PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

lunes, 11 de abril de 2011

LA ESPIRITUALIDAD Y EL DECIR ADIÓS A UN SER QUERIDO


Decir adiós

Tus muertos se van por una puerta,

Que tú no puedes trasponer, ¡Ahora!

Porque se cerró tras ellos.

¡No los esperes ahí…! Despídelos,

Para que puedas correr

Y espéralos llegar por otra puerta,

¡Al final De tu duelo!


Si buscas un camino

Para reencontrarte con tus muertos,

No lo busques, llorando, en tu pasado;

Búscalo, más bien, esperanzado,

Andando tú camino, hacia el futuro


Este sí que es un tema difícil de verdad.

Perder a un ser querido puede dar la vuelta a una persona, poner en jaque sus creencias, provocar una crisis tremenda… ; o reafirmar sus convicciones, apoyar sus ideas previas, acentuar sus prácticas.

En este sentido, he visto de todo. Cada duelo, cada persona, cada circunstancia es un universo.

A algunos les consuela creer en la pervivencia del espíritu y en que volverán a encontrar al que se fue. Otros tienen que despedirse para siempre.

Lo que sí puedo contar es que he visto a familiares desesperados buscando al añorado entre prácticas esotéricas extrañas. Angustiados por encontrar una respuesta al porqué más terrible de nuestras vidas: por qué se fueron.

Hay que evitar caer en manos de desaprensivos, iluminados, fanáticos, ilusos…

Bienintencionados o no, pronto se descubre. Pero no hay que dejarse el alma en el camino.

Muchos aseguran que la pérdida fue un revulsivo que les hizo enfrentar la vida de otra manera. Que se han vuelto más espirituales (aunque no sea siempre de las religiones establecidas), más empáticos, más preocupados por sus familias, la gente, la Tierra…

No comparto, sin embargo, la tesis de algunos que aseguran que las muertes se produjeron para que ellos fueran castigados; o cambiaran, crecieran, aprendieran a las malas… Hay un largo repertorio, pero no merece la pena glosarlo.

El consuelo de las creencias de cada uno, los grupos religiosos a los que ya se pertenecía, los sacerdotes o religiosos que conocemos puede ser fundamental. Y dichoso aquel que se sienta arropado por ellos.

A menudo me cuentan lo contrario: que todo son frases hechas “Dios lo quiso así”, “Sólo se lleva a los buenos”, “Dios no da más de lo que uno puede soportar”, “Ya tienes un angelito en el cielo”… pero poca ayuda espiritual efectiva. Hay más de uno que huye de los dolientes, de sus penas, de darles apoyo. Con lo que provoca auténticas crisis de desconsuelo en los que confiaban en su ayuda.

En nuestro caso, notamos que hemos sufrido tantísimo emocionalmente que estamos cansados, pero más abiertos a lo espiritual. Parece como que sólo con la meditación, la oración, la contemplación conseguimos que nuestros espíritus se serenen.

Cada religión tiene sus prácticas y todas deben ser repetidas: cada día, cada semana, determinadas festividades. Comprobamos que hay que practicar con una cierta asiduidad, porque si no lo cotidiano nos arrastra en la vorágine de lo imprescindible, y no deja espacio para “lo esencial que no se ve con los ojos”.

Nos sentimos defraudados por la iglesia católica en la que nos criamos, pero seguimos ejercitando el alma. Tal vez sea un prejuicio educacional. Sin embargo también aporta calidez, serenidad, esperanza y hasta gotitas de alegría a nuestras vidas.

Lo único que sabemos aconsejar es que cada uno busque aquello que le dé paz.

Creemos firmemente que ante cualquier cosa que no satisfaga la intuición y que suene a falso, hay que dar siempre preferencia a la intuición.

Creemos que, en el silencio, en el fondo de cada ser, Algo inmanente, tal vez Dios, se hace escuchar.

Es una colaboración de J.M.G.C.

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