PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE
¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

viernes, 30 de abril de 2010

QUE NADIE LLORE POR MÍ

Que nadie llore por mí
Que nadie de ustedes llore por mí,
Especialmente ustedes, con los que yo he sonreído.
Ni bajen la cabeza con absoluta pena,
No estén de luto, como si el féretro indujera el olvido y
Ocultara todo lo que hemos hecho juntos.
Lo que hemos vivido.

Recuerden.
No digan que he muerto, que esta es la muerte.
Digan que he vivido, disfrutando cada aliento mortal.
Hemos aprendido y trabajado y forjado.
Hemos buscado lo que nuestras manos querían hacer.

En la búsqueda para elevarnos a más nobles alturas.
Mi vida fue bendita por haber vivido,
Mi muerte fue santificada por haber dado.
La vida para mí fue un desafío. Por eso fui feliz al haber vivido.

Aquellos que amamos no se van:
Caminan a nuestro lado todos los días.
No son vistos, no son escuchados, pero siempre están cerca.
Se les ama todavía, todavía se les echa de menos,
Todavía son tan queridos.


En la hermosa obra de Maeterlinck, El pájaro azul, los niños Tyltyl y Mytil parten en busca del místico pájaro azul de la felicidad. Un hada les dice que en su camino llegarán a la Tierra de la memoria, donde al girar el diamante mágico del sombrero de Tyltyl verán a todos sus seres queridos que han partido— sus abuelos, hermanos y hermanas. “¿Pero cómo los veremos si están muertos?”, pregunta Tyltyl con asombro. A lo que el hada suavemente responde: “¿cómo pueden estar muertos cuando viven en tu memoria?”.
Este poder de la memoria para dar inmortalidad a los que amamos ha sido reconocido con gratitud por dolientes de todos los tiempos. La muerte no nos puede robar nuestro pasado. Los días y años que compartimos, las esperanzas y aventuras, los pequeños actos de amor, las alegrías y las tristezas, forman parte de la imborrable historia humana personal. La muerte no domina donde reina el recuerdo y la memoria.
Hace muchos años un hombre sabio dijo que el que toca el alquitrán debe mancharse con él. Si esto es así, entonces también es verdad que aquel que toca lo cálido y luminoso debe llevar a su vida algo de la calidez y de la luz de su ser querido. Por ello, y a pesar del dolor de la partida, en cada corazón permanece para siempre algo que añadimos por haber tenido el privilegio de su compañía, siempre breve y, sin embargo, tan entrañable

miércoles, 28 de abril de 2010

¿HAY RAZONES PARA NUESTRAS PÉRDIDAS?

Por favor que alguien me diga por qué me paso esto, donde esta mi hijo, me estoy volviendo loca..Ayúdenme por favor..Ayúdenme se los suplico

Contestación a una pregunta que nos hacen muchas personas y aunque cada ser es diferente, puede servirle como referencia.
Querida S:
Es lógico que te sientas tan mal, que te angustie la pérdida, que quieras soluciones rápidas a tu pena, pero no las hay.

¿Por qué te pasó, nos pasó, esto? Debes buscar tu propia respuesta. La mía contiene otra pregunta ¿Y por qué no a mí? ¿Tenemos inmunidad frente a la muerte, la enfermedad, el horror? Si lo pensábamos antes, pobres ingenuos, la vida nos ha puesto en nuestro sitio. Somos como todos. Nos puede tocar. Y nos ha correspondido.

Parece que no les pasa a los de alrededor, que son felices, que el mundo gira y sigue tan contento sin romperse en mil pedazos como nuestros corazones. Es un error de interpretación. Otros muchos están como nosotros, o peor que nosotros.

Y no te lo digo como “consuelo” porque sería una estupidez.

Te lo digo como constatación de un hecho. Vivimos en un mundo imperfecto, nacemos sabiendo que hemos de morir, que nuestro momento no nos va a avisar… pero vivimos de espaldas a esa realidad y luego nos enfadamos cuando nos la encontramos de repente.

Preguntas también: “¿dónde está mi hijo?” Otra cuestión que deberás responder por ti misma, con tiempo, meditación, lectura, y mucho dolor.

Te puedo contar mi respuesta personal: nuestros hijos viven en otra dimensión, en un universo paralelo, cerca y lejos a la vez. Y el amor nos sigue uniendo hasta que nos volvamos a encontrar.

Sus tránsitos inesperados y tan dolorosos pueden servir para que nos amarguemos el resto de nuestras vidas. También para que exploremos nuestras almas, busquemos explicaciones y evolucionemos un poco más allá de la burbuja de inconsciencia en la que vivíamos antes.

No estoy diciendo que murieron para que nosotros aprendiéramos, como sostienen algunos, porque me parece una crueldad y no creo que exista un sádico cósmico dedicado a cosas semejantes. Lo que quiero expresar es que podemos adoptar actitudes diferentes (incluso opuestas) ante una pérdida. Yo elegí progresar. Tal vez así esté más cerca de mi hijo añorado. De hecho, noto que cuando dedico un tiempo diario a la meditación, a la paz interior, él está y me consuela desde el fondo de mi corazón.

Ahora te toca llorar, estar triste, enfadarte, pensar obsesivamente en lo que os ha pasado, gritar de dolor… Es lo normal, lo esperable… El dolor y esa especie de neurosis repetitiva es la forma que tienen tu mente (y tu cuerpo) de hacerse a la idea de todo. Y te va a llevar tiempo, no hay una medicación mágica para curar la fase de duelo.

Pero pasará, se irá suavizando: esa angustia insostenible no es para siempre.

Te remito a los escritos sobre duelo de este blog para datos más concretos, para prácticas, terapias y “soluciones de andar por casa” que nosotros nos aplicamos desde entonces. No te rindas.

Y si necesitas “hablar” escríbeme a mi correo.

Un abrazo de oso

lunes, 26 de abril de 2010

ASUMIR LA REALIDAD PARA SOBRELLEVAR EL DOLOR

Si Ud. ha vivido bastante, sabrá que las cosas van mal, muy a menudo. Es precisamente en esas ocasiones cuando se debe practicar la entrega, si usted quiere eliminar el dolor y la tristeza de su vida. La aceptación DE LO QUE ES, lo libera inmediatamente de la identificación con la mente y así lo vuelve a conectar con el SER. La resistencia es la mente.

La entrega es una actitud completamente interior. No significa que en el exterior no pueda actuar y cambiar la situación. De hecho, no es la situación total la que u debe aceptar cuando se entrega, sino solo el minúsculo segmento llamado el Ahora.

Por ejemplo, si Vd., estuviera atascado en el barro, no diría: “Bien, me resigno a quedarme en el barro” LA RESIGNACIÓN NO ES ENTREGA. Usted NO TIENE QUE ACEPTAR UNA SITUACIÓN VITAL INDESEABLE O DESAGRADABLE. Ni necesita engañarse a sí mismo y decir que no hay nada malo en estar atascado en el barro.

No, Ud. reconoce completamente que quiere salir de ahí. Entonces concentra su atención en el momento presente sin etiquetarlo mentalmente de ninguna forma.

Esto significa que no juzga al Ahora. Por lo tanto NO HAY RESISTENCIA NI NEGATIVIVAD EMOCIONAL. Usted acepta el ser del momento. Entonces emprende la acción y hace todo lo que puede para salir del barrio. A tal acción la llamo acción positiva. Es mucho más efectiva que la acción negativa, que surge de la ira, la desesperación o la frustración.
La incapacidad de aceptar endurece su forma psicológica, la cáscara de su ego, y crea así un fuerte sentido de separación. El mundo que le rodea y en particular la gente se perciben como amenazas.
No sólo su forma psicológica, sino también su forma física – su cuerpo – se vuelve duro y rígido por la resistencia. La tensión surge en diferentes partes del cuerpo y el cuerpo en su totalidad se contrae.

El flujo libre de energía vital a través de él, que es esencial para su funcionamiento saludable, se restringe en gran medida. El ejercicio y ciertas formas de terapia física pueden ayudar a restaurar este flujo, pero a menos que practique la entrega en su vida diaria, estas medidas solo producen un alivio temporal de los síntomas, puesto que la causa-el patrón de la resistencia- no ha sido disuelto.
Si u encuentra su situación vital insatisfactoria o incluso intolerable, sólo entregándose primero puede romper el patrón de resistencia inconsciente que perpetúa esa situación

Eckhart Tolle. El poder del ahora

sábado, 24 de abril de 2010

LAS MIL CARAS DE LA VERDAD (CUENTOS PARA REFLEXIONAR EL FIN DE SEMANA)


Cuento de la tradición sufi

Cuentan que un buscador de la verdad salió en cierta ocasión a los caminos del mundo-

Y allí, en el gran cruce del mundo interrogó a sus hermanos.

Decidme, ¿cuál es la verdad?

Busca la filosofía -respondieron los filósofos-.
No, -argumentaron los políticos- la verdad está en el servicio.
Entra a las catedrales -le aseguraron los clérigos-.
Sin duda, la verdad es la sabiduría -terciaron los sabios-.
Renuncia a todo -esgrimieron los ascetas-.
Contempla y ensalza las maravillas del señor -le anunciaron los místicos-.
Acata y cumple las leyes -señalaron los gobernantes-.
Conócete a ti mismo -cantaron los guardianes del esoterismo-.
La verdad está en los números sagrados -dedujeron los cabalistas-.
Vive los placeres -aconsejaron los epicúreos-.
Únete a nosotros -le gritaron los revolucionarios-.
La verdad es un mito -respondieron los escépticos-.
Vive y deja vivir -clamaron los existencialistas-.
El pasado: esa es la única verdad -clamaron los existencialistas-.

Confundido, aquel humano se dejó caer sobre el polvo del camino, mientras aquella multitud se alejaba cantando y reivindicando “su” verdad.

En eso, acertó a pasar junto al hombre un venerable anciano que portaba un PRECIOSO Y BRILLANTE diamante.

¿Quién eres? Preguntó el derrotado buscador de la verdad.

Y el anciano, mostrándole el diamante respondió:

Soy el guardián de la verdad.

¿La Verdad? ¿Es qué existe?

El anciano sonrió y aproximando la gema al rostro del humano, replicó:

La verdad. Como este DIAMANTE, tiene mil caras. A cada uno le corresponde averiguar cuál es la SUYA.

viernes, 23 de abril de 2010

VISIONES EN EL LECHO DE MUERTE

(Deathbed Phenomena –DBP) son el conjunto de experiencias, percepciones, eventos y otros fenómenos relatados por aquellos que se encuentran cerca de una persona moribunda (cerca tanto en términos de proximidad física como de intimidad emocional), que parecen ser de naturaleza paranormal.

Los fenómenos más comúnmente relatados son los que se les ha comenzado a llamar como visiones de “llevarse a alguien”, en la que la persona moribunda nos dice ver familiares fallecidos, figuras religiosas u otros, que vienen a recogerlo o a acompañarlo durante el proceso de su muerte.


Estas experiencias pueden transformar positivamente a la persona y a su experiencia de muerte, y pueden dar lugar a un marcado cambio emocional, como de paz, calma, alegría y raramente, en miedo.
Ocasionalmente los que están cuidando al moribundo comentan haber visto la misma visión que la que ve la persona que está muriendo.


Tanto las personas que lo cuidan, como el que está muriendo, ocasionalmente han relatado el haber experimentado percepciones de fenómenos tales como salirse fuera del cuerpo (OBE-Out of body experience), escuchar música, o describir una radiante luz blanca, que envuelve a la persona moribunda y puede expandirse a través de la habitación, involucrando a los que lo cuidan también.


También se ha dicho en numerosas ocasiones, que se ven luces que emanan del cuerpo en el momento de la muerte.

Algunas personas que están muriendo narran la sensación de sentirse en un viaje de ida y de vuelta entre la presente existencia y una nueva realidad.

Aún hay otro grupo de Visiones DBP que incluyen las coincidencias inusuales, dónde, por ejemplo, los familiares o allegados de la persona que está muriendo, a cierta distancia del lecho de muerte, cuentan como la persona fallecida los ha visitado a ellos en la hora de la muerte. En algunos casos, no se conocía siquiera que la persona se encontraba enferma.

De acuerdo a recientes investigaciones realizadas, alrededor del 10 % de los enfermos terminales o de aquellos que se encargan de cuidarlos, han sido testigos de algún tipo de evento inexplicable que abre una nueva ventana a la posibilidad de percibir que haya vida después de la muerte.

Una posible interpretación de estos eventos es que realmente haya vida después de la muerte, mientras que otra explicación sería que algún fenómeno paranormal, como (ESP Extra-sensory perception) está ocurriendo.

Es importante tener en cuenta para este tipo de estudios las posibilidades de explicación puramente físicas, tales como reacciones a medicamentos, alucinaciones, fiebre, y todo lo que se encuadre dentro de una coincidencia dentro de los parámetros de posibilidades normales.

Para poder identificar una Visión DBP en nuestro entorno, veamos una relación de las experiencias más comúnmente relatadas por las personas que las han percibido:

* Visiones de parientes, conocidos o de figuras religiosas que aparentemente tienen el firme propósito de “llevarse” a la persona que está muriendo

* Coincidencias – generalmente comentadas por amigos o familiares de la persona que está muriendo, que dicen que la persona moribunda los ha visitado a ellos en el momento de la muerte

* Visiones de amigos o familiares fallecidos sentados en o que se hallan cerca de la cama del paciente, y que le confortan en forma emocional.

* Transición a nuevas realidades o dimensiones. El paciente relata una sensación de ir y volver de una realidad diferente, a causa del proceso de morir.

* Experimentar una luz radiante que envuelve a la persona que está muriendo, y puede extenderse por la habitación e involucrar al que lo está cuidando.

* Sueños de muerte, sueños, o visiones a través de los cuales el paciente se siente confortado y preparado para morir.

* Sueños vívidos, muy reales, o visiones, que tienen un significado importante para el paciente, y que lo ayudan al entendimiento de alguna faceta inconclusa o no resuelta de su vida.

* Una sensación de ser “llamado” o “absorbido” por algo o alguien.

* Ver gente, animales, pájaros, aún sin mirarlos en forma directa, como por el rabillo del ojo.

* Un súbito deseo de escribir poesía o prosa.

* Un súbito deseo de entonar cantos religiosos o espirituales

* Una simbólica aparición de un animal, pájaro o insecto, cerca del momento de la muerte o en el momento mismo.

* En el momento de la muerte, eventos sincrónicos suceden –como luces que se prenden o apagan o relojes que se detienen-.

* Un paciente que ha estado en un coma profundo, súbitamente recupera la conciencia lo suficiente como para decir adiós a los seres queridos que están alrededor suyo.

* Un fuerte y repentino deseo de enmendar problemas familiares.

Creo que es importante tener conocimiento de estas experiencias para poder acompañar y comprender mejor a los que les toca partir para gracias a esta comprensión, poderles dar un acompañamiento lleno de amor y armonía, en esos últimos momentos que vamos a pasar junto a ellos.

miércoles, 21 de abril de 2010

EL SENTIDO DE LA VIDA, EL SENTIDO DE LA MUERTE

El Maestro se acercó, durante la mañana, al pequeño poblado para hacer la compra de sus austeras provisiones. En una de las polvorientas calles, se encontró con un cortejo fúnebre.

Un grupo de familiares y amigos acompañaban los restos mortales de un varón, al lugar donde serían sepultados. Una mujer, esposa del difunto que había visitado al Maestro en su cabaña, lo reconoció.

- Maestro, ¿qué sentido tiene la vida, si al final todo se pierde con la muerte?

El maestro apoyó paternalmente su brazo sobre los hombros de la dolorida mujer, y la invitó a seguir al cortejo, al cual él también se unió. Así llegaron al cementerio, sin que el Maestro pronunciara una palabra. Es que en su sabiduría había descubierto que, en los momentos más intensos de la vida, muchas veces las palabras sobran.

Cuando los encargados de la dura tarea arrojaron sobre el ataúd sepultado las últimas paladas de tierra, la mujer, en medio del llanto, volvió a interpelar al Maestro.

- Maestro, ¿qué sentido tiene esta vida?
Sin quitar su brazo de los hombros de la viuda, el Maestro respondió:
- La vida tiene el sentido que tú le das. Y el sentido que le das a tu vida, incluye el que le das a tu muerte. Tú debes decidir para qué morirás, si quieres saber para qué vives.

- Pero, Maestro – suspiró la mujer – ¿y si todo se acaba con la muerte?
- Si fuera así, tu esposo no se enteraría para sufrirlo, y tampoco lo padecerás tú cuando mueras. Pero si no todo se acaba, sino que todo recomienza en la plenitud de la felicidad, ¿por qué no eliges vivir en la alegría esperanzada?

Con un dejo de acentuado dolor y de no disimulada irritación, le replicó la mujer:
- ¿Pero quién me asegura que todo ha de seguir mejor, después de la muerte?

- La misma autoridad que te asegura, que todo termina con la muerte. ¿Me comprendes? ¡Esa autoridad eres tú

lunes, 19 de abril de 2010

EL DUELO POR LA MUERTE DE UN SER QUERIDO PUEDE VOLVERSE ADICTIVO

Los recuerdos tristes activan las neuronas de los centros de recompensa del cerebro

No todo el mundo vive el duelo por la muerte de un ser querido de la misma forma. Mientras algunas personas lo superan con el paso del tiempo, para otras resulta imposible y se convierte en una sombra que los acompaña sin salida.

Este último caso es el llamdo " Duelo Complicado" un sindrome que, por primera vez, ha sido empíricamente demostrado gracias al registro de imágenes de la actividad cerebral de personas que lo padecen.

Los resultados han demostrado que el “éxito” de este tipo de duelo para prolongarse en el tiempo se debe a que activa en el cerebro el circuito de recompensa de éste, convirtiéndose, por tanto, en una verdadera adicción. El descubrimiento podría ayudar a los psicólogos en su atención a los dolientes aquejados de duelo complicado.
Todas las personas experimentan el duelo por la muerte de un ser querido en algún momento de su vida, pero no todas reaccionan de la misma manera.
De hecho, para una considerable minoría resulta imposible seguir adelante e, incluso, años después de la muerte de su ser querido, cualquier recuerdo de su pérdida –como una foto- aún resulta demasiado doloroso.
Estas personas se encuentran en una situación conocida como “duelo complicado”, que se caracteriza por sensaciones como el dolor intenso continuo y demasiado prolongado en el tiempo, así como por actitudes que pueden irse agravando, como la somatización por identificación o los cambios radicales en los estilos de vida.
Por el contrario, la gente que supera su duelo pasa por un proceso de adaptación natural, normal y esperable ante la pérdida de un ser querido y, con el paso del tiempo, acaba sanando sus heridas.
Registrando el dolor
Ahora, científicos de la Universidad de California en los Ángeles (UCLA) han realizado una investigación con la que se ha podido comparar, por vez primera, estas dos formas de duelo (el duelo complicado y el no-complicado) a nivel neurológico, gracias al uso de tecnologías para el registro de imágenes de la actividad cerebral.
Los resultados obtenidos mostraron que este tipo de duelo activa las neuronas de los centros de recompensa del cerebro, otorgando a los recuerdos dolorosos propiedades similares a las de cualquier adicción. Este descubrimiento, según los científicos, podría ayudar a los psicólogos en su atención a los dolientes aquejados de duelo complicado.
Comprobar los mecanismos hipotéticos
Hasta ahora, poco se sabía de los mecanismos neurales que distinguen ambos tipos de duelo, pero se habían considerado algunos mecanismos hipotéticos, como la actividad relacionada con el dolor (con la angustia social por la pérdida) y la actividad relacionada con la recompensa (con los comportamientos de apego).
En lo que se refiere al mecanismo de recompensa, la idea es que, mientras nuestros seres queridos están vivos, obtenemos señales gratificantes cuando los vemos o cuando vemos objetos que nos los recuerdan.
Tras la muerte de un ser allegado, los que se adaptan a la pérdida dejan de obtener esta recompensa neural. Por el contrario, los que no consiguen adaptarse, continúan anhelándola, porque cada vez que ven una señal del ser querido aún obtienen la recompensa neural correspondiente. Todo este mecanismo sucede a nivel inconsciente, es decir que el doliente no pone en ello ninguna intención.
El estudio se centró en analizar si las personas que sufren de duelo complicado presentan una mayor actividad tanto en el circuito de recompensa del cerebro como en el circuito del dolor.
Síndrome catalogado
El duelo complicado puede debilitar al doliente, así como generar el anhelo recurrente de emociones dolorosas como la ansiedad intensa o el deseo de morir. Ahora, este síndrome ha sido definido por un conjunto de criterios empíricos y se está considerando su inclusión en El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la American Psychiatric Association (Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos).
Este manual consiste en una clasificación de los trastornos mentales con el propósito de proporcionar descripciones claras de éstos para facilitar sus diagnósticos.

sábado, 17 de abril de 2010

EL VALOR PARA AFLIGIRSE Y LAMENTARSE

¿De qué se trata la vida, si nuestro destino es simplemente morir, si la vida es un desperdicio? ¿Acaso la vida de quienes nos precedieron valió la pena, tuvo significado? ¿Es ahora el mundo un lugar mejor gracias a que vivieron o acaso los días de su vida fueron en vano?

Al buscar las respuestas a este misterio entendemos que este es el momento para afirmar algunas de las verdades esenciales del luto, de qué sucede cuando los que amamos mueren.

Lo primero que tenemos que afirmar es que hace falta afligirse. Cuando nuestros seres queridos y amigos mueren, tenemos una necesidad natural de dejarlos ir, de expresar nuestro sentimiento de pérdida.

Hay demasiadas personas que buscan atajos en el proceso del luto o que lo ignoran por completo. Un maestro comentó, “Aunque tenga que caminar por un valle oscuro”, que uno tiene que caminar por el valle, no puede evitarlo ni siquiera tomar una desviación. Pues sí: es necesario caminar por el valle oscuro, no alrededor, no por encima ni por debajo. En otras palabras, existe una necesidad de confrontar a la muerte, de enfrentar nuestra tristeza.

Algunas personas intentan eliminar por completo el proceso de la pena. Con frecuencia tratan de explicarlo diciendo que no quieren molestar a nadie, de causar un inconveniente o ser una carga. Es cierto que es un comportamiento muy considerado de su parte, pero no están satisfaciendo sus necesidades. Están convencidos de que no tienen esa necesidad.

Segundo, tenemos derecho a afligirnos. Con frecuencia, nuestros amigos y parientes bien intencionados nos quitan este derecho. Actúan de buena fe, ni dudarlo, cuando le dicen a quien ha sufrido una pérdida que llorar es un comportamiento infantil. Intentan alejar al enlutado de la situación de pena y hacen las cosas que él debe hacer por sí mismo. Distraen al doliente, hablan de cualquier cosa y de todo, excepto de las cuestiones sobre las que el enlutado necesita hablar y tiene el derecho a hablar.

A las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido se les dice que “sean fuertes”, como si fueran piedras. Los seres humanos tenemos que darnos el permiso de llorar y esa es una de las razones por las que tenemos conductos lacrimales.

Y finalmente, necesitamos reconocer que el afligirse también requiere valor. El duelo es la última prueba de la vida. Porque el afligirse es un modelo para el crecimiento y para encontrar el sentido en nuestra vida.

Enfrentarse a la pena y pasar por todo el proceso de lo que ella representa significa enfrentarnos a nuestros sentimientos con honestidad, expresarlos y aceptarlos durante todo el tiempo que le tome a la herida sanar. Para la mayoría de nosotros, esto es algo bastante difícil. Por eso, afligirse requiere valor.

Hace falta tenerlo para sentir nuestro dolor y enfrentarnos a lo desconocido. También hace falta tener valor para afligirse en una sociedad que, erradamente, valora la reserva y donde nos arriesgamos a enfrentar el rechazo de los demás por ser abiertos o diferentes.

Tener valor para afligirse conduce a tener valor para vivir, amar, arriesgarse y disfrutar los frutos de la vida sin temor o inhibiciones. Tener valor para enfrentarse a la pena, la frustración, las dificultades, invariablemente genera una vida de más recompensas.

Tener valor para confrontar la muerte con honestidad, significa que examinamos nuestra vida, valores, ideas, y lo que tiene significado para nosotros, con lo que eventualmente creamos una existencia satisfactoria y con un propósito.

Al aceptar a la muerte como un proceso natural de la vida, podemos vivir nuestra vida con más gusto y profundidad. Ahora, ¿qué es lo que tenemos para ayudarnos a desarrollar ese valor? No es algo que se encuentre en un catálogo y nos puedan entregar por mensajería; tampoco lo hallaremos en un aparador o lo conseguiremos por debajo de la mesa. Pero es accesible a todos nosotros.

Un profesional en apoyo emocional sugiere tres fuentes de ayuda. Lo único que hace falta es usarlas. Son el apoyo a uno mismo, el apoyo del ambiente y el apoyo de nuestro sistema de creencias o nuestra filosofía.

El primero, el apoyo a uno mismo, es importante. No podemos tener valor para afligirnos o para encarar a ninguna crisis hasta que nos enfrentemos a nosotros mismos, Y esto significa honrar a nuestros sentimientos y necesidades. Aunque de ninguna manera desprecio el hacer cosas por los demás, hay legitimidad en hacer cosas para uno mismo.

Otra cosa que debemos estar dispuestos a aprovechar es el apoyo que hay en nuestro ambiente. Podemos obtener mucho de otras personas. Nuestros amigos, parientes, vecinos, colegas, médicos de familia, sicoterapeutas, clero, abogados, consejeros financieros, personas de negocios, todos pueden ayudarnos.

Además existen otros apoyos: cursos, cambio de profesión, trabajo voluntario, clubes, mascotas, viajes, arte, música, danza, grupos de duelo, deportes, meditación. No son un escape. Son ayudas que tenemos a nuestro alcance.

El tercero es nuestro sistema de creencias. Nuestra filosofía de vida afecta mucho la forma en que nos enfrentamos al dolor y a los problemas. El significado que le damos a la vida, al sufrimiento y a la muerte es fundamental. Vivir una vida con significado, cualquiera que sea, es más fácil que vivir sin nada.

Vive, ama, arriesga y disfruta de los frutos de la vida sin temor ni inhibiciones. Permitamos que la vida sea, para ti y para mí, un tiempo así, un tiempo para que adquiramos el valor de afligirnos.

En nuestra sociedad, con demasiada frecuencia, se nos enseña que la muerte es un tema que debe evitarse, ignorarse, incluso negarse. Sin importar cuál sea tu origen cultural o étnico, cada vez que permites que tus emociones salgan a la superficie, te sorprenderá notar el poco apoyo que recibirás para realmente desahogar tu pena o expresar tu dolor.

No obstante, debes permitirte lamentarte. Posponer la confrontación de tus sentimientos al llenar cada día con actividades sólo aumentará la reacción de la pena. Recuerda que cuando uno sufre una gran pérdida, expresar los sentimientos es una muestra de fuerza, no de debilidad.

No hay una forma correcta para experimentar la pérdida y ajustarse a una vida sin el que ha partido. Perder a la pareja, a un hijo, madre o padre, amiga o amigo, hermana o hermano, es perder una parte de ti. Por lo tanto es natural lamentarse por esta pérdida.

Quizá sufras emociones de una intensidad inimaginable. Pero aunque estés en agonía, por más terrible que todo parezca ser, tu pena es sana y correcta. Y debes darte permiso para lamentarte.

jueves, 15 de abril de 2010

ALGUNOS MITOS SOBRE LA MUERTE DE UN HIJO

MITO: Cuanto más joven era el hijo, menos intenso es el dolor que debes sentir.

LA REALIDAD: Es cierto que la sociedad nos da menos derecho al luto por la muerte de bebés muertos durante el embarazo y por recién nacidos, sin embargo, la verdad es que el amor de una madre/padre no se mide conforme al tiempo que tuvimos a nuestro hijo. El amor simplemente no se mide en tiempo. Algunos tratan de prorratear nuestro dolor. Por ejemplo, si un niño de diez años muere, nuestro dolor será de “x”, … si un bebé de un año muere, el dolor deberá de ser de “y”,… si un bebé de un día de nacido muere, el dolor será de “z”. Es ridículo para quien ha perdido un hijo.
Habrá que considerar lo siguiente… ¿Sería más fácil enterrar a nuestro hijo cuando lo hicimos o un año después? Es una pregunta imposible de responder. No hay mejor tiempo, ni menos dolor. Perder un hijo es una tragedia terrible pase cuando pase.


MITO: Han pasado seis meses, ya deberías haberlo superado.


LA REALIDAD: La verdad es que nunca “superaremos” nuestra pérdida. El dolor nunca se va por completo. Echaremos de menos nuestra vida entera el hijo que debería estar con nosotros. Cuando otros piensan que ya deberíamos haberlo superado, están confundiendo la relevancia de la pérdida de un hijo, con un evento de menor importancia.
Uno supera perder un trabajo, un hueso roto o una amistad que ya no está. La muerte de un hijo, de cualquier edad y por cualquier causa, es un evento trágico y que cambia nuestra vida para siempre, por eso nunca se olvida.


MITO: Las pastillas para dormir, los antidepresivos y el alcohol ayudan para sobrellevar el dolor.


LA REALIDAD: Algunos padres toman pastillas o alcohol después de la muerte de su hijo, y luego se dan cuenta de que han pospuesto lo inevitable. El luto y el dolor implican mucho trabajo. Es físicamente extenuante y mentalmente agotador. Pero hay que comparar el dolor con un préstamo. Debemos pagar el préstamo algún día. Cuanto más tardemos en hacerlo, más altos serán los intereses y las multas. Acepta y abraza la profundidad de tu dolor como la reacción normal de la experiencia más difícil que una persona puede vivir.


MITO: Otro hijo es la solución a tu dolor.


LA REALIDAD: Un hijo muerto merece todo el dolor que sientes. Aunque otro bebé llenara tus brazos doloridos y vacíos, nunca reemplazará a tu otro hijo. Permítete llorarlo. No hay que apresurarse. Otro bebé puede aumentar la angustia en ti, en tus hijos vivos, en tu pareja. Sed cautelosos al aventuraros en un embarazo para el que no estéis preparados.


MITO: Necesitas olvidar a tu hijo y seguir con tu vida.


LA REALIDAD: Mucha gente te ridiculizará si hay fotos de tu hijo muerto en tu casa, si sigues acudiendo a grupos de autoayuda o si lo recuerdas años después de su muerte. ¡Tu fidelidad a la memoria de tu hijo no es condenable!
La verdad es que más de veinte años después de la muerte de Elvis Presley, toda una nación se detiene a recordarlo con vigilias a la luz de las velas en Graceland. El evento se transmite a todo el mundo en CNN y en cuanta estación de televisión existe. Es una práctica aceptada por millones de personas, jóvenes y viejas. Sin embargo, esta misma sociedad, mantiene a los padres en duelo dudando de su sanidad mental cuando recuerdan a alguien mucho más importante en sus vidas: su hijo.


Recuerda a tu hijo. No permitas que otros determinen lo que está bien para ti. ¡Recuérdalo y no te avergüences de ello!


MITO: Ya serás tu misma(o) otra vez.


LA REALIDAD: La verdad es que probablemente parte de ti murió con tu hijo. Podrás tener partes de tu otro yo, sin embargo, seguramente no serás exactamente el mismo que antes. Date tiempo de conocerte a ti misma(o) otra vez. La muerte de tu hijo ha cambiado muchas cosas en ti y necesitarás tiempo y paciencia para conocer a la nueva persona en la que te has convertido.


MITO: Los grupos de apoyo o de autoayuda son para personas débiles.


LA REALIDAD: La muerte de un hijo es el evento más solitario y más aislante en la vida de una persona. Muchos padres dolientes dicen que los amigos se convierten en extraños y los extraños se convierten en amigos. La razón de esto es clara: ¿cómo puede entender alguien que no ha pasado por lo mismo la profundidad de este dolor?
Los grupos de apoyo o de autoayuda son un paraíso seguro para que los padres que han perdido un hijo compartan lo más profundo de su pena con otros que han pasado por los mismos sentimientos. Muchos grupos de apoyo de autoayuda están llenos de personas fuertes y comprensivas que están dedicadas a ayudar a padres que acaban de sufrir la pérdida de su hijo para que encuentren esperanza y paz en sus vidas.


MITO: Estoy enloqueciendo.


LA REALIDAD: Cada padre que ha experimentado la muerte de un hijo, siente como si estuviera enloqueciendo. La gran variedad de emociones puede abrumarnos. Muchos experimentamos sentimientos que no creíamos poder sentir. Esto asusta y sobresalta.
La rutina de nuestra vida diaria de repente nos molesta. Nos sentimos fuera de lugar entre nuestros familiares y amigos más cercanos. No podemos asistir a bautizos, comuniones, bodas y fiestas de cumpleaños. Nos podemos sentir demasiado débiles y exhaustos para levantarnos de la cama cada mañana. Las actividades que antes disfrutábamos ahora se sienten como cargas.
Algunos padres son incapaces de trabajar, mientras otros son absorbidos completamente por sus labores para aliviar el dolor. Algunos expresan que la pena es tan inaguantable, que rezan a Dios que los lleve mientras duermen. Es como la montaña rusa. Algunos días somos capaces de reír y sentirnos contentos otra vez, mientras que otros parece que hay una nube negra colgando sobre nosotros. ¿Quién no se sentiría fuera de sí mientras vive tantas emociones distintas?
No estás enloqueciendo. Estás en duelo por la muerte de tu hijo, simplemente extrañas lo que debería ser tu vida. Se paciente y buena (o) contigo misma(o).


Mientras que la nostalgia por tu hijo nunca desaparecerá, el tiempo nos concede momentos de paz entre las oleadas de dolor. Permite que esos momentos te acerquen más al amor que tu hijo siente por ti y descubre los regalos que su paso por tu vida te ha dejado.

“Frecuentemente el hablar de nuestra pena nos ayuda a calmarla.”

miércoles, 14 de abril de 2010

CERRANDO ETAPAS

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.

Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, O cerrando puertas, O cerrando capítulos.

Como quiera llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminó con su trabajo?, ¿Se acabó la relación?, ¿Ya no vive más en esa casa?, ¿Debe irse de viaje?, ¿La amistad se acabó?

Puede pasarse mucho tiempo de su presente “revolcándose” en los porqués, en devolver el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.

El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.

No. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar.

Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó.

No esperen que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que alguna vez se den cuenta de quién es usted. Suelte el resentimiento, el prender “su televisor personal” para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.

La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la vida dejando “puertas abiertas”, por si acaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de “regresar” (a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo!, si no, déjelo ir, cierre capítulos.

Dígase a usted mismo que no, que no vuelve.

Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio.

Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver.

Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.

Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida.

Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque: cuando usted vino a este mundo ‘llegó’ sin ese adhesivo, por lo tanto es “costumbre” vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir.

Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr porque, le repito, nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad.

Pero … cierre, clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.

¡Esa es la vida!

lunes, 12 de abril de 2010

POR UN MUNDO MEJOR

Hacia un modelo social solidario y responsable

El proceso de globalización que a lo largo de los años fue trascendiendo el ámbito económico, constituye hoy un fenómeno que abarca otras dimensiones de la vida humana, con un gran impacto en las sociedades modernas.

Este fenómeno creciente de transformaciones en el cual estamos inmersos, ha creado un escenario donde conviven las ventajas de una verdadera revolución científica tecnológica junto a la exclusión de mayores sectores sociales a los beneficios de la modernidad.

El Espiritismo como doctrina humanista, no solamente concibe al hombre como un factor de producción para el desarrollo económico o material, sino también como un espíritu en proceso de crecimiento moral e intelectual, dentro de la continuidad reencarnacionista, con necesidades de autorrealización y de progreso a partir de su libre albedrío.

Contemplar su naturaleza espiritual y sus necesidades evolutivas no significa desvincularlo de lo social, ya que justamente el crecimiento personal sólo se procesa por el conflicto entre el yo y el medio, por la convivencia.

La sociedad perfecta no es una cuestión de buena voluntad, sino la resultante de una conquista de la madurez de sus componentes, contemplados en su diversidad evolutiva, y en ese sentido, sería ingenuo suponer que aun se alcancen resultados sin conflictos.

Tampoco se trata de crear una sociedad solidaria por imposición del
Estado, ya que la libertad es una conquista social que debe ser preservada, porque es inherente al ser humano desde que constituye el ámbito propicio para su crecimiento personal.

Sí es importante visualizar los instrumentos que permitan acompañar este proceso de transformación a partir de un modelo social que lo involucre en sus necesidades materiales y espirituales.

Muchas civilizaciones han pasado por procesos cíclicos de génesis, crecimiento, esplendor y decadencia o desintegración que han llevado a un conflicto regenerador en el campo de la ciencia, la cultura y las conquistas sociales.

Arnold Toynbee, en Estudio de la Historia, haciendo un interesante análisis sobre las civilizaciones antiguas, afirma que un elemento esencial de la decadencia social es la pérdida de flexibilidad. "Mientras las civilizaciones en ascenso presentan una versatilidad sin límites, las sociedades decadentes se caracterizan por su uniformidad y falta de inventiva".

La espiral del progreso, que según el Espiritismo no solamente se da en lo social sino que tiene una dimensión universal, determina nuevas necesidades y aspiraciones en la medida que el hombre accede a nuevas realidades evolutivas, necesidades que se plasman en nuevos ideales, modificando o sustituyendo viejas estructuras que no están a la altura de sus aspiraciones.

Lo importante es que esos ideales sociales que hoy representan la mejor alternativa, no se congelen en un dogma que impida advertir la dinámica del progreso y fundamentalmente las distintas tonalidades de la condición humana y sus necesidades.

Advertir esto a tiempo es fundamental para evitar procesos de ruptura social con consecuencias indeseadas.

El progreso científico y tecnológico que naturalmente lleva implícito cualquier modelo social, debería ir acompañado de políticas que instrumenten mecanismos de solidaridad, fraternidad e igualdad de derechos, evitando fragmentaciones que desdibujen los logros alcanzados. Ignorar este aspecto es ignorar la diversidad del ser humano y por ende de la sociedad.

Es posible identificar muchas iniciativas exitosas por parte de numerosos sectores no gubernamentales en el país y también en nuestra ciudad como la acción de grupos que defienden los derechos de las minorías, las asociaciones ligadas a la protección de la naturaleza y el medio ambiente.

La igualdad ha sido y es uno de los más nobles objetivos de cualquier modelo de sociedad. No obstante, su análisis es complejo ya que el término encierra un concepto muy amplio.

La igualdad en la consideración del semejante sin discriminación de raza, sexo, religión, condición social o física y la igualdad de derechos constituyen la base de cualquier modelo social organizado que rescate como objetivos el bien común de sus integrantes.

Desde el punto de vista del amplio abanico de necesidades que el hombre moderno demanda y centrando el análisis en el aspecto humano, la motivación para la conquista de la igualdad es compensar las desigualdades demasiado grandes, resultante de la diversidad de los seres humanos.

Aquí radica la óptica particular del espiritismo, porque su visión del hombre es la de un individuo viviendo un momento específico dentro de la continuidad reencarnacionista.

De esta manera, a las desigualdades socioculturales que determinan las condiciones de su existencia, se le suman las de orden evolutivo de su espíritu, fruto de su trayectoria en el campo del crecimiento personal en existencias anteriores. Estos factores entre otros son los que determinarán su conducta y su desenvolvimiento dentro del medio social.

Por este motivo, el trabajo por el principio de igualdad debe ser permanente y la demanda de la sociedad por la igualdad también será permanente.

Las desigualdades en el campo social del siglo pasado, ya no lo son tanto en este siglo, pero existen hoy nuevas desigualdades que afloran con la sociedad moderna (exclusión por desocupación, desagregación familiar, etc), que requieren métodos de contención y asistencia.

Para estos casos no basta con la nacionalización en la distribución de los beneficios sociales. Es necesario algo más significativo y eficaz donde la estrategia sea redefinida, pasando de la concepción donde los problemas sociales son vistos como demandas puramente materiales, pasibles de solución técnica o ajuste económico a una consideración de los aspectos éticos de la problemática social.

Partiendo de esta nueva visión, es posible identificar muchas iniciativas exitosas por parte de numerosos sectores no gubernamentales en el país y también en nuestra ciudad como la acción de grupos que defienden los derechos de las minorías, las asociaciones ligadas a la protección de la naturaleza y el medio ambiente, las fundaciones, la acción de voluntarios que forman grupos de ayuda en el interior de empresas, escuelas, hospitales, universidades, etc.

Toda esta red que atiende al deficiente físico, al dependiente químico, a la familia carenciada, al niño abandonado, que rescata las minorías raciales, que ofrece calificación profesional para desempleados, que preserva la naturaleza, realiza un gigantesco trabajo de solidaridad fuera de la esfera social del gobierno y del aparato público.

Los resultados alcanzados por el tercer sector, la sociedad civil organizada, actuando como una tercera vía (más allá del Estado y del mercado) vienen comprobando en la práctica la eficacia de acciones sociales unidas por un objetivo solidario. Es la fuerza de un movimiento que asume las cuestiones sociales a partir de valores éticos (no estratégico económicos) tales como la valorización de la vida, el amor, la convivencia ciudadana y el espíritu de respeto mutuo.

De esta manera, dentro del contexto de diversidad de capacidades y aptitudes intelectuales y morales que caracteriza a las sociedades humanas, se pone en práctica un mecanismo de solidaridad social, ayudando al progreso de los seres con un condicionamiento sociocultural (hombre) y/o educativo (espíritu).

No podemos dejar de mencionar a la familia como pilar fundamental en el proceso de crecimiento social. No existe otro ámbito más apropiado para afianzar los hábitos y las conductas adecuadas para un normal desenvolvimiento en la esfera social, sin dejar de contemplar las necesidades afectivas del individuo que son las que apuntalarán su equilibrio psicoemocional.

Por el contrario, el proceso de degradación familiar que sufren muchas sociedades en países desarrollados, tienen impactos contraproducentes en las nuevas generaciones. Como lo demuestran las encuestas en estos países, el aislamiento familiar desempeña un papel determinante en los fenómenos de ruptura social y existe una distancia creciente entre quienes triunfan en las crisis de la familia y quienes quedan en el camino.

La revalorización de la familia juega un rol fundamental en cualquier proyecto de reformulación social.

Nos hemos referido al trabajo por la igualdad a partir de la solidaridad para el logro de un orden social más estable y fructífero.

Pero el espíritu de libertad que de la mano de la democracia aflora en las sociedades modernas, requiere también de una mayor responsabilidad en todas las actividades y manifestaciones del individuo.

Cuando la libertad y la responsabilidad se conjugan en el ser humano, podemos hablar de una conquista en su trayecto evolutivo.


Si esto lo trasladamos al medio donde nos desenvolvemos, siendo partícipes del proyecto, estaremos contribuyendo a la grandeza de la sociedad.

sábado, 10 de abril de 2010

LA VERDAD (REFLEXIÓN DEL FIN SEMANA)

Érase una vez un hombre que buscaba la verdad.

Un buen día llegó a un lugar en donde ardía una innumerable
cantidad de velas de aceite.

Éstas se encontraban cuidadas por un anciano que, ante la curiosidad de este individuo respondió que ese era el lugar de la verdad absoluta.

Aquél le preguntó qué significaban sus palabras, a lo cual
respondió que cada vela reflejaba la vida de cada individuo sobre la
tierra: a medida que se consume el aceite, menos tiempo de vida le queda.

El hombre le preguntó si le podía indicar cuál era la de él. Al descubrir que la llama estaba flaqueando, a punto de extinguirse, aprovechó un instante de distracción del anciano y tomó la vela de al lado para verter un poco de aceite de ésta en la suya.

Cuando estuvo a punto de alzar la vela, su mano fue detenida por la del anciano diciendo: "creí que buscabas la verdad"...

A veces en la búsqueda de la Verdad, cuando creemos encontrarla nos resulta tan difícil asumirla que la negamos...

Sucede en la vida, ante traiciones, engaños, infidelidades...
Vamos buscando la verdad para confirmar nuestras sospechas y al
descubrirla nos sentimos débiles para asumirla, ya que a veces la
verdad es tan dolorosa que nos deja paralizados o nos
sentimos morir al enfrentarla...

Optamos por negarla, o tomamos la parte que más nos beneficia y
dejamos la que más nos perjudica...

Descubrir la verdad puede ser terrible...
Pero es mucho más doloroso convivir con la mentira...

viernes, 9 de abril de 2010

SIMPLICIDAD: LA ESENCIA DE LA ESPIRITUALIDAD

En su forma más real y eficaz, la espiritualidad no es nada complicada ni esotérica. De hecho, una descripción precisa y completa no tiene porque ocupar más de tres palabras: "averiguar la verdad".

La espiritualidad verdadera nos transporta desde la duda existencial hasta el conocimiento inquebrantable de lo que realmente somos.

El único objetivo de la espiritualidad es establecer el contacto íntimo y continuo con nuestro ser, es decir ser nosotros mismos, en todo momento sea cual sea la experiencia que nos toque vivir.
No es religión ni "nueva era"

La simplicidad es la esencia de la espiritualidad, a diferencia de la religión y de lo que se podría denominar el "circo de la nueva era”. Aunque las religiones se basan en la espiritualidad, se encuentran sobrecargadas con creencias superfluas, contextos culturales y presiones políticas; tienden a la complejidad.

También hay una gran diferencia entre la espiritualidad pura (científica) y la espiritualidad popular (nueva era). Nueva Era donde aun esta todo mezclado lo autentico la esencia de la enseñanza, con lo con lo que es puramente espectáculo, por ello debemos tener cada vez mayor conocimiento, a fin de poder separar el trigo de la paja: proyecciones astrales, fenómenos parapsicológicos, estados alterados de conciencia, energía kundalini, la mediumnidad, el calendario maya, sectas, poderes psíquicos, comunicaciones con los espíritus, la predicción del futuro…

Siendo el conocimiento espiritual dejado por los grandes avatares que nos precedieron la fuente original de donde debe beber nuestro conocimiento.
No se pretende decir que las numerosas caras de la espiritualidad popular no sean reales, sino que no forman parte de la espiritualidad simple, sincera y realmente transformativa. En el contexto de la espiritualidad pura, no son más que distracciones que nos mantienen separados de la verdad absoluta.

Un movimiento hacia lo simple
La espiritualidad apunta a la simplicidad radical: nada puede ser más simple que reconocer la verdad porque es la verdad. Las verdades se revelan de por si porque representan la realidad. Son autoevidentes.

Lo realmente difícil es mantener una constante resistencia a la verdad. ¿Qué podría ser más complicado que no ver lo que se presenta a la vista en cada momento?

Piensa en el esfuerzo necesario para mantener un secreto (otro acto de supresión de la verdad). Evitar el reconocimiento de nuestra realidad existencial implica un esfuerzo infinitamente más complejo y agotante – esto es lo que crea confusión y sufrimiento en nuestras vidas.

El obstáculo al reconocimiento espiritual de nuestra verdadera identidad no reside en la complejidad de la verdad sino en la resistencia hacia ella; un hábito con vida e inercia propia.

La espiritualidad representa un movimiento hacia lo simple (la verdad) y en dirección opuesta a la complejidad (la supresión de la verdad). Esto quiere decir que no hay nada nuevo que aprender. El verdadero proceso espiritual no nos llena la cabeza con programación nueva; nos lleva al estado simple y natural de la mente clara y desprogramada.

Una visión clara
La mente desprogramada se compara a menudo con un espejo perfecto y limpio o con un lago tranquilo que permite ver su fondo con claridad. Este estado en si no es la verdad sobre lo que somos, pero nos permite percibir esta realidad claramente.

El espejo deformado presenta una imagen distorsionada de la realidad. El lago turbulento esconde sus profundidades. Similarmente, la mente programada dificulta la visión interna.

Por eso hay tantas tradiciones y técnicas espirituales que señalan la importancia de la meditación para llegar a un estado mental de claridad y transparencia. El principal error humano desde el punto de vista espiritual es la identificación errónea con la mente y su contenido (el ego). La causa de este error es la opacidad de de la mente que a su vez es causada por la constante actividad mental producida por su programación.

Cuando disminuye la programación y la mente se vuelve más tranquila y transparente, empezamos a vislumbrar la verdad que ocultaba.

Este es el verdadero proceso espiritual; el de restar, no de añadir programación.

Es un movimiento hacia la simplicidad, hasta que haya claridad suficiente para que ocurra el reconocimiento de la verdad.

jueves, 8 de abril de 2010

REFLEXIONES DE ESPERANZA EN EL DUELO POR LA PERDIDA DE UN SER QUERIDO

Hay una cosa cierta y es que, nos guste o no nos guste, nuestro cerebro es el único responsable de darnos paz y tranquilidad, o hundirnos en lo más profundo del pesar y, mucho cuidado, porqué se que todos estamos pasando lo nuestro pero, si se me permite un ejemplo personal, yo tuve que aguantar que este cerebro mío no me facilitara otra imagen de mi esposa que no fuera sufriendo.

Hiciera lo que hiciera, todo terminaba en un recuerdo de cuando ella hacía o pasaba por tal o cual rincón de la casa, y me venía abajo con una desesperación y desconsuelo terribles, hasta que un día me enfadé mucho conmigo mismo. Me dije que no había derecho, que bastante estaba sufriendo como para que, encima, cuando los recuerdos aparecieran en mi memoria, solo sirvieran para maltratarme aún más.
Era como saber que había dos sacos, uno lleno de cosas infinitamente valiosas y agradables, y otro de mórbido, cruel y desgarrador, sin contar con un tercero que me explicaba mis fallos, errores, y aquello que nunca le dije o hice. ¿Por qué sólo recuerdos desagradables?
Muy a menudo tengo que forzarme a recordar que ella está bien, y esto me ayuda (no siempre) a recordarme que, si estoy pensando en ella, merece la pena pensar en “ella ahora”, por mucho que no la vea.
Si está bien, quiere decir que aquellas imágenes tan dolorosas me falsean el presente, y deseo vivirla por lo que es, y no por lo que en un momento de su vida fue. Puede parecer un juego de palabras, pero no es más que una forma de intentar reinterpretar un presente sin ella, pero con ella. Huir del concepto de “pérdida irreparable”, para entrar en una nueva dimensión en nuestra relación.

Porque sigue viva, y no hablo exclusivamente de “en mi memoria”.
Después resulta que, cuando empiezas a obligarte a reaccionar de esa forma, no porque nadie lo diga ni lo aconseje, sino porque le empiezas a ver la lógica, empiezas a “tranquilizarte” un poco. Empiezas a aprender una nueva forma de relacionarte con tu ser querido que, en definitiva, es lo que más deseas en el mundo. Pero lo haces no por “locura”, aunque no entiendo cómo no terminamos todos locos, sino porque sabes que tiene una base cierta.
Quizás no los habremos visto, quizás tampoco oído, pero saber que ello es posible, te permite reconducir tus sentimientos, de forma mucho más agradable, llevadera y con sentido. Lo curioso del caso es que entonces es cuando ocurren “cosas”.
La lectura y el poder comentar acerca de estos temas es lo que llega a permitirnos entrar despacito, pero con pie firme, en otra manera de enfocar la “realidad” que nos rodea. Sientes que, a pesar del inmenso dolor, también empiezan a aparecer momentos de dulzura, que agradeces bárbaramente y comienzas a percibir la vida de forma distinta, más intensa y con otros valores distintos. Bien es cierto que nadie te quita los bajones terribles, pero sabes que tienes herramientas para volver a levantarte y seguir.
No sé por qué nos ha tocado vivir este tipo de experiencias, pero es cierto que, al poco tiempo, nuestra visión de la muerte cambia totalmente, perdiéndole el temor y sintiendo que estamos solo de paso, una especie de preámbulo hacia algo mucho más elevado.
Nada tiene que ver con “comulgar con ruedas de molino” tras la búsqueda de consuelo, sino un acercamiento muy serio y profundo a una parte intrínseca del vivir, que nos abre unas perspectivas muy distintas a las que antes teníamos todos nosotros.
Yo diría que pertenecemos a un grupo muy determinado al que no se le puede convencer con palabras, ya que difícilmente aceptaremos otra cosa que hechos contrastados y vividos en primerísima persona.
Dado que no se trata de “llenar un vacío” con cualquier cosa que encontremos, sino hallar sentido a la pérdida más atroz e impactante que un ser humano pueda sufrir.
También merece la pena comentar que, si a través de esta búsqueda, llegamos a encontrar los resortes que nos permitan seguir una relación tan valiosa para nosotros, si hallamos respuestas claras, no solo en los libros, sino también en nuestros seres queridos, entonces quizás estemos entrando en unos niveles de comunicación y amor muy superiores a los que nunca jamás hubiéramos imaginado.

martes, 6 de abril de 2010

LA PIEZA QUE NOS FALTA

Una Reflexión Profunda Sobre la Muerte de un Ser Querido.
Una y otra vez, sentados en soledad y en medio de una oscuridad exterior e interior, volvemos a recordar:”¿cómo puede ser? ¡No lo puedo creer! ¿Cómo pudo haber pasado?” Recordamos las primeras lágrimas y las preguntas. Y recordamos los últimos momentos. Los abrazos de los amigos y de la familia.
Recordamos la aceptación de algo extraño, algo de lo que nos pensábamos exentos. Empezamos a hablar; una y otra vez repasamos los detalles, el proceso, el accidente, la enfermedad, las exactas palabras del doctor, como si hubiera un poder terapéutico en la repetición. Estamos invadidos de amor.

El teléfono no deja de sonar, pero la mente está en espera. La normalidad regresa al hogar, sólo que no es como antes. Nada es como antes. Porque él ya no está. Ella no caminará por la puerta de nuevo, nunca más.

No lo aceptamos. Después de todo nunca lo aceptaremos.
Lo que era fácil hace unos días, ahora parece más complicado y confuso. ¿Qué pasó? ¿Qué pudo haber sido? Es el momento del enfado. Fueron muy pocos años.

Teníamos planes, íbamos a ir aquí, a visitar, a hacer esto. íbamos a hacer tantas cosas. ¿Qué tipo de mundo es este en donde he amado a una persona y me la quitan antes de que yo estuviera preparado?
Y buscamos las palabras. Mensajes que nos hagan pensar que podemos ser fuertes y que nuestras vidas serán bendecidas otra vez.
Hay lágrimas en los momentos más difíciles. Lágrimas provocadas por una palabra o una canción, por algo que disfrutábamos al compartirlo, por una fotografía que creíamos desaparecida o por aquella fiesta familiar de cada año.
Las estaciones continúan inspirándonos, los tiempos ya no nos acosan. Recobramos una perspectiva que antes no teníamos. Tarde o temprano sentimos que superamos la pérdida. Y una vez que esto sucede, el proceso de la curación no está muy lejos.
Cuando vemos que los otros también tienen pérdidas y cuando extendemos nuestros brazos para consolar a nuestros amigos, facilitamos la curación. También cuando comprendemos que así como nosotros somos imperfectos, el mundo lo es de la misma manera.
Cuando comprendemos que las desilusiones y las frustraciones son, asimismo, parte de la creación, es entonces cuando la muerte se convierte en parte de la vida. Y a pesar de nuestras lágrimas y pérdidas, afirmamos que la vida es buena.
Sólo aquellos que perdimos un ser querido podemos comprender cómo se extraña su presencia, ese abrazo, esa sonrisa, las palabras o el silencio.
Hace algunos años, leí un corto, bellísimo y a la vez profundo relato, “La pieza faltante”, que fuera escrito por el poeta Shel Silverstein.
A una rueda le faltaba una parte. No estaba contenta de estar incompleta, así que partió en una misión para encontrar la pieza que le faltaba y poder estar nuevamente entera. La búsqueda fue de lo más extensa, de país en país, de lugar en lugar, de aquí hasta allá.
Por supuesto, se movía con dificultad porque le faltaba una parte. Pero ya que no podía moverse muy rápido, su paso tranquilo le permitía convivir con todo lo que la rodeaba en su tambaleante trayecto. Podía hablar con las mariposas, podía oler las flores, podía disfrutar la puesta del sol.
Siempre buscaba su parte faltante. Y de vez en cuando, la rueda pensaba que había encontrado la parte que le faltaba. Encontró alguna pieza que era demasiado grande o alguna que era demasiado pequeña, o alguna que era demasiado cuadrada, pero ninguna encajaba a la perfección. Y se decepcionaba cuando la parte no le quedaba bien.
Pero continuaba buscando la pieza que le faltaba.
Un día, cuando menos se lo esperaba, ahí estaba: la pieza que necesitaba. Y ahora la rueda estaba feliz, ya no se tambaleaba ni saltaba ni cojeaba, porque ahora estaba completa. Y como estaba completa, podía rodar cada vez más rápido. Era un círculo completo.
Sin embargo la bendición también tenía su desventaja. Como podía rodar más rápido, no encontraba el tiempo para charlar con las mariposas o para oler las flores o para disfrutar la puesta del sol.
La rueda corría, rodaba, se movía sin detenerse, sin leyes ni destino. Pero la rueda no estaba feliz. Comprendió lo que había perdido por haber encontrado la pieza que le faltaba. Así que decidió dejar a un lado lo que la hacía estar completa. E, irónicamente, decidió que realmente estaba más completa, aceptando que le faltaba una parte, y que así debería seguir el resto de su camino.
Durante este año, o quizá durante otros años cercanos o lejanos, el círculo de nuestra vida quedó incompleto por una muerte. Y desde ese momento sentimos que una parte de nosotros está incompleta, sentimos que sin esa pieza nos tambaleamos y que nuestro propio ritmo de vida se ha hecho más lento. Sin embargo, coincido en que el significado de este relato es que somos más enteros cuando nos han quitado algo.

Antes que nada, perdemos nuestro sentido de autosuficiencia. Uno pierde esa sensación de que nada malo puede sucedemos. Vivir con la sensación de que nada malo nos puede suceder nos metería en una trampa. Si fuera así, seríamos víctimas fáciles de un colapso total cuando “la tristeza inevitable” nos llegue, como inexorablemente tendrá que llegarnos.
Una persona incompleta ha descubierto que lo único que nunca puede perder, lo único que posee permanentemente, es aquello que puede dar y lo da. Y se vuelve completa de otra manera.
Conozco a mucha gente que dedica tiempo y energía a buscar la pieza que encaje perfectamente, una relación exacta para la parte que se ha perdido. Para ella, hacer que la rueda esté completa de nuevo es lo más importante.
Yo creo que actuar de esa forma es una muestra de que no se ha entendido o aceptado la pérdida sabiamente, que no se ha aprendido del dolor, que no se ha crecido como parte del proceso de soltar aquello que se fue. Es la gente que corre hacia otra cosa —hacia un futuro posible— para no tener que enfrentarse con un pasado que ya no es.
Hay otros que se sienten satisfechos con solamente cojear por el camino, como si este fuera su destino. Se ven a sí mismos como algo que es innecesario e incompleto, que ha cambiado para siempre sin ningún remedio.
Se han lamentado demasiado por su pérdida. Existe un futuro sepultado en su pasado y parecen estar resignados a ser menos de lo que son.
Y hay aquellos que tienen mejor suerte, o tal vez sean más sabios: aceptan su pérdida -la pieza que les falta- y encuentran una forma de continuar por el camino de la vida con algún propósito, utilizando las lecciones aprendidas por la pérdida para comprender y apreciar lo que la vida aún puede ofrecerles.
Con frecuencia, por medio de la pérdida podemos encontrar un propósito e incluso una dirección. Por medio de la pérdida, a menudo obtenemos la sabiduría para apreciar la belleza de los momentos, el significado del tiempo, la importancia de una relación y el significado de la vida.
En ocasiones, sufrir una pérdida nos da una perspectiva única de la vida. De hecho, la pieza faltante puede realizar un acto de amor adicional si nos hace ir más despacio para poder saber quiénes somos realmente y por qué.
Y que sea el sentimiento y el recuerdo, esa sabiduría que nos da el haber aprendido a dejar ir, lo que nos dé la fuerza de continuar y realizar nuestra propia vida, siendo nosotros mismos.

domingo, 4 de abril de 2010

EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL

¡EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL ES COMO LLENAR UN COLADOR CON AGUA!

Porque la paz interior no puede estar relacionada con nada material - ya que todo lo exterior está basado en la materia. La paz interna es un estado mental donde la energía fluye de forma constante y suave. Es un estado que causa paz externa, aún en medio del caos.

Un grupo de alumnos invitó a un maestro de meditación a la casa de uno de ellos para que los instruyera. El maestro dijo que debían esforzarse por liberarse de reaccionar en demasía frente a los hechos de la vida diaria, por lograr una actitud de reverencia, y por adquirir la práctica regular de un método de meditación que, a su vez, les explicó en detalle.

El objetivo era darse cuenta de que la vida espiritual debe estar presente en todo. Es estar conscientes de esto no sólo durante el período de meditación, sino constantemente, en lo cotidiano. El proceso es como llenar un colador con agua. El maestro hizo una reverencia ante ellos y partió.

El pequeño grupo se despidió de él y luego uno de ellos se dirigió a los demás, echando chispas de frustración, Lo que nos dijo es como decirnos que nunca podremos lograrlo.

-¡Llenar un colador con agua!
Eso es lo que ocurre, ¿no?

Al menos para mí. Escucho un sermón, rezo, leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus niños y ofrezco el mérito a Dios, o algo por el estilo y después me siento elevado. Mi carácter mejora durante un tiempo... no me siento tan impaciente, ni hago tantos comentarios sobre otras personas. Pero pronto el efecto se disipa y soy el mismo que antes. Es como agua en un colador, por supuesto. Y ahora él nos dice que eso es todo.

Siguieron reflexionando sobre la imagen del colador sin lograr ninguna solución que los satisficiera a todos. Algunos pensaron que el maestro les decía que las personas como ellos en este mundo sólo podían aspirar a una elevación transitoria, otros creyeron que el maestro simplemente les estaba tomando el pelo. Otros pensaron que tal vez se estaría refiriendo a algo en los clásicos que suponía que ellos sabían... buscaron, entonces, referencias sobre un colador en la literatura clásica, sin ningún éxito.

Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció, excepto el de una mujer que decidió ir a ver al maestro. El maestro le dio un colador y un tazón, y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon sobre una roca rodeados por las olas.

- Muéstrame cómo llenas un colador con agua. - le dijo el maestro

Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y comenzó a llenarlo con el tazón.

El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador y luego se filtraba a través de los agujeros.

- Con la práctica espiritual es lo mismo. - dijo el maestro - Mientras uno permanece de pie en la roca del yo e intenta llenarla con cucharadas de conciencia espiritual. No es ése el modo de llenar un colador con agua, ni nuestra esencia con vida espiritual.

- Entonces, ¿cómo se hace? - preguntó la mujer

El maestro tomó el colador en sus manos y lo arrojó lejos al mar. El colador flotó unos instantes y después se hundió.

- Ahora está lleno de agua, y así permanecerá. - dijo el maestro -

Ese es el modo de llenar un colador con agua y es el modo de realizar la práctica espiritual.

No se logra vertiendo pequeñas dosis de vida espiritual en la individualidad, sino arrojando la individualidad dentro del mar de la vida espiritual.


















viernes, 2 de abril de 2010

LUZ PARA EL CAMINO

Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.

La ciudad era muy oscura en las noches sin luna. En un determinado momento, se encuentra con un amigo.

El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice:

- ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano?
Si tú no ves... Entonces, el ciego le responde:

- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí...

- No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella. Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.

Aunque muchos son los que se proponen alumbrar el camino propio y el de los demás, lo cierto es que en la realidad del día a día, alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil.

No es fácil entender que si uno no ha encontrado su propia luz, no puede alumbrar a los demás, ya que nadie puede dar lo que no tiene y para poder dar luz a los demás, primero debemos encender la luz dentro de nosotros mismos.

Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho más el camino de los demás.
¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, la intolerancia, el orgullo, el resentimiento...

¡Qué hermoso sería sí todos ilumináramos los caminos de los demás!