la valoración que de su tarea hacemos.

No hay nada más grato para alguien que otro ofrezca desinteresadamente su mano para ayudarle, sea en una tarea material, doméstica o laboral, sea en un apoyo afectivo o económico, en una compañía o visita a nuestros abuelos, en un paseo para nuestros hijos, en cualquier circunstancia de nuestra vida diaria, acompañando nuestra acción con un sentimiento de alegría y agradecimiento hacia aquellos que nos necesitan.

A veces no sabemos cómo empezar o nos avergüenza hacerlo por falta de práctica o por orgullo, en ese momento debemos estudiar a aquellos seres de nuestra familia que son solidarios espontáneamente, que siempre están dispuestos a ayudar, que colaboran naturalmente y aprender de ellos los primeros pasos, copiando como un niño cuando aprende a caminar. Quizás en un comienzo parezcamos torpes, pero poco a poco incorporaremos este nuevo aprendizaje y lo haremos con mayor libertad.

El desarrollo de actitudes solidarias en el hogar es un camino maravilloso de realización interior, simple y práctico, pleno de enseñanzas y gratificaciones, capaz de colmar al más insatisfecho de los seres.

Es una vacuna contra el pesimismo, el mal humor, la frialdad emocional y genera en los demás un efecto contagioso, estimulante, impulsivo hacia el desarrollo de nuevas actitudes espirituales.

Aquel que se anime a probar esta nueva sensación verá cómo de pronto su problema pasa a segundo plano, se diluye, intrascendente, porque su conciencia está ocupada de los demás, haciendo y pidiendo por los demás, y ya no exigiendo todo para sí mismo, comprobando efectivamente el lema que dice: "Aquel que da es el que más recibe".

El ser que se brinda y da de sí, se entrega a los demás de algún modo, vibrando con el dolor ajeno; el que valora las cosas sencillas de la vida siempre es feliz donde quiera que esté y con lo que tenga, ya que su paz espiritual no depende de lo externo, sino de verse rodeado de afectos y siente el amor en su íntimo ser y no necesita nada más para su plenitud.


Esteban Pérez López

9 / 05 / 2.010

lunes, 14 de junio de 2010

NUESTRA VIDA MEDIO ROTA POR EL DOLOR DE LA PERDIDA

Conducía mi automóvil cuando escuché en el radio una vieja melodía. Era una de mis preferidas en mi juventud. Una canción sobre el amor que se encuentra y el amor que se pierde.


En el último verso Janis Joplin exclama con sentimiento: “¡Cambiaría todos mis mañanas por un solo ayer!”.


Hasta ahí yo no estaba cantando tan mal, pero en ese momento, se me atoró la voz en la garganta y no pude continuar. En ese momento las escuetas palabras de una simple canción me recordaron que yo no me encontraba tan alejado del dolor de la pérdida.


Uno puede evocar fácilmente a quien perdió y relacionarlo con los sucesos más inocentes. El aroma de cierta comida hecha en casa, un lugar, un perfume, una palabra. Esos momentos llegan directamente al sitio de nuestro corazón que hemos reservado especial y secretamente para aquellos que colocamos allí mucho antes de su muerte, y que allí continúan viviendo. Son momentos que nos hacen afirmar que desearíamos tener un ayer más.


Declaramos que cambiaríamos algunos mañanas por un ayer junto a quienes ahora recordamos. Un padre o una madre (o ambos), un hijo o una hija, nuestros cónyuges, un hermano o hermana, amigos o amigas queridas, todos y cada uno de los que crearon un lugar en nuestro corazón y allí permanecen eternamente.


Y mientras recordamos de una manera íntima y cuidadosa, cada uno abre su libro del recuerdo personal; pasamos las hojas con las imágenes y las palabras, volvemos a sentir su presencia a nuestro lado y a la vez su ausencia. Y como una extraña paradoja, al tiempo que sentimos nuestro corazón quebrado por su ausencia, nos sentimos más fuertes porque ellos siguen a nuestro lado.


Un viejo sabio declaró: “no existe nada tan entero en todo el mundo como un corazón roto”.


Las cosas enteras de tu vida. Tus alegrías, tus victorias, tus sonrisas, tus sueños hechos realidad. Y las partes rotas, las tristezas, el dolor, las decepciones. Porque los recuerdos y las experiencias acumuladas a lo largo de nuestra vida no se pueden dejar atrás ni pueden ser olvidadas ni desaparecidas. Porque las piezas son parte de quienes somos. Ellas van donde nosotros vamos.


Cuando la vida nos enfrenta al dolor, a la muerte o a otras dificultades, lo que diferencia a quienes pueden seguir adelante y aquellos que no lo logran es tener el equilibrio entre las partes y lo entero de nuestro espíritu.


Es verdad que mientras algunos nos agobiamos tanto con el dolor, hasta el punto de permanecer inmovilizados en el pasado con las partes rotas de nuestra vida, otros se mueven más rápidamente, provocan una amnesia intencional para dejar atrás el dolor.


Lo más sabio es poner las dos tablas de nuestra vida dentro del arca que guardamos en nuestro corazón para así llevarlas en nuestro viaje personal.


El mundo y la vida nos golpean a todos, pero después muchos se fortalecen en las partes lastimadas.


Estamos completos si estamos incompletos. Estamos completos por lo que no tenemos. Sólo así podremos avanzar y transformar el dolor en algo positivo: guardando lo entero junto con las partes rotas. Porque cada una tiene su lugar en el arca del corazón de la vida.


No existe nada tan entero en todo el mundo como un corazón roto, y tarde o temprano, cada uno de nosotros lo comprenderá

sábado, 12 de junio de 2010

REUNIÉNDONOS CON AQUELLOS QUE AMAMOS

Recobro emocional de las almas y quienes le sobreviven

En mi resumen sobre el mundo del espíritu, indicaba que las almas pierden la mayoría de su carga emocional negativa cuando se liberan de sus cuerpos. Aunque es cierto que podemos arrastrar los síntomas de algún trauma emocional de la vida pasada a la siguiente, esta condición se encuentra en estado de suspensión hasta que retornamos a un cuerpo nuevo.

Por otra parte, una gran cantidad de energía negativa es eliminada durante las primeras etapas de nuestro retorno al mundo del espíritu, especialmente después del desajuste que acontece durante la orientación.

Cuando las almas retornan de nuevo a un estado de energía pura en el mundo del espíritu, ya no sienten odio, rabia, envidia, celos o cosas similares. Han venido a la Tierra para experimentar estos tipos de emociones y aprender de ellas pero, ¿sienten las almas tristeza por lo que dejan atrás, después de morir? Ciertamente, las almas experimentan nostalgia por los buenos momentos en sus vidas pasadas. Esto es neutralizado por un estado de dichosa omnisciencia y un grado tan alto de bienestar que las almas se sienten más vivas que en la Tierra.

No obstante, he encontrado dos clases de emociones negativas que existen dentro de las almas y que involucran alguna forma de tristeza. Una de ellas, que yo llamaría culpabilidad del karma, es ocasionada por tomar pobres decisiones, especialmente cuando otros resultaron lastimados por estas acciones. La otra forma de tristeza no es la melancolía, ni la depresión, ni la infelicidad luctuosa en el sentido que la vida sigue a pesar de su partida sino que más bien proviene de su anhelo de reunirse con el origen de su existencia.

Creo que todas las almas, sin importar su nivel de desarrollo, sienten este anhelo de buscar la perfección por la misma razón. El factor que motiva a aquellas almas que vienen a la Tierra es el de crecer. De ahí que los rastros de tristeza que distingo en las almas es básicamente la ausencia de elementos en su carácter inmortal y que ellas deben encontrar para completar su energía; el destino de las almas es buscar la verdad en sus experiencias para obtener sabiduría. Quienes le sobreviven han de saber que añorar no compromete los sentimientos de empatía, lástima y compasión de las almas hacia quienes sufren por su partida.

Dado que el carácter inmortal del alma ya no está limitado, por el temperamento y carácter individual de su último cuerpo, se encuentra en paz. Las almas tienen mejores cosas que hacer que interferir con las personas en la Tierra. En ciertos casos, algunas almas se encuentran tan alteradas por alguna injusticia hacia ellas en la vida, que no abandonan el plano astral de la Tierra después de la muerte hasta lograr alguna clase de solución. El conflicto espiritual de estas almas no contempla la tristeza porque usted halle la felicidad con alguien más, a menos que se hubiese cometido un crimen para poder estar con otra persona. La gran ventaja de quien parte sobre quien le sobrevive es el hecho de saber que aún vive y que puede observar a aquellos que le son importantes. La integridad de las almas incluye el deseo de que aquellos que aman tengan la libertad de continuar con sus vidas en la forma que deseen. Si usted desea que un alma le visite, seguramente ésta lo hará, pero si no es así su deseo de privacidad será respetado. Además, una parte de la energía que usted dejó en el mundo del espíritu siempre estará allí para ella.
Así como las almas pierden muchas emociones negativas al retornar al mundo del espíritu, los sentimientos positivos también sufren alteraciones. Por ejemplo, las almas sienten mucho amor, pero este amor no impone condiciones sobre la reciprocidad porque es brindado libre. Las almas demuestran una coherencia universal hacia los demás que es tan absoluta que puede ser incomprensible en la Tierra. Esta es la razón por la que las almas nos parecen abstractas y enérgicas al mismo tiempo.
Reuniéndonos con aquellos que amamos

Resulta apropiado cerrar este artículo sobre la muerte con un caso que ilustra cómo es la reunión de compañeros espirituales en el otro lado. El caso involucra a una viuda que encuentra a su esposo en el umbral, después de una larga separación.

Dr. N.: ¿A quién encuentra justo después de morir? P: ¡Es él! Eric... oh... al fin... al fin... mi amor...
Dr. N.: (después de calmar a mi paciente) ¿Es este hombre su esposo?
P: Si, nos unimos justo después de que cruzo el umbral, antes de ver a nuestro guía.
Dr. N.: Cuénteme cómo se desarrollan las cosas, incluyendo la forma en que los sentimientos de afecto se transmiten entre usted y Eric.
P: Comenzamos con los ojos... desde una corta distancia... mirándonos con profundidad... la certeza de que todo está fluyendo entre nuestras mentes... de todo lo que hemos significado el uno para el otro... nuestra energía es absorbida por una combinación magnética de indescriptible gozo que nos mezcla a los dos.
Dr. N.: ¿En este momento han asumido la forma física que poseían en la última vida?
P: (riendo) Si, muy rápidamente comenzamos con la vez en que nos conocimos (como lucíamos) y nos movemos a través de las diferentes fases de cambios corporales que tuvieron lugar durante nuestro matrimonio. No es definitivo porque no nos quedamos en un año de nuestra vida juntos. Es más... los patrones de energía varían. Incluso también tomamos apariencias de cuerpos que hemos utilizado en vidas anteriores.
Dr. N.: ¿Fue usualmente de género femenino en aquellas vidas?
P: La mayoría de las veces, si. Más tarde mezclaremos nuestros patrones de género, porque hubo buenos momentos de nuestras vidas pasadas en las que él fue hembra y yo varón (pausa). Pero por el momento es divertido ser quienes fuimos en nuestra última vida.

Nota: Mi paciente me pide el favor de no hacer más preguntas por unos minutos. Ella y Eric se abrazan y cuando vuelve a dirigirme la palabra es para describir cómo su energía fluyó junta.

P: Es el éxtasis de la unión.
Dr. N.: Esta pasión espiritual me suena casi erótica.
P: Por supuesto, pero es mucho más. En realidad no puedo describirla, pero el arrebato que sentimos mutuamente viene de todo nuestro contacto juntos en cientos de vidas combinadas con los recuerdos del estado de dicha que gozamos juntos entre vidas.
Dr. N.: ¿Y cómo se siente después de mezclar su energía con la de su esposo?
P: (rompe en risas) En verdad, como un sexo maravilloso, sólo que mejor, (luego más seriamente) Usted debe entender que morí a los ochenta y tres años de edad, enferma. Estaba cansada. Fue una larga espera y yo estaba como una estufa fría que necesitaba ser calentada.
Dr. N.: ¿Estufa fría?
P: Si, necesitaba rejuvenecimiento de mi energía. Siempre hay una transferencia de energía positiva cuando somos recibidos por nuestros guías o alguien que amamos. Eric le da una chispa a mi cansada energía. Él enciende un fuego en mi interior que me renueva.
Dr. N.: Cuando esta reunión termina, ¿qué hacen ustedes dos?
P: Nuestro maestro viene a darme la bienvenida y me escolta a través de la niebla hacia nuestro centro. Cuando un paciente me cuenta que el reingreso al mundo del espíritu tiene el efecto de restaurar, esto requiere de habilidades. Recibimos una infusión de nueva energía de nuestros compañeros espirituales y guías que también pueden transferir parte de la energía que hemos dejado atrás. Sin embargo, como ya lo dije cuando discutía el anhelo espiritual, una renovación completa no se dará lugar hasta que nuestro trabajo haya sido realizado. A pesar de esto, ser restaurados a como éramos antes de vivir es como sentirse nuevo una vez más. Un paciente lo dijo de esta manera: "Morir es como despertar de un largo sueño del cual sólo se tiene una confusa conciencia. El desahogo que se vive es similar al que se siente después de llorar, sólo que aquí no hay llanto".

He intentado mostrar la muerte desde la perspectiva del alma que busca aliviar la pena de aquellos que deja. Como Platón dijo, "Una vez liberada del cuerpo, el alma es capaz de ver la verdad claramente porque es más pura que antes y recuerda las ideas puras que conocía antes". Quienes sobreviven deben aprender a funcionar de nuevo sin la presencia física de la persona que amaban, confiando que el alma que parte seguirá con ellos. Aceptar la pérdida se logra un día a la vez, la curación contempla una serie de etapas mentales que comienza con la fe en que realmente no estamos solos.

Con el fin de completar el contrato de vida establecido con quien ha fallecido, se requiere recuperar la participación activa con el resto de la humanidad. Usted podrá ver a su amor de nuevo lo suficientemente pronto. Tengo la esperanza de que mis años de investigación sobre la vida que llevamos como almas ayudará a quienes sufren la pérdida de un ser amado a reconocer que la muerte sólo cambia una realidad por otra en la larga continuidad de la existencia.

EXTRACTO DEL LIBRO “DESTINO DE LAS ALMAS”
MICHAEL NEWTON