UN RECUERDO LIBERADOR
ALGUNAS FORMAS DE «VOLVER LA VISTA ATRÁS» PUEDEN LLEGAR A COARTAR LA LIBERTAD. QUE LE PRE¬GUNTEN SI NO A LA PSICOLOGÍA. CON EL ENTUSIAS¬MO DE LOS PRIMEROS AÑOS, ESTA DISCIPLINA YA CAUSÓ SUFICIENTE DAÑO FORZANDO SIN ESCRÚPULOS LA RETROSPECCIÓN.
Muchos pacientes que úni¬camente hubieran necesitado un poco de aliento se obstinaron en rememorar, tendidos sobre divanes psicoanalíticos, los aconteci¬mientos negativos de su infancia y nunca más se desprendieron de ellos. Durante el resto de su existencia se sintieron determinados e in¬fluidos el dolor del recuerdo.
La «vista atrás» con una intención de re¬proche coarta la libertad. Los reproches a uno mismo o a los demás pesan en forma de pro-fundo resentimiento sobre el propio corazón y se les guarda rencor como una «sobrecarga» que ejerce la historia.
ESTE PESAR ESTÁ EMPA¬RENTADO CON LA «VISTA ATRÁS» DESESPERADA, CU¬YAS FORMAS DE EXPRESIÓN —«SI YO HUBIERA…», «OJALÁ HUBIERA…»— SON ESTÉRILES COMPAÑEROS DE VIAJE QUE SE TAMBALEAN TRAS UN TREN DEL TIEMPO QUE YA HA PARTIDO. POR SU PARTE, LA «VIS¬TA ATRÁS» INSATISFECHA TAMPOCO RESULTA CONS¬TRUCTIVA, PORQUE NI SIQUIERA PUEDE PLANTEARSE LA PREGUNTA «QUÉ ME HA DADO LA VIDA?» SIN EVITAR UN TONO QUEJUMBROSO Y ACUSADOR.
La respuesta «poco o nada» conduce sin reparos a la «vista atrás» amargada. Paradójicamente, una respuesta contraria también puede condu¬cir al entorpecimiento. Finalmente, la «vista atrás» glorificadora, que sueña con un roman¬ticismo sublime, está anclada en el pasado.
EL DUELO, CONOCEDOR DEL OBSEQUIO VALIOSO —AUNQUE LIMITADO— CUYA PÉRDIDA LAMENTA Y EN EL CUAL PERVIVE EL AMOR QUE LLORA LA MUERTE DE LA PERSONA AMADA, ES CAPAZ DE ACECHAR PUNTOS DE VISTA ALTERNATIVOS, COMO, POR EJEM¬PLO, LA «VISTA ATRÁS» AGRADECIDA, CON SU INCOM¬PARABLE FORMA DE CERRAR LAS HERIDAS, ALIVIAR EL DOLOR Y DEVOLVER LA PAZ, O LA «VISTA ATRÁS» ARTÍS¬TICA.
El artista, antes de dar por finalizada su obra, tiene que separarse de ella para, desde la distancia, poder observarla, juzgarla y perfec-cionarla. No importa la disciplina trabajada: al igual que el pintor, debe retroceder ante el caballete para captar la impresión general de la obra creada.
Sólo así comprenderá los pe¬queños detalles que todavía hay que mejorar en interés del conjunto. De forma análoga, la persona también tiene que mirar atrás de vez en cuando, desde una distancia espacial y tem¬poral, para comprender esos complementos llenos de sentido que aguardan impacientes su realización.
A este respecto, una fase de duelo puede inspirar totalmente la ejecución de «re¬toques» artísticos finales: en un fallecimiento, por ejemplo, con la regulación del testamento o con los actos y actitudes personales (en el sentido del fallecido).
EL POETA Y DRAMATURGO NORUEGO HENRIK IBSEN ESCRIBIÓ EN 1870 LAS SIGUIENTES LÍNEAS A LAURA KIELER: «A PESAR DE TODO, EL HOMBRE ES, ESPIRI¬TUALMENTE HABLANDO, UNA CRIATURA PREVISORA: VE¬MOS CON MAYOR CLARIDAD DESDE LA DISTANCIA… EL VERANO SE DESCRIBE MEJOR EN UN DÍA DE INVIER¬NO». VARIANDO LAS PALABRAS DEL ESCRITOR, PODRÍA¬MOS DECIR QUE «LA SUERTE VIVIDA SE APRECIA MEJOR EN EL LUTO».
SI SE CONSIGUE, YA NO HABRÁ NADA QUE SE OPONGA A LA «VISTA ATRÁS» MÁS LIBERADORA, ES DECIR, LA QUE BENDICE. EN ELLA SE DA POR BUE¬NO, CON LA CONFIANZA PUESTA EN UN «ORDEN DE SENTIDO SUPERIOR», TODO LO ACONTECIDO EN EL PASADO, LO BUENO Y LO NO TAN BUENO, CON UN PRINCIPIO Y UN FINAL.
Elizabeth Lukas
Extracto del libro: EN LA TRISTEZA PERVIVE EL AMOR
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