PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

lunes, 3 de septiembre de 2012

CONTACTOS CON EL MÁS ALLÁ

TED es una organización sin fines de lucro dedicada a las “ideas que merecen ser difundidas”. Comenzó en 1984 como una conferencia que reunía personas de tres ámbitos diferentes: TECNOLOGÍA, ENTRETENIMIENTO Y DISEÑO.
 
Desde entonces, TED ha crecido para apoyar a aquellos que a través de sus ideas intentan cambiar el mundo por medio de distintas iniciativas.
 
Las conferencias anuales en California y en Oxford reúnen a los pensadores y “hacedores” más fascinantes del mundo, que tienen el desafío de difundir sus ideas en tan sólo 18 minutos.
 
Por TED han pasado algunos oradores como: Bill Gates, Al Gore, Jane Godoy, Elizabeth Gilbert, Sir Richard Brandon, Mandan Nilekani, Philippe Starck, Ngozi Okonjo-Iweala, Isabel Allende y el primer ministro británico, Gordon Brown.
 
SUS CHARLAS PUEDEN ENCONTRARSE DE MANERA GRATUITA EN TED.COM.
 
En los eventos TED, presentaciones exclusivas son expuestas por conferenciantes, que combinado con los TEDTalks videos suscitan profundas conexiones y conversaciones entre los asistentes.
 
TED está organizado por un grupo interdisciplinario de profesionales que trabajan en conjunto sin fines de lucro, en el campo de las ideas, las iniciativas sociales, la tecnología, el diseño y las artes.
 
Y ENTRE SUS EXPOSICIONES, ESTÁ ESTA CHARLA SOBRE MEDIUMNIDAD Y VIDA MÁS ALLÁ DE LA MUERTE:
 
Esta es la charla escrita:
 
“Soy ateo. Suena raro, un médium ateo, suena absolutamente falso. Pero es así. Curiosamente lo que más me incomoda, casi me atormenta de todo esto, es la necesidad de creer. Con la cantidad de cosas de las que he sido testigo, y protagonista, sigo sintiendo un impulso innato a no creer. La pregunta, o la respuesta, sobre la supervivencia de la conciencia después de la muerte es mucho más relevante que cómo es posible que yo hable con gente que ha fallecido, por más que el don sea lo primero que me deslumbre a mí y a la gente. Los milagros son para los que no creen, los creyentes no necesitan pruebas. Bueno, yo necesito muchas pruebas, montones de pruebas.
 
Fui criado en una familia donde la palabra religión se asociaba a ignorancia. En casa no estaba prohibido hablar de creencias, simplemente no se hablaba. Y si se tocaba el tema era desde un trasfondo intelectual y filosófico. Mi padre, industrial, proviene de una familia italiana de creencias cristianas y mi madre, psicoanalísta, de una familia rusa de origen judío. Pero ambos son ateos. Jamás se dudo en mi casa que uno se muere y se muere. No hay nada más. Somos el resultado de la evolución, de la necesidad de supervivencia de las especies. Nacemos y morimos y eso es todo. Continuamos la especie. Nunca recé en mi infancia ni en mi adolescencia y cuando lo hice por primera vez, a los 29 años fue sólo de curiosidad y fue un par de padre nuestro y algún ave maría.
 
Relato esto porque siento que mi camino hoy no está puesto en lo fenomenológico ni en la explicación de por qué me pasa lo que me pasa sino más bien en esa duda permanente: en qué creer, y cómo hacer para creer. Cuando alguien cree ¿Qué grado de certeza o de duda tiene?¿En qué parte del cuerpo lo siente? ¿Lo siente como algo familiar, de herencia, algo que lo conecta con su aprendizaje de la vida, con sus enseñanzas, con su futuro? ¿Qué es creer y cómo se siente, cómo se piensa, cómo se actúa internamente y externamente cuando se cree? Cuándo se tiene la certeza, aunque no sea absoluta, de que hay algo más, que está por encima de nosotros y más allá de lo evidente. Eso, más que un misterio, lo siento como una frustración. Casi como una discapacidad. Como si no tuviera la capacidad de creer. Incluso siendo testigo de la cantidad de cosas extraordinarias que a esta altura he sido testigo.
 
No siempre fui escéptico. Cuando tuve mis primeras experiencias extrasensoriales, como a los 19 años, creí ver detrás un sistema de creencias que tenía algo que ver con el new age, que en esa época estaba muy de moda entre gente de una edad mayor que la mía, diría un par de generaciones por encima. Tengo algún recuerdo de haber creído en la reencarnación, pero es tan tenue y tan poco convincente esa época de mi vida, estaba tan deslumbrado por las percepciones que tenía que estaba dispuesto a encontrar un marco en el que meter todo lo que me estaba pasando. Y de cierta forma me tranquilizó”.
 

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