"El mundo en el que nos encontramos luego de que nuestro cuerpo deja de sernos útil, existe en una longitud de onda distinta de la que corresponde a la Tierra que conocemos. Los átomos, las partículas de vida o energía que lo componen vibran de acuerdo con una frecuencia infinitamente superior a la de nuestro universo cotidiano. Por esta razón ese lugar queda absolutamente fuera del alcance de los cinco sentidos del hombre común. No obstante, ese mundo es tan real como el mundo en el que estamos acostumbrados a vivir.
La transformación es un proceso misterioso que incluye en sí muchos cambios: la larva que se transforma en mariposa, la crema en manteca, el plomo en oro. De un nivel para el otro una alquimia interior se procesa y, en un instante inesperado, somos mariposa, manteca u oro transformados en una nueva dimensión. La transformación sucede naturalmente a medida que nos entregamos al flujo de la energía divina que todo lo penetra y vivifica".
RELATO DE UN NACIMIENTO DEL "OTRO LADO"
El autor relata lo que ve, situado astralmente en el universo al que vamos cuando morimos. Está acompañado por un guía de ese universo. Existen otras personas reconocidas mundialmente que han tenido experiencias de "viajes astrales" como por ejemplo: San Pablo, Santa Teresa, el filósofo sueco Emanuel Swedenborg, el matemático J.H.M. Whiteman, el ingeniero Robert Monroe, etc...
"Nos acercábamos a un grupo de árboles de imponentes troncos y ramas llenas de follaje. Cuando los rodeamos, se ofreció ante mí un espectáculo inesperado. Mi guía me señaló con la mano, para darme a entender que debíamos detenernos.
Allí había reunida una decena de seres en las más diversas posturas, situados alrededor de un punto que yo no podía distinguir y que parecía estar en medio del círculo que formaban.
Me chocó la variedad de sus vestidos; una chica con traje de campesina, largo y amplio, parecía vestir a la moda del siglo pasado. Sus vecinos llevaban ropas que me parecieron más recientes, aunque bastante curiosas, no sé por qué; quizá por su textura o, sencillamente, por su color. Sólo un hombre, que me pareció de unos cincuenta años, estaba casi desnudo. Un tejido de color azul envolviéndole los riñones le servía de taparrabos.
No brotaba de esos seres ninguna palabra, ningún sonido. Todos ellos parecían absortos en un misterioso trabajo. Algunos, con los ojos cerrados, tenían el aspecto de aquellos a quienes la concentración la meditación acaba por hacer impenetrables.
Todo era serenidad. La naturaleza, exuberante, luminosa y protectora, la profunda calma de estos hombres y mujeres, todo inducía al silencio.
Yo ignoraba el significado de aquella reunión singular. Instintivamente comprendí que mi guía deseaba que me contentase con mirar sin hacer preguntas. Mi espera fue corta. A ras del suelo, en el centro del círculo, surgieron, no sé de dónde, minúsculas chispas blancas. De hecho, me pareció que nacían del mismo centro de la atmósfera, o de la luz extraordinariamente viva, casi palpable, que inunda alimenta todo ese universo. Las chispas se hicieron cada vez más blancas y luego su brillo se empañó ligeramente. De repente, desaparecieron. Por fin me di cuenta de que habían dado lugar a una nube azulada, ovoidal, que se perfilaba progresivamente. Se diría una gran bocanada de humo de cigarrillo en vías de solidificación. Entonces la forma pareció dispersarse.
A partir de ese momento, comprendí que ocurría algo extraordinario. Desde el suelo se desprendía lentamente de la forma brumosa una silueta humana. Otra vez aparecieron algunas chispitas blancas que dieron la impresión de irse cuajando. Ahora podía distinguir con precisión una cara y nos miembros humanos; después aparecieron el busto y el abdomen. Acababa de aparecer ante mis ojos un cuerpo humano completo, desnudo como en el momento de nacer o morir. No era el cuerpo de un niño n i mucho menos. Era el cuerpo gastado y descarnado de una anciana. Yo miraba sus labios que esbozaban una sonrisa ligera y sus ojos que se abrían con esfuerzo, como si acabara de despertar de un largo sueño. Pronunció suavemente una palabra, lanzó una tímida exclamación que no oí con claridad, luego, con gesto de autómata, se tocó la cara con la mano.
Me sentí conmovido sin saber por qué. Había algo punzante, cierto hechizo en el espectáculo de esa anciana que parecía nacer de la nada o del infinito.
Los seres que la rodeaban habían abandonado su mutismo y se apiñaban a su alrededor. Con gozo contenido y mil precauciones la levantaron y la tomaron por debajo de los brazos. Yo los oía decir: "Anda...Anda...".
No me quedó grabado el nombre en la memoria, pero supuse que se trataba de un nombre de pila. Entonces me volví hacia mi guía y, ya fuera a causa de mi mirada interrogativa o mis efervescentes pensamientos dijo:
No me quedó grabado el nombre en la memoria, pero supuse que se trataba de un nombre de pila. Entonces me volví hacia mi guía y, ya fuera a causa de mi mirada interrogativa o mis efervescentes pensamientos dijo:
Acabas de asistir a un nacimiento... ya debes sospechar que este mundo es el que acoge a los seres humanos tras la muerte de su carne. Para llegar hasta aquí esta anciana ha tomado un camino idéntico al tuyo. La única diferencia es que ella ha dejado para siempre su viejo ropaje de huesos y carne. Ha roto las ligaduras que la unían con él. En tu próximo desdoblamiento, cuando aun estés flotando sobre tu cuerpo, fíjate en una especie de cordón umbilical que une tu cuerpo astral a tu cuerpo físico. Ese cordón aparecerá ante tu vista como una delgada cinta plateada. Es lo que los iniciados han llamado siempre el "cordón de plata". Es un lazo infinitamente extensible que durante la vida terrestre mantiene en contacto permanente el cuerpo de luz y el de materia sólida. Solamente la muerte física por accidente, enfermedad o vejez logra romperlo. Has de saber que el momento de la ruptura es para todo ser, sin ninguna distinción, el de la liberación del alma, el de la Energía animadora.
Señalándome con la mano el pequeño grupo que manifestaba un gozo tranquilo y profundo, siguió explicándome:
Señalándome con la mano el pequeño grupo que manifestaba un gozo tranquilo y profundo, siguió explicándome:
Es el momento del reencuentro. Esa anciana está atendida por los miembros de su familia y por sus amigos más íntimos, muertos antes que ella en la Tierra. Su recogimiento de hace un momento era sólo señal de su trabajo. Han utilizado el poder del pensamiento en este mundo infinitamente grande, para guiar al cuerpo astral de la difunta desde la Tierra hasta ellos."
"La narración de este nacimiento en el universo astral, hará reír, sin duda, a muchos. Sin embargo, no hay en este fenómeno nada más que la estricta aplicación de las leyes naturales. Ustedes los humanos, ponen muchas limitaciones a la naturaleza. Déjense llevar con más frecuencia a la observación de las cosas y de los hechos. Sus probetas no lo pueden resolver todo, no pueden cuantificarlo todo... Alrededor de cada planeta, de cada una de las esferas del espacio, hay un mundo como éste. Sabrás que aquí estas en el doble de la Tierra, en lo que corresponde a su cuerpo astral.
Es una zona que se extiende a lo largo de miles de kilómetros sobre la corteza terrestre, sin embargo, ¡ningún cohete entrará aquí! Es una cuestión de vibraciones. ¿Lo entiendes ahora?"
MEUROIS-GIVAUDAN
DEL LIBRO TIERRA DE ESMERALDA
Daniel Meurois-Givaudan:
Titulado por la Facultad de Letras de la Universidad de Lille, Francia, Daniel Meurois es el autor de más de veinte libros, los que - desde 1980 - son leídos exitosamente en el mundo entero. Hasta 1995 en colaboración con Anne Givaudan, ahora solo, Daniel Meurois redacta obras que son verdaderos testimonios sobre, entre otros temas, la aventura de la conciencia humana, la probable pluralidad de los mundos y la concepción holográfica del universo.
DEL LIBRO TIERRA DE ESMERALDA
Daniel Meurois-Givaudan:
Titulado por la Facultad de Letras de la Universidad de Lille, Francia, Daniel Meurois es el autor de más de veinte libros, los que - desde 1980 - son leídos exitosamente en el mundo entero. Hasta 1995 en colaboración con Anne Givaudan, ahora solo, Daniel Meurois redacta obras que son verdaderos testimonios sobre, entre otros temas, la aventura de la conciencia humana, la probable pluralidad de los mundos y la concepción holográfica del universo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario