Despedirse...
¡Lo más triste no es
despedirse,
sino no saber hacia a
dónde ir...!
¡Y lo más triste no es
despedir
al que parte,
sino no saber dónde
y para qué te quedas!
Si toda la vida es un
camino,
y si toda la vida es
una búsqueda,
acéptalo, aunque te
duela,
toda la vida es una
despedida.
¡Y sólo aprendiste a
vivir,
cuando aprendiste a
despedirte!
Y no habrás aprendido
a caminar en libertad,
buscando lo no
alcanzado,
mientras no te hayas
despedido
de lo andado y lo
logrado.
La libertad y la
valentía que no tienes
para despedirte
de todo lo dejado y lo
perdido,
son la libertad y la
fuerza
que te faltan
para seguir andando.
Despídete :
de los padres
que ya no necesitas,
y cuida de ti mismo
haciéndote responsable
de tu vida.
Despídete:
de los hijos
que ya no te
necesitan,
y déjalos ser libres.
Despídete:
de lo bueno que
viviste,
sin apegarte al tiempo
que pasó,
por temor del presente
y el futuro.
Despídete: del mal que
cometiste,
sin atarte con culpas
y reproches;
perdonándote a ti
mismo.
Despídete: de las
ofensas que te hirieron,
sin esclavizarte en la
prisión
del rencor y la
amargura.
Despídete: de los que,
muriéndose, partieron,
para que dejes de
esperar su regreso,
y camines tu camino en
la esperanza,
de encontrarte tú con
ellos...
Despídete. Deja correr
el río de la vida,
llevándose las aguas
que estás viendo,
para que dejen lugar
ante tus ojos
a las aguas que no
viste todavía,
y ya están viniendo...
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