LOS PROFESORES GUÍAS
Nunca he trabajado con un sujeto en trance que no tuviera un guía personal. Algunos guías están más presentes que otros en las sesiones de hipnosis. Tengo la costumbre de preguntar a mis clientes si ven o sienten la presencia de un espíritu en la habitación. Si la sienten, normalmente esta presencia es la de su guía protector.
Frecuentemente el cliente nota la presencia de un ente antes de ver un rostro u oír una voz. Las personas que pasan mucho tiempo en estado de meditación están más acostumbradas a estas visiones que aquellos que nunca han pedido la presencia de su guía.
Al darse cuenta de la presencia de estos profesores espirituales, la gente suele sentir una fuerza creadora cariñosa y afable. Por medio de nuestros guías asimilamos más fácilmente la continuidad de la vida y la identidad de nuestra alma. Los guías son figuras indulgentes en nuestra existencia porque forman parte del cumplimiento de nuestro destino.
Los guías son entidades complejas, especialmente si pertenecen al estatus superior. El nivel de comprensión de las almas determina el grado de los guías que se le asignan. De hecho, la madurez de un guía concreto también tiene relación con el hecho de que tenga sólo un estudiante a su cargo o varios. Los guías de estatus medio y superior normalmente dirigen a un grupo de almas tanto en el mundo espiritual como en la Tierra.
Estos guías normalmente reciben la ayuda de otras entidades. Por lo que he podido descubrir, cada grupo de almas suele tener más de un guía de estatus inferior. Así algunas almas tienen varios guías que les ayudan.
Los nombres que mis clientes ponen a sus guías son comunes algunos, otros extravagantes, altisonantes, o incluso grotescos. A menudo el origen de estos nombres puede encontrarse en una vida concreta que el profesor vivió con su alumno. Algunos clientes son incapaces de pronunciar el nombre de su guía porque los sonidos no pueden ser reproducidos, a pesar de que los ven claramente en estado de hipnosis. Yo les digo que es más importante que comprendan la causa de que se les asignen ciertos guías que la pronunciación de sus nombres. A veces las personas utilizan términos genéricos para designar a sus guías, tales como «director», «consejero», «instructor» o simplemente «mi amigo».
Hay que tener mucho cuidado al interpretar la palabra «amigo».
Normalmente cuando un sujeto en trance habla de un amigo espiritual se refiere a un alma compañera o a un alma de su grupo, no a su guía. Las entidades que llamamos «amigos» están en niveles muy cercanos al nuestro. Estos amigos pueden darnos ánimos desde el mundo espiritual cuando nosotros estamos en la Tierra y también pueden acompañamos en alguna vida terrenal.
Uno de los aspectos más importantes de mi trabajo como terapeuta es ayudar a mis clientes, en el nivel consciente, a apreciar el papel de sus guías. Estas entidades nos empujan a llevar una vida correcta con sus técnicas de enseñanza. Las ideas que creemos que surgen de nosotros pueden estar generadas por la preocupación de un guía.
Ellos nos animan durante los períodos más duros de nuestra vida, especialmente cuando somos niños necesitados de consuelo.
Recuerdo un comentario que hizo una de mis clientes cuando le pregunté en qué momento se había dado cuenta por primera vez de la presencia de su guía. «Cuando soñaba despierta —contestó—.
Recuerdo que mi guía estuvo conmigo en el primer día de colegio. Estaba aterrorizada. Se sentó encima de mi mesa para acompañarme y me enseñó el camino al baño porque estaba demasiado asustada para preguntárselo a la profesora.»
El concepto de seres espirituales personalizados se remonta a la prehistoria, a nuestros primeros orígenes como seres pensantes. Los estudios antropológicos realizados en yacimientos arqueológicos prehistóricos nos muestran símbolos totémicos que evocan la proyección de seres individuales. Más tarde, hace unos 5.000 años, cuando surgieron las ciudades- estado, las deidades oficiales se identificaron con la religión del estado. Estos dioses estaban muy lejos de la gente y con frecuencia inspiraban miedo. Por eso las deidades personales y familiares adquirieron gran importancia en la vida diaria de las personas porque les brindaban protección. Una deidad personal servía de ángel guardián a las personas o a las familias y podía invocarse su ayuda en momentos de crisis. Esta tradición ha llegado hasta las culturas actuales.
Tenemos ejemplos de ambas posturas en Estados Unidos. Aumakua es un dios personal en la cultura hawaiana. Los polinesios creen que nuestros ancestros pueden asumir una
Relación personal con su familia en forma de dios humano, animal o pez.
En las visiones o los sueños Aumakua puede a ayudar o regañar a un individuo. En la zona nororiental de América del Norte, los Iroqueses creen en Orenda, una fuerza espiritual que habita en el interior de los hombres y está conectada con un espíritu personal superior del mismo nombre. Este guardián es capaz de resistir los poderes que el mal puede dirigir a un individuo. El concepto de los guardianes de las almas, que actúan como guías forma parte de las creencias de muchas culturas indias norteamericanas. La tribu Zuni en el suroeste
de Estados Unidos mantiene en su mitología tradiciones orales que hablan de seres parecidos a los dioses pero con una existencia personal.
Los llaman «los que hacen y mantienen los caminos de la vida» y los consideran como guardianes de las almas.
Existen otras culturas en el mundo que creen en seres distintos de Dios que les cuidan e interceden en su nombre ante entidades superiores.
Creo que los seres humanos siempre han necesitado figuras antropomórficas por debajo del Dios Supremo que pudieran representar las fuerzas espirituales que había a su alrededor. Cuando las personas rezan o meditan quieren conectar con una fuerza que les es familiar y les inspira. Es más fácil pedir ayuda a una figura que puede ser identificada con claridad por un hombre. En cambio no existen imágenes de un Dios Supremo que conecten directamente con la gente. Sin tener en cuenta las preferencias religiosas y los grados de fe, la gente siempre ha sentido que si había un Dios supremo estaría probablemente muy ocupado para molestarle con problemas individuales. Las personas no suelen sentirse merecedoras de la atención directa de Dios.
Como resultado, las religiones más importantes del mundo han utilizado a profetas que vivieron una vez en la Tierra como nuestros intermediarios con Dios.
Mis clientes me han enseñado cuánto dependen de sus guías espirituales y lo mucho que piden su ayuda durante sus vidas. He llegado a creer que somos su responsabilidad directa, no la de Dios. Estos sabios profesores nos acompañan durante miles de años terrenales y nos apoyan antes, durante y después de nuestras incontables vidas.
He notado que, al contrario que las personas en estado consciente, los sujetos en trance no culpan a Dios por las calamidades de su vida. Mucho más frecuente es que sean los guías de las almas los que aguantan el chaparrón de nuestras insatisfacciones.
A MENUDO ME PREGUNTAN SI LOS PROFESORES-GUÍA SE NOS ASIGNAN AL AZAR O CON ALGÚN MOTIVO CONCRETO.
Es una pregunta muy difícil de contestar.
Los guías parecen asignársenos de una manera ordenada en el mundo espiritual. Creo que esta elección está basada en la adaptación y la integración de sus técnicas de enseñanza a la identidad de nuestras almas.
Por ejemplo he oído que existen ciertos guías jóvenes en cuyas vidas pasadas tuvieron que superar rasgos negativos difíciles a quienes se les asignan almas con las mismas pautas de conducta. Parece que la labor de estos comprensivos guías se evalúa según la eficacia con la que sus enseñanzas inducen a un cambio positivo.
Todos los guías sienten compasión por sus alumnos pero sus técnicas varían. He visto a guías que ayudan constantemente a sus alumnos en la Tierra mientras que otros exigen el trabajo bien hecho con muy poco aliento. Por supuesto, la madurez del alma es un factor importante. Los estudiantes avanzados obtienen menos ayuda que los principiantes. Aparte del nivel de desarrollo, yo he observado que la intensidad del deseo individual es un punto más a considerar en la frecuencia de aparición de nuestro guía y la manera en la que nos ayuda durante nuestra vida.
En cuanto al sexo, no hay una correlación aparente entre sujetos varones o mujeres y guías masculinos o femeninos. En general la gente acepta el sexo de su guía como algo natural. Podría discutírseme que esto es porque los sujetos se han acostumbrado a ellos durante eones de tiempo relativo más que porque asuman que un sexo es más efectivo que otro en ciertos grupos de estudiantes o profesores. Algunos guías parecen tener un género indefinido, lo que apoya la idea de que las almas son realmente andróginas. Uno de mis clientes me dijo: «Mi guía es unas veces Alejandro y otras Alejandra, dependiendo de la necesidad que yo tenga de consejos masculinos o femeninos. »
De todo ello puedo concluir que el procedimiento de la selección de un guía está cuidadosamente estudiado. Cada ser humano tiene asignado al menos un guía de nivel medio o de nivel superior desde su creación. Después, muchos de nosotros heredamos un nuevo guía secundario, como Karla en el caso anterior. He llamado a estos guías profesores en prácticas en el nivel inicial.
Los guías que van a acceder al nivel inicial deben prepararse para su entrenamiento como guías al fina] del nivel III, mientras están en la etapa intermedia alta de su desarrollo. En realidad empezamos nuestro entrenamiento como guías en prácticas mucho antes de llegar al nivel IV: En los niveles de desarrollo más bajos prestamos ayuda a amigos en nuestra vida y apoyamos a nuestros compañeros de grupo en su desarrollo.
Las prácticas de enseñanza de los guías de niveles inicial y medio parecen reflejar la voluntad de los guías superiores de formar una especie de cuerpo de gobierno, parecido a una administración fiduciaria que rija a los guías más jóvenes. Veremos ejemplos del funcionamiento del proceso en los capítulos 10 y 11, en los que se trata el tema de las almas avanzadas.
MICHAEL NEWTON
Extracto del libro: LA VIDA ENTRE VIDAS
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