PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

sábado, 16 de abril de 2011

SABER Y PODER PERDONAR


Hay muchas cosas en un círculo familiar que vale la pena perdonar y olvidar. Ninguna relación es perfecta.


Todas tienen sus heridas y rencores. Siempre debe llegar un tiempo para perdonar y olvidar. Mas no podemos osar olvidar quiénes somos y todo lo bueno que provino de aquellos que nos hicieron ser lo que somos.

En definitiva somos un poco de todos cuantos compartieron nuestra vida, aunque solo fuera un breve momento.

Siempre debemos recordar todo lo bueno que traen consigo nuestros seres queridos, especialmente nuestros padres. A pesar de que no todo lo que hicieron resultó bueno, con frecuencia dejamos que nuestra memoria se vuelva borrosa y nos vuelva ciego a todo lo que fue bueno. Recuerden, nuestros padres entregaron todo desde su corazón y su alma.

Si sentimos que algo hacía falta en nuestra relación con ellos, no hay nada que ellos puedan hacer ahora al respecto. ¡Déjenlos descansar en paz!

Pero hay algo que sí podemos hacer: lo mejor posible para asegurarnos de que nuestros hijos no vayan a sentir que había algo que faltaba en nosotros.

Algún día ellos nos recordarán. ¿Qué es lo que recordarán? ¿Que siempre estuvimos ahí para ellos? ¿O que estábamos demasiado ocupados para estar con ellos? A final de cuentas, el tiempo es la mejor inversión que podemos hacer por nuestros hijos.

Debemos darles tiempo: calidad y cantidad, puesto que esto es lo que creará sus recuerdos de nosotros. Para dejar recuerdos correctos, tenemos que aprender a combatir el tipo de Alzheimer que tantos de nosotros tenemos en nuestro interior al recordar las palabras que nuestros padres solían decirlos: “¡presta atención!” y “¡no se te olvide!”.

Siempre tuve la sensación de que cuando recordamos a nuestros seres queridos las puertas del cielo se abren. Es un momento para el diálogo. Y si nos concentramos, podemos oír a nuestros padres hablarnos y podemos hablar con ellos. ¿Y qué es lo que han de estar diciendo? ¿Te quiero? ¡Seguro! Pero si escucháramos con cuidado quizá podamos percibir palabras que nunca oímos antes, sentimientos que sabíamos estaban ahí, pero nunca fueron expresados con palabras. Sentimientos de amor y devoción que sabíamos que nuestros seres queridos tenían por nosotros.

Quizá también los escuchemos decir: “Lo siento. Intenté hacerlo lo mejor que pude, pero ahora me doy cuenta de que no siempre tuve la razón. Mis intenciones fueron buenas. Por favor, compréndeme”.

Nosotros, también, tenemos la oportunidad de hablar con nuestros padres y seres queridos. Y hay algunas cosas que tal vez queramos decirles: “Lo comprendo. Así que por favor compréndeme a mí. Por todas las promesas que no cumplí porque era demasiado difícil o era demasiado joven, o no tenía suficiente sabiduría o fui demasiado débil.

Por favor, perdóname. Por todas las promesas que tú no cumpliste, yo te perdono. Por concentrarte en todo lo que hacía falta, sin nunca apreciar por completo todo lo que dabas, te agradezco con todo mi corazón. Por las lágrimas que no fueron derramadas, los besos que no fueron dados y la atención que no fue dada porque yo estaba muy ocupado viviendo mi vida, por favor debes saber que siempre serás parte de mi vida”.

Ahora es el momento de decirles, ya sea por primera o por enésima vez, “te amo, te quiero, te extraño, te doy las gracias, siempre te recordaré”. Recuerden, presten atención.


No olviden, simplemente perdonen y mantengan el amor vivo hacia quienes nos quisieron y quisimos estén donde estén, dejándoles un hueco en nuestro corazón donde vivirán, hasta que nos volvamos a ver.

Y sobre todo no estar triste porque se marcharon, sino darles las gracias por el tiempo que pasamos con ellos y pudimos compartir juntos, con el deseo de reencontrarnos muy pronto con ellos.

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