UNA PÉRDIDA EN EL CÍRCULO CENTRAL FAMILIAR PROVOCA, TANTO EN ADULTOS COMO EN ADOLESCENTES Y NIÑOS, REACCIONES FÍSICAS (NO DUERMEN O NO COMEN), EMOCIONALES (EXISTE TRISTEZA, LLANTO, ENOJO) E INCLUSO ESPIRITUALES (POR EJEMPLO, YA NO CREEN EN DIOS). ESTO AFECTA A CADA UNO EN DISTINTO GRADO, YA QUE NO TODOS SIENTEN LO MISMO.
Sólo el tiempo sanará el dolor que se vive por una pérdida humana, ya sea una muerte inesperada o muerte por enfermedad, y esto dependerá de la relación directa que se tenía con el ser querido.
Las etapas del duelo son una especie de oleadas o ciclos de dolor que se van y regresan a lo largo del tiempo. Es decir, habrá momentos en que hablar sobre el tema siempre será saludable para la persona, y otros en que no deseará hacerlo. Y así, sucesivamente, hasta aminorar el estado de tristeza.
¿VOLVER A LA NORMALIDAD?
El duelo tendrá mejores resultados cuando se busque apoyo (lectura, especialista, amistades, otros familiares, religión) y la mente tenga una dirección; es decir, dirigir el pensamiento hacia otras actividades para dejar a un lado la depresión.
Las emociones son profundas, y aquellas personas que no han sufrido una muerte en su propio entorno (pérdida de los padres, hermanos o hijos) es muy probable que sientan que no saben apoyar a a otros durante el duelo. Sin embargo, la mejor forma de hacerlo es sencilla: escuchar a la persona afectada y evitar emitir opiniones propias.
Las conductas autodestructivas (bebidas alcohólicas, drogas) no alivian el dolor. Este tipo de reacciones sólo llevan a otras situaciones no benéficas para una persona o familiar afectado. Y, a menos que la persona presente algún problema emocional o psicológico más grave, es importante hacerle comprender que las pérdidas de los seres queridos son irremediables y es preferible mantener una buena actitud.
OPORTUNIDAD DE REFLEXIÓN
A simple vista, no es posible recuperarse pronto. Sin embargo, cuando se piensa con serenidad sucede el cambio. Esto puede parecer difícil porque si una persona no se entristece no es bien vista socialmente; se piensa que es fría, finge o es indiferente, lo cual no es verdad en todos los casos.
La gente que se ve optimista refleja entusiasmo (y seguridad) por sonreír y vivir su presente. No hay por qué sentir culpa de volver a reír de manera natural.
Las personas pueden sentir un gran alivio al recordar con alegría a su ser querido ausente, sus palabras o las anécdotas que compartieron.
El proceso del duelo es gradual y dura más en algunas personas que en otras; hay momentos en que, aparentemente, no se disfruta la vida de la misma manera, lo cual es una reacción natural después de una pérdida. De algún modo, el dolor va sanando, aunque el recuerdo sea cada vez más persistente, ya que ambos no tienen relación directa.
LA NAVIDAD Y EL AÑO NUEVO SIN UN FAMILIAR
Serán momentos difíciles las primeras celebraciones (principales) sin el ser querido, como la Navidad, el Año Nuevo, su cumpleaños o su ausencia en festejos de cada miembro de la familia.
Tener una actitud triste o de desánimo no ayudará en el proceso de mejoría interna, y tampoco será un buen ejemplo para la familia. Por el contrario, si la actitud es optimista, se lograrán buenos resultados: sanación, alegría y gozo.
• Compartir imágenes (fotos, vídeos) y hablar (al azar) sobre alguna en particular.
• Cada miembro de la familia puede contar una anécdota con el fallecido que haya dejado huella en su vida.
• Recordar la última Navidad: dónde se sentó, qué le hizo sonreír o llorar, algo simpático.
• Preparar alguna de sus recetas favoritas, mencionar su deporte o sus aficiones y compartir las anécdotas más memorables al respecto.
• Escuchar la música que le agradaba y, por qué no, bailar en su honor.
• Intercambiar regalos y ofrecerlos en su nombre.
• Los niños pueden hacer algún trabajo manual con las fotos de la persona fallecida.
• Los adolescentes (y adultos) pueden mencionar cuáles eran las cualidades que veían en su ser querido y cuáles de éstas desearían que prevalecieran en la familia.
• Al inicio, o al final, ofrecer un aplauso, o bien realizar algún ritual espiritual o religioso.
Si en estas fechas tan emotivas se tienen deseos de llorar, hay que hacerlo, porque es una forma de desahogo. Pero es importante recordar que el llanto con mucho dolor y prolongado provoca daños en la salud física y mental. Siempre será mejor llorar con serenidad y agradecer la oportunidad de haber compartido la vida con la persona que ya no se encuentra cerca.
La letra de la canción My way, que cantaba Frank Sinatra, es precisamente una reflexión sobre la vida y la muerte, donde cada persona vive, finalmente, a su manera.
ALGUNAS IDEAS PARA SUPERAR EL DUELO
• Aun si no deseamos o nos cuesta hablar, hay maneras de expresar las emociones y los pensamientos: escribir un diario, una canción o un poema, o rendir cualquier tipo de tributo a la persona que falleció. Puede ser de manera privada o compartido con otros. Por ejemplo, algo tan simple como colocar su fotografía junto a la decoración navideña, iluminada por una vela.
• Comer alimentos nutritivos.
• Ingresar en un grupo de apoyo.
• Plantar un árbol, o bien participar en una maratón benéfica (por ejemplo, una carrera por el cáncer de mama) en honor al ser amado.
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