PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿CÓMO SE OPERA LA SEPARACIÓN DEL ESPÍRITU Y EL CUERPO DURANTE LA LLAMADA MUERTE? (II PARTE)

Caso 2º

De esta breve selección, el segundo caso que presentamos es el de Dimas, un ser humano cuya característica más destacada era que había dispuesto durante aquella existencia a punto de concluir, de facultades mediúmnicas desenvueltas.


Auxiliado por la presencia del espíritu de un familiar muy cercano, bajo cuya influencia - aunque sin ser realmente consciente de ella - el moribundo sentíase reconfortado, una de las entidades espirituales ayudantes en los servicios de desencarnación, comenzó a ejercer influencia magnética, mediante pases dirigidos, sobre el cuerpo del agonizante:



"En primer lugar - refiere André Luiz - insensibilizó enteramente el vago, para facilitar el desligue en las vísceras. Seguidamente, utilizando pases longitudinales, aisló todo el sistema nervioso simpático, neutralizando, más tarde, las fibras inhibidoras del cerebro.



(...) Cómo yo indagase, tímido - comenta André -, por donde iríamos a comenzar, me explicó el orientador:



- Como usted sabe, hay tres regiones orgánicas fundamentales que demandan extremo cuidado en los servicios de liberación del alma: el centro vegetativo, ligado al vientre, como sede de las manifestaciones fisiológicas; el centro emocional, zona de los sentimientos y deseos, ubicado en el tórax, y el centro mental, más importante por excelencia, situado en el cerebro".
Más adelante, tras algunas consideraciones al margen de lo que sucedía en aquellos instantes, el relato continúa en la parte que más nos interesa:
"Aconsejándome cautela en la administración de las energías magnéticas a la mente del moribundo, comenzó a operar sobre el plexo solar, desatando los lazos en los que se localizaban las fuerzas físicas. Con asombro, noté que cierta porción de substancia lechosa se rebosaba del ombligo, flotando cerca.






Se le estiraron los miembros inferiores, con síntomas de enfriamiento."
En estos momentos, el moribundo comenzó a emitir algunos gemidos, circunstancia que puso en alerta a los parientes encarnados que estaban a su cuidado - por completo ajenos, evidentemente, al trabajo invisible que allí se estaba realizando - quienes acudieron presurosos, prestos a ejercer la ayuda que estimaban oportuna, según su entender, en ese momento. Sin embargo:

"Antes de que los familiares entrasen en escena, Jerónimo - el orientador -, con pases concentrados sobre el tórax, relajó los hilos que mantenían la cohesión celular en el centro emotivo, operando sobre determinado punto del corazón, que pasó a funcionar como bomba mecánica, sin regulación. Una nueva porción de substancia se desprendía del cuerpo, del epigastrio a la garganta; pero reparé en que todos los músculos trabajaban fuertemente contra la partida del alma, oponiéndose a la liberación de las fuerzas motrices, en un esfuerzo desesperado, ocasionándole angustias y aflicción al paciente. El campo físico nos ofrecía resistencia, insistiendo en la retención del ser espiritual".



No obstante, los objetivos previstos por los mentores espirituales se cumplieron. Por eso André Luiz concluye:
"Alcanzáramos el coma en buenas condiciones".



Después de un breve tiempo de descanso, el Asistente espiritual, dando paso a la última etapa del proceso, reanuda su intervención, dirigiendo su hacer esta vez sobre el cerebro:
"Concentrando todo su potencial de energía en la fosa romboidal, Jerónimo quebró alguna cosa que no pude percibir con sus detalles - explica André Luiz






-, y una brillante llama violeta-dorada se desligó de la región craneana, absorbiendo instantáneamente la vasta porción de substancia lechosa ya exteriorizada. Quise mirar la brillante luz, pero confieso que era difícil fijarla.... Pero, en breves instantes noté que las fuerzas que examinábamos eran dotadas de movimiento plastificante. La llama mencionada se transformó en una maravillosa cabeza, idéntica en todo a la de nuestro amigo en desencarnación, constituyéndose, después de ella, todo el cuerpo periespiritual de Dimas, miembro a miembro, trazo a trazo. Y a medida que el nuevo organismo resurgía ante nuestra mirada, la luz violeta-dorada, fulgurante en el cerebro, palidecía gradualmente, hasta desaparecer del todo, como si representase el conjunto de los principios superiores de la personalidad, momentáneamente recogidos en un único punto, esparciéndose enseguida a través de todos los escondrijos del organismo periespiritual, asegurando de ese modo la cohesión de los diferentes átomos, de las nuevas dimensiones vibrantes.



Dimas desencarnado, se elevó algunos palmos por encima de Dimas cadáver, apenas ligado al cuerpo a través de un leve cordón plateado, semejante a un sutil elástico entre el cerebro de materia densa abandonado y el cerebro de materia sutil del organismo liberado".



A continuación el recién desencarnado es recibido por el espíritu familiar presente en la estancia, que lo acoge y protege como si fuese alguien que viniendo del exterior, aterido y debilitado tras una larga caminata en un día de temporal frío y ventoso, llegase a un refugio acogedor, confortable y cálido.



Pasemos ahora a transcribir la última parte de este interesante relato:
"Para nuestros amigos encarnados, Dimas muriera enteramente. Para nosotros, sin embargo, la operación era aún incompleta. El Asistente deliberó que el cordón fluídico debería permanecer hasta el día siguiente, considerando las necesidades del 'muerto', aún sin la preparación debida para el desenlace más rápido".

Dejando a Dimas- espíritu en un estado parecido al sueño, al cuidado de la entidad familiar, el Asistente ofrece finalmente las siguientes explicaciones complementarias a su alumno espiritual:



"Mañana cortaremos el último hilo que lo liga a los despojos, antes de conducirlo al abrigo conveniente. Mientras tanto, reposará él en la contemplación del pasado, que se le muestra en una visión panorámica en el campo interior. Más allá de eso, acusa debilidad extrema después del laborioso esfuerzo del momento. Por esa razón, solamente podrá partir en nuestra compañía terminado el enterramiento de los envoltorios pesados, a los cuales se une por los últimos residuos".



Efectivamente, al día siguiente Jerónimo penetró en el recinto familiar donde se velaba el inerte cuerpo de Dimas y tras auscultar al desencarnado que todavía permanecía allí dormido, invisible para los encarnados, al amparo de su familiar, procedió a cortar aquel leve hilo fluídico que hasta entonces unía los despojos materiales y el cuerpo periespiritual.



No está de más que dejemos anotadas aquí algunas informaciones con enseñanzas interesantes sobre este cordón sutil, su naturaleza y sus funciones, según las observaciones que André Luiz realiza durante esta última operación ejecutada por el orientador Jerónimo:



"Tuve la nítida impresión - informa André - de que a través del cordón fluídico, del cerebro muerto al cerebro vivo, el desencarnado absorbía los principios vitales restantes del campo fisiológico... Noté que si el organismo periespiritual recibía las últimas fuerzas del cuerpo inanimado, éste, a su vez, absorbía también algo de energía del otro, que lo mantenía sin notables alteraciones.



El apéndice plateado era una verdadera arteria fluídica, sustentando el flujo y reflujo de los principios vitales en readaptación. Retirada la última vía de intercambio - tras el "corte" del cordón - el cadáver mostró señales, casi de inmediato, de avanzada descomposición".

Caso 3º



El ejemplo del que vamos a ocuparnos ahora se caracteriza por el denodado esfuerzo que Cavalcante, el moribundo, ser de arraigadas convicciones religiosas tradicionales, realiza para oponerse a su desencarnación, a pesar de que su cuerpo presenta un acusado cuadro de desorganización.



Principia el autor espiritual haciendo una extensa y minuciosa observación de los distintos sistemas orgánicos del moribundo, dando cuenta en detalle del elevado deterioro que constata, tras lo cual realiza este importante comentario:



"Reconocía, entretanto, allí, en aquel agonizante que insistía en vivir de cualquier modo en el cuerpo físico, el gigantesco poder de la mente que, en admirable decreto de voluntad, establecía todo el dominio posible en los órganos y centros vitales en franca decadencia".



La situación del moribundo se prolonga durante varios días, hasta que considerando que había llegado el momento oportuno, los técnicos espirituales deciden dar comienzo a los trabajos para la definitiva separación:
"El Asistente, poniendo en práctica recursos magnéticos, intentó propiciarle un sueño suave (para así) sustraerle los temores en auxilio directo, fuera del cuerpo físico. Sin embargo, el moribundo luchó por mantenerse en vigilia. Temía dormir y no despertar, pensaba ansioso".



La mente de Cavalcante permanecía saturada de preocupaciones, derivadas de algunos hechos de su vida en que estimaba no se había comportado adecuadamente con la que había sido su compañera; al mismo tiempo, los temores y las dudas llenaban su imaginación de imágenes torturantes, alimentadas en buena parte por sus creencias religiosas:



"En balde - observa André Luiz -, se procuró prodigar al enfermo la tregua del sueño preparatorio y reconfortalecedor. Cavalcante reaccionaba insistente".
Ante esta situación, el Asistente espiritual ofrece a su alumno esta clarificadora explicación:



"Nuestro amigo no puede soportar por más tiempo la existencia del cuerpo carnal. La máquina se rindió. Dentro de algunas horas, la necrosis ganará terreno y necesitamos liberarlo. Insiste en agarrarse a la carne putrefacta y pide, conmovedoramente, la presencia de la esposa. Ya intentamos auxiliarlo a desprenderse, aflojando los lazos de la encarnación en el plexo solar, pero él reacciona con asombroso poder. Resolví, en vista de eso, abrir pequeños vasos del intestino para que la hemorragia se haga ininterrumpida, hasta la noche, cuando efectuaremos la liberación".



A la llegada la noche, nuevamente los asistentes espirituales se encuentran al lado del enfermo, cuyo estado orgánico se aproximaba al coma:



"El agonizante - comenta André Luiz - inspiraba pena. Se le abrieron los centros psíquicos, en el avanzado abatimiento del cuerpo, y el infeliz pasó a divisar los desencarnados que se encontraban allí, no lejos de él, en la misma esfera evolutiva. No nos identificaba aún la presencia, como sería de desear, pero observaba atemorizado el paisaje interior. Otros enfermos - los cuales ocupaban otras camas dentro de la misma sala del centro sanitario en que Cavalcante se encontraba - lo encaraban ahora amedrentados. Para todos ellos, el colega deliraba de sufrimiento, inconsciente".



Teniendo en cuenta el desesperado deseo y el continuado llamado mental que el moribundo hacía a su esposa para que estuviera presente, a la que había abandonado y con la que se sentía en dolorosa deuda moral, puesto que se culpaba de errores cometidos durante su convivencia con ella, los mentores espirituales deciden contribuir a realizar dicho deseo con el propósito de conseguir apaciguar de alguna manera su pronunciado desasosiego interior.



La esposa, que había muerto hacía poco más de un año - hecho que desconocía el moribundo - y que se mantenía, por cierto, en deplorables condiciones espirituales, es traída a aquel lugar por unos instantes. La presencia del espíritu de la compañera fallecida, percibida por el moribundo debido a la agudización de sus sentidos psíquicos en esos instantes como consecuencia de su debilitamiento orgánico - presencia que él cree, no obstante, una visita física - le reconforta brevemente, descargándose con ella de aquellas antiguas situaciones vividas de las que él se sentía culpable.



Entretanto, el médico que le atiende observa sus reacciones, ajeno a las presencias invisibles, e interpretando que el enfermo está delirando en situación preagónica, toma la resolución de aliviarlo mediante la administración de una "inyección compasiva". La ejecución de esta medida es observada por las entidades espirituales asistentes con franca desaprobación, mas no pueden intervenir. Los resultados de esta acción, en lo visible y en lo invisible, no tardan en presentarse:



"En pocos instantes, el moribundo se calló. Se le enfriaron los miembros lentamente. Se le inmovilizó la máscara facial. Se le pusieron vidriosos los ojos inmóviles.
Cavalcante, para el espectador común, estaba muerto. Entretanto no para nosotros, la personalidad desencarnante estaba presa al cuerpo inerte, en plena inconsciencia e incapaz de cualquier reacción".



El orientador explica a André Luiz las nefastas consecuencias de aquella improcedente decisión médica desde el punto de vista espiritual:



"La carga fulminante de la medicación de descanso, por actuar directamente en todo el sistema nervioso, interesa los centros del organismo periespiritual. Cavalcante permanece ahora pegado a trillones de células neutralizadas, durmientes, invadido él mismo de un extraño sopor que lo imposibilita para dar cualquier respuesta a nuestro esfuerzo. Probablemente sólo podremos liberarlo después de transcurridas más de doce horas".



Efectivamente, no solamente sucedió todo tal y como anunció el orientador, sino que la situación se prolongó aún por más tiempo del que se había previsto en principio, como poco después se relata:



"Solamente nos fue posible la liberación del recién desencarnado cuando ya habían transcurrido veinte horas, después de servicio muy laborioso para nosotros. Aún así, Cavalcante no se retiró en condiciones favorables y animadoras. Apático, somnoliento, desmemoriado, fue conducido por nosotros... demostrando necesitar mayores cuidados".

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