REFLEXIONES: PREGUNTAS Y RESPUESTAS, SOBRE EL DOLOR, LA MUERTE Y EL MIEDO A MORIR Y SOBRE TODO EL MIEDO A COMO MORIR.
P.- EL DOLOR Y LA MUERTE, ¿FORMAN PARTE DE LA VIDA HUMANA O, POR EL CONTRARIO, SON OBSTÁCULOS PARA ELLA?
R.- El dolor y la muerte forman parte de la vida humana desde que nacemos en medio de los dolores de parto de nuestra madre hasta que morimos causando dolor a los que nos quieren y sufriendo por el propio proceso que lleva a la muerte. A lo largo de toda la existencia, el dolor - físico o moral - está presente de forma habitual en todas las biografías humanas: absolutamente nadie es ajeno al dolor. El producido por accidentes físicos - pequeños o grandes - es compañero del hombre en toda su vida; el dolor moral (producto de la incomprensión ajena, la frustración de nuestros deseos, la sensación de impotencia, el trato injusto, etc.) nos acompaña desde la más tierna infancia hasta los umbrales de la muerte.
EL DOLOR - Y SU ASPECTO SUBJETIVO, EL SUFRIMIENTO - FORMA PARTE DE TODA VIDA HUMANA Y DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD: así lo acreditan la experiencia personal de cada uno de nosotros y la literatura universal, en la que la experiencia del dolor es no sólo motivo de inspiración, sino objeto de reflexión constante.
La muerte es el destino inevitable de todo ser humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que - quiérase o no, guste o no - constituye el horizonte natural del proceso vital. La muerte es la culminación prevista de la vida, aunque incierta en cuanto a cuándo y cómo ha de producirse; y, por lo tanto, forma parte de nosotros porque nos afecta la de quienes nos rodean Y PORQUE LA ACTITUD QUE ADOPTAMOS ANTE EL HECHO DE QUE HEMOS DE MORIR DETERMINA EN PARTE CÓMO VIVIMOS.
El dolor y la muerte no son obstáculos para la vida, sino dimensiones o fases de ella. Obstáculo para la vida es la actitud de quien se niega a admitir la naturalidad de estos hechos constitutivos de toda vida sobre la tierra, intentando huir de ellos como si fuesen totalmente evitables, hasta el punto de convertir tal huida en valor supremo: esta negación de la propia realidad sí que puede llegar a ser causa de deshumanización y de frustración vital.
P.- ¿SIGNIFICA ESO QUE EL DOLOR TIENE ALGÚN VALOR POSITIVO PARA UNA VIDA HUMANA?
R.- El dolor y el sufrimiento, como cualquier otra dimensión natural de toda vida humana tienen también un valor positivo si nos ayudan a comprender mejor nuestra naturaleza y sus limitaciones, si sabemos integrarlos en nuestro proceso de crecimiento y maduración. Todo hombre se hace a sí mismo durante su vida realizando las posibilidades de plenitud que están en su constitución natural, o rechazando tales posibilidades.
P.- ¿ES NATURAL EL MIEDO A MORIR?
R.- Es natural tener miedo a morir, pues el ser humano busca en la vida la felicidad, y la muerte se presenta como una ruptura traumática de destino incierto.
Sin embargo, puede llevar a resultados inhumanos convertir en absoluto este rechazo a la muerte, innato en el hombre: la muerte es un hecho, y un ser humano adulto ha de aceptarla como tal, pues de lo contrario se situaría contra su propia realidad.
P.- ¿ES NATURAL EL MIEDO AL MODO DE MORIR?
R.- Desde luego, es natural sentir miedo a una muerte dolorosa, como es natural tener miedo a una vida sumida en el dolor. Si esta aversión se lleva al extremo, se convierte la huida del dolor en un valor absoluto, ante el cual todos los demás han de ceder. El miedo a un modo de morir doloroso y dramático puede llegar a ser tan intenso que, al anular todos los demás valores, puede conducir a desear la muerte misma como medio de evitar tan penosa situación.
P.- ¿NO HAY, PUES, FRONTERAS DEFINIDAS QUE DELIMITEN CUÁNDO ES BUENO ACEPTAR EL DOLOR Y LA MUERTE, Y CUÁNDO ES BUENO TRATAR DE EVITARLOS?
R.- Es bueno aceptar el hecho cierto e inevitable del dolor, y también es bueno luchar por mitigarlo. Es bueno luchar por vencer a la enfermedad, y no es bueno eliminar seres humanos enfermos para que no sufran, los procesos individuales hay que respetarlos, ya que nunca podemos saber, si dentro del proyecto y aprendizqaje esta que el ser humano padezca experiencias dolorosos de diferentes niveles.
Es bueno luchar en favor de la vida contra la muerte, y no es bueno, porque no es realista, rechazar la muerte como si se pudiera evitar.
Pero no existe un catálogo de soluciones que pueda resolver todas las dudas y las perplejidades con que nos enfrentamos ante la realidad del dolor y de la muerte. Lo mismo ocurre con muchas otras situaciones de la vida, en las que no es posible establecer normas rígidas, sino que hemos de actuar, basados en el conocimiento de los principios generales, con un criterio recto y prudente.
P.- A PESAR DE TODO, HAY QUIENES CREEN QUE UNA MUERTE DOLOROSA O UN CUERPO MUY DEGRADADO SERÍAN MÁS INDIGNOS QUE UNA MUERTE RÁPIDA Y "DULCE", PRODUCIDA CUANDO CADA UNO DISPUSIERA.
R.- En su naturaleza última, el dolor y la muerte humanos encierran un misterio, que no es otro que el misterio del mismo ser humano puesto en esta tierra; es también el misterio de la libertad y del amor, que son realidades vivas e íntimas, aunque intangibles, y que no encuentran explicación suficiente en la física o la química.
El dolor y la muerte no son criterios aptos para medir la dignidad humana, pues ésta conviene a todos los seres humanos por el hecho de serlo; el dolor y la muerte serán dignos si son aceptados y vividos por la persona; pero no lo serán si alguien los instrumentaliza para atentar contra esa persona.
UNA MUERTE DIGNA NO CONSISTE SÓLO EN LA AUSENCIA DE TRIBULACIONES EXTERNAS, SINO QUE NACE DE LA GRANDEZA DE ÁNIMO DE QUIEN SE ENFRENTA A ELLA. ES CLARO QUE, LLEGADO EL MOMENTO SUPREMO DE LA MUERTE, EL PROTAGONISTA DE ESTE TRANCE HA DE AFRONTARLO EN LAS CONDICIONES MÁS LLEVADERAS POSIBLES, TANTO DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL DOLOR FÍSICO COMO TAMBIÉN DEL SUFRIMIENTO MORAL.
LOS ANALGÉSICOS Y LA MEDICINA PALIATIVA POR UN LADO, Y EL CONSUELO MORAL, LA COMPAÑÍA, EL CALOR HUMANO Y EL AUXILIO ESPIRITUAL, POR OTRO, SON LOS MEDIOS QUE ENALTECEN LA DIGNIDAD DE LA MUERTE DE UN SER HUMANO QUE SIEMPRE, AUN EN EL UMBRAL DE LA MUERTE, CONSERVA LA MISMA DIGNIDAD.
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