PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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viernes, 10 de septiembre de 2010

SU LUZ CONTINUA ILUMINANDO NUESTRAS VIDAS


Un poeta escribió: “La vida no es para mí como una luz fugaz. No. Es una especie de antorcha que he asegurado por algunos momentos, y cuya luz quiero hacer brillar al máximo antes de pasarla a la futura generación”.

Evocar a los seres queridos que nos faltan es ocuparnos de mantener resplandeciente la antorcha que cargamos.

Algunos de nosotros, para quienes el dolor de la separación aun está fresco en nuestras mentes, sentimos que la luz de la memoria no ha tenido todavía la oportunidad de penetrar la nube que nos rodea.

Cuando nos reunimos para recordar a nuestros seres queridos, ellos nos dicen que su luz puede ser vista a través de la oscuridad que nos domina.

Aquellos cuyo dolor está más lejano, un poco menos intenso, saben muy bien que lleva tiempo; y que no importa qué hagamos, la llama y el calor que irradia la antorcha de quienes evocamos nunca será tan intensa como lo era en vida.

Pero estamos seguros de que su luz continúa iluminando nuestras vidas y no se extingue con su muerte. La percibimos, sentimos cómo nos acompaña a lo largo de nuestro camino.

Durante un recital al aire libre, Isaac Stern tocaba el concierto para violín de Mendelssohn. De repente, sin percibirlo, oscuras nubes dominaron el cielo, y fuertes relámpagos retumbaban por doquier. Era como una extraña visión.


Se veía al hombre mover el arco sobre las cuerdas, pero no se apreciaba ningún sonido porque lo único que se escuchaba eran los truenos.

Sin embargo, instantes después, con los truenos aún haciendo eco, se pudo escuchar nuevamente el sonido mágico del violín.

Así llegará para todos también el momento mágico, cuando podamos oír la melodía mezclada con la tormenta, cuando el recuerdo de la belleza y las risas de la vida comiencen a mitigar el dolor.

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