PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

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martes, 19 de octubre de 2010

LA MUERTE DE UN NIÑO (2)

REFLEXIÓN ANÓNIMA SOBRE LA MUERTE DE UNA NIÑA:

Una noticia desoladora apareció hoy en el diario. Una niña de 2 años y medio fue arrollada por un coche en la puerta del garaje de su casa. Su cuerpecito quedó destrozado en la vereda. Lo que más me ha conmovido es que aquella niña era compañera de aula de mi sobrino.

La recuerdo vagamente, era la más chiquitita de toda la escuela, usaba tirantes pues de otro modo su faldita de tablones se le caería. Recuerdo a su padre esperándola en la puerta de la escuela, mientras ella corría a su encuentro. La recuerdo de lejos pero no puedo contener las lágrimas.

¿Por qué muere un niño de una forma tan absurda? ¿Porque apenas al abrir los ojos al mundo tiene que suceder?

No me puedo imaginar la magnitud del dolor de aquella madre. Esa pena debe de ser inconmensurable, la impotencia, la frustración, el ver los trazos que apenas estaba aprendiendo a hacer, sus muñecas, su cama vacía…

Más tarde, una predicadora en el bus pregonaba a viva voz: “El Señor da larga vida a quienes siguen su palabra”. Quise pararme y arrancarle la Biblia de las manos. ¡¡Sacar las palabras de contexto para demagógicamente ofrecer una vida larga a cambio de una bendición y, como no, unos caramelos que vendía, más la promesa de “larga vida”!!.

Según esa lógica rudimentaria, si me hago bendecir, me garantizo una larga vida a mi, a mis hijos, viviré como Matusalén y seré invulnerable a los carros y al cancer al pulmon.

Hablar de Dios para vender caramelos , panfletos, pedir limosnas u ofrendas para construir templos, a cambio de “parar de sufrir” equivale a una prostitución sacra. No creo que Dios esté tras esas sucias transacciones.

Ahora, aquella niña “es un angelito”. O sea, mientras vivió, ¿no lo era de cierta manera? Todos lo somos.

Cuando tenemos esa inocencia somos ángeles creadores, clarividentes, limpios de corazón. Es la vida la que nos va “manchando”. Y nuestra condición de humanos que nos va dominando.

Dudo que Dios sea un ente vengativo, que castiga a aquella madre arrancándole el fruto de sus entrañas, por muy pecadora que haya sido.

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