PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE
¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

lunes, 30 de agosto de 2010

EL SENTIDO DE LA MUERTE Y EL DE LA VIDA POEMA CON HISTORIA PARA MEDITAR

Aprende del mar,
que cuando el sol calienta su rostro,
se despide de sus aguas,
en el vapor que sube al cielo.


Pero no llores por él
las aguas despedidas;
míralas con él flotar en el espacio,
jugando con los vientos,
y aguárdalas con esperanza,
porque mañana serán lluvia,
y por el cauce de algún río
volverán hacia tu encuentro.

PORQUE EL AMOR
ES MAS FUERTE
QUE LA MUERTE,


Y si sabes amar con esperanza,
verás que morir
no es terminar de vivir,
sino comenzar a vivir
de otra manera.

Si no tienes una meta
que justifique tu andar,
vagarás por distintos caminos,
pero no los caminarás con alegría.

Si una Meta te espera,
como respuesta a tus fatigas,
peregrinarás dichoso,
sin que puedan las tormentas del camino
apagar la llama de tu alegría.

El Maestro se acercó, durante la mañana, al pequeño poblado para hacer la compra de sus austeras provisiones. En una de las polvorientas calles, se encontró con un cortejo fúnebre. Un grupo de familiares y amigos acompañaban los restos mortales de un varón, al lugar donde serían sepultados. Una mujer, esposa del difunto que había visitado al Maestro en su cabaña, lo reconoció.

- Maestro, ¿qué sentido tiene la vida, si al final todo se pierde con la muerte?
El maestro apoyó paternalmente su brazo sobre los hombros de la dolorida mujer, y la invitó a seguir al cortejo, al cual él también se unió. Así llegaron al cementerio, sin que el Maestro pronunciara una palabra. Es que en su sabiduría había descubierto que, en los momentos más intensos de la vida, muchas veces las palabras sobran.

Cuando los encargados de la dura tarea arrojaron sobre el ataúd sepultado las últimas paladas de tierra, la mujer, en medio del llanto, volvió a interpelar al Maestro.

- Maestro, ¿qué sentido tiene esta vida?
Sin quitar su brazo de los hombros de la viuda, el Maestro respondió:

- La vida tiene el sentido que tú le das. Y el sentido que le das a tu vida, incluye el que le das a tu muerte. Tú debes decidir para qué morirás, si quieres saber para qué vives.

- Pero, Maestro – suspiró la mujer – ¿y si todo se acaba con la muerte?

- Si fuera así, tu esposo no se enteraría para sufrirlo, y tampoco lo padecerás tú cuando mueras. Pero si no todo se acaba, sino que todo recomienza en la plenitud de la felicidad, ¿por qué no eliges vivir en la alegría esperanzada?

Con un dejo de acentuado dolor y de no disimulada irritación, le replicó la mujer:


- ¿Pero quién me asegura que todo ha de seguir mejor, después de la muerte?

- La misma autoridad que te asegura, que todo termina con la muerte. ¿Me comprendes? ¡Esa autoridad eres tú!

sábado, 28 de agosto de 2010

LO PREFIERO HOY, NO MAÑANA

EN EL MOMENTO ACTUAL, EN EL QUE VAMOS SIEMPRE DEMASIADO DEPRISA EN NUESTRO DÍA A DÍA, QUIZA SERIA BUENO REFLEXIONAR SI TANTA PRISA NO NOS ESTA HACIENDO PERDER EL RUMBO Y COMO CONSECUENCIA DE ELLO, PERDERNOS LO MÁS IMPORTANTE........VIVIR INTENSAMENTE LA VIDA AL LADO DE QUIENES NOS QUIEREN........

POR ESO HOY COMPARTO CON TODOS USTEDES ESTE POEMA QUE INVITA A LA REFLEXIÓN.

LO PREFIERO HOY........NO MAÑANA

Prefiero que compartas conmigo
Unos pocos minutos ahora que estoy vivo
Y no una noche entera cuando yo muera.

Prefiero que estreches suavemente
Mi mano ahora que estoy vivo
Y no apoyes tu cuerpo
Sobre mí cuando yo muera.

Prefiero que hagas una sola llamada
Ahora que estoy vivo y no emprendas un
Inesperado viaje cuando yo muera.

Prefiero que me regales una sola flor
Ahora que estoy vivo y no me envíes
Un hermoso ramo cuando yo muera.

Prefiero que elevemos al cielo
Un deseo ahora que estoy vivo
Y no una misa cantada
Y celebrada cuando yo muera.

Prefiero que me digas unas palabras
De aliento ahora que estoy vivo
Y no un desgarrador
Poema cuando yo muera.

Prefiero escuchar un solo acorde
De guitarra ahora que estoy vivo
Y no una conmovedora
Serenata cuando yo muera.

Prefiero disfrutar de los más mínimos detalles ahora que estoy vivo
Y no de grandes manifestaciones
Cuando yo muera....

Aprovechemos los momentos ahora que estamos,
Tu conmigo y yo contigo....

miércoles, 25 de agosto de 2010

PRIMERA INVESTIGACIÓN A GRAN ESCALA SOBRE LAS EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE

Aplicará las últimas tecnologías para explicar por qué hay conciencia cuando el cerebro está muerto

La Universidad de Southampton, en el Reino Unido, ha puesto en marcha el primer estudio a gran escala sobre las llamadas “experiencias cercanas a la muerte” o ECMs. En centros hospitalarios del Reino Unido, de Norteamérica y de Europa los científicos analizarán el fenómeno de las ECMs, descritas por personas que han estado al borde de la muerte y han sido reanimadas.


Dichas personas afirman haber experimentado una serie de sensaciones durante su muerte clínica. La ciencia tratará de dar explicación a un fenómeno incomprensible pero que, gracias a las nuevas tecnologías, está pasando del campo de lo paranormal al terreno de la investigación empírica.
Se denomina ECM a la amplia gama de experiencias personales asociadas con la muerte inminente, y que consisten en las percepciones que ésta conlleva.


Estas percepciones son conocidas gracias a los testimonios de personas que han estado a punto de morir o que han pasado por una muerte clínica, pero después han sobrevivido. En nuestros tiempos, las técnicas de reanimación cardiaca han ayudado a que el número de testimonios de este tipo aumente.


Las sensaciones relatadas por pacientes (como abandonar el cuerpo, levitar, miedo extremo, serenidad total, seguridad, calidez, absoluta disolución o la visión de una gran luz al final del túnel o de seres –que, según las creencias de cada individuo suelen identificarse con Dios, los ángeles, familiares fallecidos, etc.-) han hecho que se les dé a estas experiencias una perspectiva espiritual y paranormal.


Explicación científica
Pero, ¿qué explicación puede dar la ciencia a las ECMs? El estudio AWARE, que tratará de dar una respuesta a esta pregunta, será llevado a cabo por un grupo internacional de científicos y de médicos, que han unido fuerzas para analizar el cerebro, la conciencia y la muerte clínica.


Según informa la Universidad de Southampton en un comunicado, la investigación estará dirigida por el doctor Sam Parnia, un experto en el campo de la conciencia durante la muerte clínica, además de autor del libro


What happens when we die?.
Parnia lleva ya años estudiando este fenómeno. En 2001, por ejemplo, la BBC publicaba que el investigador había hecho un estudio piloto en el hospital general de Southampton con 63 pacientes que habían sido reanimados tras estar clínicamente muertos.


Cuatro de ellos informaron, en entrevistas posteriores, que habían vivido experiencias paranormales, como atravesar un túnel y reunirse con familiares fallecidos. Algunas de esas personas, incluso, dieron detalles específicos de los intentos de resucitarlos. Parnia declaró entonces que “algún tipo de conciencia debe haber estado presente, puesto que, al regresar, pudieron contarnos lo que les había pasado”.


En el comunicado de la Universidad Southampton, Parnia explica: “contrariamente a la percepción popular, la muerte no es un momento específico. En realidad es un proceso que comienza cuando el corazón deja de latir, los pulmones dejan de trabajar y el cerebro deja de funcionar. Es lo que en medicina se denomina “parada cardiorrespiratoria”, que desde un punto de vista biológico es sinónimo de la muerte clínica”.


Aplicación de tecnología
Al estado de muerte clínica lo sigue un periodo de tiempo, de entre unos segundos y una hora aproximadamente, en el que los esfuerzos médicos pueden conseguir revertir el proceso de la muerte. Conocer lo que las personas experimentan durante la muerte clínica supone una oportunidad única de comprensión del proceso humano de la muerte, explica Parnia.
Con esta finalidad de conocimiento, y tras una fase piloto del estudio de 18 meses de duración desarrollada en diversos hospitales del Reino Unido, la investigación se extenderá ahora para incluir otros 25 centros hospitalarios británicos, europeos y norteamericanos.


El estudio AWARE aplicará una sofisticada tecnología para estudiar el cerebro y la conciencia humanos durante las paradas cardiorrespiratorias. Al mismo tiempo, probará la autenticidad o no de las llamadas experiencias fuera del cuerpo examinando la capacidad de “ver” y “oír” durante el estado de muerte clínica. Para ello, los investigadores utilizarán imágenes aleatoriamente generadas, que se ocultarán para poder ser vistas sólo desde arriba.


El estudio se completará con la investigación BRAIN-1 (Brain Resuscitation Advancement International Network - 1), que consistirá en realizar tests psicológicos a pacientes que hayan sufrido paradas cardiorrespiratorias, y en la aplicación de técnicas de registro de la actividad cerebral para intentar determinar métodos que mejoren el cuidado médico y psicológico de enfermos en este estado.


Pruebas empíricas
Lo cierto es que este tema despierta un notable interés entre los científicos. Desde esta perspectiva, estudios recientes llevados a cabo por investigadores independientes han aportado ya algunos datos, como que entre el 10 y el 20% de las personas con parada cardiorrespiratoria y muerte clínica analizadas han presentado, en ese periodo, procesos mentales estructurados, capacidad de razonar e, incluso, recuerdos detallados de la situación en la que se encontraba su cuerpo, de su entorno entonces o de las personas que intentaron reanimarlos.


Asimismo, en 2001, una investigación médica realizada en hospitales holandeses con 344 pacientes que habían sufrido la muerte clínica por efecto de crisis cardíacas estableció que el 18% de ellos recordaba haber vivido experiencias mientras su cuerpo estaba sin vida.


Más recientemente, la BBC se hizo eco de la publicación del libro “Near Death Experiences of Hospitalized Intensive Care Patients, a Five Year Clinical Study” escrito por Penny Sartori, una enfermera de cuidados intensivo del hospital Singleton del País de Gales, que tras cinco años de estudio del fenómeno de las ECMs, decidió plasmar los datos recopilados para ayudar a los profesionales médicos a tratar con los pacientes reanimados.


Todas estas investigaciones se enmarcan en los estudios que, durante años, han llevado a cabo psiquiatras como Elisabeth Kübler-Ross o George Ritchie. En la actualidad, y a pesar de que el tema de las ECMs haya sido tradicionalmente considerado materia para el debate filosófico, los avances en la ciencia y, especialmente, en las técnicas de reanimación y de resucitación, lo han ido llevando cada vez más al terreno empirista.

sábado, 21 de agosto de 2010

UN POEMA CON HISTORIA PARA MEDITAR

El anochecer y la muerte

Mira que de ti depende
Cómo recordarlos
Tú decides imaginarlos
Muertos y en el pasado,
Para llorarlos ausentes,
O eliges imaginarlos
Vivientes hoy,
Para sentir la cercanía
De su presencia.
¿O no sabes acaso por tu experiencia,
Que cuando te proyectas
Una película de terror,
Vives aterrorizado,
Y que cuando eliges una de amor,
Vibras con ternura?

PORQUE EL AMOR
ES MÁS FUERTE
QUE LA MUERTE:

Y la muerte que tu amor
No pudo evitar,
Puede vencerla y superarla,
Haciéndote vivir en comunión
Con tus seres queridos.

Mientras caminas en la noche,
Aguardando el amanecer
Para ver la plenitud del sol,
Contemplas el esplendor sereno de la luna
Y gozas de la luz lejana de las estrellas.
Mientras peregrinas
En medio de las penurias del tiempo,
En pos de la felicidad anhelada,
Puedes gozar intensamente
De las pequeñas alegrías cotidianas.

Cuentan que una vez……………………………..

El Maestro y su discípulo caminaban en el bosque a la hora del ocaso. El discípulo formulaba sus preguntas, exponiendo sus inquietudes e incertidumbres ante la vida. Y llegaron a conversar sobre la muerte.

El Maestro suspendió la conversación y se detuvo mirando hacia el oeste. En ese momento el sol caía detrás de la línea del horizonte, y sólo dejaba ver sus rayos, surcando el cielo en abanico luminoso. El discípulo se acopló a su actitud contemplativa, porque sabía que el Maestro extraía una lección para la vida, de todo lo que observaba.
Y le dijo:

- Maestro, ¿no te causa cierta pena la muerte del sol en la hora del ocaso? Tomándolo del brazo, el Maestro le indicó el camino de regreso hacia la cabaña. Y ambos caminaron lentamente.
Detenidos ante la puerta, antes de ingresar, el Maestro de dijo:

- Me hablaste de la muerte del sol en el ocaso. El sol murió solamente para tus ojos, porque tú dejaste de verlo. Mañana, al amanecer, miraremos juntos hacia el oriente, y te convencerás de que no había muerto.

lunes, 16 de agosto de 2010

EL SENTIDO DE LA VIDA Y LA MUERTE

Sé como la madre parturienta,
que grita su dolor
mientras alumbra,
para vivir después
su indecible alegría cuando estrecha,
con sus brazos sobre el pecho,
la vida que entregó
y que, devuelta,
la alegra mucho más que antes de darla.



PORQUE EL AMOR
ES MAS FUERTE
QUE LA MUERTE,
y todo lo que entrega no lo pierde,
porque lo recupera acrecentado,
precisamente
por haberlo dado.
Cuando naciste, dijeron:
“Te dieron a luz”,
“Te alumbraron”.
Pero tú cerraste los ojos
encandilado, enceguecido.
Cuando mueras cerrarán tus ojos,
y dirán: “Se durmió en paz”.
Y tú estarás como nunca,
con los ojos abiertos a la Luz,
como nunca despierto.
¡Para siempre!


En el silencio solitario de una cabaña, oculta entre la tupida arboleda, el Maestro conversaba con tres discípulos.

- Hoy vamos a meditar sobre la realidad de la muerte. Quiero comenzar sabiendo qué es para cada uno de ustedes… Tómense su tiempo…
Después de un momento de hondo silencio, surgieron las respuestas.
- Para mí, la muerte no existe. Yo no pienso en ella – dijo el primero.
- La muerte es el final de todo… Y todo acaba con ella – afirmó el segundo.
- La muerte es un cambio en el modo de vivir… Es el final de esta etapa y el comienzo de otra, que es eterna – finalizó el tercero.

El Maestro permaneció callado largo rato, como dándoles tiempo a sus discípulos para que rumiaran el sentido de sus respuestas. Con una rama seca trazaba enigmáticas figuras sobre el piso de tierra. Y al final se dirigió al primero, diciendo:

- Un hombre decidió explorar la espesura de la selva. Un amigo le advirtió: “Cuídate del león. Mira que puede sorprenderte y atacarte”.
El explorador se fue internando sigilosamente hacia el corazón enmarañado de la selva. El temor de verse enfrentado con el león le quitaba la paz, llenándolo de pánico. Y decidió aliviarse, diciéndose a sí mismo: “El león no existe”.
Unas horas después oyó voces o ruidos extraños. “¡El león!”, le gritó su pensamiento. Pero el hombre se tranquilizó al instante. “No. ¡El león no existe!” Y siguió su camino. Los rugidos se oyeron más claros y cercanos. Pero el hombre se repetía: “El león no existe”.
Como el explorador no regresó a su aldea, los amigos salieron a buscarlo. Y regresaron con sus ropas hechas jirones.

El Maestro respiró profundamente y guardó silencio. El discípulo lo miraba atento, como esperando que continuara su relato. Pero el Maestro se limitó a mirarlo preguntando:
- ¿Comprendes?
- Creo que sí – fue la respuesta vacilante del discípulo.
- El león no deja de estar acechando en la selva, porque tú lo niegues.
Más vale pregúntate cómo lo encararás, cuando te ataque – concluyó el Maestro. Luego echó una mirada hacia lo alto, como buscando algo, para después mirar a los otros dos discípulos.

- Dos caminantes se encontraron en un cruce de caminos – comenzó diciéndoles. Fatigados por lo andado, se sentaron ambos a la sombra de un árbol para descansar. Sacaron de sus alforjas sus provisiones y compartieron una frugal comida. Mientras comían, el primero preguntó al otro:
- ¿Hacia adónde vas?
- Voy hacia el puente final.
- ¿Y para qué?
- ¡Hombre! – respondió con impaciencia el segundo – voy para caminar. Yo disfruto del camino, hasta que se acabe. ¿Y tú?
- Yo voy al mismo lugar que tú, me dirijo al puente final. Pero no voy como tú, para caminar… , ¡yo voy para llegar!
- ¿Y cuál es la diferencia, si ambos caminamos y ambos vamos hacia el puente final?
El interpelado vaciló un instante y respondió con una pregunta:
- ¿Y qué harás tú cuando llegues al puente final?
- ¡Nada! Porque me han dicho que cuando se llega hasta él, termina el camino y desaparece el caminante. Acaso tú, ¿esperas encontrar algo distinto?
- ¡Sí!, mi amigo – concluyó el segundo. Yo camino hasta el puente final, donde muere esta senda. Pero espero pasar a la otra orilla, donde nace otro Camino, que nunca se acaba, y se recorre con dicha y sin fatigas…

Y aquí concluyó el Maestro su relato.

En silencio trazó con su rama sobre la tierra un camino estrecho, que llegaba hasta un puente y en la orilla opuesta trazó una ancha avenida, que se prolongaba indefinidamente.

Los discípulos aguardaron silenciosos y recogidos, con la seguridad de que el Maestro cerraría su relato con alguna reflexión. Y le escucharon decir:
- En el camino de la vida, algunos caminan para caminar, y otros caminan para llegar… Algunos van dispuestos a perderlo todo, y otros van esperanzados en alcanzar todo… ¡Unos van hacia la muerte resignados a terminar y otros, van hacia ella, con la esperanza de comenzar…!

¿No te parece que muchas veces
vivimos con temor de la muerte final,
y vivimos como muertos
porque no amamos?
Porque la vida del hombre no se mide
por su salud corporal o psíquica,
sino por la intensidad
y la hondura de su amor.
¿Entiendes?
Para los animales vivir es durar,
para las personas vivir es amar…

Más allá del silencio de la muerte,
Oigo voces cantándole a la vida,
Recordando que es esa nuestra suerte,
Inmortal, y que en vez de ser vencida,
Renovada en amor será más fuerte

jueves, 12 de agosto de 2010

CONVERSACIONES CON DIOS

Está usted a punto de vivir una extraordinaria experiencia. Está a punto de mantener una conversación con Dios.
Sí, sí. Lo sé... eso no es posible. Probablemente piense (o le han enseñado) que eso no es posible. Ciertamente, se puede hablar a Dios; pero no con Dios. Es decir: Dios no va a contestar, ¿no es eso? ¡Al menos no en la forma de una conversación normal y corriente!

Lo mismo pensaba yo. Pero luego me “ocurrió” este libro. Y lo digo literalmente. No se trata de un libro escrito por mí, sino que me ha “ocurrido” a mí. Y cuando lo lea, le “ocurrirá” a usted, ya que todos alcanzamos la verdad para la que estamos preparados.

En la primavera de 1.992 - recuerdo que fue por Pascua -, un fenómeno extraordinario ocurrió en mi vida. Dios empezó a hablar con usted. A través mío.

Me explicaré.
En aquella época era muy infeliz, personal, profesional y emocionalmente, sentía que mi vida era un fracaso a todos los niveles. Dado que, desde hacía años, había adquirido el hábito de escribir mis pensamientos en forma de cartas (que normalmente nunca enviaba), cogí mi fiel cuaderno de papel amarillo tamaño folio, y empecé a volcar mis sentimientos.
Esa vez, en lugar de escribir otra carta a otra persona de la que yo imaginaba ser una víctima, pensé que iría directamente a la fuente; directamente al mayor “victimizador” de todos. Decidí escribir una carta a Dios.
Fue una carta rencorosa, apasionada, llena de confusiones, deformaciones y condenas. Y un montón de enojosas preguntas.

¿Por qué mi vida no funcionaba? ¿Qué haría que llegara a funcionar? ¿Por qué no lograba ser feliz en mis relaciones? ¿Siempre iba a escapárseme la experiencia de disponer de suficiente dinero? Finalmente - y sobre todo - ¿qué había hecho yo para merecer una vida de continua lucha como la que tenía?

Para mi sorpresa, cuando hube acabado de garabatear toda mi amargura, mis preguntas sin respuesta, y me disponía a dejar la pluma, mi mano se quedó suspendida sobre el papel, como si la sostuviera una fuerza invisible. De repente, la pluma empezó a moverse por sí misma. No sabía en absoluto lo que estaba a punto de escribir, pero parecía que iba a acudir a una idea, de modo que decidí dejarme llevar. Y lo que salió fue:

¿Realmente deseas una respuesta a todas esas preguntas, o simplemente te estás desahogando?

Parpadeé... y entonces surgió una respuesta en mi mente. La escribí también:
“Las dos cosas. Es verdad que me estoy desahogando; pero, si esas preguntas tienen respuesta, ¡tan cierto es que quiero oírlas como que hay infierno!”

Muchas cosas son ciertas... “como que hay infierno”. Pero ¿no sería más agradable que lo fueran “como que hay Cielo”?

Y escribí:
“¿Qué se supone que significa eso?”
Sin que yo lo supiera, había empezado una conversación... y, más que escribir por mi cuenta, estaba escribiendo al dictado.
Este dictado duró tres años, y durante ese tiempo no tenía la menor idea de cómo acabaría. Las respuestas a las preguntas que yo expresaba en el papel no me llegaban hasta que no terminaba de escribir completamente cada pregunta y apartaba mis propios pensamientos. A menudo las respuestas me llegaban más de prisa de lo que podía escribir; entonces tenía que garabatear rápidamente para no quedarme atrás.
Cuando me sentía confuso, o desaparecía la sensación de que las palabras me llegaban de otra parte, dejaba la pluma e interrumpía el diálogo hasta que de nuevo me sentía “inspirado” - lo siento: es la única palabra que realmente resulta apropiada - para volver a coger mi cuaderno de papel amarillo tamaño folio y reanudar la transcripción.
Esas conversaciones todavía duran en el momento en que estoy escribiendo esto. Y la mayor parte se encuentra en las siguientes páginas... las cuales contienen un asombroso diálogo que al principio no podía creer, que luego supuse que me resultaría personalmente valioso, pero que ahora comprendo que estaba destinado a otras personas y no sólo a mí. Estaba destinado a usted y a cualquiera que acceda a este material, puesto que mis preguntas son también las suyas.
Deseo que intervenga en este diálogo lo antes posible, ya que lo realmente importante no es mi historia, sino la suya. Es la historia de su vida la que aquí se presenta. Y si este material es importante, lo es para su experiencia personal. De lo contrario no estaría usted aquí, con el en las manos, en este momento.
Así pues, vamos a iniciar el diálogo con una pregunta que me había estado formulando durante mucho tiempo: ¿cómo habla Dios, y a quién? Cuando lo planteé, he aquí la respuesta que obtuve:

Hablo a todo el mundo. Constantemente. La cuestión no es a quién hablo, sino quién me escucha.

Intrigado, le pedí a Dios que me lo explicara mejor. Y esto es lo que dijo:

En primer lugar, vamos a cambiar la palabra hablar por la palabra comunicarse. Es un término mucho mejor; resulta más completo y más apropiado. Cuando tratamos de hablar a otros - tú a Mí, Yo a ti -, inmediatamente nos vemos restringidos por la increíble limitación de las palabras. Por esta razón, no me comunico únicamente con palabras. En realidad, rara vez lo hago. Mi modo usual de comunicarme es por medio del sentimiento.
El sentimiento es el lenguaje del alma.
Si quieres saber hasta que punto algo es cierto para ti, presta atención a lo que sientes al respecto.
A veces los sentimientos son difíciles de descubrir, y con frecuencia aún más difíciles de reconocer. Sin embargo, en tus más profundos sentimientos se oculta tu más alta verdad.
El truco está en llegar a dichos sentimientos. Te mostraré cómo. De nuevo. Si tú quieres.

Le dije a Dios que si quería, pero que en ese momento deseaba aún más una respuesta completa y detallada a mi primera pregunta. He aquí lo que Dios me dijo:

También me comunico con el pensamiento. El pensamiento y los sentimientos no son lo mismo, aunque pueden darse al mismo tiempo. Al comunicarme con el pensamiento, a menudo utilizo imágenes. Por ello, los pensamientos resultan más efectivos como herramientas de comunicación que las mismas palabras.


Además de los sentimientos y pensamientos, utilizo también el vehículo de la experiencia, que es un magnífico medio de comunicación.


Y finalmente, cuando fallan los sentimientos, los pensamientos y la experiencia, utilizo las palabras. En realidad, las palabras resultan el medio de comunicación menos eficaz. Están más sujetas a interpretaciones equivocadas, y muy a menudo a malentendidos.


¿Y eso por qué? Pues debido a lo que son las palabras. Éstas son simplemente expresiones: ruidos que expresan sentimientos, pensamientos y experiencia. Son símbolos. Signos. Insignias. No son la verdad. No son el objeto real.


Las palabras le pueden ayudar a uno a entender algo. La experiencia le permite conocerlo. Sin embargo, hay algunas cosas que uno no puede experimentar. Por eso os he dado otras herramientas de conocimiento: son los llamados sentimientos; y también los pensamientos.


La suprema ironía del asunto es que vosotros hayáis dado tanta importancia a la palabra de Dios, y tan poca a la experiencia.
En efecto, dais tan poco valor a la experiencia que, cuando vuestra experiencia de Dios difiere de lo que habéis oído sobre Dios, automáticamente desecháis la experiencia y os quedáis con las palabras, cuando debería ser precisamente lo contrario.


Vuestra experiencia y vuestros sentimientos sobre algo representan lo que efectiva e intuitivamente sabéis acerca de ello. Las palabras únicamente pueden aspirar a simbolizar lo que sabéis, y a menudo pueden confundir lo que sabéis.
Así pues, esas son las herramientas con las que Yo me comunico; aunque no sistemáticamente, pues ni todos los sentimientos, ni todos los pensamientos, ni toda la experiencia ni todas las palabras proceden de Mí.


Muchas palabras han sido pronunciadas por otros en Mi nombre. Muchos pensamientos y muchos sentimientos han sido promovidos por causas que no son resultado directo de Mi creación. Y muchas experiencias se derivan también de dichas causas.
La cuestión consiste en discernir. La dificultad estriba en saber la diferencia entre los mensajes de Dios y los que proceden de otras fuentes.


Esta distinción resulta sencilla con la aplicación de una regla básica:
Vuestro Pensamiento más Elevado, vuestra Palabra más Clara, vuestro Sentimiento más Grandioso, son siempre Míos. Todo lo demás procede de otra fuente.
Con ello se facilita la labor de diferenciación, ya que no debería resultar difícil, ni siquiera para el principiante, identificar lo más Elevado lo más Claro y lo más Grandioso.
No obstante, te daré algunas directrices:
El Pensamiento más Elevado es siempre aquel que encierra alegría.
Las Palabras más Claras son aquellas que encierran verdad. El Sentimiento más Grandioso es el llamado amor.
Alegría, Verdad, Amor.
Los tres son intercambiables, y cada uno lleva siempre a los otros. No importa en qué orden se encuentren.
Una vez determinado, utilizando estas directrices, que mensajes son Míos y cuáles proceden de otra fuente, lo único que falta es saber si Mis mensajes serán tenidos en cuenta.
La mayoría de Mis mensajes no lo son. Algunos, porque parecen demasiado buenos para ser verdad. Otros, porque parece demasiado difícil seguirlos. Muchos, debido simplemente a que se entienden mal. La mayoría, porque no se reciben.
Mi mensajero más potente es la experiencia, e incluso a ésta la ignoráis; especialmente a ésta la ignoráis.
Vuestro mundo no se hallaría en el estado en que se encuentra si simplemente hubierais escuchado a vuestra experiencia. El resultado de que no escuchéis a vuestra experiencia es que seguís reviviéndola, una y otra vez; puesto que mi propósito no puede verse frustrado, ni mi voluntad ignorada. Tenéis que recibir el mensaje. Antes o después.
Sin embargo, no os forzaré. Nunca os coaccionaré; ya que os he dado el libre albedrío - la facultad de hacer lo que queráis -, y nunca jamás os lo quitaré.
Así pues, seguiré enviándoos los mismos mensajes una y otra vez, a lo largo de milenios y a cualquier rincón del universo en el que habitéis. Seguiré enviando infinitamente Mis mensajes, hasta que los hayáis recibido y los hayáis escuchado con atención, haciéndolos vuestros.
Mis mensajes pueden venir bajo un centenar de formas, en miles de momentos, durante un millón de años. No podéis pasarlos por alto si realmente escucháis. No podéis ignorarlos una vez los hayáis oído verdaderamente. De este modo nuestra comunicación empezará en serio, ya que en el pasado únicamente Me habéis hablado, Me habéis rezado, habéis intercedido ante Mí, Me habéis suplicado. Pero ahora puedo responderos, siquiera sea como lo estoy haciendo en este momento.

¿Cómo puedo saber que esta comunicación procede de Dios? ¿Cómo sé que no se trata de mi propia imaginación?

¿Qué diferencia habría? ¿No ves que puedo utilizar tu imaginación con la misma facilidad que cualquier otro medio? Te traeré los pensamientos, palabras o sentimientos exactamente apropiados; y en un determinado momento, precisamente cuando me venga bien para mi propósito, utilizaré alguna sentencia, o varias.
Sabrás que esas palabras proceden de Mí porque tú, espontáneamente, no has hablado nunca con tanta claridad. Si hubieras hablado ya con claridad de tales asuntos, no te preguntarías acerca de ellos.


¿Con quién se comunica Dios? ¿ Se trata de personas especiales? ¿En momentos especiales?

Todo el mundo es especial, y todos los momentos son buenos. No hay ninguna persona que sea más especial que otra, ni ningún momento que sea más especial que otro. Mucha gente decide creer que Dios se comunica de maneras especiales y únicamente con personas especiales. Esto libera a las masas de la responsabilidad de escuchar Mi mensaje, y aún más de aceptarlo (esa es otra cuestión), y les permite quedarse con lo que dicen otros. No tenéis que escucharme, puesto que ya habéis decidido que otros Me han oído acerca de todos los asuntos, y tenéis que oírles a ellos.
Al escuchar lo que otras personas piensan que Me han oído decir, vosotros no tenéis que pensar en absoluto.
Esta es la razón principal de que la mayoría de la gente eluda Mis mensajes a nivel personal. Si uno reconoce que recibe Mis mensajes directamente, entonces es responsable de interpretarlos. Es mucho más seguro y mucho más fácil aceptar la interpretación de otros (aunque se trate de otros que han vivido hace 2.000 años) que tratar de interpretar el mensaje que uno puede muy bien estar recibiendo en este mismo momento.


No obstante, te propongo una nueva forma de comunicación con Dios. Una comunicación de doble dirección. En realidad, eres tú quien me lo ha propuesto a Mí, ya que he venido a ti, en esta forma, aquí y ahora, en respuesta a tu llamada.

¿Por qué algunas personas - como, por ejemplo, Jesucristo - parecen escuchar más lo que Tú comunicas que otras?

Porque algunas personas están verdaderamente dispuestas a escuchar. Están dispuestas a oír, y están dispuestas a permanecer abiertas a la comunicación aun cuando lo que oyen parezca espantoso, disparatado o manifiestamente equivocado.

¿Debemos escuchar a Dios aun en el caso de que lo que diga nos parezca equivocado?

Especialmente cuando parece equivocado. Si creéis que estáis en lo cierto respecto de algo, ¿para qué necesitáis hablar con Dios?
Seguid adelante, actuando según vuestro entender. Pero observad lo que habéis estado haciendo desde el principio de los tiempos. Y mirad cómo es el mundo.


Evidentemente, en algo habéis fallado; y es obvio que hay algo que no entendéis.


Lo que sí entendéis ha de pareceros correcto, puesto que “correcto” es un termino que utilizáis para designar aquello con lo que estáis de acuerdo. Por lo tanto, aquello que se os escapa aparecerá, en un primer momento, como “equivocado”.
La única manera de adelantar en esto es preguntándose a sí mismo: “¿Qué pasaría si todo lo que considero "equivocado" fuese realmente "correcto"?”.


Todos los grandes científicos conocen esta pregunta. Lo que hace el científico no es simplemente trabajar; el científico cuestiona todos los presupuestos y principios. Todos los grandes descubrimientos han surgido de la voluntad, de la capacidad, de no estar en lo cierto. Y eso es lo que se necesita en este caso.
No podéis conocer a Dios hasta que hayáis dejado de deciros a vosotros mismos que ya conocéis a Dios. No podéis escuchar a Dios hasta que dejéis de pensar que ya habéis escuchado a Dios.
No puedo deciros Mi Verdad hasta que vosotros dejéis de decirme las vuestras.

Pero mi verdad acerca de Dios procede de Ti.

¿Quién lo ha dicho?

Otros.

¿Qué otros?

Predicadores. Vicarios. Rabinos. Sacerdotes. Libros. ¡La Biblia, por amor de Dios!

Esas no son fuentes autorizadas.

¿No lo son?

No

Entonces, ¿ que hay que sí lo sea?

Escucha tus sentimientos. Escucha tus Pensamientos más Elevados. Escucha a tu experiencia. Cada vez que una de estas tres cosas difiera de lo que te han dicho tus maestros, o has leído en tus libros, olvida las palabras. Las palabras constituyen el vehículo de Verdad menos fiable.

Hay tantas cosas que quiero decirte, tantas cosas que deseo preguntarte, que no sé por donde empezar.


Por ejemplo, ¿por qué no te revelas? Si de verdad hay un Dios, y eres Tú, ¿por qué no te revelas de un modo que todos podamos entenderlo?

Ya lo he hecho, una y otra vez. Estoy haciéndolo de nuevo aquí y ahora.

No. Me refiero a una forma de revelación que resulte incuestionable; que no se pueda negar.

¿Cómo cuál?

Como apareciendo ahora mismo ante mi vista.

Lo estoy haciendo.

¿Dónde?

Dondequiera que mires.

No. Yo quiero decir de un modo indiscutible. De un modo que ningún hombre pueda negar.

¿De que modo sería? ¿Bajo qué forma o aspecto Me harías aparecer?

Bajo la forma o aspecto que realmente tengas.

Eso sería imposible, ya que no poseo una forma o aspecto que podáis comprender. Puedo adoptar una forma o aspecto que podáis comprender, pero entonces todos supondrían que lo que han visto es la sola y única forma y aspecto de Dios, en lugar de una forma y aspecto de Dios; una entre muchas.


La gente cree que Yo soy como me ven, en lugar de cómo no me ven. Pero Yo soy el Gran Invisible, no lo que me hago ser a Mí mismo en un momento determinado. En cierto sentido, Yo soy lo que no soy. Y es de este no-ser de donde vengo, y a donde siempre retorno.


Pero cuando vengo de una u otra forma determinada - una forma bajo la que creo que la gente puede comprenderme -, entonces la gente Me atribuye esa forma para siempre jamás.


Y si viniera bajo cualquier otra forma, ante cualesquiera otras personas, los primeros dirían que no habría aparecido ante los segundos, ya que no Me habría mostrado a los segundos igual que a los primeros, ni les habría dicho las mismas cosas; de modo que ¿cómo iba a ser Yo?


Como puedes ver, no importa bajo que forma o de qué manera Me revele: cualquiera que sea la manera que elija o la forma que adopte, ninguna de ellas resultará incuestionable.

Pero si tu hicieras algo que evidenciara la verdad de quién eres más allá de cualquier duda o interrogante...

...habría todavía quienes dijeran que es cosa del diablo, o simplemente de la imaginación de alguien. O de cualquier causa distinta de Mí.
Si me revelara como Dios todopoderoso, Rey de los Cielos y la Tierra, y moviera montañas para demostrarlo, habría quienes dirían: “Debe de ser cosa de Satanás”.


Y eso sucedería, puesto que Dios no se revela a Sí mismo por, o a través de, la observación externa, sino de la experiencia interna. Y cuando la experiencia interna ha revelado al propio Dios, la observación externa resulta innecesaria. Y cuando la observación externa es necesaria, entonces no resulta posible la experiencia interna.


Así pues, si se pide la revelación, entonces no puede darse, puesto que el acto de pedir constituye una afirmación de que aquélla falta, de que no se está revelando nada de Dios. Esta afirmación produce la experiencia, ya que vuestro pensamiento sobre algo es creador, y vuestra palabra es productora, y vuestro pensamiento y vuestra palabra juntos resultan magníficamente eficaces en tanto dan origen a vuestra realidad. Por lo tanto, experimentaréis que Dios no se ha revelado, ya que, si lo hubiera hecho, no se lo pediríais.

¿Significa eso que no puedo pedir nada que desee? ¿Me estas diciendo que rezar por algo en realidad aleja ese algo de nosotros?

Esta es una pregunta que ha sido respondida a través de los siglos, y que ha sido respondida cada ves que se ha formulado. Pero no habéis escuchado la respuesta, o no queréis creerla.


Responderé de nuevo, con palabras de hoy, en un lenguaje actual, de la siguiente manera:


No tendréis lo que pedís, ni podéis tener nada de lo que queráis. Y ello porque vuestra propia petición es una afirmación de vuestra carencia, y al decir que queréis una cosa únicamente sirve para producir esa experiencia concreta - la carencia - en vuestra realidad."


Por lo tanto, la oración correcta no es nunca de súplica, sino de gratitud.


Cuando dais gracias a Dios por adelantado por aquello que habéis decidido experimentar en vuestra realidad, estáis efectivamente reconociendo que eso esta ahí... en efecto. La gratitud es, pues, la más poderosa afirmación dirigida a Dios; una afirmación a la que Yo habré contestado incluso antes de que me la formuléis.


Así pues, no supliquéis nunca. Antes bien, agradeced.

Pero ¿qué ocurre si yo agradezco algo a Dios por adelantado, y luego eso no aparece nunca? Eso podría llevar al desencanto y a la amargura.

La gratitud no puede utilizarse como una herramienta con la que manipular a Dios; un mecanismo con el que engañar al universo. No podéis mentiros a vosotros mismos. Vuestra mente sabe la verdad de vuestros pensamientos. Si decís “Gracias, Dios mío, por esto y lo otro”, y al mismo tiempo está claro que eso no está en vuestra realidad presente, estáis suponiendo que Dios es menos claro que vosotros, y, por lo tanto, produciendo esa realidad en vosotros.


Dios sabe lo que vosotros sabéis, y lo que vosotros sabéis es lo que aparece en vuestra realidad.


EXTRACTO DEL LIBRO:
CONVERSACIONES CON DIOS
“UNA EXPERIENCIA EXTRAORDINARIA”

AUTOR.-NEALE DONALD WALSCH 1995

martes, 10 de agosto de 2010

LECTURAS SOBRE EL DUELO POR LA PERDIDA DE SERES QUERIDOS

La vida te enseña muchas cosas, pero la mayor parte de ellas hubieras preferido no aprenderlas. El libro de Marcos Giralt Torrente habla de esas enseñanzas que te caen encima como un rayo y dejan una cicatriz calcinada e indeleble en el paisaje.

Habla de la manera de lidiar con el dolor, y ese sí que es un aprendizaje necesario. Giralt procura domar el sufrimiento por medio de la escritura, porque escribir es uno de los trucos primordiales, una de las magias más poderosas contra la oscuridad del mundo.

El arte, todo arte, es el intento de convertir el dolor en belleza.

El pintor Georges Braque lo expresó mejor: “El arte es una herida hecha luz”. Marcos Giralt abre su libro con una cita de Nietzsche parecida: “Contamos con el arte para que la verdad no nos destruya”. Aunque, al final, el pobre Nietzsche no pudo evitar la destrucción y acabó llorando abrazado al cuello de un caballo, a los 44 años, con la razón perdida, fulminado por la intratable verdad de un dolor demasiado grande. El arte es poderoso, pero no infalible.

Giralt procura domar el sufrimiento por medio de la escritura, porque escribir es uno de los trucos primordiales contra la oscuridad del mundo
Tiempo de vida es la historia de un padre y un hijo, de un duelo, de una ausencia.

Primero, la ausencia del padre que se fue, en la infancia. Que se divorció, que no estuvo donde tenía que estar para el Marcos niño.
Esa primera desaparición, ese agujero de la infancia, queda subsumido en el enorme hueco de la desaparición física y real. En el agujero de la muerte.
Este libro está escrito en pleno duelo. Miento: cuando el autor comenzó a redactarlo, ya hacía más de un año que su padre había fallecido. Pero, por otro lado, ¿quién sabe cuánto dura un duelo? ¿O si acaba jamás? Sin duda acaba el primer periodo de embotado embrutecimiento: “Un duelo es una cosa extraña”, escribe Giralt Torrente. “Un duelo se siente una vez ha quedado atrás. Un duelo te aísla incluso de ti mismo”. Y más adelante: “He habitado la nada y de mi padre sólo queda el recuerdo. Me he hecho más frágil, me he hecho más triste, me he hecho más temeroso, me he hecho más escéptico, me he hecho más viejo. Éste es el único camino que he recorrido hasta aquí”. En fin, este es un hombre que sabe de lo que habla.
Que sin duda ha aprendido unas cuantas cosas que hubiera preferido no saber. Y la devastación no proviene solo de la muerte del padre en sí, sino del año y pico de la enfermedad que Giralt vivió con entrega absoluta. Como si en ello le fuera la vida también a él. Y sin duda le iba.
Este libro es de una sinceridad poco usual, de una desnudez fantasmagórica. Pero cuidado, porque no estoy hablando en absoluto del llamado vómito testimonial: esta es una obra muy sofisticada, muy literaria. Y perfectamente controlada por el autor: “Hay lugares que desconozco y lugares a los que no quiero llegar. No todo puedo contarlo. No todo quiero contarlo.
Mi vista tiene que ser de pájaro. Intento abrir una ventana; enseñar una porción de nuestra vida, no la totalidad”, avisa claramente. Sin embargo, esa vista de pájaro abarca también al narrador, es decir, Marcos se contempla a sí mismo desde lejos (una pena observada, como diría C. S. Lewis), y desde esa distancia es capaz de escribir con una implacable mirada compasiva. Por eso este libro no resulta nunca exhibicionista, sino que a menudo parece el escueto y frío relato de un entomólogo que analiza las entrañas de un escarabajo. Pero por debajo de toda esa contención hierve un géiser de lágrimas.
Si no me equivoco, y creo que no, Marcos Giralt Torrente no dice en ninguna parte el nombre de pila de su padre, que fue un pintor conocido, Juan Giralt. Esa ausencia del nombre resulta decisiva: el padre siempre es mencionado como su padre, es un padre de alguna manera universal, aunque la historia que nos cuenta este libro sea tan específica en todos sus detalles, desde el relato de la difícil relación paterno-filial que siempre mantuvieron, hasta los desmanes de la segunda pareja de Juan Giralt, a la que Marcos solo nombra como “la amiga que conoció en Brasil” y de la que narra cosas tremendas, como, por ejemplo, que, al regreso de una sesión de quimioterapia, el padre encontró su piso medio vacío porque la mujer se había llevado los muebles.

Y es que incluso en el acuciante trayecto hacia la muerte hay mezquindad. Pero también puede haber grandeza, y un impulso de redención y de restitución. Cuando el padre descubrió que tenía un cáncer avanzado, Giralt Torrente decidió entregarse por completo a la ordalía de la enfermedad: “No me quedo en la periferia, lo acompaño en el mismo centro del dolor. Yo soy su padre y él es mi hijo”. Tras tantos desencuentros, tras toda una existencia de lejanías, vivieron el final en una abrasadora intimidad: “Los dos nos esforzamos. Un año y medio de nuestra vida nos dimos”.
El libro de Giralt comienza con esa letanía desolada que he copiado al principio: “Me he hecho más frágil, me he hecho más triste…”, pero luego va avanzando poco a poco hacia la serenidad: es un texto en cierta medida sanador. A mitad del volumen, el autor empieza a hacer retratos de su padre, en algunos casos afilados apuntes de carácter (“a solas, frente al lienzo, no pensaba en sus rivales, sino en sus maestros”) y en otros simples y conmovedoras retahílas descriptivas: “Tenía debilidad por los fritos y por todo lo que llevara bechamel (…) le gustaban los embutidos, los macarrones, las albóndigas; le gustaba el repollo, la remolacha, el atún…”.

Es una marea de ínfimos datos que en realidad conforman lo que somos, es una combinación precisa de gustos y costumbres que desaparecerá para siempre con nuestro fallecimiento, a no ser que alguien que te haya querido tanto como para saberlo todo sobre ti sea capaz de recordarlo y de escribirlo en un libro como este. Y al hacerlo, se vence de algún modo a la pena y la muerte. La magia de la palabra surte efecto.

Articulo de: Rosa Montero en El País
Extracto del libro: Tiempo de vida.
Autor: Marcos Giralt Torrente.
Editorial: Anagrama. Barcelona, 2010. 204 páginas. 17 euros.

domingo, 8 de agosto de 2010

LOS PADRES, LOS HIJOS Y LAS VACACIONES

“Madre y padre de adolescentes… ¿Saldremos de esta con salud…”?

Como estoy disfrutando de mis vacaciones como educadora de adolescentes, y como soy madre de dos hijos (hijas en este caso, pero da igual), que ya pasaron esa etapa, me voy a permitir darle a este tema pinceladas de humor. Desde mi doble experiencia, te hablo a ti, padre, y a ti, madre.

- Tranquilos: No pasa nada. Saldrán de esta con salud, con mucha salud. Inmunizados.

- No se crean los seres más desgraciados de la tierra. Lo que ocurre en su casa, pasa en la mayoría: el mismo desorden… las mismas salidas de tono… el mismo egoísmo… la misma vagancia… Cuando los padres de adolescentes se sientan a compartir sus experiencias y a lamentar su situación, parece que viven todos juntos. Lo que cuentan los amigos es justo, justo, lo que ocurre en nuestra casa. ¡Vamos, ni que viviéramos bajo el mismo techo! ¿Será que, en realidad, el perfil es bastante similar, simplemente porque no somos bichos raros?

- Nada de dejarse calentar la cabeza si tienen frente a ustedes a los padres perfectos de los hijos perfectos. Tener de vecina de mesa a doña perfección, cuando tenemos una situación familiar que nos ahoga…. Como que no. Es una oportunidad única para rodearse de gente positiva, válida; capaz de poner un halo de luz ante una visión algo cegada por una situación que nos supera. A lo mejor, los perfectos no son interlocutores válidos en tales circunstancias.

- Una madre muy, muy pesada; es decir, yo, les digo que no sean pesados. Hay que dejarlos respirar. Seguro que alguno dirá: ¡Qué fácil se nada fuera del agua…! Pues sí. Por eso lo digo. Ya nadé dentro, y ahora lo hago fuera, pero de mentiras. Sigo dentro. Por eso pienso que esto es una utopía. Pero si lo intentamos alguna vez… mejor que ninguna. Pensemos, al menos una vez al día que los hijos van a tomar las decisiones que les convengan para su vida.

- Hagan una lista de las cinco últimas cosas que haya hecho su adolescente y que les resulten inesperadas y sorprendentes. ¿ A que cada una de ellas les recuerda algo que ustedes hicieron en el pasado? Seguro que esta sencilla tarea va a despertar más de una sonrisa, y la íntima complicidad hará acto de presencia. ¿De qué nos quejamos, a ver?

- Guste o no, los hijos son un paréntesis en la vida de una pareja. La pareja nace sin hijos y terminará su andadura sin ellos. Que esta realidad no se pierda de vista. Que se lo recuerden uno a otro frecuentemente. Hay que evitar, pues, que la lucha con un adolescente en casa dé como resultado final que se haya abierto una brecha entre los verdaderos protagonistas de esta historia:

Dos seres que, desde el Amor, partieron un día su tarta de bodas, sin pensar, ni por asomo, que durante un tiempo serían los padres desesperados y atribulados por una adolescencia que les iban a dejar fuera de banda… y sin guía de supervivencia.
ESTE ARTICULO ES UNA COLABORACIÓN DE: J.T.G.




sábado, 7 de agosto de 2010

CEREBRO Y ESPÍRITU

La ciencia procura encontrar en los mecanismos cerebrales la causa de todas las capacidades afectivas y cognitivas del ser humano.

El descubrimiento de centros cerebrales que responden a estímulos específicos, como por ejemplo, la toma de decisiones, preocupa a los científicos ante la posibilidad de que, en un futuro, sean creados mecanismos capaces de manipular la capacidad de las personas mediante la intervención de los centros del supuesto control de la voluntad del ser humano.

Aún con las experiencias e investigaciones realizadas y publicadas, incluyendo el proyecto genoma que mapeo la complejidad genética del cuerpo humano, muchos investigadores llegan a la conclusión de que "algo" fuera del centro cerebral regula sus funciones.

Aunque la investigación se realiza dentro de la visión que reduce al ser humano a un organismo vivo, queda claro que la existencia de núcleos específicos para determinadas funciones, lleva al cuestionamiento de cómo es hecha la coordinación de las respuestas e iniciativas de comportamiento.

El descubrimiento de los neurotransmisores, revolucionando la comprensión sobre el funcionamiento de los impulsos cerebrales, abrió una nueva vía de estudio del comportamiento. Se atribuye empíricamente que muchos comportamientos serían determinados debido al aumento o reducción de esas substancias que ejercen innegable influencia en las reacciones humanas.

En todos esos casos permanece el problema de quién o qué desencadenaría la respuesta y por qué esa respuesta es típicamente personal, creando un vacío sobre la naturaleza de la personalidad humana y la motivación profunda de las decisiones, miedos y estados mentales diferenciados.

El intento de calificar genéticamente los trastornos mentales más profundos como la esquizofrenia y procurar circunscribir los desvíos de comportamientos al azar genético siguen la lógica que deriva del hecho de que siendo el ser humano apenas un organismo, su comportamiento deberá necesariamente depender de la combinación aleatoria de los genes y factores circunstanciales durante la estructuración corporal.

Esa lógica, como consecuencia, llevaría a afirmar que el carácter y la personalidad, son formadas aleatoriamente, como consecuencia ninguno podría ser responsabilizado por comportamientos antisociales o violentos ya que serían factores genéticos los que realmente determinarían las acciones de las personas.

El comportamiento humano es complejo y las investigaciones que lo reducen a reflejos condicionados o ejercicios de estímulo y respuesta no consiguen, como es obvio, resolver el modo en que cada persona se posiciona y cómo reacciona tan específicamente a las condiciones del ambiente y de las presiones existenciales y afectivas, y lo mas importante no consigue explicar como ante un mismo hecho la reacción es diferente en cada ser humano.

La coordinación, ese algo que va más allá del mundo cerebral detectado por los investigadores más atentos es ciertamente el espíritu, un espíritu independiente del cuerpo y no un substrato psíquico desconocido que en la visión materialista se reduce al mismo organismo.

Para la filosofía espirita, la profunda correlación entre el espíritu y los centros cerebrales es un requisito esencial para que pueda existir la relación existencial (espíritu - materia).

Ese ser espiritual, en unión con el organismo, es un factor constante de la personalidad humana que integra los factores psíquicos en una totalidad coherente y que no desaparece con la muerte corporal, actuando el cerebro como instrumento orgánico que permite a dicho espíritu manifestar sus facultades en la dimensión física.

De esta manera, el ser humano, realiza un desarrollo de vida muy individualizada aunque necesariamente ligada y condicionada por el medio ambiente familiar, social y humano.

Durante su vida física, aunque mantiene su identidad espiritual, el ser humano integral se manifiesta como una perfecta relación entre el ser espiritual y el ser físico constituyendo una unidad compleja interactuando entre si ambos cuerpos con diferentes grados de vibración.

Al estudiar las funciones cerebrales con instrumentos cada vez más precisos, la ciencia está descubriendo la maravillosa composición de su estructura.

Quizás futuras investigaciones puedan desvelar el componente vibracional o energético del espíritu y su función en los complejos mecanismos de funcionamiento del cerebro humano.

jueves, 5 de agosto de 2010

¿DÓNDE ANIDA LA ESPERANZA?

La vida con sus lecciones, sus problemas, sus sinsabores, muchas veces se asemeja a un río el cual debemos cruzar para llegar a la otra orilla.

Algunos pueden llegar más fácilmente al otro lado, otros podrán encontrar pasos menos exigentes, otros deben prepararse para cruzarlo a nado, y sortear los inconvenientes, pero a pesar de ello, es posible vislumbrar la otra orilla y ver que con frecuencia, está más cerca de lo que creemos.



Sólo se necesita para llegar a la otra orilla el trabajo y esfuerzo continuo, la voluntad imperiosa al servicio de un objetivo firme de progreso y la confianza en uno mismo de poder lograrlo.

La confianza en uno mismo se consigue razonando y aplicando la humildad en la aceptación de las pruebas a las que nos somete la vida en nuestro camino por ella; se basa en el conocimiento profundo de uno mismo, de las circunstancias que rodean nuestra vida y de nuestro destino como seres en constante evolución.

Al ser humano que se mueve con autentica confianza en si mismo, lo anima también una visión positiva de la vida en la que, lejos de ignorar las dificultades, intenta descubrir las soluciones, y ver para qué le sirven dichas dificultades. Procura reflexionar sobre el para qué de las cosas, qué aportan, en qué enriquecen, qué enseñanzas dejan, y no se cuestiona tanto el ¿porqué a mí?, creyéndose víctima de las circunstancias adversas.

La confianza en uno mismo y el optimismo son flujos de una corriente de energía positiva, vigorosa, que no sólo hace que el ser humano se sienta vivo y pleno, sino que a la vez contagia a los demás y le permite ver la vida con todos sus defectos pero también con todas las posibilidades de cada día aprender un poco más.


El optimismo se alimenta de una valoración profunda de los seres con los que se comparte la vida, siempre hay algo para agradecerles, algo por lo que se los pueda estimular, afecto para demostrar en actitudes y palabras sinceras.

Comparando a la vida como una aventura marina, el escritor Enrique Rojas sostiene que el optimista, cuando sobrevienen el peligro o las dificultades, no pierde la calma; tiene fortaleza y serenidad; relativiza y no dramatiza los hechos. Lucha contra los elementos adversos, está atento a todo, pero mirando la lejanía, porque los vientos favorables volverán...

El ser humano que proyecta su vida de acuerdo a estos estados de valoración, de confianza en si mismo y esperanza, vive siempre hacia delante, en la confianza y el deseo de que el objetivo trazado llegará a cumplirse algún día.


La esperanza es la fuerza que empuja, arrastra, fascina por su contenido y pone en marcha la motivación...

Tener ilusión es tener confianza en nuestro trabajo y esfuerzo diarios, es alimentar la esperanza de que las cosas que anhelamos pueden ser posibles, en función de nuestro compromiso interno con ellas; es estar vivo, programar objetivos, soñar con dar lo mejor de uno, superar las dificultades y llegar a esa cima que de joven uno se planteó.

Qué importante sería dinamizar con esperanzas y renovadas ilusiones los propios proyectos, darles energía, luchar contra la monotonía y el desgaste, porque sólo así se irán desgranando los esfuerzos por alcanzar lo mejor. Y cualquier naufragio resultará positivo porque enseñará una lección concreta, de la que siempre se aprenderá algo.

La vida se compone de escenas que requieren de esa mirada positiva, de un sentimiento de aliento, de confianza y esperanza que nos acompañe, y esos estados anidan en cada uno de nosotros, cuando se cultivan con la serenidad del pensamiento y el sentimiento, cuando el ser humano se conecta espiritualmente solicitando fuerzas para las luchas, agradeciendo y valorando lo que tiene y recibe cada día.

El latido de la vida está allí, en cada grieta y en cada espacio y como expresa Ernesto Sábato (...) "sólo necesita un latido para seguir viviendo, y a través de él puede colarse la plenitud de un encuentro, como las grandes mareas pueden filtrarse aun en las presas más fortificadas. O una enfermedad puede ser la apertura, o el desborde de un milagro cualquiera de la vida. Una persona que nos ame a pesar de nuestra cerrazón como una gota que golpeara incesantemente contra los altos muros".

Entonces, allí donde anida la confianza y la esperanza, en cada pliegue del espíritu que intenta no desilusionarse, porque lo sostiene, un sentimiento autentico junto a la más íntima y profunda confianza en su unión con todo lo creado y se siente participe de esa creación
.

martes, 3 de agosto de 2010

LA CARIDAD

"SINO HACEMOS LA COSAS CON CARIDAD NADA DE LO QUE HAGAMOS TIENE VALOR"

"Caridad es dar sin que parezca que se da; callar el propio dolor y sentir el ajeno; no hablar mal del prójimo ni bien de sí mismo; dejar a cada uno la ilusión que lo sostiene y alienta" (Constancio C. Vigil).



EL DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA DICE:


CARIDAD ES LA APTITUD SOLIDARIA CON EL DOLOR DE LOS DEMAS

Los seres humanos atraviesan muchas veces, situaciones de intenso DOLOR por carencias materiales, intelectuales, afectivas. Esto con frecuencia genera rebeldías y cuestionamientos en esos seres, quienes se interrogan acerca del porqué de las cosas. La manera de responder ante tan difíciles situaciones varía, porque cada ser actúa de acuerdo con sus capacidades y limitaciones.

Sería entonces, una actitud comprensiva y solidaria, de quienes perciben en su entorno cercano estas realidades, el tratar de entender al otro con humildad, sin juzgamientos por sus actos o sus manifestaciones, sino por el contrario, alimentando un sentimiento de empatía y ayuda. Esta disposición a comprender al prójimo, amigo, compañero de trabajo, familiar, entre otros, deviene de una virtud: la caridad.

La caridad es benevolencia, tolerancia con las imperfecciones de los demás y perdón de las ofensas. No se reduce solamente a la ayuda de orden material, sino que abarca todas las relaciones que se tienen con los semejantes y sugiere la indulgencia, que todos necesitamos.

La caridad, requiere de una actitud silenciosa, fraterna y desinteresada, como dijo Jesús: "Que la mano izquierda ignore lo que da la mano derecha".

La verdadera caridad encuentra palabras suaves y afables que determina que el que recibe se siente cómodo ante quien la brinda.

Ser caritativos, entonces, puede implicar, por un lado, la asistencia material tan necesaria a veces y, por el otro, el encuentro de las necesidades de orden espiritual que pudiéramos detectar, y con un sentimiento comprensivo, tolerante y de orientación, abrir el corazón para apoyar a ese ser con una palabra de consuelo, con un perdón, un sentimiento piadoso, un estímulo vivificante.

La base de la caridad es el amor y de su práctica surge la sensibilidad hacia quienes padecen, porque se comprende, acepta y aprende a no juzgar a los seres, al saber que todos atravesamos distintos procesos evolutivos que responden a leyes superiores. No sólo es deber ayudar al que sufre, perdonar a quien ofende o actúa en forma incorrecta, sino que el sostener una actitud benevolente y pedir misericordia hacia ese ser nos libera de angustias y pesares para seguir el camino de la vida con alegría y optimismo.

El egoísmo es la negación de la caridad, sin ella no hay paz social, ni seguridad ni paz en los corazones. Con actitudes egoístas u orgullosas, la vida social será siempre una lucha de intereses, donde prevalecerá él más fuerte o poderoso y el afecto no tendrá lugar en las relaciones.

Una mirada opuesta a este sentimiento de egoísmo nos hace percibir a la generosidad.

Descartes no solo veía en la generosidad "el principio de toda virtud, sino el bien soberano para cada uno, que consiste en la firme voluntad de hacer las cosas bien y la satisfacción que ello nos genera.

¿Qué virtud más agradable, qué placer más virtuoso que el goce de la propia y excelente voluntad? Permite reencontrar la grandeza del alma: ser generoso es ser libre de las pasiones y ataduras personales".

Ir al encuentro de los ambientes donde se requieran acciones caritativas y generosas, extender a otros asistencia material, intelectual y moral permitiría desarrollar cada día estas virtudes que dignifican al espíritu y engrandecen su capacidad de amar, meta fundamental del espíritu en evolución.

Expresa André Comte-Sponville, filósofo francés, profesor de la Sorbona, en su libro "Pequeño tratado de las grandes virtudes" lo siguiente:




"La generosidad, como todas las virtudes, es plural, tanto en su contenido, como en los nombres con que se la designa. Unida al coraje, puede ser heroísmo. Unida a la justicia, se convierte en equidad. Junto a la compasión, deviene en benevolencia. Junto a la misericordia, ya es indulgencia. Pero su nombre más bello es su secreto, y todos lo conocemos: unida a la dulzura, se llama bondad".

lunes, 2 de agosto de 2010

VOLVER A EMPEZAR

Cada etapa de la vida está marcada por sus propios tiempos, en los que nos encontramos con necesidades, responsabilidades y compromisos.


En la época de nuestra vida que iniciamos muchas actividades, implica de alguna manera, ordenar y planificar el propio tiempo para que pueda ser mejor aprovechado en lo material, emocional y espiritual.

Volver a empezar requiere entonces, de una nueva mirada sobre la vida y las tareas de cada uno, porque sin duda, se necesitará del trabajo y la constancia de siempre, pero también se hace necesario aportar algo nuevo que renueve y dinamice al ser.

Sería importante poder organizar y planificar el tiempo de cada uno de manera que se pueda atender a los distintos ámbitos: laboral, de estudio, recreativo, de proyección social y solidaria para con los demás, es decir, reordenar de alguna forma, la escala de valores, de necesidades y tareas, a fin de responder responsablemente con todo, pero sin descuidar aquellas actividades que significan un compromiso espiritual para con otros seres y para con uno mismo.

Se hace urgente para el ser humano con conciencia espiritual, que comprende la trascendencia de sus actos, sus palabras, la fuerza poderosa de sus sentimientos y pensamientos, dedicar un tiempo, un espacio, un sentimiento, proyectado al bien de los demás.

Porque sabido es que las cosas materiales fluctúan, que el tiempo pasa y las etapas de la vida llegan para todos, los tiempos cambian, los sueños a veces se desvanecen, pero lo que es realmente trascendente para el ser, no se pierde ni diluye. Por el contrario, aquello que enaltece su espíritu y lo hace realmente feliz, es todo lo que se nutre con el afecto, la solidaridad, el cariño, todas expresiones del sentimiento más puro que anida en el ser humano: El amor

Comenzar una nueva etapa puede implicar entonces el desafío de animarse a vivir también para otros seres, por otros ideales, comenzando aunque sea por pequeñas acciones y atenciones.

Alzar la mirada y contemplar la vida de tantas personas que necesitan algún tipo de ayuda, de consuelo, de abrazo, puede permitirnos abrir los corazones y vibrar juntos comprendiendo que todos somos seres en evolución, y que algunos tienen más responsabilidad y compromiso espiritual que otros para colaborar y ayudar.

Seguramente éste puede ser un camino que permita andar por la vida con mayor tranquilidad de conciencia, con más serenidad y alegría, y que nos posibilite también aprender y enseñar, encontrar respuestas a algunos interrogantes o bien, aceptar con conformidad las circunstancias que nos tocan.

Como expresa Elisabeth Kübler-Ross en "Lecciones de vida": "De un modo consciente o inconsciente, todos buscamos respuestas e intentamos aprender las lecciones de la vida. Luchamos contra el miedo y el sentimiento de culpabilidad y buscamos el sentido de la vida, el amor, y el poder.

Intentamos comprender el miedo, la pérdida y el tiempo, y descubrir quiénes somos y cómo podemos ser realmente felices. A veces buscamos estas cosas en el rostro de nuestros seres queridos, la religión, Dios o en otros lugares. Sin embargo, con demasiada frecuencia las buscamos en el dinero, la posición social, el trabajo "perfecto" o en cosas parecidas, y al final descubrimos que no sólo no hallamos el significado que buscábamos, sino que encima nos hacen infelices. Si seguimos esos falsos caminos sin un conocimiento profundo de su significado, nos sentiremos inevitablemente vacíos y creeremos que la vida tiene poco o ningún sentido y que el amor y la felicidad no son más que ilusiones".

Sin duda cada uno tiene que aprender sus propias lecciones, nadie puede decirnos cuáles son y poder descubrirlas es parte del desafío que la vida nos presenta.

Importante es saber que nunca estamos solos en ese descubrimiento, que siempre hay alguien que física o espiritualmente nos apoya, y que gracias al amor, al esfuerzo, la voluntad y el cariño de los seres podemos hacer cosas, comprometernos, aprender, equivocarnos, pero siempre pase lo que pase tendremos la oportunidad de volver a empezar.