PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

miércoles, 25 de septiembre de 2013

REFLEXIONANDO SOBRE NUESTRO DUELO

HACE UNOS DÍAS SE CUMPLIERON NUEVE AÑOS Y MEDIO DEL ASESINATO DE NUESTRO HIJO. EL TIEMPO HA IDO PASANDO, DE MANERA IMPLACABLE, Y NOS ENCONTRARMOS EN LA RECTA DEL DÉCIMO ANIVERSARIO DE SU AUSENCIA INJUSTA Y TERRIBLE.

Cuando me pongo a pensar en todos estos días, meses y años transcurridos, lo primero que llega a mi mente es una sensación de incredulidad. Los recuerdos se desdibujan y la vida pasada se muestra muy parecida al sueño; pero también constato que está dividida en dos: el antes y el después de ese hecho tan traumático. Ya nada ha vuelto a ser igual.

Compruebo que el dolor lacerante, la angustia irredimible, la pena negra y honda, el sufrimiento continuado se han ido diluyendo. Ahora queda un mar de serenidad (conseguida, eso sí, con un denodado esfuerzo por no dejarnos llevar por la rabia, la pena destructiva o el odio feroz, el victimismo o el derrotismo) y un poso de tristeza por lo que no pudo ser, por los abrazos y la vida que no pudimos seguir compartiendo. 

Poquito a poco hemos ido aprendiendo a reír más, y a disfrutar de lo bueno que va apareciendo. También a mirar el día a día y lo cotidiano con los que queremos como un regalo precioso que mimar; tristemente hemos aprendido que puede desaparecer en un instante. Sin embargo, cada pena nueva grande o cada gran alegría tienen un eco especial en el fondo de nuestras almas: el de no poder compartirla aquí con Rodrigo. Y, asimismo, hay determinadas circunstancias: aniversarios, fechas familiares, cumpleaños, situaciones que nos recuerdan los hechos traumáticos de su muerte… que reactivan una parte del duelo y del estrés postraumático que parecía superada, pero que estaba sólo agazapada. Del mismo modo, un nuevo duelo, aun siendo de menor magnitud, la revive inmediatamente y la suma a las nuevas fases.

Finalmente, el paso del tiempo nos ha obligado a enfrentar las realidades que antes nos dábamos permiso para eludir y que nos estaban esperando, con mucho trabajo emocional añadido que también hemos ido haciendo. Para los ajenos a este tipo de dolor, ha pasado ya muchísimo tiempo y no hay disculpa alguna que nos ampare. Todo lo contrario, parece que seguir añorando a nuestro hijo es un signo de debilidad de carácter, de psique patológica o de mala gestión de nuestras vidas.

Nosotros, sin embargo, seguimos adelante sin prejuicios, viviendo cada momento como mejor nos va pareciendo. Seguimos, aunque las obligaciones nos dejan menos tiempo, leyendo cuanto podemos sobre el tema, haciendo meditación con hemi-sync y hablando de nuestro hijo añorado. Cada día dará la medida de lo que queda por venir.

COMO REFLEXIÓN FINAL LO QUE NOS DICE EL DR. PHIL MCGRAW, EN UNA DE SUS CONFERENCIAS:

EL DOLOR POR LA PÉRDIDA NO ES UN SENTIMIENTO QUE PERMACERÁ SIN CAMBIO POR EL RESTO DE TU VIDA.

NO ES EL EQUIVALENTE DE UNA CADENA PERPETUA (AUNQUE A VECES PUEDE PARECERLO).

DEBES CREER QUE SUPERARAS ESTA ÉPOCA PARALIZANTE Y MANTENER LA ESPERANZA DE QUE EL DOLOR EVOLUCIONARÁ Y AMINORARÁ.

DEBES SER PACIENTE CONTIGO MISMO, PERO TAMBIÉN RECONOCER QUE SOLO TÚ PUEDES TOMAR LA DECISIÓN DE PONERTE DE PIE, PONER UN PIE DELANTE DEL OTRO Y CONTINUAR CON TU VIDA. 

DEBES RESPONSABILIZARTE DE ACERCARTE A LAS PERSONAS Y A LAS DEMÁS PARTES DE TU VIDA QUE APRECIABAS ANTE DE TU DIFÍCIL PÉRDIDA. 

Es una colaboración de: M.J.D.P.

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