PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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lunes, 27 de junio de 2011

CÓMO AYUDAR A AFRONTAR LA PÉRDIDA

Este texto, escrito por una mujer que perdió a su esposo, recoge simplemente ideas dictadas por la experiencia. Es difícil saber qué decir cuando alguien ha perdido a un ser querido, pero es que también incomoda socialmente y muchos lo huyen porque no saben cómo comportarse.

1. Las personas que han perdido a un ser querido pasan un largo tiempo en estado de shock. No siempre son capaces de tomar decisiones con suficiente claridad de juicio, por eso es importante que tú estés allí.

2. Permite que decidan si quieren notificar las malas noticias por sí mismas, pero ten en cuenta que muchos no son capaces de soportar el hecho de llamar a todo el mundo.

3. Deja que las personas hablen del fallecido. No es morboso hacerlo, porque fue parte de sus vidas y le siguen queriendo. Además, es aun más doloroso cuando todos actúan como si no hubiera existido nunca. Tú mismo puedes rememorar momentos hermosos de esa persona, incluso después del funeral. Significa mucho para los familiares.

4. Encárgate de las cosas aparentemente triviales. Las personas en duelo no tiene cabeza en esos momentos para los platos sucios, limpiar la casa o cocinar. Necesitan a una persona que se haga cargo de ello.

5. Si hay niños en la casa recuerda que ellos también sufren. Ayúdales a hablar de su pérdida y a llorar, como haces con los adultos.
6. Nunca creas que una persona no está sufriendo porque no llora. Le está doliendo por dentro. Cada uno es diferente y algunos mantienen el duelo en su interior y en silencio.

7. Nunca creas que una vez acabado el funeral el dolor también se habrá pasado. Cuando alguien ha sufrido una pérdida la pena permanece durante un largo tiempo y va a ser entonces cuando va a necesitar más compañía y ayuda.

8. Recuerda que la vida de los dolientes ha cambiado, que van a tener que cambiar ellos también con ella y que eso les llevará su tiempo. Cada persona que perdemos en nuestras existencias transforma nuestras vidas y tenemos que ajustarlas a esas pérdidas.
9. Nunca digas que “El, o ella, está en un lugar mejor”. No es lo que los dolientes quieren oír, ni siquiera cuando sea una enorme verdad y suceda tras una enfermedad muy penosa.
10. Algunas personas tiene creencias religiosas, otras no. Permite que los que están sufriendo tanto dolor se pueda expresar acerca de esa cuestión en esos momentos. Para mucho, esa expresión de que están en un lugar mejor no es ningún consuelo.
11. Escribe recuerdos sentidos sobre la persona fallecida. Cuando el funeral ha acabado y durante mucho tiempo después, esas lecturas confortarán un poco a los que le lloran.
12. No te agobies por hablar del fallecido. Los dolientes necesitan recordar su vida. De hecho, algo que les horroriza es que todo el mundo los olvide.
13. Recuerda que el duelo no es una enfermedad. Los parientes necesitan llamadas y visitas no solo de pésame, también para ir volviendo a la normalidad. Si ya no sabes qué decir, acompaña en silencio, o ve añadiendo pequeños comentarios sobre la vida en general.
14. Incluso los niños muy pequeñitos sufren la pérdida. No reprimas lo que dicen, necesitan expresar lo que les pasa por dentro y a menudo son más honestos sobre sus sentimientos y sobre la vida que los propios adultos.
15. Ningún comportamiento de duelo es inadecuado, recuérdalo: se puede llorar, estar enfadado, entumecido, hablar desaforadamente, ir al cementerio muy a menudo … Cada uno tiene su manera de afrontar su pena, y si algo les ayuda, déjalos hacerlo sin críticas. Están intentando asumirlo todo de la mejor forma que pueden. Si les hace sentir mejor, eso es lo único que cuenta.
16. Recuerda que no tenemos una contestación para el porqué esa persona ha muerto. Asume que algunas cosas en la vida no tienen la misma explicación para todos, o simplemente no la tienen. No te empeñes en imponer la tuya, no siempre ayuda.
17. El duelo no tiene un tiempo de duración previsto. Puede ser largo o corto, pero no es una enfermedad de la que uno se recupera. Es el periodo de tiempo que cada persona necesita para ajustar su vida a la nueva situación sin la persona que amaba y sigue amando.
18. Recuerda que el amor no acaba con la muerte. Cuando se ama a alguien, no se deja de hacerlo nunca, y siempre una parte de sus vidas pervive en las nuestras aunque se hayan ido.
19. Recuerda que las personas que sufren van a recordar siempre lo que estás haciendo y te agradecerán de veras que hayas estado allí con ellos. Son las cosas pequeñas las que marcan la diferencia, las que pueden hacer que sus vidas sean un poquito más llevaderas en esos momentos horribles, las que les ayudarán a seguir poco a poco con su nueva existencia.
La gran mayoría de veces solo basta con estar al lado del que sufre en silencio, que sienta que no está solo, que nos tiene allí con él, que cuando nos necesite no tendrá más que decirlo, mientras eso sucede que sienta el cariño que emana de nuestro corazón.

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