Precisamente creo que el duelo consiste en eso, en
conectar con nuestra Esencia Divida, esa parte nuestra segura y confiada que sabe con
certeza que el amor perdura, que la vida es solo un sueño y en nuestras manos
está convertirla en algo bello o en el peor de los infiernos como, por ejemplo,
el que viven las personas que tienen siempre el corazón en vilo esperando lo
peor. Esa no es manera de vivir y seguramente viene de lejos, la hemos
heredado, no es una elección consciente, sino una creencia que ha ido pasando
de generación en generación.
El duelo, ese vendaval que se lo lleva todo, es un
excelente pretexto para cambiar y dejar el papel de víctima por otro más feliz.
Sí, es un buen momento para sacarnos de encima todo lo que nos oprime y
quedarnos con lo que somos, ni más ni menos.
A mi me gusta creer que soy una ‘chispita’ de amor
puro, recubierta de mil temores, heridas, pactos y memorias no muy favorables,
la verdad, pero ‘chispita de amor al fin y al cabo. Y en eso estoy, en ir
sacando capas y curando heridas (muchas, como ya he dicho, no son ni mías) con
el propósito de acercarme a esa luz dorada que brilla con intensidad.
Hay días que cunden y adelanto mucho y otros en que me
pierdo y lloro, con un llanto desconsolado, pero mi intención está puesta siempre
en hacer el máximo que pueda para ser feliz.
También me gusta pensar que la muerte, como final, no
existe, que el Universo encierra infinidad de posibilidades y me encanta tener
la certeza de que mi todos mis muertos
están bien, no sé muy bien por dónde anda cada uno, pero sí sé que, de alguna
manera, ellos ya están en casa y, cuando llegue yo, no quiero volver con el
sentimiento de haber echado por la borda mi vida, de no haberla aprovechado, de
no haber reído y querido lo suficiente….
Si estamos aquí, qué mejor que vivir, en vez de
encerrarnos y taparnos con un manto de miedo y angustia. Pase lo que pase
tenemos la capacidad de darle la vuelta y no estamos solos para lograrlo; aquí,
en la Tierra, hay muchísima gente que puede ayudarnos y, del otro lado, ya ni
los cuento. No por nada, ¡sino porque son tantos!
Como todos los caminos, el de dejar de sufrir empieza
con un pasito. No hace falta querer recorrer mucho trecho de una sola vez. No,
más vale tomar consciencia e ir despacio.
OS ANIMO A REALIZAR JUNTOS ESTE VIAJE QUE CONSISTE EN
APRENDER A QUERERSE Y DEJAR DE JUZGAR A NADIE Y, SOBRE TODO, A NOSOTROS MISMOS.
Cada cual hace con su vida lo que puede, cada uno de
nosotros creamos nuestra propia historia y para nosotros es la válida, es la
verdad y es distinta de la de los demás. Podemos, pero no sirve para este viaje
culpar a los otros o a la vida de lo mal que nos sentimos.
SI NO NOS GUSTA NUESTRA HISTORIA EN NUESTRAS MANOS
ESTÁ CAMBIARLA. PARA ESTA AVENTURA ES PRECISO TOMAR LAS RIENDAS, SER SINCEROS
CON NOSOTROS MISMOS Y ACTUAR Y DECIDIR CON EL CORAZÓN, CON LA FUERZA Y LA
VOLUNTAD DE AUTÉNTICOS GUERREROS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario