La voluntad es la piedra angular del éxito en la vida y uno de los más notables rasgos de la personalidad: hace al ser humano rico espiritualmente y le permite lograr sus objetivos.
Pero la voluntad, necesita ser educada, no se alcanza porque sí, sino tras luchar por cosas pequeñas, una y otra vez.
El Dr. Enrique Rojas (Catedrático de Siquiatría en Madrid y director del Instituto Español de Investigaciones Siquiátricas, pertenece a la generación de médicos humanistas que tanta tradición han tenido en España y en el resto de Europa) en el prólogo de su libro "La conquista de la voluntad" expresa conceptos que nos parecieron importantes compartir.
"... La voluntad es casi tan importante como la inteligencia. Cuando esta ha adquirido fuerza y vigor, nos ayuda en el empeño de conseguir los ideales de la juventud y también los de la madurez, a continuar hacia delante cuando surgen dificultades y los vientos son contrarios a nuestros deseos(...) La voluntad es el cauce por donde se afirman los objetivos, los propósitos y las mejores esperanzas. Sus dos ingredientes para ponerla en marcha son la motivación y la ilusión. La primera arrastra con su fuerza hacia el porvenir, la segunda es la alegría de llevar los argumentos de la existencia hasta el final.
Entre la motivación y la ilusión radica la razón de proponerse mejorar en cuestiones pequeñas: es decir, hago lo que debo, aunque me cueste, aunque no lo entienda en ese momento. Debemos aprender a desatender esas voces interiores que nos quieren llevar sólo a lo que nos apetece o nos gusta, o hacia lo que nos pide el cuerpo, alejándonos del trayecto adecuado (...) No sólo se consigue tener voluntad superando los problemas momentáneos, sino que la clave está en la constancia, en no abandonarse. Primero dar un paso, y luego otro, y más tarde, un esfuerzo suplementario.
De ahí surgen y allí es donde se forjan los seres humanos de una pieza, los que saben saltar por encima del cansancio, la dificultad, la frustración, la desgana y los mil y un avatares que la vida trae consigo.
El que lucha está siempre alegre, porque ha aprendido a dominarse, por eso se mantiene joven.
Todo lo que es trascendente, cuesta lograrlo, pero vale la pena vencer la resistencia y perder el miedo al esfuerzo. Hay que aprender a subir poco a poco, aunque sea unos metros y no nos encontremos en las mejores condiciones.
La voluntad recia, consistente y pétrea es la clave del éxito de muchas vidas y uno de los mejores adornos de la personalidad; hace al ser humano valioso y lo transporta donde los sueños se hacen realidad".
Todo tiempo tiene sus características, sus problemas, sus males y vicios, pero en muchos seres también anidan las fuerzas necesarias, capaces de producir los pequeños cambios y transformaciones sociales y personales.
Todos los seres humanos tenemos un capital propio, inalienable y poderoso, la voluntad como fuerza posible de desarrollarse, desplegarse y generar avances. Este compromiso de modificar nuestra conducta, nuestra personalidad a partir de la convicción profunda de un cambio que obedece a la evolución de la conciencia, cuenta con la importante herramienta de la voluntad, que se vivificará cobrando su verdadero brillo en función del dinamismo, la constancia y la firme decisión de hacer las cosas bien, que tengamos.
El verdadero objetivo de la voluntad es conseguir la victoria sobre uno mismo, que abre las puertas para la conquista del autodominio, a través del cual controlamos nuestras pasiones, nuestro carácter y nos fortalecemos con aquellas actividades y compañías que nutren el espíritu.
En este sentido podemos afirmar que no se es más libre cuando se hace lo que se quiere, lo que más gusta, sino cuando se tiene capacidad de elegir aquello que nos hace más persona, cuando se aspira a lo mejor y para ello hay que tener una cierta visión del futuro, de aquello que nos conviene para nuestro propia evolución espiritual. Porque la aspiración final de la voluntad es perfeccionar, no transcurrir silenciosamente, sino ser herramienta útil que nos permita dignificarnos como personas para honrar la vida cada día, con alegría y renovadas esperanzas.
"La voluntad es una fuerza que está por encima de toda comodidad, y donde ella impera no hay fuerza que la reduzca ni obstáculo que la detenga".
La voluntad, debe ser concebida como la fuerza que posibilita las transformaciones en la vida del ser humano.
La voluntad es una aspiración que exige una serie de pequeños ensayos y esfuerzos, hasta que una vez educada, se afianza y produce sus frutos.
Para educarla, en primer lugar hay que huir del culto al instante, al facilismo, a la inmediatez, aspectos estos característicos de un mundo actual que los premia y los favorece.
Debemos renunciar a la satisfacción que nos produce lo urgente. Lo inmediato puede superarse y rebasarse cuando existen otros planes a los que nos hemos adherido y que han sido incluidos dentro de nuestro proyecto de vida, el cual no se improvisa, por el contrario, se diseña.
La voluntad es determinación, firmeza en los propósitos, solidez en los objetivos y ánimo ante las dificultades.
La educación de la voluntad debe estar edificada sobre la alegría, que nos conducirá poco a poco a ser mejores. Pero no hay que confundir los cambios que podamos producir, con hacer grandes gestas, cosas increíbles, ni renuncias extraordinarias.
El ser humano con poca voluntad está amenazado porque lentamente se vuelve más frágil y cualquier contratiempo, por pequeño que sea, lo hace desviarse del camino a seguir.
De allí la importancia de educar la voluntad para ser artífices del cambio y no víctimas de arrebatos, desganas e indiferencia.
Para educarla es importante partir de una fuerte y clara motivación y de un orden. La vida ordenada produce tranquilidad y sosiego. Por eso, cuando alguien se va acostumbrando a aplazar las tareas previstas, no se da cuenta de que por ese camino acabará debilitando su voluntad y que cada vez se verá más incapaz de sobreponerse a los momentos difíciles y de cansancio.
La constancia constituye otro de los pilares de la voluntad. En la vida humana, el binomio orden-constancia es inseparable y habita en el ser humano con voluntad, el cual está gobernado por una capacidad de perspectivas amplias, de ver a lo lejos, pero sin variar fácilmente los objetivos propuestos.
La alegría es otro aspecto que favorece la construcción de la voluntad.
Puede ser un sentimiento legítimo cuando se ha logrado alcanzar una meta prevista, en cualquier aspecto de la vida. Esta alegría opera como nuevo estímulo para la adquisición de nuevos logros, nuevos objetivos.
La alegría lentamente se va transformando en felicidad cuando el ser humano comprueba de qué manera puede moldear su personalidad errónea para lograr pequeños cambios que lo gratifiquen y lo conduzcan a la autorrealización personal.
El Dr. Enrique Rojas (Catedrático de Siquiatría en Madrid y director del Instituto Español de Investigaciones Siquiátricas, pertenece a la generación de médicos humanistas que tanta tradición han tenido en España y en el resto de Europa) en el prólogo de su libro "La conquista de la voluntad" expresa conceptos que nos parecieron importantes compartir.
"... La voluntad es casi tan importante como la inteligencia. Cuando esta ha adquirido fuerza y vigor, nos ayuda en el empeño de conseguir los ideales de la juventud y también los de la madurez, a continuar hacia delante cuando surgen dificultades y los vientos son contrarios a nuestros deseos(...) La voluntad es el cauce por donde se afirman los objetivos, los propósitos y las mejores esperanzas. Sus dos ingredientes para ponerla en marcha son la motivación y la ilusión. La primera arrastra con su fuerza hacia el porvenir, la segunda es la alegría de llevar los argumentos de la existencia hasta el final.
Entre la motivación y la ilusión radica la razón de proponerse mejorar en cuestiones pequeñas: es decir, hago lo que debo, aunque me cueste, aunque no lo entienda en ese momento. Debemos aprender a desatender esas voces interiores que nos quieren llevar sólo a lo que nos apetece o nos gusta, o hacia lo que nos pide el cuerpo, alejándonos del trayecto adecuado (...) No sólo se consigue tener voluntad superando los problemas momentáneos, sino que la clave está en la constancia, en no abandonarse. Primero dar un paso, y luego otro, y más tarde, un esfuerzo suplementario.
De ahí surgen y allí es donde se forjan los seres humanos de una pieza, los que saben saltar por encima del cansancio, la dificultad, la frustración, la desgana y los mil y un avatares que la vida trae consigo.
El que lucha está siempre alegre, porque ha aprendido a dominarse, por eso se mantiene joven.
Todo lo que es trascendente, cuesta lograrlo, pero vale la pena vencer la resistencia y perder el miedo al esfuerzo. Hay que aprender a subir poco a poco, aunque sea unos metros y no nos encontremos en las mejores condiciones.
La voluntad recia, consistente y pétrea es la clave del éxito de muchas vidas y uno de los mejores adornos de la personalidad; hace al ser humano valioso y lo transporta donde los sueños se hacen realidad".
Todo tiempo tiene sus características, sus problemas, sus males y vicios, pero en muchos seres también anidan las fuerzas necesarias, capaces de producir los pequeños cambios y transformaciones sociales y personales.
Todos los seres humanos tenemos un capital propio, inalienable y poderoso, la voluntad como fuerza posible de desarrollarse, desplegarse y generar avances. Este compromiso de modificar nuestra conducta, nuestra personalidad a partir de la convicción profunda de un cambio que obedece a la evolución de la conciencia, cuenta con la importante herramienta de la voluntad, que se vivificará cobrando su verdadero brillo en función del dinamismo, la constancia y la firme decisión de hacer las cosas bien, que tengamos.
El verdadero objetivo de la voluntad es conseguir la victoria sobre uno mismo, que abre las puertas para la conquista del autodominio, a través del cual controlamos nuestras pasiones, nuestro carácter y nos fortalecemos con aquellas actividades y compañías que nutren el espíritu.
En este sentido podemos afirmar que no se es más libre cuando se hace lo que se quiere, lo que más gusta, sino cuando se tiene capacidad de elegir aquello que nos hace más persona, cuando se aspira a lo mejor y para ello hay que tener una cierta visión del futuro, de aquello que nos conviene para nuestro propia evolución espiritual. Porque la aspiración final de la voluntad es perfeccionar, no transcurrir silenciosamente, sino ser herramienta útil que nos permita dignificarnos como personas para honrar la vida cada día, con alegría y renovadas esperanzas.
"La voluntad es una fuerza que está por encima de toda comodidad, y donde ella impera no hay fuerza que la reduzca ni obstáculo que la detenga".
La voluntad, debe ser concebida como la fuerza que posibilita las transformaciones en la vida del ser humano.
La voluntad es una aspiración que exige una serie de pequeños ensayos y esfuerzos, hasta que una vez educada, se afianza y produce sus frutos.
Para educarla, en primer lugar hay que huir del culto al instante, al facilismo, a la inmediatez, aspectos estos característicos de un mundo actual que los premia y los favorece.
Debemos renunciar a la satisfacción que nos produce lo urgente. Lo inmediato puede superarse y rebasarse cuando existen otros planes a los que nos hemos adherido y que han sido incluidos dentro de nuestro proyecto de vida, el cual no se improvisa, por el contrario, se diseña.
La voluntad es determinación, firmeza en los propósitos, solidez en los objetivos y ánimo ante las dificultades.
La educación de la voluntad debe estar edificada sobre la alegría, que nos conducirá poco a poco a ser mejores. Pero no hay que confundir los cambios que podamos producir, con hacer grandes gestas, cosas increíbles, ni renuncias extraordinarias.
El ser humano con poca voluntad está amenazado porque lentamente se vuelve más frágil y cualquier contratiempo, por pequeño que sea, lo hace desviarse del camino a seguir.
De allí la importancia de educar la voluntad para ser artífices del cambio y no víctimas de arrebatos, desganas e indiferencia.
Para educarla es importante partir de una fuerte y clara motivación y de un orden. La vida ordenada produce tranquilidad y sosiego. Por eso, cuando alguien se va acostumbrando a aplazar las tareas previstas, no se da cuenta de que por ese camino acabará debilitando su voluntad y que cada vez se verá más incapaz de sobreponerse a los momentos difíciles y de cansancio.
La constancia constituye otro de los pilares de la voluntad. En la vida humana, el binomio orden-constancia es inseparable y habita en el ser humano con voluntad, el cual está gobernado por una capacidad de perspectivas amplias, de ver a lo lejos, pero sin variar fácilmente los objetivos propuestos.
La alegría es otro aspecto que favorece la construcción de la voluntad.
Puede ser un sentimiento legítimo cuando se ha logrado alcanzar una meta prevista, en cualquier aspecto de la vida. Esta alegría opera como nuevo estímulo para la adquisición de nuevos logros, nuevos objetivos.
La alegría lentamente se va transformando en felicidad cuando el ser humano comprueba de qué manera puede moldear su personalidad errónea para lograr pequeños cambios que lo gratifiquen y lo conduzcan a la autorrealización personal.
En esto radica la felicidad que brinda la conciencia de estar en el camino correcto, de hacer aquello que entendemos que es lo que se debe hacer a pesar de las dificultades, de ciertas opiniones, de los contratiempos y limitaciones de la vida moderna. Aprendamos entonces a fortalecer nuestra voluntad y con ella, unir nuestros pensamientos a todo lo que sea superior, en armonía con las leyes universales.
"La voluntad enérgica y disciplinada es todopoderosa. Cada persona debe conquistarse antes a sí misma, es decir, educar su voluntad a fin de poder vencer en los combates de la vida.
"La voluntad enérgica y disciplinada es todopoderosa. Cada persona debe conquistarse antes a sí misma, es decir, educar su voluntad a fin de poder vencer en los combates de la vida.
Y estos combates, los más frecuentes y de mayor trascendencia, son los que debemos librar individualmente para la conservación y el restablecimiento de nuestra salud integral: del cuerpo y del espíritu".
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