PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE
¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

domingo, 13 de enero de 2013

FENÓMENOS MEDIÚMNICOS EN EL CATOLICISMO

Los fenómenos paranormales han suscitado siempre gran reticencia en la Iglesia, pero más aún cuando se trata de comunicaciones con los muertos.
 
Ahora bien, esto es precisamente lo que se pide con más frecuencia a los médiums, ser los intermediarios entre nuestro mundo y el del más allá, para darnos alguna noticia de nuestros queridos desaparecidos o para obtener de ellos algunos consejos para nuestra vida actual en esta tierra.
 
Sin embargo, se sabe que un cierto cambio parece abrirse camino poco a poco incluso en el mismo Vaticano. En noviembre de 1996, el Padre Gino Concetti, franciscano colaborador habitual del Osservatore Romano, hacía una declaración muy notable en Italia en la gran agencia nacional de prensa ANSA. Anunciaba que la Iglesia había decidido no prohibir más las experiencias de comunicaciones con los muertos, siempre que se hicieran con una finalidad científica o para consolar a personas en duelo. Recordaba, al mismo tiempo, las normas elementales de prudencia que conviene observar en todas las comunicaciones con el más allá.
 
Más recientemente, la revista L’Actualité des Religions, publicaba un informe sobre estas comunicaciones con los muertos cuyo tono era muy irónico y, finalmente, bajo ciertas condiciones, bastante favorable.
 
Y es que, incluso en el Vaticano, las autoridades religiosas comienzan a comprender que la fe está desapareciendo por todas partes en el mundo, la fe en Dios y la fe en la vida eterna. Por primera vez en la historia de nuestro país, los sondeos de opinión nos revelan que los jóvenes franceses, en su mayoría, no creen en la existencia de Dios. Curiosamente, hay incluso un porcentaje no despreciable de practicantes regulares que no creen en absoluto en una supervivencia personal después de la muerte.
 
Es sin duda una gracia especial de nuestro tiempo el que las Experiencias en la Frontera de la Muerte, tal como las ha estudiado Moody, nos vayan mostrando poco a poco. Los que han llegado a las puertas de la muerte e incluso las han atravesado por un corto instante, son todos unánimes. Se encontraban al otro lado con toda su personalidad y tenían la inmensa felicidad de volver a ver a los que habían querido.
 
Yo creo que es también una segunda gracia que las comunicaciones con los muertos puedan multiplicarse, y por medios cada vez más objetivos, como a través de aparatos electrónicos, magnetofones, altavoces de radio, teléfonos, televisores, ordenadores, etc. Hay ahora suficientes obras que hablan de esto.
 
Los mismos fenómenos se encuentran por otra parte muy frecuentemente dentro de la Iglesia, en los que ella considera «santos». Se conocen los casos célebres del cura de Ars, san Juan-María Vianney o, más recientemente, del Padre Pío. Hay muchas obras accesibles para el que quiera saber más sobre ellos.
 
La Iglesia conoció por otra parte, en el pasado, muchos otros casos parecidos. Son muchos los que ha reconocido como santos y que poseían dones extraordinarios de mediumnidad. La Iglesia posee miles de santos y la vida de la mayoría de ellos supone un número impresionante de fenómenos paranormales de todas clases, éxtasis, levitaciones, predicciones, estigmas, bilocaciones, luminiscencia del cuerpo, calor interno abrasador, visiones, apariciones, curaciones milagrosas… Pero aquí me limitaré a algunos de estos fenómenos que ofrecen caracteres más cercanos a la mediumnidad habitual de nuestros médiums.
 
Ana-Catalina Emmerich, por ejemplo, tenía este don. Es una mística alemana, estigmatizada, muerta en 1824, y bastante conocida en Francia a través de las transcripciones de sus visiones hechas por Clemente Brentano. Desgraciadamente, el escritor Brentano puso mucho de sí mismo en estas visiones y las mezcló con los relatos de otros místicos. Las traducciones francesas, por sus aproximaciones, no mejoraron nada. Sin embargo, los estudios sobre su vida han progresado mucho y han terminado por llevarla a su beatificación.
 
Ana-Catalina Emmerich tenía por tanto ese don de distinguir lo sobrenatural de lo natural, lo sagrado de lo profano. Así que la llevaban reliquias, en primer lugar para saber si eran auténticas, también, eventualmente, para conocer un poco la vida de los santos de quienes procedían. Las veía brillar con una luz especial, que ella sola podía percibir, pero las reconocía también por el olor y por el contacto de la mano derecha. Tenía entonces al mismo tiempo un conocimiento inmediato de toda la vida del santo de que se trataba, con todos los detalles relacionados con su cuerpo al igual que con su alma: su físico, sus vestidos, su psicología, su espiritualidad. Su don se ejercía indiferentemente en estado de vigilia o en estado de éxtasis. Pudo así describir a cantidad de santos de los primeros siglos sobre los que no tenemos prácticamente ningún documento. Veía al mismo tiempo su martirio, podía seguirlos a veces en las catacumbas de Roma. Su ángel de la guarda le hizo ver también reliquias abandonadas, olvidadas, a veces enterradas bajo escombros. Llegó incluso a reconoce fragmentos de la verdadera cruz y de rastros de la sangre de Cristo.
 
Este mismo don con algunas variantes, se encuentra en otra mística alemana, también estigmatizada, muerta en 1962. Ella es especialmente sensible a todo lo que se refiere a la Eucaristía o a la Pasión de Cristo. Un día, como ella pasa delante del altar y no hace genuflexión delante del sagrario, alguien se lo advierte. «El Señor no está ahí, responde ella.» Hecha la comprobación, a pesar de la pequeña lámpara roja cerca del sagrario, éste estaba vacío, en el copón no había hostias consagradas.
 
Habría sin duda que llevar mucho más lejos las comparaciones. Los fenómenos de clarividencia y clariaudiencia se presentan realmente de manera muy similar. En los místicos se manifiestan con una fuerza y una frecuencia increíble. Son probablemente las mismas leyes físicas las que hacen posibles estos fenómenos. Dones mediúmnicos y carismas se encuentran sobreabundantes en los místicos. Desgraciadamente, no siempre han encontrado su lugar en nuestra teología. Hay sin embargo confirmación clamorosa de los milagros de los Evangelios. Exégetas y teólogos harían bien si los tuvieran en cuenta en lugar de declarar con autoridad que solo se trata en este caso de símbolos, invención necesariamente tardía de las primeras comunidades cristianas.
 
Los santos no buscaron ni siquiera desearon estos carismas. Los verdaderos médiums tampoco. Es necesario sin duda desconfiar mucho de los que buscan tales dones, para obtener gloria o provecho. Vale más, en este campo más que en ningún otro, dejarse llevar por Dios.
 
Pero, de todas formas, el más allá no había esperado a nuestros últimos progresos científicos para manifestarse a nosotros. «Desde el principio de los tiempos», según la fórmula consagrada, y en todas las culturas, médiums, chamanes, adivinos, captan con mayor o menos claridad, pero realmente, algo de esos mundos a los que pronto llegaremos todos. Ellos son testigos de esos otros niveles de existencia, de esas otras dimensiones. Ellos nos llaman ya, a través de su don, a superar los límites de nuestras percepciones, a volver a situar nuestra vida en una continuidad que supera con mucho los pocos años que tenemos para vivir en este mundo. Son un punto de interrogación, una llamada a los límites de nuestro saber, una apertura al más allá, al infinito.
 
P. FRANCOIS BRUNNE
 
El padre François Charles Antoine Brune (foto), teólogo y especialista en misticismo oriental y occidental, sacerdote ordenado en 1960, es desde 1987 considerado un observador atento de la investigación psíquica y de la llamada Transcomunicación Instrumental (TCI
 
Conferenciante muy apreciado por estos y otros temas afines, es también autor de muchos libros, entre los cuales están “Los Muertos nos Hablan” y “Línea Directa con el Más Allá”.
 
Graduado por la Sorbonne en Latín y Griego, con cinco años de estudios de pos-graduación en Filosofía y Teología en el Instituto Católico de París y un año adicional en la Universidad de Tuebingen, en Alemania, él posee los más altos grados de Teología, Griego y Hebraico

No hay comentarios:

Publicar un comentario