Casi siempre la muerte constituye un acontecimiento doloroso, así como un tema de difícil trato, debemos profundizar respecto de ella y su condición de inevitable y cierta.
Su trascendencia no puede ser ignorada por aquél que tiene el deseo vehemente de conocer y respetar el universo, ya que instituye ésta una realidad intrínseca de todo ser vivo, mientras algunos fallecen otros nacen, sustentándose así vida y muerte.
Ilógico resulta el evitar reflexionar respecto de la muerte, ya que a través de nuestra vida las reglas de nuestra experiencia personal nos van generando conciencia respecto de la misma en el reflejo de nuestro propio envejecimiento, y en la observación de la muerte de nuestros semejantes; lo que nos conduce a convencernos y aceptarla de manera íntima y emotiva, ya que nuestra capacidad de raciocinio nos permite adquirir conciencia del nacimiento y de la muerte, siendo aptos de concebir nuestra propia existencia, es decir en nuestra experiencia vivencial SOMOS, VIVIMOS Y EXISTIMOS, ya que tenemos una experiencia dinámica al razonar y juzgar, por lo que comenzamos a morir una vez nacemos, ya que lo único que nos distancia de la muerte es el tiempo y ésta última se encuentra presente en la vida.
Resulta precisamente la experiencia respecto de la muerte, la que nos revela la temporalidad de la vida respecto de nuestra individualidad, más sin embargo, su permanencia constante en el universo; es lo que nos motiva a determinar nuestras acciones, en la persecución de un modo de vida deseado, y la evidencia de la existencia e inmortalidad del alma, nos hace más llevadera la vida, observando con menor temor tanto la muerte ajena como la propia, siendo conscientes de que vida y muerte son dos estados de manifestación de la materia, la vida es considerada presencia y por el contrario la muerte generalmente se entiende como la ausencia o despersonificación del ser humano.
La condición de morir resulta inherente a la misma vida, más sin embargo, generalmente dejamos que tan importante acontecimiento nos resulte imprevisto, siendo tan importante el nacer en buenas condiciones como preparar la muerte en las más dignas y felices circunstancias posibles, a fin de evitar temor y angustia.
Ilógico resulta el evitar reflexionar respecto de la muerte, ya que a través de nuestra vida las reglas de nuestra experiencia personal nos van generando conciencia respecto de la misma en el reflejo de nuestro propio envejecimiento, y en la observación de la muerte de nuestros semejantes; lo que nos conduce a convencernos y aceptarla de manera íntima y emotiva, ya que nuestra capacidad de raciocinio nos permite adquirir conciencia del nacimiento y de la muerte, siendo aptos de concebir nuestra propia existencia, es decir en nuestra experiencia vivencial SOMOS, VIVIMOS Y EXISTIMOS, ya que tenemos una experiencia dinámica al razonar y juzgar, por lo que comenzamos a morir una vez nacemos, ya que lo único que nos distancia de la muerte es el tiempo y ésta última se encuentra presente en la vida.
Resulta precisamente la experiencia respecto de la muerte, la que nos revela la temporalidad de la vida respecto de nuestra individualidad, más sin embargo, su permanencia constante en el universo; es lo que nos motiva a determinar nuestras acciones, en la persecución de un modo de vida deseado, y la evidencia de la existencia e inmortalidad del alma, nos hace más llevadera la vida, observando con menor temor tanto la muerte ajena como la propia, siendo conscientes de que vida y muerte son dos estados de manifestación de la materia, la vida es considerada presencia y por el contrario la muerte generalmente se entiende como la ausencia o despersonificación del ser humano.
La condición de morir resulta inherente a la misma vida, más sin embargo, generalmente dejamos que tan importante acontecimiento nos resulte imprevisto, siendo tan importante el nacer en buenas condiciones como preparar la muerte en las más dignas y felices circunstancias posibles, a fin de evitar temor y angustia.
Ya que de cualquier forma se vive muriendo y se muere viviendo, hagámoslo de tal manera que resulte digno haber vivido; "si tenemos miedo de morir, es que tenemos miedo también de vivir".
No hay comentarios:
Publicar un comentario