Análisis de Las Crisis Universales
Hoy nos ocuparemos del duelo, visto desde una perspectiva más universal.
Tal y como fue planteado desde el principio, el Universo desde su origen está en una constante “gran crisis universal” fluyendo y buscando su balance constantemente. Siendo el Gran Sistema Mayor contiene infinidad de subsistemas que a su vez contienen otros subsistemas y así sucesivamente continua este modelo desde lo macro hasta lo micro. Todo el universo esta bajo la influencia de los efectos de las ocho fuerzas que actúan igualmente sobre cada subsistema incluyéndonos a nosotros. Todos los subsistemas continúan fluyendo en el tiempo afectados por todas las fuerzas, pudiendo entrar en crisis menores o mayores, obvias o imperceptibles, pero crisis. El estado de crisis es propio de todos los sistemas y sus variables.
Nadie debe de extrañarse o asombrarse de estar en una crisis, ya que las crisis son un efecto de la existencia propia del universo, en otras palabras sin crisis es imposible la existencia del universo y por ende de nosotros. El concepto crisis no necesariamente significa algo desagradable, generalmente nos han educado a pensar de esa forma, pero la crisis es un proceso universal de donde emergen respuestas al constante efecto de las ocho fuerzas sobre las variables o los sistemas.
En nuestro caso las clasificaremos en crisis grupales y crisis individuales. Pasemos pues a analizar algunas de las crisis más significativas de nuestra existencia
CRISIS UNIVERSAL DE PÉRDIDA: EL DUELO
Son crisis inevitables en un universo dinámico e impredecible como el nuestro. Llegan por lo regular en cualquier momento, afectados por la fuerza de lo impredecible y su efecto de “lo sorpresivo”, pueden o no estar acompañadas por el efecto de “lo catastrófico” y producen unos efectos ya conocidos en nosotros.
De estos efectos el más representativo lo es el proceso de duelo, el cual es un proceso psicológico normal que se pone en marcha frente a la pérdida de un ser querido. Crea una angustia intensa y un dolor innegable. Es complejo y continuo. Aún cuando es inevitable, muchas personas no están preparadas para resistir los sentimientos y pensamientos que éste proceso trae consigo. Toda pérdida nos deja ansiosos, aislados, confundidos, vacíos, deprimidos, irritables, enojados y tristes.
El duelo crea una sensación de caos o desorden en nuestra existencia, ya que nos posiciona. Destruye nuestra conexión con una realidad familiar de seguridad y apoyo. Desacelera nuestro existir y crea incertidumbre para nuestro “futuro”. Lo que era, ya no es más. Lo que creíamos ayer, hoy ya no se sostiene. Cambia nuestra vida dramáticamente. Y mientras el mundo a nuestro alrededor continua hacia adelante, por la desaceleración que sufren nuestros sentimientos, sentimos que él nuestro se ha detenido.
El tiempo parece no avanzar y nos sitúa frente a frente con la fuerza de lo inflacionario y con la fragilidad de la vida. La crisis se puede manifestar en forma de problemas físicos, emocionales, espirituales e intelectuales. El pecho y el abdomen suelen doler. Nos cuesta respirar, concentrarnos y pensar. Podemos experimentar aislamiento social y presiones económicas. Lo profundo de nuestro dolor parece convencernos de que nadie puede ayudarnos o de que no podremos sobrevivir.
Cuando tratamos de ignorar o evitar el duelo, este va a hacer su aparición forzosamente de alguna forma. No va a desaparecer porque lo ignoremos. Por lo que ya conoces de nuestro universo, sabrás que nadie atraviesa los mismos procesos de la misma forma.
Por ser parte de los puntos de reconciliación por los que atraviesan los seres humanos en cualquier cultura o época, ya mucho antes de que surgieran los profesionales de la salud mental, los seres humanos tenían formas de lidiar con las pérdidas que fueron la mejor respuesta en su época. Sin embargo, actualmente las personas en duelo recurren a profesionales en busca de ayuda terapéutica.
En otra época la gente se dirigía a sus instituciones religiosas para recibir apoyo y poder calmar su dolor, pero hoy día existe una red e profesionales de ayuda especializados en estas áreas. Generaciones atrás la familia permanecía cerca y los vecinos ofrecían su compañía en los momentos difíciles. Ahora ya no existe tal sentido de comunidad y la familia extendida muchas veces no está disponible, la gente viaja mucho y a veces viven en otros países. Por estas razones en estos tiempos la gente solicita ayuda a profesionales de la salud mental con el objeto de recibir la ayuda que antes provenía de esas fuentes.
Solo para mencionarlas, las otras fases de la crisis de pérdida son:
1.- fase de embotamiento de la sensibilidad
2.- fase de anhelo y búsqueda de la figura perdida.
3.- fase de desorganización y desesperanza.
4.- fase de mayor o menor grado de reorganización.
La respuesta más adecuada a esta crisis incluye los siguientes aspectos: recibir ayuda para poder comprender la realidad de la pérdida, recibir ayuda para analizar las emociones y el dolor de las pérdidas, recibir ayuda para poder reubicarse a un medio en el que el fallecido está ausente, y recibir ayuda para que logremos reubicar emocionalmente al fallecido y proseguir hacia adelante con nuestra vida.
¿Cómo saber si nuestra respuesta más adecuada ha sido efectiva en esta crisis?
Lo sabemos cuándo sentimos que nuestros procesos internos y externos vuelven a acelerarse, lo sabemos si podemos pensar en la persona que perdimos sin experimentar un dolor intenso incapacitador, nuestros pensamientos vuelven a la velocidad y ritmo anterior.
Cuando hemos recuperado el interés por la vida y sentimos esperanza y gratificación, nuestra actividad psicomotora recupera su anterior velocidad. También cuando logramos otra vez reubicarnos en nuevos roles, y se ponen a fluir otra vez ideas y comportamientos nuevos. El dolor nunca acaba en un sentido, solo logramos reubicar al fallecido en nuestra vida emocional, que nos permite proseguir viviendo de una forma eficaz en la sociedad.
Lo fundamental en el duelo por muerte con respecto a otro tipo de pérdidas es que con la muerte del ser querido perdemos la relación emocional directa e irreversiblemente el contacto físico.
¿Cuáles son las consecuencias del manejo inadecuado de esta crisis?
Simplemente nos podemos posicionar por largo tiempo, pueden aparecer complicaciones tales como duelos crónicos, retrasados, exagerados, o enmascarados, cada uno de los cuales necesitan trabajarse con soluciones específicas de acuerdo al caso.
Otros tipos de pérdidas.
La pérdida del amor, de las ilusiones, de las dependencias y de las expectativas imposibles, requieren por igual de intervenciones adecuadas.
A pesar de ser crisis universales individuales, es necesario resolverlas para poder mantener nuestro balance y resonancia con los demás y así proseguir fluyendo
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