PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

miércoles, 28 de julio de 2010

LO QUE CUENTA DE VERDAD CUANDO NOS VAMOS


¿Qué es lo que se aprende sobre la vida a partir de las relaciones cercanas que se tienen con la muerte?

Permítanme compartir con ustedes algo que he aprendido: Lo único que cuenta cuando la vida ha terminado, es la personalidad, nuestra filosofía profunda, nuestra esencia en función de nuestro grado de conciencia: la integridad, la compasión, las buenas obras que hemos hecho a lo largo de nuestra existencia.

Lo que un ser humano deja como herencia no se encuentra en su vivienda o en lo elegante de su casa o en lo exitoso de su negocio o cuántas veces apareció su nombre en el periódico, sino en su esencia como persona. Y esto es el fruto de un esfuerzo. No se hereda de los padres; no es un apéndice del nacimiento.

Recuerdo una bella historia. Un zorro hambriento contemplaba unos deliciosos frutos que se encontraban en un jardín, pero para su tristeza no podía encontrar ninguna forma de entrar. Por fin descubrió una apertura por la que pensaba que podría introducirse, pero pronto vio que el hueco era demasiado pequeño para que cupiera por él. “Bueno, pensó, si ayuno durante tres días, podré pasar por ahí”. Así lo hizo; pasó y disfrutó de un banquete con las uvas y todos los demás frutos que había en el jardín. Pero cuando quiso huir antes de que llegara el dueño del jardín, descubrió, para su enorme desgracia, que la apertura no había crecido en lo más mínimo, y nuevamente el hueco era demasiado pequeño para que pudiera salir.

¡Pobre zorro! Nuevamente tuvo que ayunar durante tres días, y cuando por fin escapó, dio un último vistazo de despedida al lugar en el que tanto había disfrutado: “¡Eres un hermoso jardín! ¡Tienes deliciosos frutos! ¡Pero mírame! ¿Qué es lo que me queda ahora que demostré mi astucia?”

Lo mismo sucede con el SER HUMANO.

Los sabios enseñaron: “Un ser humano llega al mundo con los puños cerrados como diciendo que todo le pertenece. Parte con sus manos abiertas como diciendo que no se lleva nada del mundo”.

¡Qué verdad! Nada deja, excepto la marca de su personalidad. Así, el momento de la muerte nos enseña una lección sobre la vida: que para compensar su brevedad debemos elevar su intensidad.

Vivimos para un propósito. Cumplimos con nuestra misión en la Tierra cuando hacemos algo por los demás. Servimos como esposos o esposas; como padres; como hermanos; como hijos; como miembros de una comunidad; como compañeros de trabajo; como amigos. Tenemos un papel que cumplir. Es de lo que se trata la vida.

La muerte enseña muchas lecciones sobre la vida: el poder del recuerdo, la unión familiar, la confusión entre la tristeza y la culpa, pero por encima de todo, nos enseña el valor de la personalidad, nuestras autentica esencia.

Lo único que cuenta cuando la vida ha terminado es la integridad, la compasión, el buen nombre y las buenas obras hechas, que el ser humano deja como su mayor herencia.

La melodía de la vida

La melodía que el ser amado tocó en el piano de nuestra vida
nunca será tocada otra vez de la misma manera,
pero no debemos cerrar el teclado y permitir que el instrumento se llene de polvo.
Tenemos que buscar otros artistas del espíritu,
nuevos amigos que nos ayuden a recorrer el camino.
Sólo así lograremos la conquista de
la aflicción y de la muerte.

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