PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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miércoles, 24 de octubre de 2012

"MUERTE"……. UNA PALABRA MALDITA

Si una palabra hay en nuestro diccionario que pueda llamarse maldita, ésta es, sin ningún género de dudas, muerte.
 
Esta aserción puede comprobarse fácilmente si pronunciamos dicho término entre los asistentes a cualquier reunión social. Las reacciones que se producirían podrían ser de este estilo: en un primer momento, sólo con escucharla, una buena parte de los presentes no podrá evitar sentir como automáticamente se les eriza el vello de la piel; a otros traerá a la memoria reminiscencias dolorosas, cercanas o lejanas, referidas a la pérdida de seres queridos; habrá también quien sienta un involuntario estremecimiento al evocar cierta película vista últimamente, en la cual se mostraban algunas supuestas escenas con las inquietantes situaciones que, se especula, puede ocultar esa temida frontera; y hasta es posible, incluso, que alguien de los presentes considere que el sólo hecho de evocar un tema tan "desagradable", es un signo de muy mal gusto.
 
Pero como sucede con toda palabra maldita, también ésta tiene su contraparte morbosa, de tal manera que es bastante probable que entre ese mismo colectivo surja la voz de quien diga que puesto que ha surgido un tema tan interesante, es una buena oportunidad para comenzar a contar historias de miedo, de fantasmas y aparecidos, sobre todo si la reunión social ha llegado ya, como suele ser habitual, a altas horas de la madrugada. Finalmente, podría suceder - ¿por qué no? - que alguna voz se alzase representando una postura más constructiva, racional o lógica - y por eso mismo, más rara - manifestando que éste es un tema cuyo debate, estudio e investigación merecen las mayores atenciones y que, por tanto, se debería enfrentar como cualquier otro aspecto de la realidad todavía en gran parte desconocido por el género humano; es decir, tendría que ser abordado sin preconceptos, con rigor, libertad y honestidad.
 
Resulta sorprendente y contradictorio a un tiempo que en una sociedad como la nuestra, supuestamente orientada y educada mayoritariamente bajo presupuestos espirituales religiosos - en los que aparece formando parte de sus contenidos esenciales, la idea de una realidad espiritual trascendente en el ser humano -, el tema de la muerte se haya convertido en un auténtico tabú.
 
Hay muchas culturas y pueblos del mundo en los que el asunto es observado desde un punto de vista diametralmente opuesto al occidental. Entre los integrantes de esas culturas se da una convivencia permanente con la muerte desde la más temprana edad, acontecimiento al que no se orla con tintes dramáticos, espeluznantes u ominosos, sino que se le considera como una parte más del juego de la Naturaleza, un aspecto de la existencia encajado sin contradicciones en una cosmovisión holística, en la que la muerte representa sólo la contraparte necesaria de la Vida.
 

El culto a los antepasados, arraigado entre los hombres desde las comunidades humanas más primitivas - se han encontrado evidencias de estas prácticas ya entre los neandertales -, la relación mágica con el mundo de los muertos mediante la función intermediaria de figuras especiales como los chamanes y, a veces, el acceso individual o comunitario a las experiencias trascendentes mediante la realización de determinadas prácticas y ritos guiados, parte de los cuales incluyen habitualmente la ingestión de plantas alucinógenas con un sentido sagrado, preparan a los seres que forman parte de dichas comunidades para mirar a la muerte cara a cara.
 
Desde un punto de vista filosófico y hasta biológico, es posible aportar numerosas evidencias que apoyan la idea de que la muerte está al servicio de la Vida. Y esto es así porque la muerte permite la renovación de las formas, da oportunidad a que el "fenómeno Vida" se exprese evolutivamente, propiciando la desaparición de las estructuras gastadas, al tiempo que abre espacio para que las mutaciones íntimas se vayan exteriorizando en formas renovadas o más evolucionadas; es decir, mejor adaptadas para manifestar externamente los progresos alcanzados interiormente.
 
Según los estudios e investigaciones realizadas, parece ser que una previa y adecuada mentalización tiene una importancia capital a la hora de afrontar de manera consciente y positiva el misterio de la muerte. Muchos son los testimonios que vienen en apoyo de esta aseveración.
 
LOS HECHOS INDICAN QUE HAY UNA GRAN DIFERENCIA ENTRE ACERCARSE A LA MUERTE DE FORMA CONSCIENTE, A QUE ÉSTA SE PRESENTE POR SORPRESA A QUIEN NO SÓLO NO SE HA PREOCUPADO JAMÁS DE ESTAS CUESTIONES SINO QUE HA CENTRADO SUS INTERESES Y OBJETIVOS VITALES EXCLUSIVAMENTE EN LO INMEDIATO TANGIBLE.
 
Y, ¿EN QUÉ TÉRMINOS SE TRADUCE ESTA DIFERENCIA? PUES EN SITUACIONES SUFRIENTES O AUSENCIA DE SUFRIMIENTO O, SI QUEREMOS DECIRLO DE OTRA MANERA, EN OSCURIDAD O LUZ.

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