A MI HIJO
Quiero hijo que tú entiendas
sin que yo nada te diga
que has vuelto de otras vidas
a vivir para que aprendas.
Que no te engañen tus ojos cuando mires
que no te engañe el corazón cuando sientas,
que eres tú quien pone los colores
y eres tú quien fabrica tus dolores.
Que es tu cuerpo apenas una forma
que recubre los entornos de tu alma,
es igual arriba como abajo
y es igual adentro como afuera.
No preguntes nunca nada,
porque ya lo sabes todo
sólo mira, escucha, siente... y calla,
muy adentro está el silencio
donde la respuesta nunca falla.
No juzgues al traidor
ni castigues al ladrón,
ni hagas galas de perdón
ni de ningún otro don.
No le cuentes a ninguno
que la vida no te asombra,
que te alumbra siempre el sol
y es la luna tu sombra.
Aprende que tu tiempo
está contigo y es ahora,
del pasado ya aprendiste
y en el futuro solo insiste.
Si eres blanco no importa,
si eres negro tampoco,
si eres alto también
que si eres bajo da igual.
Porque eres parte de todo
eres parte de un plan
y nada haría el arroz
si todo fuera trigal.
Siembra siempre tú esencia
no pienses en volver
recogerás sin saber
los frutos de otra cosecha.
Pero no siembres nunca traición
ni abones la vida con dolor,
que matas la esperanza
y frustras la ilusión.
Recibe todos los dolores,
te vinieron a enseñar,
aprende cada lección,
para que no te vuelva a tocar.
Pendiente no dejes cuentas,
que te tengan que cobrar
deja que la muerte te sorprenda,
sin nada que saldar.
Pero si llegado el final,
por cosas nuevas
te toca regresar,
no te olvides de elegirme,
para volverte a alumbrar...
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