PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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jueves, 28 de octubre de 2010

DUELO EN EL ADOLESCENTE

La adolescencia suele ser ya una etapa difícil

El duelo en el adolescente, al igual que ocurre en los adultos, tendrá una intensidad mayor o menor dependiendo del grado de intimidad y vinculación con la persona fallecida, el tipo de relación que existía entre ambos y las circunstancias de la muerte.

También es verdad que los cambios y características propios de la edad hacen que éstos puedan reaccionar de manera diferente a los adultos. Si por ejemplo, son ya habitualmente tendentes a la rebeldía y la emotividad, pueden vivir la experiencia de la muerte de forma más impetuosa. Por otro lado, si la muerte es ya en si misma un tabú entre los adultos, suele ser mucho mayor en la adolescencia, donde además existe per se una negación de la muerte y un sentimiento fuerte de invulnerabilidad.

El adolescente tiene que hacer frente a la pérdida de un ser querido, al mismo tiempo que hace frente a todos los cambios, dificultades y conflictos propios de su edad. Aunque exteriormente parezca ya un adulto, el desarrollo del cuerpo no va siempre a la par con la madurez afectiva. Es por eso que puede necesitar mucho apoyo, comprensión y afecto para emprender el doloroso y difícil proceso de duelo.
Intentan o aparentan ser fuertes

Muchas veces el adolescente, aunque sufra intensas emociones, no las comparte con nadie. Posiblemente porque se siente de alguna manera, presionado a comportarse como si se las arreglara mejor de lo que realmente lo hace. Después del fallecimiento de su padre, su madre o de su hermano/a, se le puede pedir "ser fuerte" y "mantener el tipo" delante del otro padre o de los hermanos más pequeños. Se espera que sostenga a otros, cuando no sabe si será capaz de sobrevivir a su propio dolor.


Aunque no lo demuestren, es natural que el adolescente sienta mucha rabia, miedo, impotencia... y que se pregunte el por qué y para qué vivir. Los adolescentes perciben la muerte como algo que les hace "diferentes" y temen, que si expresan su dolor públicamente, pueda interpretarse como una señal de debilidad.


Otras veces pueden reaccionar con una aparente indiferencia, que no es más que su manera de defenderse de los sentimientos abandono. Esta indiferencia no significa que no les importa y debemos evitar culpabilizarles por su actitud. Este tipo de conflictos puede tener como resultado que el adolescente termine por renunciar a vivir su propio duelo (duelo aplazado o congelado).


Puede faltarles ayuda

En el caso de fallecimiento del padre o de la madre, puede ocurrir que se preste más atención al padre que queda, que al adolescente. Este, en general, tenderá más al aislamiento que a compartir lo que siente, de ahí que podamos sacar la falsa impresión de que sufre menos.


Como hemos mencionado antes, es frecuente que se espere del adolescente que sea adulto y se haga cargo de cuidar y ayudar al resto de la familia, sobretodo al padre o madre sobreviviente o a los hermanos más pequeños.


La manera de reaccionar de los adultos puede tener también una gran influencia en las reacciones del adolescente frente a la muerte. Es frecuente que los adultos no quieran hablar por miedo a contagiarles su dolor, pero la realidad a veces muy simple: aunque queramos protegerlos, los adolescentes están viviendo su duelo y les duele.


Podríamos esperar que buscaran y encontraran entonces alivio y ayuda en sus amigos, pero cuando se trata de la muerte, salvo que se haya vivido una situación similar, los amigos se sienten impotentes. Los amigos, compañeros normalmente no saben como ayudar, no saben que decir o que hacer, tienen miedo a mencionar el tema y hacerles sufrir más... Esto puede ser interpretado por el adolescente como falta de interés y favorecer más si cabe su aislamiento.


Puede haber conflictos de relación previos al fallecimiento

El esfuerzo del adolescente para ser cada vez más independiente de sus padres, suele acompañarse de conflictos y problemas en la relación.


Atravesar por un periodo de desvalorización de su familia es una forma normal, aunque difícil, de ir separándose de ellos. Si su padre o su madre fallecen mientras está alejándose física y emocionalmente de ellos, puede experimentar un gran sentimiento de culpa. Aunque la necesidad de separarse es perfectamente natural, esta experiencia puede hacer el proceso de duelo más complicado e interrumpirse su camino natural de emancipación.


Si la muerte ocurre en el seno de la familia, es aconsejable discutir abiertamente y cuanto antes con el adolescente los cambios en la forma de vida y en los roles de cada miembro. Con esto podemos evitar que el adolescente tienda a querer reemplazar al fallecido. Sería el caso, por ejemplo, de la hija mayor que adopta el papel de la madre fallecida y cuida de su padre y sus hermanos como lo hacía ésta.
Es necesario ocuparse del dolor de los adolescentes

En el caso de fallecimiento de uno de los padres, es posible que el que queda no esté en condiciones, al menos durante un tiempo, de ocuparse del dolor de sus hijos. Es el momento en que el entorno del adolescente (abuelos, amigos, profesores, vecinos...) deberían tomar el relevo y jugar un papel que puede ser crucial. Hay que tener en cuenta también que la adolescencia es una etapa en la que, como hemos dicho, el joven inicia, dentro de su proceso de maduración, la separación de su familia. Esto puede explicar, y hay que tenerlo en cuenta, porque puede rechazar la ayuda de personas de la familia más cercana.


Cómo hablar con ellos


Lo mejor es interesarse y preguntar abiertamente y con naturalidad: ¿Tienes mucha pena? o ¿Le echas mucho de menos? Es importante permitir y aceptar sus emociones, decirles que no hay nada malo en estar tristes y hablar de ello.


Pero de nada servirán estos buenos consejos si nosotros mismos no somos capaces, a su vez, de manifestar delante de ellos nuestro propio dolor y tristeza: a mi también me da mucha pena y estoy pasándolo mal. Así les demostramos que les queremos, que nos preocupan y eso facilita que hablen, que expresen su dolor, que se desahoguen y en definitiva que se sientan acompañados.


Signos que indican que un adolescente necesita más ayuda


Como hemos visto, son varios los motivos que determinan que el duelo en el adolescente sea más difícil. Algunos adolescentes pueden mostrar un comportamiento inadecuado o preocupante que puede alarmar a su familia.


Vigilar los siguientes comportamientos:
- Negación del dolor y alardes de fuerza y madurez


-Síntomas de depresión, dificultades para dormir, impaciencia, baja autoestima.


- Fracaso escolar o indiferencia hacia las actividades extraescolares.


- Deterioro de las relaciones familiares o con los amigos.


- Mencionar el suicidio como posibilidad de reencuentro con la persona fallecida.


- Conductas de riesgo: abuso del alcohol y otras drogas, peleas, relaciones sexuales sin medidas preventivas…

La presencia prolongada de alguno o varios de estos signos pueden indicar la necesidad de pedir ayuda profesional que valore su situación, facilite la aceptación de la muerte y asesore al adolescente y su familia en el proceso de duelo.

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