DESARROLLO DEL CONCEPTO DE MUERTE EN EL NIÑO
Qué entiende el niño por muerte según su edad
A pesar de los estudios que se han realizado sobre el concepto infantil de la muerte, no hay una idea clara de las respuestas de un niño menor de 4 años; sin embargo, para los mayores de esta edad existen algunos conceptos de interés para aquellos que de algún modo directo o indirecto se ven en la necesidad de tratar con la aflicción y el dolor de un niño.
En este sentido, la edad del niño en el momento de la pérdida es el factor más importante debido a que la edad determina su comprensión de la muerte.
CONCEPTO DE MUERTE EN EL NIÑO
MENOR DE 6 AÑOS
Qué entiende el niño por muerte según su edad
A pesar de los estudios que se han realizado sobre el concepto infantil de la muerte, no hay una idea clara de las respuestas de un niño menor de 4 años; sin embargo, para los mayores de esta edad existen algunos conceptos de interés para aquellos que de algún modo directo o indirecto se ven en la necesidad de tratar con la aflicción y el dolor de un niño.
En este sentido, la edad del niño en el momento de la pérdida es el factor más importante debido a que la edad determina su comprensión de la muerte.
CONCEPTO DE MUERTE EN EL NIÑO
MENOR DE 6 AÑOS
El niño menor de 6 años percibe la muerte como separación de sus seres queridos, lo cual le resulta espantoso. Para él el “estar muerto” es una especie de continuidad de la vida, una simple merma de la vitalidad que puede ser interrumpida al igual que el sueño, un fenómeno reversible. Su pensamiento mágico confunde fantasía y realidad; el concepto temporal del "para siempre" de la muerte no existe. Por otra parte, no pueden tolerar tales sentimientos dolorosos durante largos períodos de tiempo, de forma que su aflicción es intensa y breve, a la vez que recurrente.
Entre los 5 y los 9 años más del 60% de los niños personifican a la muerte como a un ser con existencia propia, o la identifican con una persona muerta: la muerte es invisible pero acecha a escondidas en la noche, especialmente en las zonas donde hay cadáveres, como los cementerios.
Entre los 5 y los 9 años más del 60% de los niños personifican a la muerte como a un ser con existencia propia, o la identifican con una persona muerta: la muerte es invisible pero acecha a escondidas en la noche, especialmente en las zonas donde hay cadáveres, como los cementerios.
6 A 12 AÑOS
El niño mayor de 6 años percibe la muerte como un “castigo por malas acciones”; comienzan a aparecer las consecuencias de su educación religiosa, social y familiar.
Sin embargo, la etiología de la muerte no es consistente; sus respuestas van encaminadas a causas específicas más que a procesos generales: flechas, pistolas, cuchilladas, explosiones, ataque al corazón, vejez, etc.
Durante este período hay una auténtica curiosidad por ver lo que ocurre después de la muerte.
REACCIONES DEL NIÑO: SU AFLICCIÓN
LAS REACCIONES DE AFLICCIÓN QUE PRESENTAN LOS NIÑOS SON VARIABLES; USUALMENTE INCLUYEN:
1. Tristeza, depresión.
2. Ansiedad (la ansiedad y la tensión interna pueden adoptar la forma de hiperactividad o de un comportamiento excesivamente activo, inquieto o agresivo).
3. Rabia.
4. Culpa.
5. Desorganización de su comportamiento que puede llegar incluso a la delincuencia.
6. Un sentido de vulnerabilidad e inseguridad personal, aislamiento.
7. Problemas conductuales y trastornos disciplinarios (en casa y en el colegio).
8. Trastornos del sueño, de la atención y de la concentración.
REACCIONES ANTE LA MUERTE DE UN HERMANO
Las reacciones de los niños ante la muerte de un hermano pueden variar desde ninguna respuesta aparente hasta la presencia de pesadillas, agresiones y problemas somáticos (molestias o dolores en el cuerpo); los niños expresan una gran variedad de sentimientos y reacciones aun cuando se mostrasen previamente bien adaptados a la enfermedad de sus hermanos.
Entre las molestias, quejas o comportamientos que pueden presentar, están:
(1) Enuresis (se orina en la cama), que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(2) Jaquecas (dolor de cabeza), que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(3) Deficiente rendimiento escolar, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(4) Fobia escolar (no quieren ir al colegio), que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(5) Depresión, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(6) Ansiedad grave, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(7) Diversas quejas somáticas (dolores, molestias), que aparecen de primera vez o empeoran si antes existían.
(8) Preocupación por la responsabilidad de la muerte del hermano, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(9) Temor de que ellos mismos morirán, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(10) Resentimiento hacia los padres por pasar mucho tiempo con el hermano enfermo.
(11) Enojo con sus padres por dejarle morir, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(12) Preocupaciones con fantasías acerca de la muerte, que aparecen de primera vez o empeoran si antes existían.
Cada una de estas molestias, quejas o comportamientos deberán se tratados (analizados con el niño o con la ayuda de un profesional en duelo) individualmente y paso a paso.
DUELO EN EL ADOLESCENTE
Debido a la mayor madurez de su personalidad, los adolescentes pueden enfrentar en mejores condiciones las consecuencias de la muerte. A diferencia de los niños, no dependen por completo de sus padres para desarrollarse; no obstante, si pierden a uno de estos pueden presentar problemas muy peculiares a causa de la etapa del desarrollo en que se encuentran.
La desaparición de uno de los padres o hermanos no conduce, sin embargo, necesariamente a reacciones patológicas. Las consecuencias del fallecimiento en su desarrollo emocional dependen del nivel de desarrollo que halla alcanzado, la calidad de sus relaciones personales y el grado de madurez que posea antes de la muerte.
EL DUELO COMPLICADO
Variaciones de la respuesta normal a la pérdida de un ser querido
Teniendo en cuenta las variables anteriormente señaladas, y el hecho de que la educación de los adultos en cómo manejar este difícil asunto ha sido casi nula o inexistente, la adaptación de los niños a la pérdida de sus seres queridos puede ser inadecuada en un gran número de casos; estas respuestas inadecuadas (duelo complicado) pueden continuar por años e interferir con su adaptación social y escolar y/o asociarse a problemas psiquiátricos en la vida adulta.
Por otra parte, el proceso de adaptación a la pérdida puede verse retrasado si el niño se ve obligado, además, a defenderse de otros cambios en su vida cotidiana (crisis concurrentes) secundarios a la muerte: cambio de domicilio, ciudad, colegio, amistades, etc.
La muerte de la madre es un factor que puede complicar aún más su situación y retrasar el proceso de cicatrización del duelo. No obstante, la calidad de la relación con el cuidador sustituto del niño es el factor más significativo en determinar el resultado del duelo, incluso más que la misma pérdida.
DUELO EN CASO DE MUERTE POR SUICIDIO
Se trata de uno de los factores de riesgo más reconocidos de duelo complicado en los niños, adolescentes e incluso en adultos. Uno de los aspectos más difíciles es decidir el momento adecuado para hablarle a un niño sobre el suicidio paterno.
El mejor momento para hacerlo es en el de la muerte misma, antes de que los conflictos e inquietudes hayan adoptado la forma de síntomas o problemas de comportamiento y antes de que otros niños lo comenten. Los niños comprenden mejor el asesinato que el suicidio, porque conocen y están familiarizados con sus sentimientos agresivos. Si el padre superviviente opta por mantener el secreto o deformar la realidad de los hechos, el niño se dará cuenta de que "hay algo" que se le oculta o es incongruente con la realidad que aprecia, lo cual levantará una barrera en la comunicación entre padre e hijo, precisamente en un momento en que el niño necesita expresar sus ambivalentes y conflictivas emociones (recordemos el pensamiento mágico del niño).
Muchos niños creen que determinados incidentes inmediatamente anteriores al suicidio -sobre todo quejas de sus padres por su mala conducta, no hacer lo que se les dijo que hicieran, hacer mucho ruido, ser desordenados, etc.- son la causa directa del suicidio.
FACILITANDO EL DUELO NORMAL EN LA INFANCIA
Para ayudar efectivamente al niño a enfrentar saludablemente la muerte de un ser querido es absolutamente imprescindible conocer adecuadamente su proceso normal de aflicción, sus atributos especiales, la concepción de muerte que se corresponde con su edad y desarrollo psicológico, los factores de riesgo y el proceso general para facilitar su enfrentamiento; este proceso debe estar siempre acompañado de un lenguaje sencillo y apropiado a la edad del niño, evitando explicaciones complicadas o que estimulen sus fantasías y concepciones equivocadas de la muerte, facilitando en la medida de lo posible su participación, siempre y cuando éste quiera, en la pena familiar y en los ritos asociados.
Los adultos que quieren consolar a un niño que ha perdido un ser querido deben ser conscientes de la responsabilidad a que se atienen con todo lo que digan o hagan; deben respetar sus sentimientos y la necesidad de expresar su tristeza.
CONSEJOS GENERALES PARA AYUDAR A UN NIÑO A RECUPERARSE DE SU DOLOR
1. Dedíquele tiempo
2. Permanezca a su lado
3. Deja que los demás le ayuden
4. Abandone las ideas preconcebidas
5. Dele la oportunidad de expresarse
6. Anímelo a hacer alguna actividad física
7. Lean un libro juntos
8. Recurra a una escuela de padres o grupo de ayuda-mutua
9. Sea consciente de cuándo buscar ayuda profesional
SIGNOS DE ABUSO EN LOS NIÑOS
Es esencial para los padres, profesores, consejeros, curas y pediatras buscar signos internos (verbales) o externos (físicos) de abuso. Si más de uno de los siguientes signos está presente, deberá reportar los hallazgos sospechosos a las autoridades adecuadas.
Usted debe sospechar abuso si un niño:
• Está habitualmente ausente de la escuela y suele llegar tarde.
• Llega a la escuela muy temprano y la deja muy tarde debido a que no quiere ir a casa.
• Es sumiso, tímido aislado, pasivo o no comunicativo.
• Es nervioso, hiperactivo, agresivo, alborotador o destructivo.
• Tiene un traumatismo no explicado, por ejemplo, raspadura no explicada, una quemadura, cojera, morados.
• Tiene un número inapropiado de traumatismos no explicados, tales como quemaduras en sus brazos o piernas en un período de tiempo.
• Presenta un traumatismo que no es convincentemente explicado.
• Se queja de numerosos golpes.
• Se queja acerca de que “el novio de su madre” le “hace cosas” cuando la madre no está en casa.
• Tiene dificultad para ir al baño.
• Está inadecuadamente vestido respecto al tiempo o estación.
• Viste blusa de mangas largas o camiseta durante el verano (puede cubrir quemaduras o traumas en los brazos).
• Tiene ropa que está sucia, andrajosa o muy pequeña.
• Está sucio, huele feo, tiene mal los dientes, se le cae el pelo o está piojoso.
• Está delgado, caquéctico, continuamente cansado, mostrando evidencia de malnutrición o deshidratación.
• Muy nervioso o temeroso de otros niños o adultos.
• Se le ha dado comida, bebidas o drogas inapropiadas.
• Habla acerca de alguien que le tocas “sus partes privadas”.
SIGNOS DE PADRES ABUSIVOS:
El abuso de los niños debe ser sospechado y reportado por cualquier adulto cuidador si el padre tiene más de uno de los siguientes signos:
• Poca preocupación por los problemas del niño.
• No respuesta a las preguntas del profesor y ausencia de las reuniones con padres de familia.
• Gasta cantidades inusuales de tiempo buscando cuidados médicos para el hijo.
• Explicaciones inadecuadas para el trauma del niño.
• Diferentes explicaciones para el mismo trauma.
• Atribuir la causa del trauma al niño o a un tercero.
• Rechazar el compartir información acerca del niño.
• Respuestas inapropiadas a la gravedad del problema.
• Tendencia a desaparecer.
• Consumo de alcohol o drogas.
• Ausencia de amigos, parientes o vecinos a quién recurrir en tiempos de crisis.
• Tener expectativas no realistas para el niño.
• Prácticas muy estrictas de disciplina.
• Antecedentes de abuso o negligencia en el pasado.
• Llevar al niño a diferentes médicos, clínicas u hospitales por traumas pasados, posiblemente tratando de encubrir el hecho de los traumas repetidos.
• Signos de pérdida de control o temor a perder el control.
• Comportamiento antagónico y hostil cuando habla acerca de los problemas de salud del niño
El niño mayor de 6 años percibe la muerte como un “castigo por malas acciones”; comienzan a aparecer las consecuencias de su educación religiosa, social y familiar.
Sin embargo, la etiología de la muerte no es consistente; sus respuestas van encaminadas a causas específicas más que a procesos generales: flechas, pistolas, cuchilladas, explosiones, ataque al corazón, vejez, etc.
Durante este período hay una auténtica curiosidad por ver lo que ocurre después de la muerte.
REACCIONES DEL NIÑO: SU AFLICCIÓN
LAS REACCIONES DE AFLICCIÓN QUE PRESENTAN LOS NIÑOS SON VARIABLES; USUALMENTE INCLUYEN:
1. Tristeza, depresión.
2. Ansiedad (la ansiedad y la tensión interna pueden adoptar la forma de hiperactividad o de un comportamiento excesivamente activo, inquieto o agresivo).
3. Rabia.
4. Culpa.
5. Desorganización de su comportamiento que puede llegar incluso a la delincuencia.
6. Un sentido de vulnerabilidad e inseguridad personal, aislamiento.
7. Problemas conductuales y trastornos disciplinarios (en casa y en el colegio).
8. Trastornos del sueño, de la atención y de la concentración.
REACCIONES ANTE LA MUERTE DE UN HERMANO
Las reacciones de los niños ante la muerte de un hermano pueden variar desde ninguna respuesta aparente hasta la presencia de pesadillas, agresiones y problemas somáticos (molestias o dolores en el cuerpo); los niños expresan una gran variedad de sentimientos y reacciones aun cuando se mostrasen previamente bien adaptados a la enfermedad de sus hermanos.
Entre las molestias, quejas o comportamientos que pueden presentar, están:
(1) Enuresis (se orina en la cama), que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(2) Jaquecas (dolor de cabeza), que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(3) Deficiente rendimiento escolar, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(4) Fobia escolar (no quieren ir al colegio), que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(5) Depresión, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(6) Ansiedad grave, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(7) Diversas quejas somáticas (dolores, molestias), que aparecen de primera vez o empeoran si antes existían.
(8) Preocupación por la responsabilidad de la muerte del hermano, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(9) Temor de que ellos mismos morirán, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(10) Resentimiento hacia los padres por pasar mucho tiempo con el hermano enfermo.
(11) Enojo con sus padres por dejarle morir, que aparece de primera vez o empeora si antes existía.
(12) Preocupaciones con fantasías acerca de la muerte, que aparecen de primera vez o empeoran si antes existían.
Cada una de estas molestias, quejas o comportamientos deberán se tratados (analizados con el niño o con la ayuda de un profesional en duelo) individualmente y paso a paso.
DUELO EN EL ADOLESCENTE
Debido a la mayor madurez de su personalidad, los adolescentes pueden enfrentar en mejores condiciones las consecuencias de la muerte. A diferencia de los niños, no dependen por completo de sus padres para desarrollarse; no obstante, si pierden a uno de estos pueden presentar problemas muy peculiares a causa de la etapa del desarrollo en que se encuentran.
La desaparición de uno de los padres o hermanos no conduce, sin embargo, necesariamente a reacciones patológicas. Las consecuencias del fallecimiento en su desarrollo emocional dependen del nivel de desarrollo que halla alcanzado, la calidad de sus relaciones personales y el grado de madurez que posea antes de la muerte.
EL DUELO COMPLICADO
Variaciones de la respuesta normal a la pérdida de un ser querido
Teniendo en cuenta las variables anteriormente señaladas, y el hecho de que la educación de los adultos en cómo manejar este difícil asunto ha sido casi nula o inexistente, la adaptación de los niños a la pérdida de sus seres queridos puede ser inadecuada en un gran número de casos; estas respuestas inadecuadas (duelo complicado) pueden continuar por años e interferir con su adaptación social y escolar y/o asociarse a problemas psiquiátricos en la vida adulta.
Por otra parte, el proceso de adaptación a la pérdida puede verse retrasado si el niño se ve obligado, además, a defenderse de otros cambios en su vida cotidiana (crisis concurrentes) secundarios a la muerte: cambio de domicilio, ciudad, colegio, amistades, etc.
La muerte de la madre es un factor que puede complicar aún más su situación y retrasar el proceso de cicatrización del duelo. No obstante, la calidad de la relación con el cuidador sustituto del niño es el factor más significativo en determinar el resultado del duelo, incluso más que la misma pérdida.
DUELO EN CASO DE MUERTE POR SUICIDIO
Se trata de uno de los factores de riesgo más reconocidos de duelo complicado en los niños, adolescentes e incluso en adultos. Uno de los aspectos más difíciles es decidir el momento adecuado para hablarle a un niño sobre el suicidio paterno.
El mejor momento para hacerlo es en el de la muerte misma, antes de que los conflictos e inquietudes hayan adoptado la forma de síntomas o problemas de comportamiento y antes de que otros niños lo comenten. Los niños comprenden mejor el asesinato que el suicidio, porque conocen y están familiarizados con sus sentimientos agresivos. Si el padre superviviente opta por mantener el secreto o deformar la realidad de los hechos, el niño se dará cuenta de que "hay algo" que se le oculta o es incongruente con la realidad que aprecia, lo cual levantará una barrera en la comunicación entre padre e hijo, precisamente en un momento en que el niño necesita expresar sus ambivalentes y conflictivas emociones (recordemos el pensamiento mágico del niño).
Muchos niños creen que determinados incidentes inmediatamente anteriores al suicidio -sobre todo quejas de sus padres por su mala conducta, no hacer lo que se les dijo que hicieran, hacer mucho ruido, ser desordenados, etc.- son la causa directa del suicidio.
FACILITANDO EL DUELO NORMAL EN LA INFANCIA
Para ayudar efectivamente al niño a enfrentar saludablemente la muerte de un ser querido es absolutamente imprescindible conocer adecuadamente su proceso normal de aflicción, sus atributos especiales, la concepción de muerte que se corresponde con su edad y desarrollo psicológico, los factores de riesgo y el proceso general para facilitar su enfrentamiento; este proceso debe estar siempre acompañado de un lenguaje sencillo y apropiado a la edad del niño, evitando explicaciones complicadas o que estimulen sus fantasías y concepciones equivocadas de la muerte, facilitando en la medida de lo posible su participación, siempre y cuando éste quiera, en la pena familiar y en los ritos asociados.
Los adultos que quieren consolar a un niño que ha perdido un ser querido deben ser conscientes de la responsabilidad a que se atienen con todo lo que digan o hagan; deben respetar sus sentimientos y la necesidad de expresar su tristeza.
CONSEJOS GENERALES PARA AYUDAR A UN NIÑO A RECUPERARSE DE SU DOLOR
1. Dedíquele tiempo
2. Permanezca a su lado
3. Deja que los demás le ayuden
4. Abandone las ideas preconcebidas
5. Dele la oportunidad de expresarse
6. Anímelo a hacer alguna actividad física
7. Lean un libro juntos
8. Recurra a una escuela de padres o grupo de ayuda-mutua
9. Sea consciente de cuándo buscar ayuda profesional
SIGNOS DE ABUSO EN LOS NIÑOS
Es esencial para los padres, profesores, consejeros, curas y pediatras buscar signos internos (verbales) o externos (físicos) de abuso. Si más de uno de los siguientes signos está presente, deberá reportar los hallazgos sospechosos a las autoridades adecuadas.
Usted debe sospechar abuso si un niño:
• Está habitualmente ausente de la escuela y suele llegar tarde.
• Llega a la escuela muy temprano y la deja muy tarde debido a que no quiere ir a casa.
• Es sumiso, tímido aislado, pasivo o no comunicativo.
• Es nervioso, hiperactivo, agresivo, alborotador o destructivo.
• Tiene un traumatismo no explicado, por ejemplo, raspadura no explicada, una quemadura, cojera, morados.
• Tiene un número inapropiado de traumatismos no explicados, tales como quemaduras en sus brazos o piernas en un período de tiempo.
• Presenta un traumatismo que no es convincentemente explicado.
• Se queja de numerosos golpes.
• Se queja acerca de que “el novio de su madre” le “hace cosas” cuando la madre no está en casa.
• Tiene dificultad para ir al baño.
• Está inadecuadamente vestido respecto al tiempo o estación.
• Viste blusa de mangas largas o camiseta durante el verano (puede cubrir quemaduras o traumas en los brazos).
• Tiene ropa que está sucia, andrajosa o muy pequeña.
• Está sucio, huele feo, tiene mal los dientes, se le cae el pelo o está piojoso.
• Está delgado, caquéctico, continuamente cansado, mostrando evidencia de malnutrición o deshidratación.
• Muy nervioso o temeroso de otros niños o adultos.
• Se le ha dado comida, bebidas o drogas inapropiadas.
• Habla acerca de alguien que le tocas “sus partes privadas”.
SIGNOS DE PADRES ABUSIVOS:
El abuso de los niños debe ser sospechado y reportado por cualquier adulto cuidador si el padre tiene más de uno de los siguientes signos:
• Poca preocupación por los problemas del niño.
• No respuesta a las preguntas del profesor y ausencia de las reuniones con padres de familia.
• Gasta cantidades inusuales de tiempo buscando cuidados médicos para el hijo.
• Explicaciones inadecuadas para el trauma del niño.
• Diferentes explicaciones para el mismo trauma.
• Atribuir la causa del trauma al niño o a un tercero.
• Rechazar el compartir información acerca del niño.
• Respuestas inapropiadas a la gravedad del problema.
• Tendencia a desaparecer.
• Consumo de alcohol o drogas.
• Ausencia de amigos, parientes o vecinos a quién recurrir en tiempos de crisis.
• Tener expectativas no realistas para el niño.
• Prácticas muy estrictas de disciplina.
• Antecedentes de abuso o negligencia en el pasado.
• Llevar al niño a diferentes médicos, clínicas u hospitales por traumas pasados, posiblemente tratando de encubrir el hecho de los traumas repetidos.
• Signos de pérdida de control o temor a perder el control.
• Comportamiento antagónico y hostil cuando habla acerca de los problemas de salud del niño
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