CADA VEZ TE SIENTO MÁS LEJOS. YA NO HABLO CONTIGO CONTINUAMENTE. Y DEBE SER UN DESCANSO PARA TI QUE DEJE DE MOLESTARTE. PERO A MÍ ME DEJA VACÍAS LAS MANOS Y UNA ANGUSTIA EN EL CORAZÓN.
SUPONGO QUE ESTOY SUPERANDO LA ETAPA DE DUELO. O PASANDO A OTRA FASE. YA NO ME HALLO EN ESTADO DE OBSESIÓN. Y TÚ ME DICES QUE ESTO ES LO NATURAL, LO DESEABLE, LO SANO. PERO YO TE AÑORO MUCHO, HIJO. Y NO DEJO DE SENTIRME UN POCO CULPABLE PORQUE LA VIDA SIGUE Y TÚ NO ESTÁS AQUÍ PARA COMPARTIRLA CONTIGO.
Menos mal que mantengo la esperanza y la creencia. Sé que estás muy bien y que volveré a encontrarte. Me has hecho comprender que lo que “te estás perdiendo” de este mundo es una filfa comparado con lo que vives en tu ¿País Azul?. Sin embargo, míranos aquí, sufriendo las miserias materiales de esta tierra y echándote tanto de menos.
La casa se ha vuelto enorme y vacía. G tiene el horario cambiado: duerme por la mañana y luego sale o está a su rollo. Casi siempre en el sótano. Tu habitación y la suya están vacías, extrañas, sin vida. Papá y yo erramos por ellas, vagamos como sombras. G volverá arriba cuando empiece el curso.
Pero tú, hijo, no vas a volver. Es muy duro de admitir. Siempre que esa verdad horrible llega hasta mí es como un puñetazo inesperado, en el plexo, que me deja sin respiración y que duele, duele, duele mucho…
He estado mirando las fotos del último verano juntos, el del 2009 ¡¡hace ya dos años!! Estás tan delgado… Te siento ajeno… como si no fueras tú… ¿Dónde estás, hijo querido? Papá me ha puesto una entrada de saludo en el móvil. Dice “Buenos días, mamá, mamita”. Es la única ocasión que tengo de que me llamen así. Ya sabes que tu hermano me llama “madre” desde hace mucho tiempo. ¿Dónde estás, Rodrigo, que no te siento?
Repaso mi vida. Era sencilla y discreta, como somos nosotros; como conscientemente queremos ser. Nada especial, sólo nuestro cariño, el deseo de lo mejor para vosotros, hijos, pero también discreto. Yo le pedía al cielo que fuerais buenas personas, que encontraseis otras como vosotros para compartir la vida; que el trabajo y la familia os fuesen apacibles; que alcanzaseis la felicidad de la obra bien hecha, de la existencia equilibrada.
No sabía que tú lo ibas a encontrar tan pronto. Porque, bien visto, ya lo has conseguido. Ya te has librado de estos sinsabores. Como tú me transmites, eres afortunado. Te has marchado antes de que la mueca del cinismo marcase su signo en tu cara. Antes de que la desilusión, la traición, la pérdida irreparable, la amargura llegasen a tu alma. Todo te parecía fácil, eras muy vital y optimista. Son cualidades que te servirán también en ese mundo que tanto envidio.
Ojalá pudiera irme. Pero Papá me pide que no le deje aquí solo. Y tiene razón. Ya ha pasado por suficiente dolor. Tu hermano, además, aunque sea muy independiente, no sabe cómo desenvolverse en situaciones nuevas. Aún tiene mucho que evolucionar. Tengo que quedarme un poco más. O mucho, no sé. Lo que me tengan deparado. ¡Me aterra tanto pensar en cuarenta años sin ti!! Recuerdo a mis abuelos. Fue eso lo que esperaron. Mirar a un futuro tan largo me angustia hasta lo indecible, así que he decidido mirar sólo al mañana.
Papá me dice que no me obsesione: que todo llega. Como los embarazos llegan a su término, como se acaban las vacaciones. Como una estación sigue a otra, y un año a otro, llegaremos al final. Y tú saldrás a buscarnos. Y, el pobre, se ha ofrecido voluntario para quedarse solo aquí, como el abuelo. Para que no pase yo por ello. Pero me insiste en que le llame pronto conmigo.
No sé qué decirle cuando me hace esas propuestas tan caballerosas. ¡Como si pudiéramos elegir! -le contesto. El me mira con una sabiduría lejana y me asegura que tú nos ayudarás en esos trances.
Se están yendo las vacaciones, estas extrañas semanas sin viajes, sin ilusiones, sin la alegría de antaño. Empezará un curso nuevo. El primero de Universidad para G. Hemos de alegrarnos por el regalo de tenerle y de compartir, los tres, esta existencia de prueba. Pero no renunciamos a ti, Rodrigo.
NUESTRA FAMILIA SIGUE SIENDO DE CUATRO. ESTARÁS CON NOSOTROS CADA DÍA Y CADA NOCHE, DONDEQUIERA QUE NOS ENCONTREMOS. TE QUEREMOS MUCHÍSIMO, CON TODA NUESTRA ALMA.
HASTA PRONTO, MUY PRONTITO:
MAMÁ
MAMÁ
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