La incertidumbre: ¿cómplice o enemiga?
Dice Jorge Bucay que el problema más difícil de tratar en estos tiempos es la incertidumbre; que lo que más nos angustia es no tener un mundo predecible, para actuar en consecuencia. Según este psiquiatra y escritor, el mundo de las cosas ciertas se terminó en torno a 1970.
Dice Jorge Bucay que el problema más difícil de tratar en estos tiempos es la incertidumbre; que lo que más nos angustia es no tener un mundo predecible, para actuar en consecuencia. Según este psiquiatra y escritor, el mundo de las cosas ciertas se terminó en torno a 1970.
Sean o no del todo ciertas las reflexiones de este pensador de pautas para lograr la felicidad, sí que es verdad que, si en algo nos acecha la incertidumbre, es en relación a la tarea de educar a nuestros hijos. Esa presión constante de no saber si estamos en el buen camino en nuestra misión de educadores, unas veces nos da aliento y otras nos ahoga.
Nos da aliento porque hace que estemos permanentemente en guardia, buscando nuevas fórmulas afectivas para llegar con más certeza al corazón de nuestros niños y jóvenes; de nuestros hijos o alumnos. Pienso que la lucha contra la incertidumbre puede ser ese reto ilusionante que nos obliga a estar al día. Debemos acompañar a nuestros hijos en ese trabajo diario, serio y responsable que hace que se acorten las distancias entre lo incierto y lo real.
Ahora que se acercan fechas muy importantes para nuestros hijos en etapa de formación, no debemos olvidar que los alumnos menos preocupados por los resultados son aquellos que han practicado aquello de “Estudiar todos los días, a la misma hora, en el mismo sitio y durante el mismo tiempo” Volviendo al hilo de las afirmaciones del Maestro Bucay, entiendo que el margen de incertidumbre para estos chicos será menor que para aquellos que no se han tomado el estudio bajo la bandera de la constancia y del esfuerzo diario.
Es la reflexión que debemos hacernos junto a nuestros hijos si los resultados no son satisfactorios. Hay que hacerles caer en la cuenta de que, si realmente no se trabajó lo suficiente en cantidad y en rigor, el resultado estaba cantado.
Acompañar a nuestros hijos en la reflexión seria de medir el esfuerzo personal frente a las exigencias, es enseñarles a ser honestos con ellos mismos; a ser honrados. Y la honestidad y la honradez son valores que imprimen carácter; que marcan para toda la vida al ser humano.
Acompañar a nuestros hijos en la reflexión seria de medir el esfuerzo personal frente a las exigencias, es enseñarles a ser honestos con ellos mismos; a ser honrados. Y la honestidad y la honradez son valores que imprimen carácter; que marcan para toda la vida al ser humano.
Nos incumbe como educadores quitar la máscara que a veces tienen los estudiantes de pensar que han trabajado lo suficiente, porque se han dado el atracón del último mes. Decirles desde el cariño que les tenemos que la incertidumbre, a veces, es el fruto del trabajo hecho bajo mínimos; es enseñarles que hay que ser rigurosos con uno mismo.
Es verdad que vivimos en un mundo incierto, de consecuencias imprevisibles. Pero también es cierto que, a menor conocimiento, mayor incertidumbre.
La incertidumbre, el miedo a los resultados se debe reducir siempre que sea posible, a base de formación y de la adquisición de conocimientos. Este sistema educativo tan benevolente es una trampa que puede ser mortal. O que ya lo está siendo. Es similar a quien te enseña primero su cara más amable, para luego, cuando ya te has familiarizado con ella, mostrarte su rostro más doliente.
Nos ha tocado educar contra corriente. No están de moda, ni las buenas maneras, ni el trabajo a conciencia; ni siquiera están de moda los sentimientos. Como si amar ya no se usara. Pero a nuestros chicos les aguarda una sociedad en que, valores y contravalores mantienen una lucha férrea. Leyendo de nuevo las reflexiones de Jorge Bucay, me pregunto:
¿Será que la incertidumbre radica, realmente, en no saber quién va a ganar esta guerra, que parece una batalla perdida?
Trabajemos todos, desde nuestro sitio, para que nuestros jóvenes se posicionen donde están los valores que les dignifican como seres humanos. Y uno de esos valores es, sin lugar a dudas, el valor del saber, de prepararse a conciencia para que el futuro tenga de incierto, lo justo que le corresponde como tal. Ni un punto más.
Este articulo es una colaboración de J.T.G.
Este articulo es una colaboración de J.T.G.
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