PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE

PARA EL ESTUDIO, COMPRENSIÓN Y DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LOS PROCESOS DE LA MUERTE
¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD SINO EN TU PROPIO CORAZÓN?

miércoles, 31 de marzo de 2010

LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE EN ORIENTE Y OCCIDENTE

Una de las preguntas que con más frecuencia escuchan los MAESTROS de la sabiduría oriental es “¿Qué enseñáis, acerca del más allá de la muerte?”

Al ESTUDIOSO experimentado siempre le parece extraña esta pregunta, pues le produce el mismo efecto que si preguntaran a cualquiera: “¿Qué enseñáis acerca de la acera de enfrente de la calle?”
Desde luego que mayúscula fuera la extrañeza de quien escuchara semejante pregunta, pues para saber lo que hay en la acera de enfrente de la calle le bastará al interrogador verlo con sus propios ojos.
El MAESTRO oriental ya no se admira de la multitud de pruebas del resultado de las meramente teóricas y dogmáticas enseñanzas de la mayoría de instructores y predicadores del mundo occidental, que son “como ciego que guía a otro ciego”, pues carecen de medios para comprobar sus afirmaciones y se reducen a transmitir lo que ciegamente recibieron de otros, quienes a su vez allegaron del mismo modo su instrucción.
Por el contrario, en Oriente hay muchísimos individuos de muy evolucionadas facultades psíquicas y espirituales para quienes los fenómenos de la otra vida son tan familiares como los de la terrena, y el mundo de ultratumba es para ellos tan real y efectivo como el ordinario ambiente del mundo físico.
Para los ESTUDIOSOS avanzados no es el más allá un mar inexplorable sino tan perfectamente conocido en sus corrientes, profundidades, islas y generales características como para el experto marino occidental pueda serlo el Atlántico.
Además, a todo oriental instruido se le enseñó desde niño que los fenómenos del otro mundo no han de ser materia de creencia por fe, sino que pueden conocerlos efectivamente cuantos quieran emplear tiempo y estudio en cultivar las superiores facultades latentes en todo ser humano.
Sin embargo, por la misma razón, el avanzado ocultista oriental se ve perplejo, por no decir desalentado, cuando ha de comunicar sus conocimientos sobre el asunto a los estudiantes occidentales cuya mente repugna por instinto aceptar la verdad según la aceptan los estudiantes orientales.
Como quiera que el occidental no ha realizado por positiva experiencia ciertos fenómenos psíquicos y espirituales en que se fundan las enseñanzas sobre este punto, exige “pruebas concluyentes” de dichos fenómenos antes de pasar adelante.
Por otra parte, para conocer estos fenómenos es indispensable experimentarlos personalmente, y así no valen argumentos ni razones para convencer de una verdad que ha de servir de fundamento a las enseñanzas.
En consecuencia, el estudiante occidental, o bien acepta por fe las afirmaciones del instructor o las disputa por conjeturas y especulaciones; y como en Occidente se cuentan por millares las conjeturas y especulaciones de esta índole, el estudiante puede muy bien excusarse de no aceptar ninguna de ellas, porque, según suele argüir: “tan buena es una hipótesis como otra”.
Al exponer los fenómenos del más allá, debo advertir desde luego al estudiante que no se le podrá proporcionar ninguna prueba material si no tiene actualizadas sus facultades psíquicas y espirituales, porque sin ellas la prueba demandada sería semejante a la que un ciego exigiera de la existencia de los colores o un sordo de la del sonido.
La naturaleza de las cosas impide dar prueba material en dicho caso. ¿Qué método cabría emplear para explicar la sensación gustativa del azúcar a quien jamás hubiese probado un dulce?
Por tanto, téngase muy en cuenta que las enseñanzas de este libro no se exponen como prueba de los fenómenos del otro mundo, sino tan sólo a manera de relato de un viajero que vuelve de un país extraño y cuenta las peripecias de su viaje y lo que allí ha visto.
Dijimos a los estudiantes de nuestras primeras lecciones: “Los instructores orientales no exigen de nadie que acepte ciegamente lo que se le enseña. Por el contrario, advierten al estudiante que sólo acepte por verdad lo que haya comprobado personalmente, pues ninguna verdad es verdadera hasta que uno la ha corroborado por su propia experiencia.
Pero también se le advierte que para comprobar así una verdad ha de vigorizar las facultades indispensables para la comprobación.
“El MAESTRO sólo quiere que el estudiante confíe en él como en quien le señala el camino, y así le dice: `Éste es el camino. Ve por él y encontrarás lo que te he enseñado. Tómalo, pésalo, mídelo, pruébalo y lo conocerás por ti mismo. Cuando llegues a cualquier punto del camino sabrás tanto como yo y quienquiera que haya pasado por aquel punto. No aceptes nada definitivamente hasta que por ti mismo lo hayas comprobado; mas si eres prudente aprovecharás los consejos y experiencias de quienes en el camino te precedieron.
Cada cual ha de aprender por experiencia, pero los ya experimentados pueden señalar el camino a los inexpertos. En cada etapa observarás que quienes ya están más adelante dejaron señales, hitos y marcas para instrucción de los que les seguían.

El hombre prudente aprovecha estas señales. No te exijo fe ciega sino tan sólo confianza hasta que seas capaz de demostrar por ti mismo las verdades, que te expongo, como a mí me las expusieron mis instructores.
Los escépticos occidentales podrán objetar que no damos “pruebas científicas” de nuestras afirmaciones acerca de los fenómenos del más allá. Si por “pruebas científicas” se entienden las de la ciencia física, estamos de acuerdo en que no las aducimos; mas para los ocultistas avanzados el adjetivo “científico” tiene un significado mucho más amplio.
Quien espere pesar, medir y calcular las cosas espirituales con métrica material fracasará sin remedio, pues nunca obtendrá la deseada prueba. Los aparatos físicos sólo sirven para objetos físicos, y el mundo espiritual tiene peculiares aparatos con que registrar sus fenómenos.
La Vida Después De La Muerte Yogi Ramacharaka

No hay comentarios:

Publicar un comentario