PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE
¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

sábado, 6 de marzo de 2010

LA CALIDEZ Y LA CALIDAD DE LA MUERTE

La muerte es un fenómeno natural, universal y único. Es natural en el sentido de que, si no median causas antinaturales, se produce siempre como consecuencia de accidentes, enfermedades y/o envejecimiento ocasionados en la relación con el medio ambiente o con procesos de desgaste fisiológico.

Es universal, porque, mediando una u otra circunstancia, todos los seres humanos han muerto y morirán. Es único porque el propio concepto de muerte (término de la vida material o física) entraña la irreversibilidad y a cada persona le acontece una sola vez de forma consciente en cada vida, ya que no es normal acordarse de lo acontecido en nuestras vidas anteriores.

La Parte Física de la Muerte

De lo anterior se deriva que si la muerte es un fenómeno natural y universal, está en manos de los profesionales de la salud poner los medios a su alcance para evitarla, pero siempre habrá un último momento en el que, pese a todos sus esfuerzos, llegará de forma inexorable.

La Parte Emocional de la Muerte

Aquí los familiares y amigos, son los que pueden aportar lo más necesario para que la calidad de la muerte sea un hecho, y no es otra cosa que quien va hacer el transito se vea rodeado de AMOR.

La Parte Psicológica de la Muerte

Es también muy importante que ayudemos a entender e identificar todos los procesos de la muerte, cuya consecuencia será aportar serenidad a quien va hacer el transito, pues sabido es que el miedo solo es desconocimiento

Nadie puede dar lo que no tiene. La muerte es la continuación de la vida y ha de ser objeto de reflexión durante la misma.

Una vez integrada de forma natural dentro de los parámetros existenciales no representa una situación incómoda y marginada en el quehacer cotidiano, sino un aspecto más de la vida y una oportunidad de crecimiento y conocimiento, entendiendo la MUERTE COMO UNA PUERTA DE ENTRADA A OTRA VIDA.

Cualquier momento único en la vida de una persona es importante por el hecho de ser único; en el caso de la muerte es especialmente importante por ser además el último acto en el que se baja el telón para dar paso a todo un proceso que justamente comienza donde termina nuestra vida física.

Pese a vivir en una cultura en la que la eliminación de todo aquello que nos resulta incomodo, llega a ser considerado como un signo de progreso, da como resultado en el momento actual que la muerte no está de moda.

El traslado masivo de las vivencias de enfermedad, fallecimiento y exequias desde los domicilios familiares a los hospitales y tanatorios ha contribuido a ello. Esta circunstancia, derivada de la moderna organización de la sanidad y los servicios funerarios, facilita el arrinconamiento social de la muerte.

En detrimento de la forma natural de morir como se hacía antes en la propia casa y rodeado de los seres queridos que acompañaban hasta el último segundo a la persona que iba hacer el transito.

El espectáculo cotidiano de guerras, actos terroristas, catástrofes, etc., en los que muere gente de forma masiva, produce además la trivialización inconsciente de la muerte y la pérdida de su sentido profundamente personal, que sucumbe ahogado en el anonimato estadístico.

La aceptación del carácter natural y universal de la muerte puede facilitar su aceptación e integración en el ser humano, pese al desgarro existencial que supone el hecho de ruptura con el universo físico, propio o de nuestros seres queridos.

El miedo al dolor moral (separación de seres queridos, incertidumbre ante el más allá, etc.) o físico, y al desahucio en el peor sentido de la palabra, es decir, ser considerados durante sus últimos días como una carga social por su enfermedad y expectativas, viéndose apartados e ignorados en un rincón y rodeados de una enorme falta de humanidad.

Ante la insensibilidad en la mayoría de los casos por parte de los familiares, de no entender lo importante que es morir con calidad humana, (tan importante es la calidad de la muerte como la calidad de la vida), representa una gran fuente de angustias en los pacientes terminales.

Una actitud de sincero cariño por parte de los familiares y del personal sanitario, la debida atención espiritual que no solo consiste en estar junto a él sino también aportarle el conocimiento de todos los procesos que intervienen en la muerte, hasta llegar al mundo espiritual, pues de esta forma cuando sucede la muerte y comienza el transito podrá reconocer todos los procesos antes mencionados con la consiguiente tranquilidad que da el hecho de conocer las situaciones que hemos de pasar.

Dara como resultado facilitar la resolución de todos los conflictos personales acumulados a lo largo de la vida que termina, contribuyendo todo ello a ser el mejor remedio ante dichas angustias, logrando un mayor grado de serenidad y paz para conseguir tener una muerte con la misma calidad que vivimos.
Haciendo que la famosa frase “Morir es Paz” sea una realidad para todos los seres humanos.

Nuestra mente ante nuestra Muerte:

Primera etapa: Shock, negación y aislamiento.
Constituye la reacción inicial, la persona enferma niega la evidencia de la enfermedad, mantiene la esperanza del error diagnóstico. Los pacientes que no superan esta fase realizan un peregrinaje por distintos médicos, sanadores, etc.

Segunda etapa: Ira e irritación.
En esta fase se focaliza la angustia responsabilizando a alguno de la propia enfermedad, se busca una relación causa-efecto. "El médico tiene la culpa", "mi familia tiene la culpa", En ocasiones la responsabilización es hacia uno mismo. Esta fase tiene una pregunta característica, "¿por qué me ha pasado esto a mí?".

Tercera etapa: Pacto.
La persona enferma intenta negociar la curación. Es una fase corta y con connotaciones infantiles, donde se proponen negociaciones con el médico o con Dios a cambio de la curación.

Cuarta etapa: Depresión.
La persona enferma entra en un estado depresivo ante las repercusiones que la enfermedad tiene en su propia vida, en la de la familia, en su actividad laboral, en su vida social. Toma consciencia de la perdida de la vida. La persona se retrae, enlentece o anula su vida social, se aísla, se inicia un progresivo abandonamiento y pueden aparecer ideas suicidas.

Quinta etapa: Aceptación.
En esta fase la persona enferma reconoce finalmente el problema, acepta la muerte como algo inviable

No hay comentarios:

Publicar un comentario