PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE
¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

miércoles, 14 de septiembre de 2011

EL DUELO ES MÁS QUE UN SENTIMIENTO

El duelo no es única y exclusivamente un sentimiento, ni siquiera un sentimiento negativo. Los sentimientos se pueden crear artifi-cialmente utilizando drogas o psicofármacos, por ejemplo, o estimulando eléctricamente determinadas zonas cerebrales.

También se pueden atenuar e, incluso, suprimir mediante la costumbre, la instrucción militar, la mani¬pulación o seccionando fibras nerviosas. Los sentimientos son estados interiores pasajeros, a veces ajustados a una situación externa y a veces no.


Ciertos experimentos con animales demuestran que un gallo enjaulado, por ejem¬plo, puede sentirse furioso, sexualmente satis-fecho o amodorrado en un espacio de quince minutos según los impulsos desencadenantes que se le apliquen. Los seres humanos reac¬cionarían de un modo parecido.

PERO CON EL DUELO OCURRE ALGO DISTINTO. SE HALLA EN LO MÁS PROFUNDO DEL CORAZÓN, EN EL CENTRO ESPIRITUAL Y MENTAL DE LA PERSONA, Y NO EXISTE MAGIA O ENCANTAMIENTO QUE LO PUEDA EXTRAER DE ALLÍ.

Es mucho más que un senti¬miento, es el conocimiento de una pérdida va¬liosa. No hay nada que pueda borrar ese co¬nocimiento. Ni siquiera los narcóticos pueden impedir que vuelva a aparecer cada vez que despertamos.

De la misma manera, no hay nada que pueda deshacer esa pérdida.

Los «objetos sustitutivos» de cualquier tipo acen¬túan con mayor intensidad todavía el carácter insustituible de lo perdido; es más, nada pue¬de devaluar lo valioso. Es justamente en la pérdida donde el carácter valioso queda gra¬bado con supremo dolor en la conciencia.


Este conocimiento acompaña al doliente durante el resto de su vida como un susurro que no puede silenciar, más o menos perceptible se¬gún el momento, pero siempre relatando con melancolía lo que un día fue valioso.


En el primer «umbral» que atravesaremos, colindante con el conocimiento de la pérdida, anida la comprensión de que en nuestra vida ha existido precisamente algo valioso. Este en¬tendimiento inmediatamente posterior a la irrupción de la tragedia alberga ya una semilla de consuelo.

No nos hemos movido en el vacío ni nos hemos quedado aislados, sino que he¬mos vivido en correspondencias cuyas mues¬tras más fascinantes han sido las correspon¬dencias amorosas… Es bueno recordarlas y cerciorarse de que han existido.

¿Por qué es bueno? Porque se trata de otra comprensión importante que se desvela: los hombres tenemos la problemática tendencia a acostumbramos a la riqueza, y también a la ri¬queza interior.


Tan pronto como aparecen las correspondencias de valores, como por ejemplo la vida en pareja, la amistad, la maternidad o la paternidad, nos acostumbramos a nuestros amores y los tratamos como si fueran propieda¬des sobre las que Ostentamos un derecho. Poco a poco, vamos dejando de notar lo mucho que las personas a las que está referida nuestra exis¬tencia la intensifican y nos hacen felices. Sólo cuando nos despedimos de ellas volvemos a ser conscientes de su singularidad.


Entonces, el duelo toma el lápiz rojo y corrige todas esas ideas absurdas sobre derechos. «Todo es un bien prestado, todo es un regalo, la vida entera es un regalo hasta la muerte —escribe el duelo sobre nuestras fantasías de propiedad tacha¬das—. Pero recuerda que tu estás entre los ob¬sequiados.


Has sido afortunado durante años. Yo soy el precio que ahora deberás pagar por ello. Cuanto más cariñosas hayan sido tus rela¬ciones amorosas, más feliz habrás sido con ellas y más amargamente tendrás que llorar ahora por el enorme motivo de satisfacción que tenias.»


LA RIQUEZA NO CONTIENE LA ABUNDANCIA DE AQUELLO QUE, A PESAR DE TODO, TENEMOS QUE DE¬JAR ATRÁS. LA VERDADERA RIQUEZA ES UNA VIDA REALIZADA EN LA ENTREGA Y EN LAS MUCHAS Y MA¬RAVILLOSAS CORRESPONDENCIAS DE VALORES QUE, CUANDO ACABAN, DEBERÁN SER LLORADOS. EN EL DUELO SE REFLEJA NUESTRA RIQUEZA.

POBRE DEL QUE NUNCA HA LLEVADO LUTO POR NADA. NO PUEDE PERDER NADA PORQUE NO HAY NADA POR LO QUE SU CORAZÓN PALPITE. ES EL MÁS POBRE DE NOSOTROS.

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