PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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sábado, 11 de diciembre de 2010

LO QUE SIGNIFICA "HAY QUE DEJARLOS MARCHAR"

Hace poco tiempo conocí a una mujer cuyo esposo había fallecido siete meses antes. Entró a mi oficina con lágrimas en los ojos. Tan pronto se sentó, estuvo llorando durante unos cinco minutos.


Permanecí con ella en silencio, respetando su pena, reconociendo la necesidad que tenía de soltar la gran carga que llevaba. Luego le pregunté por la causa de esa tristeza. Con la voz llena de pasión y temor, me dijo que ese día había escuchado un programa en el radio sobre el luto, y esto la había trastornado terriblemente.


El experto hablaba sobre la necesidad que la persona enlutada tenía de despedirse de su ser querido para dejarlo ir. Tan pronto dijo las palabras “dejarlo ir”, comenzó a llorar de nuevo. Y agregó: “nunca olvidaré a mi esposo. Nunca dejaré mis recuerdos de él. ¿Cómo puedo borrar 38 años de amor?”


Era evidente que había entendido mal. Pensó que tenía que desconectarse de todo lo bueno que había tenido con su esposó y empezar de nuevo con la pizarra limpia para poder enfrentarse a su pena. Intenté asegurarle que estaba equivocada.


La pérdida no requiere que olvidemos nuestros recuerdos, más bien hace falta abrazarlos. La pérdida no requiere que dejemos de amar a nuestros seres queridos, sino que encontremos nuevas formas de amarlos. Antes, nuestro amor estaba mediado por la presencia. Ahora, está mediado por la ausencia. Necesitamos aprender a recordarlos y a amarlos aunque no estemos juntos.

Quizás ustedes, como esta mujer, no estén de acuerdo. Pero que hay que dejarlo ir, todo el mundo habla de dejarlo ir. La verdad, me parece, que hace falta también dejarla ir, pero sólo en cierta forma.

Tengo que dejar ir las expectativas y entender que mi vida ya no será como solía ser. Con el paso del tiempo, y a veces de bastante tiempo, tengo que aprender a dejar ir mi dolor, y reconocer y confiar en que puedo estar cerca de mí ser querido sin la presencia del dolor. Tengo que dejar ir la añoranza, y en su lugar sustituirlo con el recuerdo.

Cuando recuerdo, estoy consciente de lo que todavía tengo y puedo rescatar. No me concentro en lo que no tengo, sino en lo que queda. Este proceso de luto puede ser muy difícil. Cada uno de nosotros pasa por un proceso de abrir un nuevo espacio en nuestro corazón.

Los que hemos pasado por la experiencia del luto, hemos sido colocados en el salón de clases de la vida donde debemos aprender un nuevo idioma. Los políglotas saben la cantidad de tiempo, de repetición y de frustración que requiere poder hablar con fluidez un idioma. Es un proceso lento, pero no es insuperable. Lo mismo sucede con el idioma de amar en la separación.

Con la práctica, con apoyo, y con confianza en nuestra capacidad de soportar momentos, días y a veces años de práctica, también nosotros podemos aprender a vivir en un mundo diferente donde los recuerdos de nuestros seres queridos se convierten en una fuente de esperanza y crecimiento propio.

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